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Rabash / La importancia del reconocimiento del mal

Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)

La importancia del reconocimiento del mal

Artículo 2, 1987

Está escrito en El sagrado Zóhar, Bereshit Bet (Ítems 218-219 en El Comentario Sulam): «“Júntense las aguas debajo del cielo en un lugar, y véase suelo seco”. “Júntense las aguas” es la Torá, que es llamada ‘aguas’. “En un lugar” significa Israel. También está escrito: “Júntense las aguas... en un lugar”, donde ‘aguas’ significa la Torá y ‘un lugar’ significa Israel, los que reciben la Torá. Por el contrario, las naciones del mundo no quisieron recibir la Torá, por lo tanto, la tierra permaneció desolada y seca. La Torá es el asentamiento del mundo, y en ésta el mundo existe. Las naciones del mundo que no la recibieron, permanecieron desoladas y secas». Hasta aquí sus palabras.

Deberíamos entender las palabras de El Zóhar, el cual interpreta acerca del conjunto, es decir, acerca de Israel y las naciones del mundo. Pero, ¿cómo se interpreta al individuo, es decir, a Israel y a las naciones del mundo, en un solo cuerpo? Es sabido que El Zóhar dice que «cada hombre es un pequeño mundo en sí mismo» e incluye dentro de él tanto a las setenta naciones como a Israel.

Está escrito en Pirkei Avot (Capítulo 4, Mishná 21): «Rabí Yaakov dice: “Este mundo se parece a un pasillo hacia el siguiente mundo. Prepárate a ti mismo en el corredor para que puedas entrar a la sala”». Es claro que no se puede corregir algo en lo que no se encuentra ningún defecto. En tanto que, al instruirse en el trabajo del Creador, ellos son educados por vía de la completitud, lo cual significa que, como hay muchos individuos en el conjunto, cada uno es diferente de los demás; como dijeron nuestros sabios (Midrash Rabah 21, Sanedrín 38): «Así como sus rostros no son iguales, sus puntos de vista no son iguales».

Por lo tanto, el conjunto debe instruirse de manera que la educación sea adecuada para todos, lo que significa que cada persona tendrá un aferramiento en la Torá y las Mitzvot (preceptos). Es como dijeron nuestros sabios (Minjot 99): «Rabí Ami dijo: “Aprendemos de las palabras de Rabí Yosi que incluso si uno ha aprendido solo un capítulo de la oración de la mañana y un capítulo de la oración de la tarde, ha guardado la Mitzvá, este libro de la Torá no se moverá de tus labios”». Rabí Yohanan dijo en nombre de Rabí Shimón Ben Yojay: «Incluso si una persona lee solo el Shemá, haciéndolo en la mañana y en la tarde, él ha guardado el precepto: no se moverá». «Esto está prohibido decirlo a las personas sin educación». Y Raba dijo: «Es una Mitzvá decirlo a las personas sin educación».

Vemos, a partir de esto, que hay muchas medidas para observar la Torá con respecto al público en general. Esto es deliberado, ya que ninguna persona es como otra. Por lo tanto, uno no debe ser obligado a guardar el precepto: «Este libro de la Torá no se moverá de tus labios», sino para cada quien de acuerdo con su habilidad. Y dado que todo el conjunto se considera como un solo cuerpo resulta que, en general, cada uno se une dentro del conjunto. De esto se sigue que hay mucha Torá en todo el público junto, lo que significa que existe mucha Torá aprendida de forma general. Por lo tanto, él cumple al leer el Shemá, haciéndolo en la mañana y en la tarde, y a los ojos de Rabí Shimón Bar Yojay él ha cumplido con su deber de: «Y lo contemplarán de día y noche».

Esta es una innovación de Rabí Shimón Bar Yojay, de quien se ha dicho (Berajot 35): «Muchos han hecho como Rabí Ishmael y tuvieron éxito, y muchos lo han hecho como el Rashbi pero no tuvieron éxito. Rabí Ishmael dice: «”Ya que está escrito: y recogerás tu grano” ¿qué aprendemos de esto? ya que se ha dicho: “Este libro de la Torá no se moverá de tus labios”, las palabras se pueden entender literalmente. “Y recogerás tu grano” trata esto como es costumbre, en las palabras de Rabí Ishmael. Rashbi dice: “Es posible arar en el momento del arado, sembrar en el momento de la siembra, cosechar en el momento de la cosecha, trillar en el momento de la trilla, y esparcir en el momento del viento. La Torá ¿qué será de ella?”».

Deberíamos entender por qué Rabí Yohanan dice en nombre del Rashbi (Masejet Makkot 99): «Incluso si una persona lee solo el Shemá, haciéndolo en la mañana y en la tarde, él ha cumplido: “Este libro de la Torá no se moverá de tus labios”». Sin embargo, debemos explicar que el público en general, según el Rashbi, puede mantener el versículo: «no se moverá», leyendo mañana y tarde, mientras que a los individuos les dice: «Es posible para uno arar en el momento del arado... la Torá, ¿qué será de ella?».

Por esta razón, siempre debemos distinguir entre el público en general y los individuos. También podemos interpretar que el público en general es llamado la opinión de los «dueños de casas»; mientras que los individuos, es decir, las personas que pertenecen a los individuos, se considera que tienen la opinión de la Torá.

El significado de «opinión de los dueños de casas» es que normalmente, quien compra una casa, se dice que esa casa pertenece a tal o cual persona, lo que significa que la casa no le pertenece a ningún otro, sino específicamente a esa persona. Incluso si compra un objeto pequeño es lo mismo, lo cual significa que cuando nos preguntamos unos a otros: «¿A quién pertenece este objeto?» Este pertenece a tal o cual, quien lo ha adquirido a través del esfuerzo que ha entregado por el objeto, y entonces el objeto será suyo; y el nombre de la persona se le dará al objeto.

Igualmente ocurre en el trabajo del Creador. Cuando una persona hace un esfuerzo y quiere una recompensa por su esfuerzo, se deduce que la recompensa que quiere recibir se nombra después de él, y que él quiere adquirir la recompensa de este mundo y la recompensa del mundo venidero. Se sigue de esto que todo entra en su propia autoridad, que él es el propietario de todas las cosas que adquiere a través de su esfuerzo.

A estas personas se les llama «la opinión de los dueños de casas» porque la única razón que entienden es no hacer nada excepto por su propio beneficio, lo que significa que serán los dueños de las cosas que pueden obtener a través del esfuerzo. Si no ven que pueden obtener algún beneficio para ellos, no tienen fuerzas para trabajar y esforzarse, a menos que vean que exista la posibilidad de obtener algo para su propia autoridad, esto se llama «amor propio». Esto se llama «público en general», y son considerados como dueños de casas.

Pero los individuos son llamados «la opinión de la Torá». Esto significa que todas las personas que pertenecen a los individuos tienen la opinión de la Torá, ya que quiere anularse a su particularidad, para no tener existencia por sí mismo, pues no quiere merecer un nombre. Es decir, no quiere poseer nada porque quiere salir del amor propio y no preocuparse por sí mismo de ninguna manera, sino solo de anularse ante el Creador. Esto es todo lo que quieren, cancelar su propia autoridad. Quieren que haya una sola autoridad, la autoridad del Creador. Es decir, no quieren que haya dos autoridades, sino solo la autoridad del Uno que es Único.

Cuando hacen la lectura de Shemá, ellos dirigen cuando dicen: «Escucha Israel, El Señor nuestro Dios, el Señor es Uno», para que haya una sola autoridad en el mundo, y querrán cancelar su propia autoridad, y que haya un solo Creador. Esto se llama «la opinión de la Torá». Es como dijeron nuestros sabios (Berajot 63): «Las Palabras de la Torá se hacen realidad solo en alguien que se mata por ella». Esto significa que él da muerte a su esencia, lo que significa su amor propio.

Esto significa que los individuos y la opinión de la Torá son una misma cosa. Es decir, se trata de alcanzar la Dvekut (adhesión), llamada «equivalencia de forma», y cancelar el amor propio, y que toda su dirección sea anularse ante Él. Mientras uno sienta que todavía está inmerso en el amor propio, aunque observe la Torá y las Mitzvot (precepto) en todos sus detalles, no puede verse a sí mismo como completo en su trabajo, diciendo que es un trabajo completo, ya que ve que en cada cosa que hace todavía quiere que todo entre a su propia autoridad, llamada «opinión de los dueños de casas», y no le importa tener dos autoridades. Y asume de corazón que tiene dos autoridades. En ese momento puede rezar una plegaria verdadera, desde las paredes de su corazón, para que el Creador lo saque de su propia autoridad y lo admita dentro de la autoridad del Creador. Es decir, él sentirá que solo hay una autoridad en el mundo y que todo se anula ante Él. Por eso hay una educación especial para el público en general y una educación especial para los individuos.

Sin embargo, debemos entender por qué el público en general es educado a través de la completitud, asumiendo que hay completitud en todo lo que hacen, ya que se dijo que incluso Rashbi, que es más meticuloso que Rabí Ishmael, pregunta: «Es posible para uno arar a la hora del arado... la Torá, ¿qué será de ella?» Aún así, dice: «Incluso si una persona lee solo el Shemá haciéndolo en la mañana y en la tarde, él ha cumplido “Este libro de la Torá no se moverá de tus labios”. Lo cual significa que es como si hubiera observado el versículo, “y lo contemplarás de día y de noche”».

Sin embargo, dado que el público en general debe tener aferramiento en la Torá y las Mitzvot (precepto), y como vemos que existe una ley en la naturaleza de que nadie puede hacer nada a menos que vea progreso en sus acciones, y dado que el público en general tiene la opinión de los dueños de casas, si se les dice que existe la opinión de la Torá ni siquiera comprenderán lo que se les dice.

Es como si alguien hablara solamente hebreo y si se le hablara en inglés, seguramente no entenderá ni una sola palabra. Del mismo modo, la opinión de los dueños de casas, que solo entienden el lenguaje del amor propio, ciertamente no comprenderá otro idioma, es decir, el lenguaje del otorgamiento.

Por lo tanto, para tener un aferramiento en la Torá y las Mitzvot (preceptos), lo cual es necesario para el beneficio del público en general, ya que se dijo que hay completitud en el público a través de la cantidad, si se les dice que no hay plenitud en su trabajo, dejarán de guardar la Torá y las Mitzvot. Pero no se trata de una mentira si uno no les dice la verdad, ya que cualquier aferramiento en la Torá y las Mitzvot es algo muy grande, y que centavo a centavo se acumulan en una gran cantidad, e Israel son garantes los unos por los otros. Por lo tanto, cualquier trabajo que alguien haga se une al trabajo de todos y cada uno del público.

Es como Baal HaSulam ha dicho, que existen dos que son fuertes, fuertes en cantidad y fuertes en calidad. El fuerte en calidad es un león y el fuerte en cantidad son las langostas, y ambos tienen un poder que es difícil de superar. Por lo tanto, necesitamos el público en general, y que sea fuerte en calidad (cantidad). Por esta razón, decimos cuando rezamos, incluso si no conocemos el significado de las palabras, ello sigue siendo muy importante porque las palabras sagradas tienen un gran poder que brilla como circundante a la persona, aunque uno no lo sienta internamente.

Sin embargo, si una persona ve las palabras que dice y sabe un poco sobre el significado de esas palabras, y ve que el cuerpo no está de acuerdo con lo que él está diciendo, entonces se le dice: «Esto no tiene nada que ver contigo; no tomes en consideración los pensamientos extraños que el cuerpo te está diciendo y no estés de acuerdo con lo que el cuerpo argumenta». Más bien, al final todo estará bien. Es decir, «solo cuando dices las palabras que nuestros sabios han arreglado, cuando debemos decir el orden completo de rezos y letanías, no tienes que prestarle atención a eso, lo que significa que no debes considerar lo que el cuerpo está argumentando, que estás diciendo solo mentiras. Es decir, lo que estás diciendo son únicamente mentiras, lo que significa que estás pidiendo algo, pero en verdad, tú mismo no consideras la petición que estás haciendo».

Por ejemplo, estás diciendo: «Devuélvenos, Padre nuestro, a Tu ley». Sin embargo, ni siquiera estás pensando en lo que estás pidiendo porque tu carencia, lo que sientes que necesitas es honor, dinero, y esas cosas. Entonces, estás haciendo verdaderos argumentos. En ese momento, se le dice: «No debes preocuparte por los argumentos del cuerpo. Más bien, no está argumentando para que realmente pidas arrepentimiento, sino para hacerte caer, para que no reces. Es por ello por lo que viene a ti y emplea el argumento de un justo. Sin embargo, estos son pensamientos extraños que no debes tomar en consideración en absoluto».

La razón por la que se le enseña a avanzar de una manera en que todo lo que hace es para estar en completitud es porque una persona no puede trabajar en algo en lo que no ve progreso. Es similar a los arreglos hechos en asuntos corporales. Por ejemplo, cuando una persona comienza a estudiar el oficio carpintería y ve que no progresa en el oficio, le dicen: «la carpintería no es para ti, ve a aprender otro oficio». Si no tiene éxito en la próxima profesión, le dicen: «No puedes continuar porque no estás progresando en estos estudios». Más bien, no puede ser un trabajador profesional, sino solo un simple obrero.

Es igual aquí, en el trabajo del Creador. Cuando queremos que continúe en el trabajo, porque en la espiritualidad todo lo que hacemos se considera como completitud desde la perspectiva del público en general, no debemos mencionar ningún defecto en su trabajo. Por el contrario, le dicen: «Todo lo que haces es perfecto porque centavo a centavo se suma en una gran cantidad y ningún acto en la espiritualidad se pierde». Por el contrario, en el momento del final de la corrección, todos los actos serán corregidos.

Resulta que, no se le miente, sino que para él esto es trabajo suficiente porque no puede trabajar en el camino de la individualidad, donde a uno se le enseña a caminar en el camino de la crítica, es decir, acaso puede realmente guardar lo que está pidiendo, y su boca y su corazón son equivalentes en lo que le pide al Creador, o él ve que el cuerpo no está de acuerdo con lo que está pidiendo, y siempre debe ver su verdadero estado.

Encontramos la razón de las dos conductas en nuestros sabios (Ketubot 17), en la disputa entre la casa de Shamai y la casa de Hilel con respecto a «Cómo bailar delante de la novia». La casa de Shamai dice: «La novia tal como es ella», es decir, significa decir la verdad sea lo que sea. La casa de Hilel dice: «una novia hermosa y virtuosa». La casa de Shamai le dijo a la casa de Hilel: «Si ella es coja o ciega, ¿se le dice “una novia hermosa y virtuosa”? (Rashi interpreta que virtuosa significa que se extiende un hilo de gracia sobre ella)». Pero la Torá decía: «mantente alejado de las palabras falsas». La casa de Hilel le dijo a la casa de Shamai: «Según ustedes, aquel que ha hecho un mal negocio en el mercado, ¿lo va a alabar o condenar ante sus ojos? Dicen, lo alabará ante sus ojos». A partir de aquí nuestros sabios dijeron: «La opinión de uno siempre debe mezclarse con la gente». Rashi interpreta que la opinión de uno debe mezclarse con la gente, para hacer de acuerdo con los deseos de cada hombre.

Esto requiere una aclaración: si una persona que no es tan hábil, por ejemplo, en bienes raíces o diamantes, se lleva consigo a un profesional en estos asuntos, y si ese comprador quiere comprar un apartamento que le gusta o un diamante que le gusta, y la persona que se llevó con él como profesional ve que no son buenos, ¿es mejor si no le dice la verdad, que este es un mal negocio? ¿Podemos decir esto? De acuerdo con la explicación de Rashi, quién interpreta que «la opinión de uno siempre debe mezclarse con la gente, hacer de acuerdo con los deseos de cada hombre», entonces, si quiere un mal negocio, uno debería decirle: «Sí, es un buen negocio».

En cambio, deberíamos decir que hay una diferencia porque antes de que una persona haya hecho un mal negocio, él todavía puede arreglarlo, es decir, no cerrar el mal negocio, y por supuesto que debería decirle la verdad. Pero si ya ha cerrado el trato y no puede arreglarlo, está prohibido decirle la verdad, porque ¿qué ganará si conoce la verdad? Él solo sufrirá inútilmente.

En ese momento se puede decir, como lo interpretó Rashi, «hacer de acuerdo con los deseos de cada hombre». Esto significa que el deseo de toda persona es sentir placer. Por lo tanto, si le dicen la verdad sufrirá, entonces no se le debe decir la verdad, porque ese no es su deseo, ya que el deseo del hombre es disfrutar de la vida, pues este es el propósito de la creación. Por esta razón, si le dicen la verdad, él sufrirá. Pero si todavía no ha realizado la compra, se le debe decir la verdad porque estará contento, ya que ahora que sabe la verdad no hará el mal negocio, sino que hará un buen negocio tal como le aconsejan, y pagará el precio requerido para el buen negocio.

Lo mismo aplica aquí con respecto al trabajo del Creador. A las personas que pertenecen al público en general, que no querrán o no podrán entender otro idioma que no sea el lenguaje del amor propio, si se les dice que su trabajo es incompleto, que es similar a lo que nuestro sabio dijo: «Alguien que hace un mal negocio», lo que significa que no puede arreglarlo, no se les debe decir que es un mal negocio. Más bien, «Él debe alabarlo ante sus ojos». Esto es así de acuerdo a como Rashi explicó sobre lo que dijeron nuestros sabios: «Por lo tanto, la opinión de uno siempre debe mezclarse con la gente», es decir, hacer de acuerdo con los deseos de cada hombre. Esto significa que si una persona solo desea amor propio, se le debe decir: «Este trabajo, que estás trabajando en Lo Lishmá (no en nombre de Ella) es un trabajo bueno y virtuoso». Pero, ¿cómo se pueden decir dos cosas opuestas al mismo tiempo, es decir, que su trabajo es en Lo Lishmá pero sigue siendo un trabajo bueno y perfecto?

Sin embargo, él comienza a entender por sí mismo que no puede trabajar en Lishmá (en Su nombre), sino como el público en general, que solo trabaja en Lo Lishmá (no en Su nombre). Por esta razón, él dice: «No soy peor que el público en general». Y con respecto a lo que está escrito en todos los lugares -que una persona debe trabajar en Lishmá- este trabajo fue dado solo a unos pocos elegidos en la generación y no al público en general, ya que el trabajo en Lishmá es un trabajo duro. Por lo tanto, se deduce que él es guiado de acuerdo con su deseo.

Sin embargo, las personas que pertenecen a los individuos, tiene un impulso interno y no está satisfechos con el trabajo del público en general porque tiene una inclinación por la verdad y no puede entender las contradicciones, sino que se dice a sí mismo: «O estoy sirviendo al Creador o me estoy sirviendo a mí mismo». Es decir, son intransigentes y dicen: «O bien estoy trabajando en beneficio del Creador por completo y no para mi propio beneficio, o estoy trabajando en mi propio beneficio y no en beneficio del Creador». Es como dijeron nuestros sabios (Sucá 45): «Todos los que asocian el trabajo para el Creador y otra cosa, son desarraigados del mundo». Esto significa que si él quiere trabajar para beneficiar al Creador, pero también un poco para su propio beneficio, él es desarraigado del mundo eterno.

Por lo tanto, cuando el deseo de uno es ver la verdad, se le instruye a criticar sus acciones, es decir, a ver si su boca y su corazón son iguales en lo que él dice. Si no lo son, entonces debería esforzarse para poder dirigir en nombre de los cielos. En ese momento es todo lo contrario, lo que significa que el cuerpo le hace comprender que debe saber que está por encima de la gente común y no es igual al resto de las personas, que pertenecen al público en general, mientras que él pertenece a los pocos elegidos en la generación que asciende en grados.

Si el Creador no lo ayuda con su pedido tan pronto como lo pide, inmediatamente se enoja y dice: «Yo entiendo que otras personas, que son del tipo que pertenece al público en general, cuando te exigen que satisfagas sus carencias materiales, es decir, carencias de amor propio, no son dignas de que Tú les concedas sus deseos. Pero, cuando te pido solo demandas espirituales, es decir, para Tu beneficio, porque ¿qué es lo que quiero?, trabajar para Ti, servirte solo a Ti y no exijo nada para mí mismo, entonces ¿por qué no me respondes de inmediato, sobre todo porque te he estado pidiendo durante mucho tiempo que quiero trabajar para Ti, excepto que mi cuerpo no me permite trabajar y por eso estoy pidiendo Tu ayuda entonces, por qué no me ayudas?».

Resulta que, él viene con quejas verdaderas. Deberíamos entender por qué realmente no es respondido. La razón es simple, dado que él está argumentando que tiene la razón. La pregunta es, ¿en qué está en lo cierto? Él dirá que normalmente, cuando alguien quiere hacer algo bueno a otro, el beneficiario escucha la voz del dador. Por esta razón, aquí, en el trabajo del Creador, cuando quiere trabajar para el Creador, resulta que el Creador es el receptor del beneficio y el hombre es el dador. Y es por eso que está enojado con el Creador por no escucharlo.

Sin embargo, en el trabajo del Creador, es al revés de lo que la persona piensa, ya que es similar a lo que dijeron nuestros sabios sobre los fondos del matrimonio (Kidushin, p.7a), ya que acerca de la regla de uno que se casa con una mujer, la escritura dice: «Y él lo puso en su mano», lo que significa que el esposo está obligado a dar dinero para la santificación del matrimonio. Sin embargo, si él es una persona importante, si ella le da los fondos para el matrimonio y él dice: eres santificada para mi (se casa con ella), entonces ella es santificada (casada). La razón es que, con una persona importante, el placer de recibir de ella se considera realmente como dación.

Entonces resulta que, cuando una persona quiere darle todo al Creador, él es considerado como un receptor. Es decir, si el Creador acepta su trabajo, se considerará que la persona es el receptor y no que la persona sea el dador, como piensa la persona.

Por lo tanto, cuando una persona quiere darle algo al Creador, se considera que el Creador le está dando a la persona. En ese momento se ve desde arriba si esa persona es digna de que ese placer le sea otorgado, lo que significa que el Creador recibirá de él. Esta es la razón por la cual su plegaria no se concede inmediatamente, ya que el hombre piensa que él es el dador. En lo que se refiere al dador de los regalos, no se requieren condiciones del dador. Por el contrario, puede ser que el receptor podría tener que cumplir las condiciones que el dador requiera.

Por esta razón, como con una persona importante, el dador es considerado como un receptor, y la persona importante puede establecer condiciones para el dador, o éste no recibirá de él. Del mismo modo, en el trabajo del Creador, el Creador requiere que la persona le dé ciertas cosas en su trabajo en nombre de los cielos, o de lo contrario el Creador no querrá recibir de la persona lo que quiere darle. Por esta razón, la persona debe hacer muchas peticiones al Creador, para que Él quiera recibir de esa persona.

Solo cuando el Creador ve que uno está preparado y es digno de que el Creador reciba de él lo que quiere darle, el Creador le brindará la ayuda para que pueda hacer todo con el fin de otorgar. Antes de esto, no recibe ayuda de manera que esa persona pueda ver directamente que el Creador le está ayudando. Más bien, la persona recibe ayuda hasta que esté sea merecedora de hacer todo con el fin de otorgar, y hasta entonces, aunque sin la ayuda del Creador no hay nada, la persona no puede ver esto directamente.

Por esta razón, la persona que quiere que el Creador lo ayude a ser capaz de observar, como dijeron nuestros sabios (Avot 2:12): «Todas tus obras serán en nombre de los cielos», primero debe sentir la importancia del Creador así como entender su dación, como se dijo sobre una persona importante. En ese momento sabrá que lo que quiere dar, más bien debería pensar que ahora lo va a recibir del Creador ya que ante una persona importante: «Por el placer que recibe de él, la dación se considera recepción».

Por lo tanto, la persona primero debe apreciar la importancia del Creador y buscar consejos sobre cómo obtener la grandeza del Creador. Esto significa que todas las Mitzvot (preceptos) que realice serán con la intención de obtener la grandeza e importancia del Creador.

Esto es similar a lo que está escrito en El Zóhar acerca del versículo: «Su marido es conocido en las puertas». El Zóhar dice: «Cada uno según lo que asume en su corazón», porque solo entonces, según la importancia y la grandeza que el Creador asume en su corazón, comienza a sentir que quiere entregar todas sus acciones solo para beneficiar al Creador. Es así porque él quiere recibir placer de la recepción del Creador de él, de lo que él quiere darle, como se dijo acerca de una persona importante.

Y como la calidad de la recepción del placer, esta cualidad de recepción está impresa en el hombre, cuando uno siente la importancia y la grandeza del Creador -dado que hay placer en que una persona importante reciba de uno- el deseo despierta naturalmente en la persona que desea hacer todo para beneficiar al Creador. Es decir, quiere dar todo lo que tiene al Creador por el placer que siente al darle al Creador.

Sin embargo, esto no se considera «otorgar con el fin de recibir». Más bien, otorgar con el fin de recibir significa que es como el comercio, donde el comprador le da dinero al vendedor. Se deduce que el comprador le está dando al vendedor para que el vendedor le dé una cierta retribución a cambio de lo que da.

Se sigue que aquí hay dos cosas:

1) El dinero que el comprador le da,

2) El vendedor que le da un objeto a cambio.

Por el contrario, con el trabajo del Creador, el más pequeño le da al más grande un objeto y no quiere ninguna retribución a cambio. Más bien, aquí hay un solo acto. Por lo tanto, aquí debemos distinguir dos intenciones en el mismo acto, es decir, el objeto que la persona pequeña le da a la persona importante.

Aquí deberíamos distinguir dos intenciones opuestas:

1) El dador y la intención del dador de recibir placer de dar,

2) El receptor del objeto, que es una persona importante, y cuya intención es otorgar placer al dador. Se sigue que el dador se llama «receptor» y el receptor se llama «dador».

Como se dijo anteriormente, este placer que una persona disfruta otorgando al Creador se debe a Su importancia. La cuestión es que, como nos fue dado el asunto de la corrección, llamada «equivalencia de forma», llamada Dvekut (adhesión), como dijeron nuestros sabios sobre el versículo: «y adherirse a Él», debemos decir que esto significa, «como Él es misericordioso y disfruta de dar a las criaturas, entonces tú eres misericordioso», es decir, disfrutas de dar al Creador. Resulta que cuando él otorga al Creador y no disfruta, hay un defecto en la equivalencia de forma.

Más bien, precisamente si él disfruta de dar al Creador entonces puede decirse que aquí existe una equivalencia de forma. Sin embargo, ¿cómo puede alguien llegar a tal grado que disfrute de otorgar al Creador? Esto solo puede suceder cuando siente la grandeza e importancia del Creador. En ese momento hay placer natural, como con una persona importante. Por esto uno puede recibir placer del otorgamiento, porque este otorgamiento le da placer, y la persona puede trabajar en un lugar de recepción.

Sin embargo, esto plantea la pregunta: «¿Cómo se llega a sentir la grandeza del Creador?», Baal HaSulam dijo acerca de esto que es un asunto de fe por encima de la razón. Es decir, dio la descripción de que a veces una persona siente que este hombre está por encima de todos los demás y tiene las cualidades más valiosas del mundo. Y que en cuanto a la sabiduría, él es el hombre más sabio de la Tierra. Este es el primer discernimiento.

El segundo discernimiento es que él no siente su grandeza e importancia, sino que cree en él por encima de la razón, que él posee todas las cualidades del mundo. Si su fe es del cien por ciento, es como si lo hubiera logrado mediante el conocimiento.

Hay que hacer dos discernimientos en la fe por encima de la razón:

1) Él no tiene manera de alcanzar su importancia y su grandeza, y por lo tanto cree que aquel es el hombre más importante en el mundo.

2) Él tiene una manera de alcanzar y sentir su importancia y grandeza, pero debido a su honor, para que no haya daño al investigar la verdad. Es como una persona que le pide un préstamo a alguien que le promete que le pagará a tiempo, y entonces el prestamista va a investigar en la calle si es una persona confiable. Algunas veces el que toma el préstamo escucha esto, entonces resulta que, el que toma el préstamo también ha sido dañado por esto, ya que es la persona más importante en el mundo. Se sigue que debido al honor, él cree que por encima de la razón, a pesar de que pueda hacerlo de otra manera.

En consecuencia, se deduce que si uno específicamente quiere «Debido al honor del Creador, encubrir el asunto», él quiere creer en el Creador a pesar de que tiene un camino por el cual alcanzar y conocer la importancia del Creador. Aún así, renuncia a las chispas en su cuerpo que le dicen: «¿Por qué tienes que ir por encima de la razón cuando puedes conseguir todo dentro de la razón?». Este grado se aplica a aquellos que ya tienen un grado y han sido recompensados con un poco de espiritualidad, que tienen un camino por el cual alcanzar la grandeza del Creador y, aún así, quieren ir por encima de la razón.

Sin embargo, lo mismo se aplica en el trabajo que es la preparación para entrar en la verdadera espiritualidad. Es decir, cuando uno asume creer en la importancia del Creador por encima de la razón, debe asumir que quiere ir específicamente con fe por encima de la razón. A pesar de que se le diera la razón para ver la grandeza del Creador dentro de la razón, uno prefiere mucho más la fe por encima de la razón debido a que «el honor del Creador es encubrir el asunto».

Esto se considera como querer ir por encima de la razón. Precisamente entonces se convierte en un Kli (vasija) apto para recibir espiritualidad, ya que no se preocupa en absoluto por sí mismo, sino que todas sus intenciones son solo para otorgar al Creador. Por esta razón, ya no existe el miedo de que si se le da algo de iluminación ésta irá a las vasijas de recepción, dado que él siempre está tratando de salir del amor propio.

Baal HaSulam dijo que como el deseo de recibir solo quiere recibir y no otorgar, incluso cuando se le dice que trabaje por encima de la razón, se considera solo otorgar y no recibir porque una persona sufre si tiene que ir por encima de la razón. La evidencia de esto es que el cuerpo siempre está interesado en recibir deleite y placer en todo lo que hace, y dado que si una persona debe trabajar por encima de la razón el cuerpo no está satisfecho con ello, entonces cuando se le enseña a la persona a ir por encima de la razón, ya comienza el trabajo de otorgamiento. Por lo tanto, resulta que cuando uno prefiere ir por encima de la razón, se cuida de seguir el camino correcto, que es el camino para lograr Dvekut (adhesión) con el Creador.

De acuerdo con lo anterior, siempre debemos recordar que el significado de «por encima de la razón» es que uno debe saber primero que va a asumir el discernimiento de por encima de la razón para representar lo que está dentro de la razón, es decir, lo que su razón le dice, por lo cual vale la pena trabajar para el Creador. Además, uno debería representar de qué manera -bajo esta o aquella condición- aceptaría trabajar con el fin de otorgar.

Y vemos en la naturaleza que cuando el pequeño sirve al grande, tiene deleite y placer, porque vemos que hay gente que paga dinero para poder servir al grande. Y cuando uno conoce y siente la grandeza de una persona importante no necesita esforzarse para que el cuerpo quiera servirle, por eso el Creador ha puesto en la naturaleza la existencia del placer de servir a uno grande, y que se anule ante él como una vela ante una antorcha. Sin embargo, esto es así específicamente cuando el cuerpo siente su grandeza e importancia. Por esta razón, siempre debemos pensar cómo obtener la grandeza e importancia del Creador.

Ahora vamos a explicar las palabras de El Zóhar cuando interpreta el versículo: «Que las aguas... se junten en un lugar, y que se vea la tierra seca». De acuerdo con lo que explicamos anteriormente con respecto al público en general y a los individuos, el público en general tiene la «opinión de los dueños de casas», llamada «amor propio», lo que significa que quieren recibir todo dentro de su propia autoridad. Esto significa que, aunque creen en el Creador, que Él es el Dueño del mundo y que todo es llamado por Su nombre, aun así, cuando se dedican a la Torá y las Mitzvot (preceptos), quieren obtener, dentro de su propia autoridad, recompensa del Creador a cambio de su esfuerzo en la Torá y las Mitzvot. Esto se llama «tomar de una autoridad a otra autoridad», es decir, sacar de la autoridad singular la autoridad pública. Se considera que quieren que haya dos autoridades: la autoridad de los hombres y la autoridad del Creador.

Pero los individuos que pertenecen a la «opinión de la Torá», que es la cancelación de la autoridad, como dijeron nuestros sabios (Berajot 63b): «Las palabras de la Torá se cumplen solo en aquel que se mata por ella», como se dijo: «Esta es la Torá, que el hombre morirá en una tienda». El significado es que uno anula su esencia, es decir, al amor propio, y quiere hacer todo en nombre de los cielos, lo que significa que habrá una sola autoridad en el mundo, la autoridad del Único.

En ese momento puede ser recompensado con la Torá porque entonces él está en un estado de equivalencia de forma, llamado Dvekut (adhesión) con el Creador. Y entonces es llamado «Israel», lo que significa que es recompensado con que todos sus pensamientos, palabras y acciones son directamente Yashar-El (directo al Creador) porque todas sus aspiraciones son solo para lograr el otorgamiento, llamado «equivalencia de forma», ya que se anula ante el Creador, que es llamado «la autoridad del Único» y no como dos autoridades, que también tienen un deseo por el amor propio.

Sin embargo, dado que existe la regla de que ellos son muchos, y que la opinión de la mayoría tiene un gran poder para controlar al individuo, y dado que el público en general se siente pleno en relación con el trabajo del Creador, la opinión de la mayoría también alcanza al individuo. Y aunque el individuo no quiera asumir el método del público en general, ellos debilitan al individuo, por lo que no sentirá tanto su propia carencia, y el individuo es debilitado en su trabajo.

Esto es, el cuerpo le dice: «Es cierto que no estás completo en el trabajo en nombre de los cielos, pero no es tan terrible como para que te arrepientas y hagas de corazón una plegaria por ello». Es decir, debes decir que si no eres recompensado con el grado de dar satisfacción al Creador, dices al respecto: «Prefiero mi muerte a vivir». No estás obligado a hacer esto. Después de todo, ves que todo el público en general toma el camino de los dueños de casas. Es cierto que sería mejor si pudieras hacer todo con el fin de otorgar, pero debes pedirle al Creador que te ayude. Y si todavía no recibiste ayuda del Creador, estás tan preocupado que dices: «Prefiero mi muerte a vivir». Pero esto no es tan terrible; mira al público en general.

Mediante esto, el individuo se rinde ante el público en general. Es decir, esto lo debilita de hacer las cosas que puede hacer hasta obtener la ayuda del Creador, quien le dará esa fuerza para que pueda hacer todo con el fin de otorgar, como lo exige el individuo.

Y cuando una persona comienza a recibir plenitud del público en general, la persona ya no puede ver la verdad porque por cada carencia que él mismo halla, inmediatamente encuentra una excusa que lo justifica en una medida tal que ya no siente que ahora él es controlado por el público en general.

Por lo tanto, para estar en un estado donde el trabajo se revele ante él, y para no ser arrastrado por el control del público, El Zóhar viene y nos aconseja concentrar todo lo que hacemos en Torá y Mitzvot (preceptos) en un solo lugar. Es decir, debemos llegar a tener un solo lugar, es decir, una sola autoridad y no dos autoridades.

En ese momento él puede decir: «Escucha Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor es Uno». Esto es, como mencionamos anteriormente, «la opinión de la Torá». De otra manera, es decir, desde la opinión de los dueños de casas, debería haber dos autoridades:

1) La autoridad del Creador,

2) La autoridad del hombre.

Cuando una persona critica su trabajo, ve que no tiene ninguna pertenencia a la Dvekut (adhesión) con el Creador, llamada «equivalencia de forma», por lo que, naturalmente, está separado de la Vida de Vidas y es similar a las naciones del mundo, que no quisieron recibir la Torá. La Torá debe interpretarse como «la opinión de la Torá». Más bien, quieren la opinión de los dueños de casas, y de eso no puede haber existencia en el mundo. Al verse y examinarse a sí mismo puede ver su verdadero estado en los caminos del Creador y no será arrastrado tras la completitud del público en general, que quiere que gobierne la opinión de los dueños de casas.

Es como dice El Zóhar: “Júntense las aguas debajo ... en un lugar” Las aguas, que es la Torá, se juntarán en un solo lugar, lo que significa que las dos autoridades que hay en el mundo serán una sola autoridad, lo que se llama «La opinión de la Torá». Como finaliza El Zóhar: «La Torá es el asentamiento del mundo, y en ésta, él existe. Y las naciones del mundo, que no la recibieron, permanecieron desoladas y secas».