Rabí Yehudá Leib HaLevi Ashlag (Baal HaSulam)
Artículo para la finalización de El Zóhar
Un discurso que fue dado cuando finalizó la impresión del Libro de El Zóhar con el comentario «HaSulam» (La Escalera)
Se sabe que el propósito deseado del trabajo en Torá y Mitzvot es adherirse al Creador, como está escrito: «Y adherirse a Él». Debemos entender qué significa esta Dvekut (adhesión) al Creador. Después de todo, el pensamiento no puede captarlo a Él, en absoluto. Efectivamente, nuestros sabios ya han discutido esta cuestión antes que yo, preguntando acerca del versículo: «Y adherirse a Él»: «¿Cómo se puede adherirse a Él? Después de todo, Él es un fuego que consume».
Y estos respondieron: «adherirse a Sus atributos: así como Él es misericordioso, tú también eres misericordioso; así como Él es compasivo, tú también eres compasivo».
Aparentemente, esto es desconcertante: ¿cómo sacaron nuestros sabios el texto de lo literal? Después de todo, está escrito en forma explícita: «Y adherirse a Él». Si el significado hubiera sido adherirse a Sus atributos tendría que haber dicho: «Adherirse a Sus caminos». ¿Entonces, por qué dice: «Y adherirse a Él»?
El asunto es que en los materiales, que ocupan espacio, entendemos adhesión como proximidad espacial y «separación» como alejamiento espacial. Sin embargo, en la espiritualidad, que no ocupa ningún espacio en absoluto, adhesión y separación no significan proximidad y separación espacial. Esto se debe a que estas no ocupan ningún espacio.
Más bien, a la equivalencia de forma entre dos entidades espirituales la entendemos como adhesión, y la disparidad de forma entre dos entidades espirituales la entendemos como «separación». Así como el hacha corta y separa un objeto físico en dos, al distanciar a las partes entre sí, del mismo modo la disparidad de forma separa lo espiritual y lo divide en dos.
Si la disparidad de forma en ellos es pequeña, se dice que están un poco alejados entre sí.
Y si la disparidad de forma es grande, decimos que se encuentran muy alejados el uno del otro.
Y si se encuentran en oposición de forma, decimos que están tan alejados entre sí como dos extremos.
Por ejemplo, cuando dos personas se odian, se dice acerca de ellos que están tan separados entre sí como el este del oeste.
Y si se aman entre sí, se dice que están adheridos entre sí como si fueran un solo cuerpo.
Y esto no se trata de cercanía o lejanía en el espacio. Sino que, estamos hablando de la equivalencia de forma o de la disparidad de forma.
Esto se debe a que, cuando las personas se aman entre sí, es porque hay equivalencia de forma entre ellas. Porque uno ama todo lo que su amigo ama, y odia todo lo que su amigo odia, están adheridos entre sí y se aman el uno al otro.
Sin embargo, si hay alguna disparidad de forma entre ellos, y uno ama algo a pesar de que su amigo odia eso mismo, entonces, de acuerdo con su disparidad de forma, así se odian el uno al otro, y están separados y alejados entre sí.
Y si están en oposición, de modo que, todo lo que uno ama, su amigo lo detesta, se dice acerca de ellos que están tan separados y alejados uno del otro como el este del oeste.
Y puedes ver que la disparidad de forma actúa en la espiritualidad como el hacha que separa en la materialidad. De modo similar, la medida del alejamiento en el espacio y la magnitud de la separación entre ellos, dependen de la medida de disparidad de forma entre ellos. También, la medida de Dvekut entre ellos, depende de la medida de la equivalencia de forma entre ellos.
Ahora entendemos cuán acertados estaban nuestros sabios cuando interpretaron el versículo: «Y adherirse a Él», como adhesión Sus cualidades: así como Él es misericordioso, tú también eres misericordioso; así como Él es compasivo, tú también eres compasivo.
Ellos no sacaron el texto de su interpretación literal. Por el contrario, interpretaron el texto, precisamente, de acuerdo con su significado literal, ya que la Dvekut espiritual no puede describirse de otro modo, salvo como equivalencia de forma. Por lo tanto, al igualar nuestra forma con la forma de Sus cualidades, nos encontramos adheridos a Él.
Por esto dijeron: «Así como Él es misericordioso». En otras palabras, todo lo que Él hace es otorgar y beneficiar a otros y de ningún modo para Su propio beneficio, ya que Él no tiene deficiencias que requieran complemento, y Él tampoco tiene de quién recibir. En forma similar, todas tus acciones deben ser para otorgar y beneficiar a los otros. Así, igualarás tu forma con la forma de las cualidades del Creador, y esto es Dvekut espiritual.
Y, en la mencionada equivalencia de forma, hay un discernimiento de «mente» y un discernimiento de «corazón».
Y el asunto de ocuparse en la Torá y en las Mitzvot para otorgarle contento a su Hacedor es la equivalencia de forma en la mente. Esto se debe a que, así como el Creador no piensa sobre sí mismo, si se encuentra o si cuida de Sus criaturas u otras dudas, también, quien desea alcanzar la equivalencia de forma tiene prohibido pensar en esas cosas de las que tiene claro que el Creador no piensa, porque no hay disparidad de forma más grande que esta.
Por lo tanto, quien piensa estas cosas seguramente se encuentra separado de Él y no conseguirá la equivalencia de forma jamás. Esto es lo que dijeron los sabios: «Que todos tus actos sean en nombre de los cielos, es decir, adhesión a los cielos. No harás nada que no lleve a esta meta de la adhesión». Es decir, que todos tus actos serán para otorgar y beneficiar a tu prójimo.
Que, entonces, llegarás a la equivalencia de forma con el cielo. Así como Él, que todos Sus actos son para otorgar y beneficiar a su prójimo, así también, todos tus actos serán solamente para otorgar y beneficiar a tu prójimo, lo cual es la adhesión completa.
Y acerca de esto podríamos preguntar: «¿Cómo es que cada acción que el hombre realice puede ser en beneficio del prójimo? Después de todo, necesariamente, debe trabajar para sustentarse a sí mismo y a su familia».
La respuesta es que aquellos actos que realiza por necesidad, es decir, para obtener lo mínimo necesario para su subsistencia, esa necesidad «no será condenada ni alabada». Esto no se considera en absoluto, que hace algo para sí mismo.
Todo aquel que descienda a la profundidad de los asuntos, seguramente se sorprenderá. ¿Cómo puede el hombre llegar a la completa equivalencia de forma, de modo que todas sus acciones sean para otorgar a otros, mientras que todo el ser del hombre es recibir para sí mismo? Por el lado de su naturaleza al ser creado, es incapaz de hacer ni siquiera un pequeño acto en favor del prójimo. Y cuando otorga al prójimo, está obligado a estar expectante, que al final recibirá por medio de ello una retribución que es muy conveniente. Y si todavía dudara de la retribución, se abstendría de realizar el acto. Entonces, ¿cómo es posible que todos sus actos sean sólo para otorgarle a otros y absolutamente nada para sí mismo?
En efecto, admito que es algo muy difícil. Y el hombre no tiene la fuerza para cambiar la naturaleza con la que fue creado, que es sólo recibir para sí mismo, mucho menos invertir la propia naturaleza de un extremo al otro, es decir, no recibir nada para sí mismo, sino que todos sus actos sean de otorgar.
Pero por eso, el Creador nos dio Torá y Mitzvot, que nos ordenaron hacerlas sólo con el fin de otorgar contento al Creador. Si no fuera por el compromiso en Torá y Mitzvot Lishmá (en nombre de la Torá), es decir, para proporcionar con ellas contento a su Hacedor, y no en beneficio propio, no habría ninguna táctica en el mundo que nos ayude a invertir nuestra naturaleza.
De esto puedes comprender la gran severidad de comprometerse en Torá y Mitzvot Lishmá. Porque, incluso, si su intención en Torá y Mitzvot no es en beneficio del Creador, sino en beneficio propio, no sólo que no se invertirá la naturaleza del deseo de recibir que hay en él; sino que, por el contrario, el deseo de recibir en él será mucho mayor que lo que tiene por parte de la naturaleza de su creación. Como lo he aclarado en la Introducción al comentario de la Escalera, en el primer tomo, ver ítem 30, 31, y no me extenderé aquí.
¿Pero, cuáles son las virtudes de aquel hombre que ha sido recompensado con Dvekut con el Creador?
Estas no están explícitas en ningún lugar, salvo en sutiles insinuaciones. Sin embargo, para aclarar los asuntos que hay en mi artículo, debo revelar un poco, tanto como sea necesario. Y explicaré el asunto con una alegoría.
El
cuerpo
y
sus
órganos
son
uno.
Todo
el
cuerpo
intercambia
pensamientos
y
sensaciones
con
cada
uno
de
sus
órganos.
Por
ejemplo,
si
todo
el
cuerpo
piensa
que
un
órgano
específico
debe
servirlo
y
complacerlo,
este
órgano
inmediatamente
conocerá
su
pensamiento
y
le
proveerá
el
placer
del
cual
piensa.
También,
si
un
órgano
piensa
y
siente
que
el
lugar
en
el
que
se
encuentra
es
estrecho,
el
resto
del
cuerpo
inmediatamente
sabe
su
pensamiento
y
sensación
y
se
moverá
hacia
un
lugar
confortable
para
él.
Sin
embargo,
si
sucede
que
un
órgano
es
cortado
del
cuerpo,
se
convertirán
en
dos
entidades
separadas,
y
el
resto
del
cuerpo
ya
no
sabe
las
necesidades
de
ese
órgano
separado,
y
el
órgano
ya
no
sabe
más
los
pensamientos
del
cuerpo,
para
poder
servirlo
y
beneficiarlo.
Pero
si
un
médico
viniera
y
conectara
el
órgano
al
cuerpo
como
antes,
el
órgano
volvería
a
conocer
los
pensamientos
y
necesidades
del
resto
del
cuerpo,
y
el
resto
del
cuerpo
conocería
nuevamente
las
necesidades
del
órgano.
A
través
de
este
ejemplo
podemos
entender
la
virtud
de
alguien
que
ha
sido
recompensado
con
Dvekut
con
el
Creador.
Porque
ya
he
demostrado
(en
la
Introducción
al
Libro
del
Zóhar,
ítem
9),
que
el
alma
es
una
iluminación
que
se
extiende
desde
Su
Esencia.
Esta
iluminación
ha
sido
separada
del
Creador,
debido
a
que
el
Creador
la
revistió
con
el
deseo
de
recibir.
Esto
es
así
porque
el
Pensamiento
de
la
Creación
de
deleitar
a
Sus
criaturas,
creó
en
cada
alma
el
deseo
de
recibir
placer.
Entonces,
esta
disparidad
de
forma
del
deseo
de
recibir
separó
esa
iluminación
de
Su
Esencia
y
la
convirtió
en
una
parte
separada
de
Él.
Y
profundiza
allí
en
la
fuente
mencionada,
porque
aquí
no
es
el
lugar
para
extenderse
en
este
tema.
De
esto
resulta
que
cada
alma
estaba
incluida
en
Su
Esencia
antes
de
su
creación.
Pero
con
la
creación,
es
decir,
con
la
naturaleza
del
deseo
de
recibir
placer,
que
ha
sido
grabado
en
ella,
adquirió
la
disparidad
de
forma
y
se
separó
del
Creador,
cuyo
único
interés
es
solo
otorgar.
Porque,
la
disparidad
de
forma
separa
en
la
espiritualidad
como
el
hacha
lo
hace
en
la
corporalidad,
tal
como
fue
explicado
con
anterioridad.
Resulta
ahora
que
el
alma
es
completamente
semejante
a
la
alegoría
del
órgano
que
fue
cortado
y
separado
del
cuerpo.
Aun
cuando,
antes
de
la
separación
el
órgano
y
todo
el
cuerpo
eran
uno
e
intercambiaban
pensamientos
y
sensaciones
entre
sí,
después
que
el
órgano
fue
cortado
del
cuerpo
se
convirtieron
en
dos
entidades.
Y
ya
una
no
conoce
los
pensamientos
y
necesidades
de
la
otra.
Mucho
menos,
después
de
que
el
alma
se
vistió
en
un
cuerpo
de
este
mundo.
Se
interrumpieron
todas
las
conexiones
que
tenía
antes
de
separarse
de
Su
Esencia,
y
son
como
dos
entidades
separadas.
De
acuerdo
con
esto
se
sobreentiende,
la
virtud
del
hombre
que
ha
sido
recompensado
con
adherirse
de
nuevo
a
Él.
Esto
significa
que
ha
sido
recompensado
con
la
equivalencia
de
forma
con
el
Creador,
por
medio
de
la
fuerza
de
la
Torá
y
las
Mitzvot,
invirtió
el
deseo
de
recibir
grabado
en
él,
el
cual
lo
separaba
de
Su
esencia,
y
lo
transformó
en
deseo
de
otorgar,
y
todas
sus
acciones
son
sólo
para
otorgar
y
beneficiar
a
otros,
ya
que
ha
igualado
su
forma
con
su
Hacedor.
Esto
es
realmente
semejante
a
aquel
órgano
que
una
vez
fue
cortado
del
cuerpo
y
luego
vuelto
a
conectar
al
cuerpo:
éste
vuelve
a
conocer
los
pensamientos
de
todo
el
cuerpo,
tal
como
era
antes
de
separarse
del
cuerpo.
También
el
alma
es
así:
después
que
adquirió
equivalencia
con
Él,
vuelve
a
conocer
Sus
Pensamientos,
como
los
sabía
antes
de
separarse
de
Él,
debido
a
la
disparidad
de
forma
del
deseo
de
recibir.
Entonces,
se
cumple
en
él
lo
escrito:
«Conoce
al
Dios
de
tu
padre».
Ya
que
entonces
es
recompensado
con
conocimiento
completo,
que
es
Conocimiento
Divino.
Además,
es
recompensado
con
todos
los
secretos
de
la
Torá,
ya
que
Sus
Pensamientos
son
los
secretos
de
la
Torá.
Esto
es
lo
que
dijo
Rabí
Meir:
«Todo
aquel
que
estudia
Torá
Lishmá,
es
recompensado
con
muchas
cosas.
Le
revelan
los
secretos
y
sabores
de
la
Torá,
y
se
convierten
en
un
manantial
en
crecida».
Es
decir,
como
hemos
dicho,
que
a
través
del
compromiso
en
Torá
Lishmá,
que
significa,
que
tiene
el
propósito
de
darle
contento
a
su
Hacedor,
a
través
de
su
compromiso
en
la
Torá,
y
no
en
su
propio
beneficio,
en
absoluto,
es
decir,
entonces
tiene
garantizado
adherirse
al
Creador,
que
significa
llegar
a
la
equivalencia
de
forma,
y
que
todas
sus
acciones
sean
para
beneficiar
a
otros
y
de
ninguna
manera
para
beneficiarse
a
sí
mismo,
es
decir,
realmente
como
el
Creador,
que
todas
sus
acciones
son
sólo
para
otorgar
y
beneficiar
a
otros.
A
través
de
ello
vuelve
a
adherirse
al
Creador,
como
estaba
el
alma
antes
de
ser
creada.
Por
consiguiente,
es
recompensado
con
muchas
cosas,
y
es
recompensado
con
los
secretos
y
sabores
de
la
Torá.
Porque
dado
que,
ha
vuelto
a
conectarse
con
el
Creador,
vuelve
a
conocer
los
pensamientos
del
Creador,
como
la
alegoría
del
órgano
que
vuelve
a
adherirse
al
cuerpo.
Y
los
pensamientos
del
Creador
son
llamados
secretos
y
sabores
de
la
Torá.
Por
lo
tanto,
quien
estudia
Torá
Lishmá,
es
recompensado
con
que
se
le
revelen
los
secretos
y
sabores
de
la
Torá.
Y
se
vuelve
un
manantial
en
crecida,
debido
a
la
cancelación
de
las
divisiones
que
lo
separaban
del
Creador,
que
volvió
a
ser
uno
con
Él,
como
antes
de
ser
creado.
De
verdad
que
toda
la
Torá,
tanto
revelada
como
oculta,
son
los
Pensamientos
del
Creador,
sin
ninguna
diferencia.
Sin
embargo,
es
como
un
hombre
que
se
está
ahogando
en
el
río,
cuyo
amigo
le
arroja
una
soga
para
salvarlo.
Si
la
persona
que
se
está
ahogando
toma
la
soga,
en
la
parte
que
tiene
próxima
a
él,
su
amigo
puede
salvarlo
y
sacarlo
del
río.
La
Torá
también
es
como
esto.
Al
ser
enteramente
los
Pensamientos
del
Creador,
se
asemeja
a
una
soga
que
el
Creador
le
arrojó
a
las
personas
para
salvarlas
y
sacarlas
de
las
Klipot
(cáscaras).
El
extremo
de
la
soga
que
está
cercano
a
todas
las
personas
es
la
Torá
revelada,
que
no
requiere
ninguna
intención
ni
pensamiento.
Además,
aun
cuando
haya
un
pensamiento
defectuoso
en
las
Mitzvot
son
aceptadas
por
el
Creador,
como
está
escrito:
«El
hombre
debe
comprometerse
siempre
en
Torá
y
Mitzvot
en
Lo
Lishmá
(no
en
Su
nombre),
ya
que
desde
Lo
Lishmá
llegará
a
Lishmá».
Por
consiguiente,
la
Torá
y
las
Mitzvot
que
son
el
extremo
de
la
soga,
y
no
hay
nadie
en
el
mundo
que
no
pueda
agarrarla.
Si
la
agarra
con
fuerza,
es
decir,
que
es
recompensado
con
el
compromiso
en
Torá
y
Mitzvot
Lishmá,
es
decir,
para
darle
contento
a
su
Hacedor
y
no
en
su
propio
beneficio,
entonces,
la
Torá
y
las
Mitzvot
lo
conducen
a
la
equivalencia
de
forma
con
el
Creador.
Este
es
el
significado
de
«Y
adherirse
a
Él».
En
ese
momento
es
recompensado
con
alcanzar
todos
los
Pensamientos
del
Creador,
llamados
«secretos
de
la
Torá»
y
«sabores
de
la
Torá»,
que
son
todo
el
resto
de
la
soga.
Que
no
puede
ser
recompensado
con
esto,
salvo
después
de
alcanzar
la
Dvekut
completa.
La
razón
por
la
cual
comparamos
los
Pensamientos
del
Creador,
es
decir,
los
secretos
y
sabores
de
la
Torá,
con
una
soga,
es
que
hay
muchos
grados
de
equivalencia
de
forma
con
el
Creador.
Por
lo
tanto,
hay
muchos
grados
en
la
soga,
es
decir,
en
alcanzar
los
secretos
de
la
Torá.
De
acuerdo
con
la
medida
de
equivalencia
de
forma
con
el
Creador,
así
es
la
medida
de
su
alcance
en
los
secretos
de
la
Torá,
es
decir,
en
conocer
Sus
Pensamientos.
Que
en
general
son
cinco
grados:
Néfesh,
Rúaj,
Neshamá,
Jayá,
Yejidá,
y
cada
uno
de
ellos
está
compuesto
por
todos
ellos.
Y
hay
en
cada
uno
cinco
grados
y
sus
elementos
particulares,
que
en
cada
uno
hay
por
lo
menos
veinticinco
grados.
Estos
también
son
llamados
«mundos»,
como
dijeron
nuestros
sabios:
«En
el
futuro
el
Creador
le
dará
a
cada
justo
310
mundos».
Y
la
razón
de
que
los
niveles
para
alcanzarlo
a
Él
sean
llamados
«mundos»
es
que
hay
dos
significados
del
nombre
Mundo:
1.
Que
todos
aquellos
que
ingresan
en
ese
mundo
les
dan
el
mismo
sentido
y
la
misma
sensación.
Todo
lo
que
uno
ve,
escucha,
y
siente,
también
lo
ven,
escuchan
y
sienten
todos
aquellos
que
se
encuentran
en
ese
mundo.
2.
Que
todos
los
que
están
en
ese
mundo
«oculto»
no
pueden
conocer
ni
alcanzar
nada
en
otro
mundo.
Y,
además,
existen
estas
dos
definiciones,
también,
en
el
alcance
(espiritual):
1.
Que
todo
aquel
que
haya
sido
recompensado
con
un
cierto
grado,
conoce
y
alcanza
en
este
todo
lo
que
alcanzan
quienes
llegan
al
mismo
grado,
en
todas
las
generaciones,
las
que
fueron
y
las
que
serán.
Y
se
encuentra
con
ellos
en
un
alcance
en
común,
como
si
estuvieran
en
un
mismo
mundo.
2.
Que
todos
aquellos
que
llegan
al
mismo
grado,
no
podrán
conocer
y
alcanzar
lo
que
existe
en
otro
grado.
Es
como
las
personas
de
este
mundo,
que
no
pueden
conocer
nada
de
lo
que
existe
en
el
mundo
de
la
verdad.
Por
este
motivo
los
grados
son
llamados
«mundos»
(ocultaciones).
Por consiguiente, aquellos que tienen alcance pueden escribir libros y anotar allí sus logros a través de indicios y alegorías y conceptos, para todos aquellos que hayan sido recompensados con los grados que los libros describen, y que tienen un alcance en común con ellos.
Pero,
aquellos
que
no
han
sido
recompensados
con
la
medida
total
del
grado,
como
los
autores,
no
podrán
entender
sus
indicios.
Aún
más,
entonces,
en
el
caso
de
los
que
no
hayan
sido
recompensados
con
ningún
alcance,
porque
estos
no
entenderán
nada
de
ello,
ya
que
no
tienen
alcances
en
común.
Ya
hemos
dicho
que
la
Dvekut
completa
y
el
alcance
completo
se
dividen
en
125
grados
en
total.
De
acuerdo
con
esto,
antes
de
los
días
del
Mesías,
es
imposible
ser
recompensado
con
la
totalidad
de
los
125
grados.
Y hay dos diferencias entre todas las generaciones y la generación del Mesías:
1. Que sólo en la generación del Mesías es posible alcanzar los 125 niveles, y no en el resto de las generaciones.
2. En todas las generaciones fueron pocos los que ascendieron y fueron recompensados con alcance y Dvekut, como escribieron nuestros sabios acerca del versículo: «He encontrado un hombre entre mil», que «mil entran en la sala (de estudios), y uno sale a enseñar», es decir, para Dvekut y alcance. Pero en la generación del Mesías, cada uno puede ser recompensado con Dvekut y alcance. Es como han dicho: «Porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor». «Y ya no enseñarán más cada uno a su prójimo, ni el hombre a su hermano, diciéndole: “conoce al Señor”, pues todos Me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande».
La
excepción
es
Rashbi
(Rabí
Shimón
Bar
Yojai)
y
su
generación,
es
decir,
los
autores
del
Zóhar,
que
fueron
recompensados
con
los
125
grados
completos,
aun
cuando
era
previo
a
los
días
del
Mesías.
Está
dicho
acerca
de
él
y
sus
discípulos:
«Es
preferible
un
sabio
a
un
profeta».
Por
lo
tanto,
encontramos
muchas
veces
en
el
Zóhar
que
no
habrá
una
generación
como
la
de
Rashbi
hasta
la
generación
del
Rey
Mesías.
Este
es
el
motivo,
que
su
gran
composición
produjo
un
impacto
tan
grande
en
el
mundo,
ya
que
los
secretos
de
la
Torá
en
esta
ocupan
el
nivel
de
todos
los
125
grados.
Por
consiguiente,
está
dicho
en
el
Zóhar
que
El
Libro
del
Zóhar
no
se
revelará,
salvo
en
el
final
de
los
días,
es
decir,
en
los
días
del
Mesías.
Esto
es
así,
porque
ya
hemos
dicho
que
si
los
grados
de
los
lectores
no
están
en
su
total
medida
con
el
grado
del
autor,
estos
no
comprenderán
sus
indicios,
ya
que
no
tienen
un
alcance
en
común.
Y,
debido
a
que
el
grado
de
los
autores
del
Zóhar
es
el
total
de
los
125
grados,
ellos
no
pueden
ser
alcanzados
antes
de
los
días
del
Mesías.
De
esto
resulta
que,
en
las
generaciones
que
preceden
a
los
días
del
Mesías,
no
habrá
alcance
en
común
con
los
autores
del
Zóhar.
Por
consiguiente,
el
Zóhar
no
pudo
revelarse
en
las
generaciones
previas
a
la
generación
del
Mesías.
Y
esto
es
una
clara
demostración
que
nuestra
generación
ha
llegado
a
los
días
del
Mesías.
Podemos
ver
que
todas
las
interpretaciones
del
Libro
del
Zóhar,
anteriores
a
nosotros,
no
clarificaron
más
que
el
diez
por
ciento
de
los
pasajes
difíciles
del
Zóhar.
Y
lo
poco
que
aclararon,
sus
palabras
eran
casi
tan
herméticas
como
las
palabras
del
Zóhar
mismo.
Pero
en
nuestra
generación
hemos
sido
recompensados
con
el
comentario
del
Sulam
(Escalera),
que
es
una
interpretación
completa
de
todas
las
palabras
del
Zóhar.
Más
aún,
no
sólo
que
no
deja
nada
hermético,
sin
interpretar,
en
todo
el
Zóhar.
Además,
las
aclaraciones
están
basadas
en
un
análisis
sencillo,
que
cualquier
estudiante
intermedio
puede
entender.
Y
dado
que
el
Zóhar
se
reveló
en
nuestra
generación,
resulta
una
demostración
clara
de
que
ya
nos
encontramos
en
los
días
del
Mesías,
en
el
comienzo
de
esa
generación
de
la
cual
se
ha
dicho:
«Y
la
tierra
estará
llena
del
conocimiento
del
Señor».
Debemos
saber
que
los
asuntos
espirituales
no
son
como
los
asuntos
físicos,
donde
otorgamiento
y
recepción
ocurren
simultáneamente.
Porque
en
la
espiritualidad
el
tiempo
de
otorgamiento
y
el
tiempo
de
recepción
están
separados.
Esto
se
debe
a
que
primero
fue
dado
desde
el
Creador
al
receptor,
y
en
el
otorgamiento
Él
solo
le
da
la
alternativa
de
recibir.
Sin
embargo,
él
todavía
no
ha
recibido
nada,
hasta
que
esté
apropiadamente
santificado
y
purificado.
Y
entonces
es
recompensado
con
recibirlo.
Así,
puede
tomar
mucho
tiempo
entre
el
momento
de
otorgamiento
y
el
momento
de
recepción.
De
acuerdo
con
esto,
lo
escrito,
que
esta
generación
ha
llegado
a
que:
«Y
la
tierra
estará
llena
del
conocimiento
del
Señor»,
se
refiere
únicamente
al
otorgamiento.
Pero
ciertamente,
no
hemos
llegado
todavía
a
un
estado
de
recepción.
Cuando
nos
purifiquemos,
santifiquemos,
y
aprendamos
y
nos
esforcemos
en
la
cantidad
deseada,
el
tiempo
de
recepción
llegará,
y
se
cumplirá
en
nosotros
el
versículo
«Y
la
tierra
estará
llena
del
conocimiento
del
Señor».
Además,
es
sabido
que
la
redención
y
el
alcance
completo
están
entrelazados.
La
prueba
es
que
cualquier
persona
que
tenga
atracción
hacia
los
secretos
de
la
Torá
también
es
atraída
hacia
la
tierra
de
Israel.
Este
es
el
motivo
por
el
cual
se
nos
prometió:
«Y
la
tierra
estará
llena
del
conocimiento
del
Señor»,
solo
al
final
de
los
días,
es
decir,
en
el
tiempo
de
la
redención.
Por
consiguiente,
como
todavía
no
hemos
sido
recompensados
con
un
tiempo
de
recepción
en
el
alcance
completo,
sino
sólo
con
tiempo
del
otorgamiento,
por
el
cual
se
nos
ha
dado
la
oportunidad
de
llegar
al
alcance
completo.
Así
es,
también,
con
la
redención,
que
no
hemos
sido
recompensados
con
ella,
más
que
en
la
forma
de
otorgamiento.
Porque es un hecho que el Creador liberó nuestra santa tierra, de la autoridad de los extranjeros y nos la ha devuelto, no obstante, todavía no hemos recibido la tierra bajo nuestra autoridad, porque el tiempo de recepción todavía no ha llegado, como hemos explicado respecto del alcance completo. Así, Él ha dado, pero nosotros no hemos recibido.
Porque,
después
de
todo,
no
tenemos
independencia
económica,
y
no
hay
independencia
política
sin
independencia
económica.
Más
aún,
no
hay
redención
del
cuerpo
sin
redención
del
alma.
Y
mientras
la
mayoría
del
pueblo
es
cautivado
por
las
culturas
extranjeras
de
las
naciones
y
son
incapaces
en
absoluto
para
la
religión
de
Israel
y
la
cultura
de
Israel,
los
cuerpos,
también
están
cautivos
bajo
las
fuerzas
extranjeras.
Y
en
este
sentido,
la
tierra
todavía
está
en
manos
de
extranjeros.
La
señal
es
que
nadie
está
emocionado
con
la
redención,
en
absoluto,
como
debería
estarlo
con
el
tiempo
de
la
redención
después
de
dos
milenios.
Y
no
solo
que
los
que
están
en
la
Diáspora
no
están
impresionados
para
venir
hacia
nosotros
y
deleitarse
en
la
redención,
sino
una
gran
parte
de
aquellos
que
ya
han
sido
redimidos,
y
están
sentados
entre
nosotros,
están
esperando
con
ansia
deshacerse
de
esta
redención
y
retornar
a
los
distintos
países
de
los
cuales
vinieron.
Entonces,
aun
cuando
el
Creador
ha
librado
la
tierra
de
manos
de
las
naciones
y
nos
la
ha
dado
a
nosotros,
a
pesar
de
todo
esto,
nosotros
todavía
no
la
hemos
recibido.
Y
no
disfrutamos
esto.
Pero
con
este
otorgamiento,
el
Creador
nos
ha
dado
la
oportunidad
de
la
redención,
para
ser
purificados
y
santificados
y
asumir
el
trabajo
de
Dios
en
Torá
y
Mitzvot
Lishmá.
En
ese
momento,
el
Templo
será
construido
y
recibiremos
la
tierra
bajo
nuestra
autoridad.
Y
entonces,
sentiremos
el
júbilo
de
la
redención.
Sin
embargo,
hasta
que
no
hayamos
llegado
a
esto,
nada
cambiará.
Y
no
hay
diferencia
entre
los
modales
de
la
tierra
ahora,
con
respecto
a
la
forma
que
había
mientras
estaba
aún
bajo
manos
extranjeras,
tanto
en
leyes,
economía,
y
en
el
trabajo
de
Dios.
Entonces,
no
tenemos
más
que
una
oportunidad
para
la
redención.
De
estas
palabras
resulta
que
nuestra
generación
es
la
generación
de
los
días
del
Mesías.
Por
eso
hemos
sido
recompensados
con
la
redención
de
nuestra
santa
tierra
de
manos
de
extranjeros.
También
hemos
sido
recompensados
con
la
revelación
del
Libro
del
Zóhar,
que
es
el
inicio
del
cumplimiento
del
versículo:
«La
tierra
estará
llena
del
conocimiento
del
Señor».
«Y
no
enseñarán
más...pues
todos
Me
conocerán,
desde
el
más
pequeño
hasta
el
más
grande».
Sin
embargo,
con
esas
dos,
nosotros
sólo
hemos
sido
recompensados
con
la
entrega
por
parte
del
Creador,
pero
no
hemos
recibido
nada
en
nuestras
manos.
Por
consiguiente,
nos
ha
sido
otorgada
la
oportunidad
de
comenzar
con
el
trabajo
de
Dios,
de
comprometernos
en
Torá
y
Mitzvot
Lishmá.
Entonces
seremos
recompensados
con
un
gran
éxito,
así
como
fue
prometido
a
la
generación
del
Mesías,
que
todas
las
generaciones
previas
a
nosotros
no
conocieron.
Y
entonces
seremos
recompensados
con
el
tiempo
de
la
recepción
de
ambos:
«El
alcance
completo»
y
«la
redención
completa».
De
este
modo
hemos
explicado
a
fondo
lo
que
nuestros
sabios
respondieron
a
la
cuestión,
«Cómo
es
posible
adherirse
a
Él,
que
ellos
dijeron
significa
“adherirse
a
Sus
atributos"».
Esto
es
cierto
por
dos
razones:
1. La Dvekut espiritual no es proximidad espacial, sino equivalencia de forma.
2. En tanto, el alma fue separada de Su Esencia solo por el deseo de recibir, que el Creador ha grabado en ella, entonces una vez que Él separó de ella el deseo de recibir, esta de por sí retornó a la Dvekut previa con Su Esencia.
Sin embargo, todo esto es en teoría. Pero, de hecho, ellos no han respondido nada respecto de la explicación de «adherirse a Sus atributos», que significa separar el deseo de recibir, grabado en la naturaleza de su creación, y llegar al deseo de otorgar, lo opuesto a su naturaleza.
Y lo que explicamos, acerca de quién se está ahogando en el río debe sujetarse firmemente de la soga, y que antes de que se comprometa en Torá y Mitzvot Lishmá para «no volver más a su necedad», no se considera que está aferrado firmemente a la soga, la cuestión vuelve a plantearse: ¿De dónde tomará combustible para esforzarse con todo su corazón y toda su fuerza, únicamente para darle contento a su Hacedor? Porque el hombre no puede realizar un movimiento sin ningún beneficio para sí mismo. Es como una máquina, que no puede funcionar sin combustible. Y si no hay allí ningún beneficio para sí mismo, sino solo darle contento a su Hacedor, no tendrá combustible para el trabajo.
La
respuesta
es
que
todo
aquel
que
alcanza
debidamente
Su
grandeza,
el
otorgamiento
que
le
proporciona
a
Él
se
transforma
en
recepción,
como
está
escrito
en
Masejet
Kidushín
(p.7):
Cuando
la
mujer
le
da
dinero
a
una
persona
importante,
se
considera
recepción
para
ella,
y
ella
es
santificada.
Así
también
es
con
el
Creador:
si
uno
alcanza
Su
grandeza,
no
hay
recepción
mayor
que
otorgar
contento
a
su
Hacedor.
Esto
es
completamente
suficiente
como
combustible,
para
trabajar
y
esforzarse
con
todo
su
corazón
y
su
fuerza
para
darle
contento
a
Él.
Pero,
claramente,
mientras
no
ha
alcanzado
debidamente
Su
grandeza,
otorgar
contento
al
Creador
no
será
considerado
recepción,
en
el
grado
suficiente
como
para
entregarse
al
Creador
con
todo
su
corazón
y
su
alma
y
sus
fuerzas.
Por
lo
tanto,
cada
vez
que
se
dirija
de
verdad
para
sólo
darle
contento
a
su
Hacedor
y
no
en
beneficio
propio,
perderá
de
inmediato
la
fuerza
para
trabajar
por
completo.
Porque
será
como
una
máquina
sin
combustible,
ya
que
el
hombre
no
puede
mover
un
órgano
sin
producir
de
ello
algún
beneficio
para
sí
mismo.
Mucho
más
aún
con
un
esfuerzo
tan
grande
como
entregar
su
alma
y
sus
fuerzas,
como
lo
dicta
la
Torá.
Indudablemente
no
será
capaz
de
hacerlo
sin
producir
alguna
recepción
de
placer
para
sí
mismo.
De
verdad,
alcanzar
Su
grandeza
en
una
medida
tal
que
el
otorgamiento
se
convierta
en
recepción,
como
se
mencionó
respecto
de
una
persona
importante,
no
es
algo
difícil
en
absoluto.
Todos
conocen
la
grandeza
del
Creador,
quien
creó
todo
y
consume
todo,
sin
principio
y
sin
final,
y
cuya
excelsitud
no
tiene
fin.
Sin
embargo,
la
dificultad
en
el
asunto
es
que
la
medida
de
la
grandeza
no
depende
del
individuo,
sino
del
entorno.
Por
ejemplo,
aunque
un
hombre
esté
lleno
de
buenas
cualidades,
si
el
entorno
no
lo
considera
importante
y
no
lo
respetan,
un
hombre
así
siempre
tendrá
un
espíritu
afligido
y
no
podrá
enorgullecerse
de
sus
virtudes,
a
pesar
de
no
tener
dudas
de
que
son
verdaderas.
Y,
a
la
inversa,
un
hombre
sin
ninguna
virtud,
pero
cuyo
entorno
lo
respeta
como
si
tuviera
muchas
virtudes,
este
hombre
estará
lleno
de
un
espíritu
orgulloso,
porque
la
medida
de
la
importancia
y
grandeza
le
es
dada
por
completo
al
entorno.
Cuando
el
hombre
ve
cómo
su
entorno
toma
a
la
ligera
Su
trabajo
y
no
valora
apropiadamente
Su
grandeza,
uno
no
puede
sobreponerse
al
entorno.
Además,
no
puede
obtener
Su
grandeza,
y
se
toma
a
la
ligera
el
trabajo,
como
lo
hacen
ellos.
Y
dado
que
no
tiene
la
base
para
alcanzar
Su
grandeza,
obviamente
no
será
capaz
de
trabajar
para
otorgarle
contento
a
su
Hacedor,
en
lugar
de
hacerlo
en
beneficio
propio.
Porque
no
tiene
combustible
para
esforzarse.
Y
«si
no
te
esforzaste
y
encontraste,
no
lo
creas».
Y
no
tiene
otro
consejo
salvo
trabajar
para
su
beneficio
propio
o
no
trabajar
en
absoluto,
ya
que
otorgarle
contento
a
su
Hacedor
no
le
servirá
como
recepción.
Ahora puedes entender el versículo: «En la multitud del pueblo está la gloria del Rey», ya que el valor de la grandeza proviene del entorno bajo dos condiciones:
1. La medida del aprecio del entorno.
2. La medida del entorno. Así: «En la multitud del pueblo está la gloria del Rey».
Y debido a la gran dificultad de esta cuestión, nuestros sabios nos aconsejaron: «Hazte un Rav y cómprate un amigo». Esto significa que el hombre debe elegir para sí a una persona importante y renombrada para que sea su Rav, a partir de él podrá comprometerse en Torá y Mitzvot para otorgarle contento a su Hacedor. Esto es así, porque hay dos cosas que se le facilitan a su Rav:
1. Debido a que es una persona importante, el estudiante puede otorgarle contento a él, basado en la excelsitud del Rav, ya que el otorgamiento se convierte en recepción para él. Éste es un combustible natural, ya que cada vez podrá incrementar sus actos de otorgamiento. Y una vez que se habitúa a comprometerse en otorgarle a su Rav, lo puede transferir al compromiso en Torá y Mitzvot Lishmá con respecto al Creador, ya que el hábito se convierte en una segunda naturaleza
2. La equivalencia de forma con el Creador no ayuda si no es eterna, es decir: «Hasta que Él, que conoce todos los misterios testifique que no retornará más a su necedad». Esto no es así con la equivalencia de forma con su Rav. Debido a que el Rav está en este mundo, dentro del tiempo, la equivalencia de forma con él ayuda, aunque solo sea de forma temporal, y que después volverá a sus malos hábitos.
Resulta que, cada vez que equipara su forma con la de su Rav, está adherido a él por un tiempo. Así, obtiene los conocimientos y pensamientos de su Rav, acorde con la medida de su Dvekut, como hemos dicho en la alegoría del órgano que fue cortado del cuerpo y luego volvió y se apegó al mismo.
Por esta razón, el estudiante puede utilizar el alcance de la grandeza del Creador, de su maestro, que transforma el otorgamiento en recepción y en combustible suficiente para entregar su alma y sus fuerzas. En ese momento el estudiante, también será capaz de comprometerse en Torá y Mitzvot Lishmá con todo su corazón y alma y fuerza, que es el remedio que lleva hacia la Dvekut eterna con el Creador.
Ahora, puede comprender las palabras de nuestros sabios (Berajot 7): «Servir en la Torá es más grande que estudiarla, como fue dicho: “Elisha el hijo de Shafat está aquí, aquel que vertió agua en las manos de Eliyahu”. No dice estudió, sino vertió».
Esto es aparentemente desconcertante: ¿cómo unos simples actos pueden ser más grandes que estudiar la sabiduría y el conocimiento? Pero, de acuerdo con lo anterior, entendemos perfectamente que servir a su Rav con su cuerpo y sus fuerzas para darle contento a su Rav lo lleva a la Dvekut con su Rav, es decir, a la equivalencia de forma. Y recibe por medio de esto, los conocimientos y pensamientos de su Rav a través del «boca a boca», que es Dvekut de espíritu con espíritu. A través de ello es recompensado con obtener Su grandeza de manera suficiente para transformar el otorgamiento en recepción, para convertirse en combustible suficiente para la entrega de su alma y sus fuerzas, hasta que sea recompensado con la Dvekut con el Creador.
Por el contrario, el estudio de la Torá con su Rav debe ser en beneficio propio, y no lo lleva a la Dvekut. Esto es considerado «de boca a oído». De modo que el servicio le trae al estudiante los pensamientos de su Rav, y el estudio solo las palabras de su Rav. Además, el mérito de servir es más grande, que el mérito de estudiar, así como la importancia de los pensamientos de su Rav están por encima de las palabras de su Rav, y como la importancia del «boca a boca» está por sobre «de boca a oído».
Sin embargo, todo esto aplica si el servicio es para otorgarle contento a Él. Pero, si el servicio es para beneficio propio, tal servicio no lo conducirá a la Dvekut con su Rav, y ciertamente, el estudio con el Rav será más importante que servirlo.
Pero, como dijimos acerca de obtener Su grandeza, que un entorno que no lo aprecia apropiadamente, debilita al individuo y le impide obtener Su grandeza, esto también es cierto con su Rav. Un entorno que no aprecia apropiadamente a su Rav impide que el estudiante sea capaz de obtener apropiadamente la grandeza de su Rav.
Por lo tanto, nuestros sabios dijeron: «Hazte un Rav y cómprate un amigo». Esto significa que el hombre puede crear un nuevo entorno para sí mismo. Este entorno lo ayudará a obtener la grandeza de su Rav. Es decir, a través del amor a sus amigos que aprecian a su Rav. Que por medio de conversaciones con sus amigos acerca de la grandeza de su Rav, cada uno de ellos recibe la sensación de su grandeza. Así, el otorgamiento a su Rav se convertirá en recepción y en combustible. Es decir, en un grado suficiente hasta el punto que lo llevará a ocuparse de la Torá y Mitzvot Lishmá. Acerca de esto se dijo: «La Torá se adquiere a través de cuarenta y ocho virtudes, por servir a los sabios y por la meticulosidad de los amigos». Porque, además de servir a su Rav, necesita, también, la meticulosidad de los amigos, es decir, la influencia de los amigos, para que lo activen con el fin de obtener de la grandeza de su Rav. Esto es así porque, obtener la grandeza depende completamente del entorno, y un individuo no puede hacer absolutamente nada en esto.
Pero hay dos condiciones para obtener la grandeza:
1. Siempre escuchar y recibir la apreciación del entorno en la medida de su grandeza.
2. El entorno debe ser grande, como está escrito: «En la multitud del pueblo está la gloria del rey».
Para aceptar la primera condición, cada estudiante debe sentirse el más pequeño entre todos sus amigos. En tal estado podrá recibir la apreciación de la grandeza de todos, ya que el grande no puede recibir del pequeño, mucho menos impresionarse de sus palabras. Sólo el pequeño puede ser impresionado por la apreciación del grande.
Y, para la segunda condición, cada estudiante debe elevar la virtud de cada amigo y apreciarlo como si fuera el más grande en la generación. Entonces, el entorno lo afectará como si fuera un entorno suficientemente grande, ya que la calidad es más importante que la cantidad.