Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)
¿Qué se considera como pequeño o gran pecado, en el trabajo?
Artículo 2, 1989
Antes que nada, debemos saber qué se considera «trabajo». Es decir, ¿cuál es el significado de la palabra «trabajo» que nosotros usamos? Deberíamos saber que nos dieron 613 Mitzvot (preceptos) de la Torá para cumplir, y las siete Mitzvot de nuestros grandes sabios (De Rabanán). También debemos observar las costumbres de Israel que establecieron los grandes hombres de Israel, cada lugar, según su costumbre. Ellos determinaron para nosotros qué es una gran Mitzvá (singular de Mitzvot) y qué es una gran transgresión.
Por ejemplo, nuestros sabios dijeron: «Grande es el respeto por el padre y por la madre, porque el Creador fue más estricto al respecto, que acerca de su propia gloria» (Talmud de Jerusalén, Capítulo 1, 5:1). O: «Los actos de bondad son más grandes que la caridad misma» (Sucá 49), y muchos otros como estos, han escrito nuestros sabios. Lo mismo se aplica a las transgresiones. Nuestros sabios dijeron: «El castigo por difamación es peor que el castigo por idolatría» (Midrash Gadol y Guedolá, Capítulo 18).
Resulta que determinaron qué es una gran Mitzvá y qué es una pequeña Mitzvá, comparando una con la otra. Además, con respecto a las transgresiones, determinaron cuál es una transgresión grave, y en contraparte, que es una pequeña transgresión. Debemos creer que lo que determinaron es realmente así. Este es el significado de tener fe en los sabios, que debemos creer lo que dijeron y no debemos dudar de ellos. Todo esto se llama «Torá», lo que significa que la mano del hombre no pertenece a lo referente a esto.
Se denomina «trabajo» por lo que la persona hace, dado que la persona que trabaja, realiza los grados de observarlas. Es decir, que la intención que se tiene sobre el acto no está en nuestras manos de ninguna manera. Por el contrario, esto se refiere al motivo, es decir, que por ese motivo el trabajador observa la Torá y las Mitzvot. En esto hay grados por parte del trabajador.
Esto es como lo que dijo Maimónides (Halajot Teshuvá, Capítulo 11): «Por lo tanto, cuando se enseña a los pequeños, a las mujeres y a las personas sin educación, se les enseña a trabajar solo por temor y con el fin de recibir una recompensa. Hasta que aumente su conocimiento y adquieran más sabiduría, y entonces se les revelará ese secreto poco a poco».
Vemos que Maimónides dice, que hay grados en el motivo. Es decir, mujeres, niños y a las personas sin educación, tienen el motivo de Lo Lishmá (no en Su nombre).
Y, aquellos que han adquirido mucho conocimiento y sabiduría se les da otro motivo, que es el de Lishmá (en nombre de la Torá), lo que significa que deben trabajar con el fin de dar contento a su Hacedor, y no en beneficio propio.
De acuerdo a esto, se deduce que en la práctica no hay diferencia entre pequeño y grande. Pero en la intención, es decir, en el motivo por el cual se observan la Torá y las Mitzvot, sí existen diferencias entre los tipos de personas. Algunas personas pertenecen al público en general, o como dice Maimónides: «las personas sin educación». Existe una diferencia entre el público en general y el individuo. Es decir, algunas personas particulares no quieren ir por el camino del público en general, es decir, trabajar para su propio beneficio, sino que se despierta en sus corazones la pasión de trabajar con el fin de otorgar.
Debemos saber que el trabajo de otorgamiento significa que la persona es el dador, mientras que, en el trabajo para recibir recompensa, el Creador es el dador. Hay una gran diferencia entre ellos, porque, cuando el motivo por el que se trabaja es lo que uno recibe a cambio, resulta que, la persona evalúa la magnitud de las Mitzvot de acuerdo con la retribución. Es decir, si hay una gran e importante retribución a cambio del trabajo, la persona lo considera como una «gran Mitzvá», ya que se fija en la recompensa.
Por el contrario, en el trabajo de otorgar, donde el hombre es el dador, se considera la grandeza del receptor, es decir, a quién la persona da. Cuanto mayor es el receptor, mayor y más importante es esta dación. Es como dijeron nuestros sabios: «Con un hombre importante, si ella da y él dice, por este medio eres santificada, es como si él le hubiera dado, por lo que ella disfruta de que él reciba».
Por lo tanto, vemos que la grandeza de la dación depende de a quién le damos. Con esto medimos la grandeza del acto. Es decir, si uno le da a una gran persona, se lo considera como una «gran dación» y si le damos a una persona pequeña, se la considera como una «pequeña dación».
A partir de esto, podemos medir cuál es la medida del trabajo de otorgamiento. Es decir, si una persona le otorga a un rey pequeño, ese es un trabajo pequeño, ya que el dador no está tan impresionado al dar a un pequeño rey. Ya que la persona no admira a un rey pequeño, pero, si otorga a un gran rey, entonces, el acto de dación es un acto grandioso porque «ella disfrutó de que él recibiera de ella». Es un gran placer porque le está otorgando a un gran rey.
Por lo tanto, vemos que la cuestión de la grandeza o pequeñez de la dación depende del propio trabajador. Es decir, quien se dedica a la Torá y a las Mitzvot es el que determina a qué tipo pertenece. Y si todavía está aprendiendo lo que se llama «Mitzvot enseñados por las personas», es decir, que aún se dedica a la Torá y a las Mitzvot con el fin de recibir para sí mismo, como lo menciona Maimónides, que dice: «Cuando se enseña a los pequeños, a las mujeres, y a las personas sin educación, se les enseña a trabajar para recibir una recompensa», llamada Lo Lishmá.
La cuestión de «enseñado por las personas» significa que, así como está acostumbrado a trabajar hasta el momento, que es Lo Lishmá, esa persona mide pequeñez y grandeza de acuerdo al tamaño de la recompensa. Pero aquellos que trabajan con el fin de otorgar, lo miden según la grandeza de aquel que recibe del trabajador, como se menciona anteriormente.
En consecuencia, podemos entender que podría haber dos individuos que realizan la misma Mitzvá. Y uno de ellos, lo considera como una gran Mitzvá, ya que la realiza para a un gran rey. Por lo tanto, siente que está sirviendo a un gran rey, lo que lo hace sentir feliz, contento, y tiene un espíritu elevado, porque se le ha otorgado el gran privilegio de servir a un gran rey, y su alegría no tiene fin.
Por el contrario, el otro individuo no piensa que todo lo que hace, es para servir a un gran rey, sino a un pequeño rey. Es decir, que ve que nadie aprecia el cumplimiento de sus preceptos. Pero él se apiada de este rey y observa sus mandamientos. Sin embargo, el hombre entiende que el rey debe ser considerado con él, porque él se apiada del rey, aun cuando ningún otro quiere mirar al rey. Y esa persona mide lo que el rey le paga a cambio de su trabajo.
Y, si la recompensa que le da el rey no brilla para él, aunque hace todo lo que el rey le ordenó, entonces lo hace lentamente, sin vitalidad, ya que, la recompensa que el rey le dará por su trabajo no brilla para él.
Y de acuerdo con esto, esos dos individuos, que hacen lo mismo, uno de ellos lo considera que está cumpliendo con un gran precepto, porque recibe mucha vitalidad y elevación de espíritu, al servir a un gran rey, mientras que el otro no tiene elevación de espíritu y lo hace por la fuerza, ya que la recompensa que recibirá más tarde no le parece importante.
Por lo tanto, hay una gran diferencia entre ellos, porque uno piensa que la Mitzvá que está observando es una pequeña Mitzvá, es decir, de poca importancia, y el otro la considera como una gran Mitzvá, es decir, que él dice que no tiene intelecto para apreciar la importancia y la grandeza de la Mitzvá, que siente ahora en ella, dado que no necesita recibir luego ninguna recompensa por ello.
Por el contrario, ahora siente la recompensa, ya que tiene un gran placer, ya que ha tenido el privilegio de servir a un gran rey. De esto se deduce que está contento porque ya recibió la recompensa. Y no necesita creer que recibirá una recompensa, ni tiene dudas sobre la recompensa, como para que podamos decir, que no está contento ya que duda de la cuestión de la recompensa y el castigo, debido a que ya recibió la recompensa en el mismo momento, y él no espera ninguna otra recompensa.
Más bien, él cree que está sirviendo a un gran rey y de eso disfruta, ya que es algo por lo que vale la pena haber nacido, y tener el privilegio de servir a un gran rey. Por lo tanto, es la persona misma la que determina lo que considera como una «gran Mitzvá» o una «pequeña Mitzvá».
Sin embargo, a veces puede ocurrir lo contrario, lo que significa que alguien que sigue una línea determinada, donde todas sus acciones se dirigen a que el acto que realiza esté bien en todos sus detalles y minuciosidades. Y que la razón por la cual se dedica a la Torá y a las Mitzvot, es para recibir una recompensa en este mundo o en el próximo, pues cree en la recompensa y el castigo cuando realiza la Mitzvá, por lo tanto, es meticuloso al hacer las Mitzvot más importantes, según lo que nuestros sabios determinaron, acerca de lo que es una gran Mitzvá y la que es menos importante.
Y cuando cumple la Mitzvá que ha elegido, que es una gran Mitzvá, es feliz y siente que es la persona más importante de todas, ya que tiene una recompensa mayor que el resto de la gente. Naturalmente, él realiza la Mitzvá con gran entusiasmo.
Pero su amigo, que cumple la misma gran Mitzvá que él, no quiere trabajar con el fin de recibir una recompensa. Sino que, quiere trabajar con el fin de otorgar. Para trabajar con el fin de otorgar, debe creer que está sirviendo a un rey grande e importante, que vale la pena servir sin recibir nada a cambio. Si la fe que tiene en el Creador no puede hacerle sentir que está sirviendo a un gran Rey, entonces, no tiene fuerzas para trabajar con alegría.
En cambio, él trabaja en ese momento por coacción, venciendo la resistencia que el cuerpo le hace ver que no vale la pena trabajar para otorgarle un pequeño rey. Y le dice, puedo entender a tu amigo, que está trabajando para recibir una recompensa, por lo tanto, no le importa si sirve a un gran rey o uno pequeño, ya que principalmente se fija en la recompensa.
¿Y cuál es la diferencia entre un rey grande o uno pequeño? Ya que la recompensa es la que lo convierte en un gran rey. Si él da una pequeña recompensa, él es un «pequeño rey». Encontramos aquí, que existe un orden diferente entre dar contento a su Hacedor, cuando es la única razón que lo obliga a dedicarse a la Torá y las Mitzvot, y cuando la razón que lo obliga a participar en la Torá y las Mitzvot es para recibir una recompensa.
Vemos que es imposible determinar la verdad de acuerdo con lo que siente la persona. El hecho de que la persona esté trabajando con alegría y entusiasmo, no significa que esté yendo en el camino correcto. Esta es la razón por la cual nuestros sabios dijeron: «Hazte de un Rav (gran maestro)» porque solo el Rav puede guiarlo y determinar cuál es el camino que tiene que seguir.
Pero la persona que trabaja, aunque sienta qué es bueno y qué es malo, aun así, no puede saber la verdad, porque todavía puede entender un solo escrutinio, el escrutinio de «amargo y dulce». Esto es así, porque cuando está contento y trabaja con entusiasmo, siente un sabor «dulce». Por lo tanto, él dice que está en el camino correcto. Pero cuando una persona tiene que trabajar de forma coercitiva, la persona siente amargura. Entonces, la persona entiende que está en un estado de descenso, y este discernimiento lo lleva a comprender que esto es un verdadero escrutinio.
Sin embargo, el escrutinio de «amargo y dulce» fue antes del pecado del árbol del conocimiento. Después del pecado del árbol del conocimiento, nos dieron un escrutinio diferente llamado «verdadero y falso». Es decir, que es posible que una persona sienta dulzura, pero es mentira, y puede ser que sienta el sabor amargo, pero es verdad.
Esto es similar a lo que está escrito en la "Introducción a Panim Masbirot» (artículo 16) que dice: «Debemos conocer a fondo los dos tipos de escrutinios: el primer escrutinio se llama "escrutinio acerca del bien y del mal", y el segundo escrutinio se llama "escrutinio acerca de verdadero y falso”».
El primer escrutinio es una fuerza física activa, que opera a través de la sensación de amargo y dulce, detesta y rechaza la forma amarga porque se siente mal, y ama y atrae la forma dulce porque se siente bien.
Además de ellos existe la especie humana, en la que el Creador dejó impreso la fuerza intelectual activa, que funciona según el segundo escrutinio que rechaza los asuntos falsos y vacíos, aborreciéndolos, hasta el punto de vomitar, y acerca asuntos verdaderos y cualquier beneficio con gran amor. Este escrutinio se llama «el escrutinio de lo verdadero y lo falso». Esto se aplica solo a la especie humana, cada uno de acuerdo con su propia medida.
Y, debes saber que esta segunda fuerza activa fue creada y le llegó al hombre debido al consejo de la serpiente. Pues por parte de la creación, solo tenía la primera fuerza activa de los escrutinios del bien y el mal, que fue suficiente para servirle en ese momento.
En consecuencia, vemos que cuando una persona quiere ir de acuerdo al discernimiento entre «amargo y dulce», ese escrutinio ya no es verdadero después del pecado del Árbol del conocimiento. En cambio, podría ser que la persona sienta un sabor dulce en el trabajo, mientras él esté inmerso en la falsedad, o al revés. Por esta razón, dijeron, «Hazte de un Rav y retírate de la duda» (Avot, Capítulo 1:16).
Aunque, la persona misma determina cómo se siente, pero, puede sentir sabor dulce, aunque no esté en el camino de la verdad que nos conduce a la Dvekut (adhesión) con el Creador, ya que podría estar caminando en la dirección opuesta a la vía que lo lleva hacia la Dvekut con el Creador, donde todo su esfuerzo es para lograr la equivalencia de forma, que se aplica en todos los grados, ya que este es el significado del Masaj (pantalla) que se encuentra sobre el Aviut (espesor), donde específicamente, colocando el Masaj se revelan el deleite y el placer.
Esto es lo que debemos interpretar con lo dicho por nuestros sabios (Avot, Capítulo 2:1): «Tengan cuidado con la Mitzvá ligera como con la grave, porque no conocen la recompensa por las Mitzvot». Aparentemente hay una contradicción en las palabras de nuestros sabios, que dijeron: «Grande es el respeto por el padre y por la madre, porque el Creador fue más estricto al respecto, que acerca de su propia gloria», o «Los actos de bondad son más grandes que la caridad», y muchos otros como ellos. Si dijeron: «Tengan cuidado con una Mitzvá ligera como con una grave», ¿qué significa que sea grande?, ¿cuál es el significado de que una Mitzvá sea mayor que otra?
Por lo antedicho, mientras se realizan las Mitzvot, es imposible saber las Mitzvot de quien está observando. Ciertamente, aquel que observa las Mitzvot de un gran rey, el cual nos ordenó observar, es más importante que alguien que observa la Torá y las Mitzvot de un pequeño rey. De acuerdo a esto una Mitzvá ligera, que un gran rey nos ordenó cumplir, es ciertamente, más importante que alguien que observa una Mitzvá grave de un pequeño rey.
Resulta que, el hombre siempre tiene ascensos y descensos, es decir, que a veces cree que está sirviendo a un gran rey y, a veces, lo contrario. Por lo tanto, nuestros sabios nos enseñaron que la grandeza o la pequeñez no dependen de la Mitzvá, sino de la grandeza de quien nos ordena las Mitzvot. Esto es lo que una persona debería tener en cuenta, que cada vez crea, que hay un gran rey. En otras palabras, una persona debe tratar de conseguir la grandeza del Creador. Eso es lo más importante, y no otras cosas.