Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)
La severidad de la prohibición de enseñar la Torá a los idólatras
Artículo 17, 1987
Nuestros
sabios
dijeron
(Hagigá
13):
“Rav
Ami
dijo:
‘Las
palabras
de
la Torá
no
deben
transmitirse
a
los
idólatras,
como
está
escrito:
‘Él
no
lo
ha pactado
con
otras
naciones;
y
estas
no
deberán
conocer
Sus
decretos´”
. En
el
Sanhedrín
(59),
Rabí
Yojanán
dijo:
‘Un
idólatra
que
se
dedica
a
la
Torá debe
morir,
como
está
escrito:
‘Moisés
nos
ordenó
una
ley,
como
herencia’. Nosotros
somos
los
herederos,
y
no
ellos’”.
La
Guemará
pregunta:
“Rabí
Meir
dice:
‘¿Cómo
es
eso?
Después
de todo,
incluso
un
idólatra
que
se
dedica
a
la
Torá
es
como
el
Cohen Hagadol
(sumo
sacerdote),
tal
como
está
escrito:
‘Los
hará
el
hombre
y vivirá
en
ellos.’.
No
dijo
‘sacerdotes’,
‘levitas’
o
‘israelitas’,
sino
‘la persona’.
Significa
que
incluso
un
idólatra
que
se
dedica
a
la
Torá
es como
el
sumo
sacerdote’”.
Debemos
entenderlo
en
el
trabajo,
según
la
regla
de
que
en
el
trabajo, aprendemos
toda
la
Torá
dentro
de
una
sola
persona.
El
Zóhar
dice
que cada
persona
es
un
pequeño
mundo
en
sí
misma.
Significa
que
lo conforman
las
setenta
naciones
del
mundo.
Por
lo
tanto,
¿a
qué
se
le
llama Israel
y
a
qué
se
le
llama
“idólatras”
dentro
de
una
sola
persona? Otra
pregunta
acerca
de
las
palabras
de
Rabí
Meir
es
que
él
aporta evidencia
del
verso:
“Los
hará
el
hombre
y
vivirá
en
ellos.”.
Después
de todo,
Rabí
Shimon
dice:
“un
hombre
se
refiere
a
Israel”,
y
aporta
como evidencia
el
verso:
“Tú
te
llamas
‘hombre’,
y
no
las
naciones
del
mundo”. Por
lo
tanto,
¿cómo
aporta
Rabí
Meir
evidencia
de
la
palabra
“hombre”
en referencia
a
los
idólatras?
El
Tosfot
desea
explicar
en
el
Sanedrín
que
hay una
diferencia
entre
“hombre”
y
“El
Hombre”. Rashi
interpreta
que
no
debería
haber
un
mal
entendido
acerca
Rabí Shimon,
quien
dice:
“Hombre
significa
Israel”.
Es
simple,
él
no
difiere
de Rabí
Shimon
que
un
hombre
signifique
específicamente
Israel.
Además, debemos
entender
la
gran
disparidad
que
existe
entre
Rabí
Yojanán
y Rabí
Meir,
pues
Rabí
Yojanán
dice:
“Un
idólatra
que
se
dedica
a
la
Torá debe
morir”,
y
según
Rabí
Meir,
él
no
es
como
alguien
común
de
Israel, sino
como
el
sumo
sacerdote.
¿Acaso
puede
ser
que
sea
más
grande
que alguien
común
de
Israel?
El
Zóhar
dice
(Ajarei,
p.
103;
Comentario
Sulam,
Artículo
289):
“Rabí Elazar
preguntó
a
Rabí
Shimon,
su
padre.
Está
escrito:
‘Él
no
ha
pactado con
ninguna
nación’.
Sin
embargo,
debemos
preguntar
sobre
ello,
puesto que
está
escrito:
‘Él
manifiesta
Su
palabra
a
Yaakov’,
¿por
qué
dice:
‘Sus
leyes y
Sus
decretos
para
Israel’?”
Esto
tiene
un
doble
sentido.Y
dado
a
que
la Torá
es
La
oculta,
La
elevada,
La
preciada,
y
es
Su
Nombre
explícito,
por ello
la
Torá
es
completamente
oculta
y
revelada
a
la
par,
es
decir,
en
ella hay
ocultismo
y
revelación
relacionado
a
Su
Nombre. Por
lo
tanto,
Israel
está
en
dos
grados,
oculto
y
revelado.
Aprendimos que
tres
son
los
grados
que
conectan
lo
uno
a
lo
otro:
1)
el
Creador,
2)
la
Torá,
3)
Israel.
Por eso está escrito: “Él manifiesta Su palabra a Yaakov, Sus leyes y Sus decretos a Israel”. Hay dos grados. Uno está revelado: el grado de Yaakov, y uno está oculto, el grado de Israel. ¿Y qué sugiere el texto con eso? Él responde: “Cualquiera que está circuncidado y está inscrito en el sagrado Nombre, es entregado a las cosas reveladas de la Torá”. Este es el significado de lo que está escrito: “Él manifiesta Su palabra a Yaakov”. Sin embargo: “Sus leyes y Sus decretos a Israel” está en un grado más elevado. Por lo tanto, “Sus leyes y Sus decretos a Israel”, son los secretos de la Torá. Las leyes de la Torá y los secretos de la Torá no deben ser revelados salvo a aquellos que están en un grado elevado más apropiado. Y como Israel lo está, es decir, que ellos revelan la Torá sólo a aquel que está en un grado elevado, entonces con las naciones idólatras es mucho más estricto.
En
el
Artículo
303,
está
escrito:
“Ven
y
ve
que
lo
primero
de
la
Torá
que se
imparte
a
los
infantes
es
el
alfabeto.
Esto
es
algo
que
las
personas
en
el mundo
no
pueden
llegar
a
alcanzar
en
su
entendimiento
ni
evocarlo
en que
es
Israel,
y
qué
es
un
idólatra
en
el
trabajo.
Nuestros
sabios
dijeron
acerca
del
verso
(Shabat
105b):
“No
debe
haber un
dios
extraño
dentro
de
ti,
ni
te
postrarás
ante
un
dios
extraño”.
¿Cuál es
el
dios
extraño
en
el
cuerpo
del
hombre?
Es
la
inclinación
al
mal. Significa
que
a
un
idólatra
se
le
llama
“la
inclinación
al
mal”.
De
esto
se deduce
que
cuando
hablamos
de
un
sólo
cuerpo,
entonces
la
adoración de
ídolos,
que
se
denomina
“un
dios
extranjero”
o
“un
dios
extraño”,
está enteramente
dentro
del
hombre.
En
consecuencia,
debemos
discernir
la idolatría
en
la
propia
persona,
que
es
la
inclinación
al
mal,
y
el discernimiento
de
Israel,
que
es
la
inclinación
al
bien. Sin
embargo,
debemos
entender
por
qué
esta
inclinación,
que
lo
tienta a
uno
a
deleitarse
y
a
disfrutar
la
vida,
se
llama
el
“mal”.
Después
de
todo, le
dice
a
una
persona:
“Si
me
escuchas,
disfrutarás
de
la
vida”.
Por consiguiente,
¿por
qué
se
denomina
“inclinación
al
mal”
o
“un
dios extraño”?
Igualmente,
¿cuál
es
la
conexión
entre
la
idolatría
y
la
inclinación al
mal,
y
por
qué
se
le
llama
“Divinidad”
y
es
alabada
y
reverenciada
como cuando
se
sirve
a
la
idolatría?
Se
sabe
que
hay
dos
reyes
en
el
mundo:
1)
El
Rey
de
reyes,
2)
Un
rey
anciano
y
necio,
es
decir,
la
inclinación
al
mal.
También
se
le
llama
“dos
autoridades”:
1)
La
autoridad
del
Creador,
2)
La
autoridad
de
la
persona.
Nuestros sabios dijeron que cuando nace una persona, nace inmediatamente con la inclinación al mal, tal como está escrito: “El pecado acecha a la salida”. El Zóhar nos dice, que significa que tan pronto como sale del vientre, la inclinación al mal viene a él. En el trabajo, debemos interpretar que, inmediatamente, desde el día que nace, él trabaja y sirve con toda devoción, a la inclinación al mal que se encuentra en él. Sin embargo, se sabe que la inclinación al mal es sólo el deseo de recibir dentro de la persona, como se explicó en la Introducción al Libro del Zóhar. Y en cuanto uno nace, su único propósito es servir al deseo de recibir. Significa que todos sus sentidos se enfocan en cómo servir al rey anciano y necio. Además, se postra ante él, y postrarse significa que subyuga su razón y su mente ante él.
Esto significa, que a pesar de que algunas veces, él escucha que se debe servir al Rey de reyes, y algunas veces, la mente y el corazón le obligan a entender, que la razón por la que nacimos no es para servir al deseo de recibir. Y, aun así, él subyuga ese punto de vista y dice: “Aunque la lógica me muestra que no conviene trabajar y servir al deseo de recibir toda mi vida, sino que lo que conviene es servir al Creador, voy por encima de la razón. En otras palabras, el cuerpo me dice: ‘Olvida todo lo que has recibido de los libros y autores, acerca de que debes servir al Creador.
Sino que como antes también ahora, no te rebeles contra tu deseo de recibir, sino que sírvelo con tu corazón y alma’”. Resulta que la persona reverencia (o también “se inclina ante”) el deseo de recibir, porque subyugar a la razón se denomina “reverencia”. Y esto se considera como que la persona está sirviendo a un dios extraño, que es extraño a la Kedushá (santidad). También es llamado “un dios extranjero”, porque él es un extranjero para la Kedushá. En ese momento, la persona que lo sirve es llamada “extranjera” o “idólatra”, y este es el dios extraño en el cuerpo de un hombre. En otras palabras, el dios extraño no es algo externo, es decir, que él esté sirviendo a alguien fuera de su propio cuerpo. Existe el pensamiento de que esto es, de hecho, lo que se considera cometer idolatría. Más bien, al servir y trabajar para su cuerpo, llamado “el deseo de recibir”, que se encuentra dentro del cuerpo de la persona, a esto es a lo que se le denomina que él está cometiendo idolatría, y a esa persona se le llama un “extranjero” o un “idólatra”.
Esto es así porque él no pertenece a la Kedushá, ya que Kadosh (sagrado) se le llama al Creador, como está escrito: “Tú serás sagrado porque Yo, el Señor, soy sagrado”. Esto significa: “Estarán segregados” (como está dicho en el Artículo Nº 16, 1986/87), ya que el Creador es el otorgante, y para tener adhesión con Él, lo que se llama “equivalencia de forma”, la persona debe ser también un otorgante, y a esto se le llama Kedushá (santidad). Por lo tanto, se deduce que aquel que sirve y trabaja para el deseo de recibir, y lo transforma en lo esencial, es decir, que lo hace su dios. Y solo a él desea servir, con su corazón y su alma, y en todo lo que hace, incluso en un acto de otorgamiento, él ni siquiera considera el acto de otorgamiento, excepto que sea en beneficio placentero para su deseo de recibir. En ese caso, no distrae su enfoque de ello, sino que se aferra a su fe, que lo obliga a servir solo a ese deseo.
Incluso cuando su mente lo obliga a entender que no conviene servirlo, él aun no tiene el fuerza para traicionar a su dios, al que ha estado sirviendo desde el día que nació. Por eso se llama “fe”, ya que está sirviendo a su voluntad de recibir por encima de la razón. Y no hay razón en el mundo que pueda apartarlo y separarlo de su adhesión, a la que está apegado desde el día que nació. A esto se le llama “un gentil” o “un extranjero”.
Israel significa lo opuesto a un dios extraño, es decir, Yashar-El (directo a Dios). Significa que su única intención es que todo sea directo al Creador. En otras palabras, su único pensamiento y deseo es llegar directamente a la adhesión con el Creador, y no quiere escuchar la voz de el deseo de recibir. Él dice que el nombre que le fue dado al deseo de recibir, “inclinación al mal”, es acertado porque le produce solo daño. En otras palabras, cuanto más trata de satisfacer su deseo, de manera que no obstruya en su trabajo, ya que él quiere ser un siervo del Creador, es al contrario. Es decir, él se asegura constantemente de darle lo que este le exige, y se lo da porque piensa que mediante eso, dejará de molestarlo. Pero entonces vemos exactamente lo opuesto: en realidad, este receptor se fortalece al satisfacer sus necesidades, es decir, se vuelve incluso más malvado.
Y ahora él ve cuán acertados fueron nuestros sabios cuando dijeron (Bereshit Rabá 25, 8): “No hagas el bien al malvado”, es decir, no hagas el bien a una mala persona. Es lo mismo para nosotros, que aprendemos todo en una sola persona. El significado será que está prohibido hacer el bien a el deseo de recibir, que es la inclinación al mal, ya que como resultado de cualquier bien que la persona le hace, este tiene más fuerza para dañarlo después. Y esto se llama “devolver un favor con mal”. Y son idénticos como dos gotas de agua, es decir, en el grado en que le sirva, así es su poder para dañarlo.
Sin
embargo,
uno
debe
siempre
recordar
cuál
es
el
mal
que
le
causa
el receptor.
Por
eso
uno
siempre
debe
recordar
el
propósito
de
la
creación −hacer
el
bien
a
Sus
creaciones−
y
creer
que
el
Creador
puede
impartir deleite
y
placer
ilimitados.
Está
escrito
acerca
de
eso
(Malaji
3:10):
“‘Y ahora
ponme
a
Mí
a
prueba
en
esto’,
dice
el
Señor
de
los
ejércitos,
‘Si
no abro
para
ustedes
las
chimeneas
del
cielo
y
vierto
sobre
ustedes
una bendición
hasta
que
sobreabunde’”. La
razón
por
la
que
una
persona
no
siente
el
deleite
y
el
placer
que
el Creador
desea
dar,
es
por
la
disparidad
de
forma
entre
el
Creador,
que
es el
otorgante,
y
el
receptor.
Esto
produce
vergüenza
en
el
momento
de
la recepción
del
deleite
y
placer.
Para
evitar
el
pan
de
la
vergüenza,
hubo una
corrección,
llamada
Tzimtzum
(restricción)
–no
recibir
a
menos
que sea
para
otorgar
satisfacción
al
Hacedor.
Esto
se
llama
“equivalencia
de forma”,
como
nuestros
sabios
dijeron:
“Así
como
Él
es
misericordioso,
tú eres
misericordioso”. Significa
que
así
como
el
Creador
es
el
otorgante
y
no
hay
ninguna recepción
en
Él
−porque
de
quién
recibiría
Él−
también
el
hombre
debe esforzarse
por
llegar
al
grado
de
no
querer
trabajar
para
sí
mismo,
sino mantener
todos
sus
pensamientos
y
deseos
en
complacer
a
su
Hacedor.
Y entonces
recibe
los
Kelim
(vasijas)
adecuados
para
la
recepción
de
la abundancia
superior,
que
es
el
nombre
general
para
el
deleite
y
el
placer que
el
Creador
deseó
dar
a
los
creados.
En
general,
la
abundancia
se
divide
en
cinco
discernimientos,
llamados NaRaNJaY.
Algunas
veces
se
llaman
NaRaN.
Además,
la
abundancia superior
puede
ser
simplemente
llamada
Neshamá
(alma),
y
el
receptor
de la
Neshamá
se
llama
Guf
(cuerpo),
pero
esos
no
son
nombres
fijos,
sino
que dependen
del
contexto. Por
lo
tanto,
¿qué
es
lo
que
obstruye
la
recepción
del
mencionado deleite
y
placer?
Es
sólo
el
deseo
de
recibir.
Obstruye
y
no
nos
deja
salir de
su
autoridad,
llamada
“recepción
con
el
fin
de
recibir”.
Sobre
este discernimiento
ocurrió
el
Tzimtzum
−a
fin
de
corregir
las
vasijas
de recepción
para
que
sean
para
otorgar,
en
cuyo
momento
él
será
similar
al otorgante.
Y
aquí
hay
equivalencia
de
forma,
llamada
adhesión.
En
ese momento,
a
través
de
la
Dvekut
con
el
Creador,
una
persona
se
considera “viva”,
ya
que
está
adherida
a
la
“Vida
de
Vidas”.
Y
mediante
el
receptor que
hay
en
él,
se
separa
de
la
Vida
de
Vidas.
Por
eso
nuestros
sabios dijeron:
“Los
malvados,
durante
sus
vidas,
son
llamados
´muertos’”. Por
lo
tanto,
queda
claro
quién
nos
está
obstruyendo
de
que
se
nos
dé la
vida:
es
sólo
el
receptor
en
nosotros,
y
debemos
determinarlo
a
través del
cálculo
antes
mencionado.
Resulta
que
esta
es
la
causa
de
todos
los problemas
y
aflicciones
que
sufrimos
en
la
vida.
Claramente,
el
apodo “inclinación
al
mal”,
le
queda
bien,
ya
que
es
lo
que
causa
todos
nuestros males.
Imaginemos a una persona enferma que quiere vivir. Y solo hay una cura que puede salvar su vida, mediante la cual será recompensada con la vida; de lo contrario, tendrá que morir. Y hay una persona que le está impidiendo tener esta medicina. Claramente, a esta persona se le llama “malvada”. Es lo mismo para nosotros. Cuando uno aprende, que sólo a través del deseo de otorgar es posible ser recompensado con la vida espiritual, que es allí en donde se encuentran el deleite y el placer verdaderos, y que esta voluntad de recibir es lo que le impide recibirlos, ¿de qué forma debemos verlo? Desde luego, debemos verlo como el ángel de la muerte. Es decir, ¡es el causante de que no se nos conceda la vida! Cuando una persona llega a darse cuenta de esto –que nuestro receptor es el mal en nosotros −desea ser “Israel”. Es decir, no quiere cometer idolatría, que es la inclinación al mal en el cuerpo de la persona, sino que desea arrepentirse de todo el tiempo en que ha cometido idolatría, y desea ser un siervo del Creador.
En ese estado, cuando desea salir del dominio de la inclinación al mal, ¿qué debe hacer? Para eso, existe la respuesta que nuestros sabios dijeron (Kidushin 30b): “Así dice el Creador a Israel: ‘Hijos míos, creé la inclinación al mal, y creé la Torá como condimento. Si ustedes se dedican a la Torá, no serán entregados en su mano‘, como está escrito: ‘Si haces el bien, te elevarás’ Y si no se dedican a la Torá, serán entregados en su mano, como está escrito: ‘El pecado acecha a la puerta’”. En otras palabras, sólo por medio de la dedicación a la Torá, se obtiene el poder, de salir del dominio de la inclinación al mal y entrar en la Kedushá. Se deduce, por tanto, que uno que se ocupe de la Torá –cuando hablamos del trabajo− el propósito del estudio debe estar claro para una persona, es decir, la razón por la cual se dedica a la Torá. Esto es así porque hay dos cosas opuestas en la Torá, como dijeron nuestros sabios (Yoma 72b): “Rabí Yehosha Ben Levi dijo: ‘está escrito: ‘Y esta es la ley que Moisés estableció’ Si es merecedor, se convierte en una poción de vida para él. Si no es merecedor, se convierte en una poción de muerte para él’. Por esta razón, cuando una persona se ocupa en la Torá, debe ver que la Torá no lo lleve a la muerte”.
Sin embargo, es difícil entender cómo puede existir tal distancia entre ser merecedor y no ser merecedor, hasta el punto que dicen que si no es merecedor de dedicarse a la Torá, se convierte en una poción de muerte para él. ¿No sería suficiente con que no fuera recompensado? ¿Por qué es incluso peor que aquel que no se dedicó a la Torá en absoluto? Es decir, una persona que no se dedicó a la Torá no tiene una poción de muerte, y una que se dedicó a la Torá obtuvo muerte a cambio de su trabajo. ¿Acaso es posible tal cosa?
Esta cuestión se presenta en la Introducción al Estudio de las Diez Sfirot (p.20, Artículo 39): “Sin embargo, sus palabras requieren una explicación para entender ¿cómo y en qué la Sagrada Torá se convierte en una poción de muerte para él? Lo menor sería que su esfuerzo fuera en vano, y él no recibe ninguna utilidad por su labor y esfuerzo. Pero es más, la Torá y el trabajo en sí, se convierten en una poción de muerte para él. Esto es realmente confuso”. En la Introducción al Estudio de las Diez Sfirot (Artículo 101): “Siendo que el Creador se oculta en la Torá. Porque el asunto de los tormentos y dolores que uno experimenta durante la ocultación del rostro, no es similar entre uno que posee algunos pecados y ha hecho muy poca Torá y Mitzvot y uno que se ha dedicado ampliamente a la Torá y a las buenas obras. El primero está bastante calificado para juzgar favorablemente a su Hacedor. O sea, puede pensar que el sufrimiento le llegó por sus pecados y escasez de Torá. Para el otro, sin embargo, es mucho más difícil juzgar a su Hacedor favorablemente.”
Para nosotros es semejante. Cuando coloca la meta ante sus ojos, es decir, que el superior desea deleitar a Sus creados, pero para evitar la vergüenza, necesitamos vasijas de otorgamiento. Y como nacimos con el deseo de recibir, que es considerada un dios extraño, a quien servimos incluso por encima de la razón, que nos esclaviza, y no podemos salir de su dominio, entonces creemos en nuestros sabios, quienes dijeron: “El Creador dijo: ‘Creé la inclinación al mal, creé la Torá como condimento”. Esta es la razón que lo hace a uno dedicarse a la Torá, y entonces la Torá le otorga vida. En otras palabras, a través de la Torá, sale del dominio de la inclinación al mal y se convierte en un siervo del Creador, es decir, que su intención es sólo dar satisfacción a su Hacedor. Y será recompensado con Dvekut con el Creador, es decir, que en ese momento, se adherirá a la Vida de Vidas. Ciertamente, sólo en ese estado, cuando una persona estudia según esa meta, a su estudio de Torá se le denomina “poción de vida”, ya que a través de la Torá, será merecedor de la vida.
Sin
embargo,
si
no
se
dedica
a
la
Torá
con
ese
propósito,
a
través
de
la Torá
que
él
está
estudiando,
el
deseo
de
recibir
se
fortalece
y
adquiere más
fuerza
para
mantenerlo
bajo
su
dominio.
Esto
es
porque
el
receptor le
deja
entender
que
él
no
es
como
otras
personas
porque,
gracias
a
Dios, es
un
hombre
que
ha
adquirido
buenas
obras
y
Torá,
y
ciertamente,
el Creador
no
debe
tratarlo
como
trata
a
las
personas
comunes.
Sino
que,
el Creador
seguramente
sabe
quién
es
él.
Y
si
trabaja
de
forma
humilde,
seguro
que
tiene
quejas
contra
el
Creador, ya
que
si
él
sufre
por
algo,
le
dice
al
Creador:
“¿Es
esta
la
recompensa
por la
Torá?”
Por
lo
tanto,
él
siempre
tiene
quejas
contra
el
Creador,
lo
cual
se llama
“dudar
de
la
Divinidad”.
Por
este
motivo,
están
separados
de
la
Vida de
Vidas. Significa
que,
en
vez
de
anhelar
el
anularse
ante
el
Creador,
y
hacer todo
sólo
para
servir
al
Creador,
trabajan
para
el
receptor,
y
desean
que el
Creador
los
sirva
a
ellos.
Es
decir
todo
lo
que
al
receptor
le
falte,
el Creador
debe
satisfacerlo.
De
esto
se
deduce
que
están
haciendo
lo opuesto
a
aquellos
que
quieren
ser
recompensados
con
la
vida
por
su ocupación
en
la
Torá.
Con
lo
dicho
antes,
podemos
entender
lo
que
preguntamos
acerca
de por
qué
Rabí
Ami
dice:
“La
Torá
no
se
entrega
a
los
idólatras”.
Si
nos referimos
a
esto
en
el
trabajo,
es
decir,
en
la
propia
persona,
y
la
misma está
en
un
estado
de
idólatría,
la
razón
por
la
cual
está
prohibido
estudiar es
que
no
sería
útil.
Esto
es
así
porque
en
el
trabajo,
aprendemos
que debemos
tratar
de
estudiar
la
Torá
para
salir
del
dominio
de
la inclinación
al
mal.
Pero
si
no
desea
liberarse
de
la
esclavitud,
que
la inclinación
al
mal
lo
somete,
entonces,
¿para
qué
necesita
la
Torá?
Resulta que
si
se
le
entregara
la
Torá,
eso
no
sería
útil.
Es
un
desperdicio
de esfuerzos,
para
aquel
que
le
instruya. Sin
embargo,
Rabí
Yojanán
añade
a
Rabí
Ami,
diciendo:
“Lo
menos
sería, que
no
le
resulte
útil,
y
a
la
vez,
que
un
idólatra
se
dedique
a
la
Torá,
le dañará”.
Está
comprometiendo
su
alma,
porque
los
idólatras,
es
decir, aquellos
que
estudian
la
Torá
sin
la
meta
de
salir
del
dominio
de
la inclinación
al
mal,
desean
quedarse
en
ella
y
servirla
con
devoción,
esto se
llama
“idolatría”.
Acerca de eso, está escrito: “Un dios extraño en el cuerpo del hombre”. Por lo tanto, él está tomando para sí la poción de muerte. Por eso Rabí Yojanán dijo: “Un idólatra que se ocupa en la Torá debe morir”. Significa que está comprometiendo su alma, porque la Torá será una poción de muerte para él. Sin embargo, lo que diría Rabí Meir: “¿Cómo es eso? Después de todo, incluso un idólatra que se dedica a la Torá es como el sumo sacerdote, tal como está escrito: ‘Los hará el hombre y vivirá en ellos.’”.
Y
preguntamos
acerca
de
ello,
1)
¿Por
qué
está
diciendo
que
él
es
como
el
sumo
sacerdote?
¿No
es
un sacerdote
común
un
grado
elevado?
Esto
está
muy
alejado
de
las
palabras de
Rabí
Yojanán,
quien
piensa,
que
él
debe
morir.
Así
que,
¿cuál
es
el sentido
de
esta
exageración
de
que
es
como
el
sumo
sacerdote?
2)
Los
intérpretes
preguntan,
la
evidencia
que
aporta
Rabí
Meir,
donde dice:
“el
hombre”,
Rabí
Shimon
dice
que
“el
hombre”,
de
hecho,
significa Israel
y
no
idólatras.
Debemos
interpretar
lo
que
Rabí
Meir
dice:
“Un idólatra
que
se
dedica
a
la
Torá”,
al
referirse
a
lo
que
explicamos
antes.
La intención
de
Rabí
Meir,
es
acerca
de
una
persona
que
ha
llegado
a
darse cuenta
que
es
un
idólatra. Pues
ve
que
desde
el
día
que
nació
hasta
ahora,
ha
estado
sirviendo ídolos,
o
sea,
a
un
dios
extranjero,
es
decir,
se
refiere
a
la
inclinación
al mal,
que
está
dentro
del
cuerpo
del
hombre.
Él
ve
cómo
está
esclavizado y
está
bajo
su
control
y
no
tiene
fuerzas
para
rebelarse
ante
su
palabra.
Y aun
cuando
a
menudo
entiende
con
su
mente
y
su
razón
que
no
vale
la pena
servirle,
sino
por
el
contrario,
la
inclinación
al
mal
debe
servir
a
la Kedushá
(santidad),
aun
entonces,
subyuga
su
razón
y
le
sirve,
como
si
se entendiese
que
conviene
trabajar
para
la
inclinación.
Cuando la persona llega a darse cuenta, que ve que no hay poder en el mundo que pueda ayudarlo, y ve que está perdida y que será excluida de la vida para siempre, y para liberarse de la muerte −como está escrito “Los malvados en sus vidas son llamados ‘muertos’”−, en ese estado llega a creer las palabras de nuestros sabios. Ellos dicen: “Así dice el Creador a Israel: ‘Hijos míos, creé la inclinación al mal, y le creé la Torá como condimento. Si ustedes se dedican a la Torá, no serán entregados a su mano’”.
Es acerca de este tipo de idólatra que Rabí Meir dijo, que es como el sumo sacerdote. Y aporta como evidencia lo que está escrito: “Los hará el hombre y vivirá en ellos.”. Él interpreta que si uno se ocupa en la Torá para “vivirá en ellos”, o sea que, si la razón para su dedicación a la Torá es que desea ser recompensado con la vida, y no ser un malvado −un idólatra, que es un dios extranjero en un cuerpo de hombre− sino que su único fin es ser recompensado con la vida, este verso: “Los hará el hombre y vivirá en ellos”, se refiere a él. Esto es así porque si se ocupa en la Torá, será como el sumo sacerdote. Y no sólo un sacerdote común, sino que será un sacerdote, es decir, que obtendrá la cualidad de Jésed (gracia), que se denomina “sacerdote”, es decir, él será recompensado con las vasijas de otorgamiento y, además, será recompensado con Gadlut (grandeza).
Por eso
dice
que
es
como
el
sumo
sacerdote
(Cohen
Hagadol). En
consecuencia,
debemos
preguntar
por
qué
Rabí
Meir
dice:
“Incluso un
idólatra”.
Como
explicamos,
es
lo
contrario,
pues
tal
idólatra
es
digno de
ser
como
el
sumo
sacerdote.
Podemos
explicar
y
decir
que
la
palabra “Incluso”
significa
que
incluso
si
una
persona
llega
a
tal
bajeza
que
ve
que es
realmente
una
idólatra,
que
ve
que
hasta
ahora
no
ha
ganado
nada
en su
vida,
sólo
en
lo
que
sirvió
a
su
inclinación
al
mal. En
otras
palabras,
todos
sus
pensamientos
y
deseos
han
sido
sólo
a favor
del
receptor
y
ni
siquiera
ha
tocado
el
camino
de
la
verdad,
es
decir, tener
la
habilidad
de
tener
fe
en
el
Creador
por
encima
de
la
razón,
sino sólo
según
lo
que
la
razón
del
receptor
le
permitió
y
dejó
entender
que, específicamente,
al
trabajar
para
su
deseo,
le
daría
energía
para
dedicarse a
la
Torá
y
las
Mitzvot.
A
esa
persona,
Rabí
Meir
llega
y
dice:
“No
lamentes
esta
bajeza.
En
lugar de
esto,
llegado
tan
bajo,
el
Creador
todavía
puede
ayudarte
a
salir
del
exilio, de
estar
bajo
su
dominio
todo
el
tiempo”.
La
explicación
es:
por
el
contrario, lo
cual
implica:
“esto
es
incluso
algo
aceptable
para
todo
el
mundo”. Sin
embargo,
en
realidad,
sólo
ahora
hay
una
necesidad
de
la
Torá.
Sólo ahora
tienes
los
verdaderos
Kelim
(vasijas),
la
verdadera
necesidad
de
que el
Creador
te
ayude,
dado
que
has
llegado
al
punto
de
la
verdad,
como nuestros
sabios
dijeron:
“La
inclinación
del
hombre
lo
vence
cada
día.
Si no
fuera
por
el
Creador,
no
prevalecería
sobre
esta”.
Ahora
él
ve
la
verdad, que
realmente
necesita
la
ayuda
del
Creador.
Ahora
podemos
entender
las
palabras
mencionadas
antes
de
El
Zóhar, donde
él
dice
que
al
afrontarlo,
parece
que
debemos
hacer
tres discernimientos
en
el
trabajo:
1)
Idólatras
2)
Yaakov
3)
Israel
La
diferencia
entre
ellos
es
que
los
idólatras
tienen
prohibido
estudiar incluso
la
Torá
literal.
Y
aprendemos
eso
de
lo
que
está
escrito:
“El
no
lo ha
pactado
con
ninguna
nación”.
Y
en
general,
cuando
está
permitido enseñarle
lo
literal,
se
lo
hace
específicamente
en
los
asuntos
revelados. Concluye
esto
del
verso:
“Él
manifiesta
Su
palabra
a
Yaakov”,
que
es
un grado
inferior.
Cuando
está
en
un
grado
superior,
está
permitido enseñarle
los
secretos
de
la
Torá.
Concluye
eso
del
verso
“Sus
leyes
y
Sus decretos
sobre
Israel”.
Está escrito en El Zóhar, Yitro (Comentario Sulam, p. 69 y Artículo 265): “‘Así dirás a la casa de Yaakov’, a ese lugar que es adecuado para su grado. ‘Y cuéntales a los hijos de Israel’, ya que Yaakov e Israel son dos grados. Yaakov, es el grado de VaK, e Israel es el grado de GaR. Sin embargo, Israel se llama ‘la perfección de todo’, que significa el mostrar Jojmá (sabiduría) y hablar en el espíritu de Jojmá”.
Y
está
escrito
en
El
Zóhar,
Yitro
(Artículo
260):
“‘Así
dirás
a
la
casa
de Yaakov’,
es
para
las
mujeres,
‘Y
cuéntales
a
los
hijos
de
Israel’,
es
para
los varones”.
Además
en
El
Zóhar,
Yitro
(Artículo
261):
“‘Así
dirás
a
la
casa
de Yaakov’,
es
decir,
con
un
dicho,
del
lado
de
Din
(
juicio).
‘Y
cuéntales
a
los hijos
de
Israel’,
que
es
como
ellos
dicen:
‘Y
él
debe
contarles
su
pacto’. Hagadá
(cuento
o
narración)
es
Rajamim
(misericordia)
para
los
hijos
de Israel,
es
decir,
los
varones
que
vienen
del
lado
de
Rajamim.
Por
eso establece
‘contar’
acerca
de
ellos”.
Debemos
entender
las
distinciones
en
las
palabras
de
El
Zóhar,
el
cual dice
en
la
porción,
Ajarei,
que
Yaakov
e
Israel
son
dos
grados:
1)
Yaakov
es
abajo,
con
quien
se
estudia
lo
literal.
2)
Israel
es
el
grado
de
arriba,
con
quien
se
estudia
los
secretos
de
la Torá.
Está escrito en El Zóhar, Yitro (Artículo 260): “Yaakov es el aspecto femenino, Israel es el aspecto masculino”. Dice (Artículo 261): “Yaakov es del lado de Din, que es por lo que escribe ”dirás”, e Israel es Rajamim, porque Hagadá (narración) es Rajamim”. Dice (Artículo 265): “Yaakov es considerado VaK e Israel es considerado GaR. Por eso está escrito: ‘Y cuéntales a los hijos de Israel’, que eso significa, mostrar Jojmá y hablar con el espíritu de Jojmá, ya que Hagadá implica Jojmá”.
Primero,
explicaremos
lo
que
El
Zóhar
interpreta
acerca
del discernimiento
de
Yaakov.
Este
dice
1)
VaK,
2)
Femenino,
3)
Din,
4)
El
grado
revelado,
que
es
el
grado
inferior,
el
literal.
El
orden
del
trabajo
que
una
persona
debe
iniciar
para
llegar
a
la
meta, es
conocer
su
estado
en
el
trabajo
del
Creador
y
cuál
es
la
meta
a
la
que debe
llegar.
En
otras
palabras,
cuál
es
la
perfección
que
una
persona
debe alcanzar. El
primer
estado
es
que
la
persona
sepa
que
es
un
adorador
de
ídolos, llamado
“idólatra”.
Esta
es
la
inclinación
al
mal
que
existe
en
el
cuerpo
del hombre.
Se
llama
“un
dios
extraño”
o
“un
dios
extranjero”.
Esto
es
para aclarar
su
estado,
en
dónde
se
encuentra
realmente,
ya
que
realmente está
en
un
estado
de
adoración
de
ídolos.
Sin
embargo,
uno
debe
hacer
grandes
esfuerzos
para
ver
la
verdad, porque
es
imposible
llegar
a
la
verdad
a
menos
que
sea
a
través
de
la
Torá y
el
trabajo,
como
dijeron
nuestros
sabios:
“De
Lo
Lishmá
(no
en
Su beneficio),
uno
llega
a
Lishmá
(en
Su
beneficio)”.
En
un
estado
de
Lo
Lishmá, cuando
una
persona
se
esfuerza
en
la
Torá
y
el
trabajo,
pertenece
a
la naturaleza
humana
el
mirar
a
las
personas
a
su
alrededor.
Y
ve
que
no
hay otras
personas
como
él,
que
dediquen
tantas
horas
al
trabajo
del
Creador.
En ese estado, él se siente superior a los demás, y esto le causa el olvidar la meta, es decir, que lo importante es lograr Lishmá. Esto es porque las personas en el exterior le causaron sentir plenitud, y esa plenitud es la razón por la que no puede sentir que él está vacío de la meta principal: llegar a Lishmá. Es así, especialmente si es respetado por ser un siervo del Creador. Ciertamente, todas las personas que lo honran le influyen sus puntos de vista, para que crea lo que piensan de él, que él es un hombre enormemente virtuoso sin ningún fallo. Así, ¿cómo es posible que una persona diga acerca de sí misma que se encuentra en un estado de idolatría, y que aún no está circuncidado? Resulta que su adhesión a las masas, es decir, la adhesión de estas a su Torá y a su trabajo le causó plenitud. En el trabajo, esto se llama “aferramiento de los externos”.
¿Y que pierde él, si ellos pueden aferrarse? La respuesta es que el aferramiento es la razón por la cual él no puede ver su verdadero estado y que aún se encuentra en un estado de idolatría, y no puede buscar consejo sobre cómo salir del dominio del mal. El segundo estado de una persona es cuando se circuncida. “Circuncisión” significa que se corta el prepucio. Y dicho prepucio es llamado las tres Klipot (cáscaras) impuras, llamadas “Viento Tormentoso”, “Gran nube” y “Fuego ardiente”, y el deseo de recibir proviene de ahí.
No obstante, no está en nuestro poder cortar este prepucio. Baal HaSulam dijo acerca de esto que el Creador debe ayudar para que la persona sea capaz de cortar el prepucio. Acerca de esto está escrito: “E hice un pacto con Él”. El significado de “Con Él”, es que el Creador le ayudó. Pero, a la persona le corresponde comenzar.
Sin embargo, si decimos que no puede circuncidarse por sí mismo, entonces ¿por qué debe una persona comenzar, si decimos que no puede terminar? Pareciera que su trabajo es en vano. Sin embargo, se sabe que no hay Luz sin un Kli (vasija), y un Kli se denomina “una carencia”, ya que donde no hay carencia, no hay llenado. Por lo tanto, “a la persona le corresponde comenzar” se refiere a la carencia. No significa que una persona deba comenzar con el llenado. Por el contrario, cuando decimos: “Comenzar”, se trata de dar la necesidad y la carencia. Más adelante, el Creador viene y da el llenado para la carencia. A esto se le llama “E hizo un pacto con Él”, es decir, que el Creador le ayuda. Esto también se considera como la línea derecha, que es el significado de “El padre da el blanco”, como está explicado en el Talmud Eser Sfirot. Significa que cuando la luz superior brilla − es decir, Or Jojmá (luz de Jojmá), llamada Aba (padre) – es posible ver la verdad: que el prepucio −el deseo de recibir− es algo malo. Sólo entonces uno comienza a darse cuenta de que debe deshacerse del amor propio. Esta es la ayuda que una persona recibe del Creador –el llegar al reconocimiento del mal. En otras palabras, antes de que una persona llegue a la resolución de que no vale la pena usar la recepción, no puede usar las vasijas de otorgamiento, ya que una contradice a la otra. Por esta razón, una persona debe circuncidarse y, entonces, puede adquirir para sí misma el deseo de otorgar. De esto se deduce que quitar el prepucio, que se llama “circuncisión”, proviene de la ayuda de arriba. En otras palabras, es precisamente cuando la luz superior ilumina, la persona ve su bajeza, que no puede recibir nada a causa de la disparidad de forma. En otras palabras, esto se llama “El padre da el blanco”.
Y
después
de
llegar
conocer
el
mal,
llega
una
segunda
corrección:
él comienza
a
trabajar
con
el
fin
de
otorgar.
Pero
esto
también
requiere
de ayuda
de
arriba.
Esto
se
llama
“Su
madre
da
el
rojo”.
En
Talmud
Eser
Sfirot, él
interpreta
que
esto
se
relaciona
con
el
deseo
de
otorgar.
De
esto
se deduce
que
tanto
la
fuerza
de
anular
el
deseo
de
recibir
como
la
fuerza que
puede
llevar
a
cabo
actos
de
otorgamiento
son
dados
por
el
superior.
En
otras
palabras,
la
ayuda
proviene
de
arriba. Esto
plantea
la
pregunta:
“¿Qué
da
el
inferior?”
Como
se
ha
dicho
que
el inferior
debe
comenzar,
¿con
qué
comienza,
de
manera
que
más
adelante el
Creador
le
dé
la
asistencia
necesaria? Como
se
dijo,
todo
lo
que
el
inferior
puede
darle
al
Creador
es
la carencia,
para
que
el
Creador
tenga
un
lugar
que
llenar.
En
otras
palabras, quien
desea
ser
un
siervo
del
Creador
y
no
un
idólatra
debe
llegar
a
sentir su
bajeza.
En
el
grado
en
que
lo
siente,
un
dolor
se
forma
gradualmente en
él
por
estar
tan
inmerso
en
el
amor
propio
−de
hecho,
como
una bestia−
y
que
no
tiene
ninguna
conexión
con
el
discernimiento
de Hombre.
Aun así, algunas veces el hombre llega al estado donde él puede ver su bajeza y no le importa estar inmerso en el amor propio, y no siente realmente la bajeza hasta el punto de necesitar al Creador para liberarlo de su bajeza. En ese estado, una persona debe decirse: “Ahora no estoy conmovido; soy como una bestia, haciendo sólo cosas de bestia, y mi única preocupación en este estado es que le pido al Creador que me deje sentir más deleite en los placeres corporales, y fuera de ellos, no tengo ninguna otra carencia”. En ese estado, una persona debe decirse que ahora está en un estado de inconsciencia. Y si no puede rezar para que el Creador le ayude, sólo hay una solución: vincularse con personas con quienes cree que pueden tener la sensación de la carencia, que sí sienten que están en la bajeza y piden al Creador que los acerque, que los conduzca de los problemas al alivio, y de la oscuridad a la luz, incluso cuando no hayan sido liberados aún.
Entonces, él debe decir: “Desde luego, ellos aún no han completado su Kli de deficiencia, llamado ‘la necesidad de ser liberado de este exilio, en un 100%’. Sin embargo, ellos probablemente han andado la mayor parte del camino para sentir la verdadera necesidad”. Así, a través de ellos, él puede recibir también su sensación, es decir, que él también sentirá dolor de estar en bajeza. Sin embargo, no es posible recibir la influencia de la sociedad si no está adherido a la sociedad es decir, que los aprecia. En el grado en que los aprecie, puede recibir de ellos la influencia sin ningún trabajo, simplemente mediante la adhesión a la sociedad.
De
esto
se
deduce
que
en
el
segundo
estado,
es
decir,
cuando
es circuncidado,
o
sea,
cuando
ha
atravesado
los
dos
discernimientos:
1)
Eliminación
del
mal,
que
es
la
anulación
de
las
vasijas
de
recepción.
2)
La
obtención
de
las
vasijas
de
otorgamiento
−se
considera
que
ahora recibe
el
grado
de
VAK.
Esto
se
considera
la
mitad
de
un
grado,
ya
que
un grado
completo
significa
que
también
puede
usar
las
vasijas
de
recepción para
otorgar.
Y como él sólo obtuvo las vasijas de otorgamiento después de ser circuncidado, para estar en el otorgamiento, se considera sencillamente como el grado de VAK. Este se llama “el grado de Yaakov”. También se llama “femenino” como en: “Su fuerza es tan débil como la de una mujer”, lo que significa que no puede vencer y aspirar hacia el otorgamiento, sino sólo con las vasijas de otorgamiento. Y también este grado se llama Din. Significa que todavía hay Midat ha Din (cualidad de juicio) sobre las vasijas de recepción, y que está prohibido usarlas porque no puede dirigirlas hacia el otorgamiento. También se le llama “un grado revelado”, saber que hay otro grado, que está oculto de él. También se llama “un grado inferior”, para saber que hay otro grado que es superior. Necesitamos saberlo para que seamos conscientes de que hay más trabajo por hacer, es decir, alcanzar un grado todavía más alto. Este grado también se llama “el literal” (o simple), ya que ahora que se ha circuncidado, se ha convertido en “un simple judío”. Es decir, antes de circuncidarse era un idólatra, y ahora se le discierne simplemente como “judío”. Además, ahora se le llama “Yaakov”, como está escrito: “Así dirás a la casa de Yaakov”, o sea “Dicho”, que es una palabra suave, ya que se considera que el grado de Yaakov trabaja sólo con las vasijas de otorgamiento, que son Kelim más puros. Por eso hay un “Dicho” aquí, que es una palabra suave.
Esto
no
es
así
con
el
discernimiento
de
“Israel”.
El
Zóhar
interpreta
a Israel
como
1)
El
grado
de
GAR,
plenitud
de
todo;
2)
El
grado
masculino;
3)
Rajamim;
(misericordia)
4)
Un
grado
elevado
y
oculto,
que
son
los
secretos
de
la
Torá.
Debemos explicarlos uno a uno:
1) El grado de GAR. Ya que cada grado se compone de diez Sfirot, que se dividen en Rosh y Guf (cabeza y cuerpo, respectivamente), el Rosh se llama GAR, es decir, Kéter-Jojmá-Biná, y el Guf se denomina ZAT. Son dos mitades del grado. Por eso VAK se considera el grado inferior y GAR se considera un grado superior. Se sabe que al hablar del grado de VAK, se le llama “la mitad de un grado”. Esta es una señal de que GAR está ausente. Por esta razón, al decir “el grado de GAR”, significa que aquí hay un grado completo, ya que la regla es que cuando dos grados están juntos, se menciona el más elevado e incluye al inferior. Por eso El Zóhar llama “Israel” a la perfección de todo.
2) El grado masculino. Cada grado contiene dos tipos de Kelim: Zakim (puros/finos), que son vasijas de otorgamiento, y Avim (gruesos), que son vasijas de recepción. Es posible usarlas sólo si se coloca sobre ellas la intención de otorgar. Y como el propósito de otorgar es contrario a la naturaleza, se requiere de un gran esfuerzo y mucha fuerza en contra de la naturaleza. Y cuando puede superar sólo los Kelim finos, a eso se le llama “femenino”, lo que implica que “su poder es débil como el de una mujer”. Pero cuando también puede vencer las vasijas de recepción, se le llama “hombre”, “masculino”, “fuerte”. Y como Israel se considera GAR, la perfección de todo, usando también las vasijas de recepción, Israel son considerados “varones”.
3)
El
grado
de
Rajamim.
Como
había
un
Tzimtzum
(restricción)
y
Din (
juicio)
sobre
las
vasijas
de
recepción,
y
está
prohibido
usarlas
a
menos que
uno
pueda
hacerlo
para
otorgar.
Por
ello,
cuando
uno
no
puede aspirar
al
otorgamiento
con
las
vasijas
de
recepción,
hay
Din
sobre
ellas
y está
prohibido
usarlas.
Por
eso
a
una
mujer
se
le
llama
“Din”. Pero
un
varón
significa
que
puede
vencer,
para
otorgar
también
en vasijas
de
recepción
y
el
Din
se
elimina
de
ellas.
De
este
modo
se
usan
las vasijas
de
recepción
para
otorgar,
y
esto
se
llama
Rajamim
(misericordia). Se
considera
que
el
Din
anterior
ha
sido
mitigado
por
la
cualidad
de Rajamim,
lo
cual
se
considera
que
él
está
recibiendo
con
el
fin
de
otorgar.
Por
eso
un
varón
se
llama
Rajamim. Significa
que
los
varones
se
llaman
Rajamim
y
no
Din,
como
está
escrito en
El
Zóhar
(Artículo
261):
“Así
dirás
a
la
casa
de
Yaakov”,
significa
que
decir es
del
lado
de
Din,
y
“Cuéntales
a
los
hijos
de
Israel”
significa
que
cuento es
del
lado
de
Rajamim.
Rashi
interpreta
el
verso:
“Así
dirás
a
la
casa
de
Yaakov”:
“Esas
son
las mujeres,
diles
con
palabras
suaves,
y
‘Cuéntales
a
los
hijos
de
Israel’,
los varones,
las
palabras
son
duras
como
tendones”.(del
libro
Mejilta interpretación
sobre
el
libro
Éxodo) Debemos
interpretar
las
palabras:
“A
las
mujeres
con
palabras
suaves”. Ya
se
mencionó
antes
que
los
aspectos
femeninos
son
aquellos
que
no tienen
mucha
fuerza
para
vencer,
sino
sólo
sobre
los
Kelim
finos.
Esto
se llama
“suave”.
Es
decir,
suave,
es
que
no
es
tan
duro
(o
difícil)
de
vencer las
vasijas
de
otorgamiento
.
Pero las vasijas de recepción son muy difíciles de superar. Por tanto, a los varones –aquellos que están en un estado masculino, que tienen el poder de superarse− se les dio trabajo en cosas que son tan duras como tendones, refiriéndose a las vasijas de recepción. Pero, ¿por qué El Zóhar escribe que los varones son Rajamim? Si dice: “Tan duros como tendones”, y duro significa Din, no Rajamim. Por tanto, por una parte, dice que el aspecto masculino significa tan duro como tendones y, por otra parte, dice que ellos son Rajamim. Debemos interpretar que los hombres tienen el poder de superar las vasijas de recepción, las cuales son difíciles de superar. Y al superar las vasijas de recepción, llamadas Midat ha Din (cualidad de juicio) que está sobre ellas, hay Rajamim en ese lugar, y no Din. Pero con las mujeres, que no tienen el poder de superar las vasijas de recepción, hay Midat ha Din en ellas y está prohibido usarlas.
4) Un grado alto y oculto, considerado “los secretos de la Torá”. “Oculto” significa que incluso si ya se ha circuncidado y ha sido recompensado con el significado literal, o sea, con ser un simple judío, es decir, ha llegado a un estado donde no está cometiendo idolatría sino que sirve al Creador. La luz de Jojmá −revelada sobre las vasijas de recepción− aún se le oculta. Pero uno que ha sido recompensado con el discernimiento más elevado, que es un varón y que también tiene el poder de superar las vasijas de recepción, la luz de Jojmá, denominada “los secretos de la Torá”, aparece en esos Kelim. Por eso El Zóhar dice (Artículo 265): “Y cuéntales a los hijos de Israel”, es decir, muestra Jojmá y habla en el espíritu de Jojmá, ya que “contar” implica Jojmá, como está escrito: “y él les contará su pacto”. De esto se deduce que, decir que está prohibido enseñar la Torá a los idólatras debe ser interpretado en el trabajo como: “Es imposible enseñar la Torá a los idólatras”. Como Baal HaSulam decía cuando hablaba de asuntos del trabajo, donde está escrito “prohibido”, significa “no se puede”. Pero después de ser circuncidado, hay dos grados: superior e inferior, es decir, literal y secreto.