Rabí Yehudá Leib HaLevi Ashlag (Baal HaSulam)
La Sabiduría de la Cabalá y la filosofía
¿Qué es la espiritualidad?
La filosofía ha invertido grandes esfuerzos para demostrar cómo la corporalidad es la descendencia de la espiritualidad y en cómo el alma engendra al cuerpo. A pesar de eso, sus palabras no resultan de ninguna manera aceptables para el corazón. Y su principal error es su percepción de la espiritualidad, que determinaron que la espiritualidad engendró e hizo surgir a la corporalidad, lo cual es ciertamente una mentira.
Porque todo padre debe tener alguna similitud con su descendiente. Esta relación es la vía y el camino a través del cual se extiende su descendencia. Además, cada operador debe tener alguna relación con su operación, para entrar en contacto con ella. Dado que se dice que la espiritualidad niega cualquier incidente que hay en la materialidad, entonces tal camino no existe. Por lo tanto, ¿qué relación puede tener lo espiritual con lo material, para ponerse en contacto con lo material y ponerlo en movimiento de alguna manera?
De cualquier modo, comprender el significado de la palabra «espiritualidad» no tiene nada que ver con la filosofía. ¿Cómo pueden discutir algo que nunca han visto o sentido?, y ¿en qué se basan sus fundamentos?
Si existe alguna definición que pueda distinguir y dividir entre lo espiritual y lo material, solo les pertenece a aquellos que han alcanzado alguna vez algo espiritual y lo han sentido. Estas personas son los cabalistas genuinos, por lo tanto, lo que necesitamos es la Sabiduría de la Cabalá.
La filosofía en relación con Su Esencia
En relación a Su Esencia, de la cual la filosofía tanto ama ocuparse y demostrar cuáles son todas las leyes que no se aplican a Él, la Cabalá no se ocupa en absoluto, porque ¿cómo puede definirse lo que no se puede alcanzar y percibir? Porque, una definición negativa es tan valiosa como una positiva. Por ejemplo, si vieras un objeto a lo lejos y reconocieras todas sus partes negadas, es decir, todo lo que no es, esto también se considera como ver y cierta medida de reconocimiento. Porque si un objeto está realmente fuera del alcance de nuestra vista, ni siquiera podremos reconocer sus características negadas.
Por ejemplo, si vemos a lo lejos una imagen oscura, pero aún podemos determinar que no es ni una persona ni un pájaro, esto también se considera visión. Porque si hubiera estado aún más lejos, no podríamos determinar que no se trata de una persona.
De esto surge toda su nulidad y todas sus confusiones, porque a la filosofía le gusta enorgullecerse de que ellos entienden todos los asuntos negados acerca de Su esencia. Sin embargo, los sabios de la Cabalá, se tapan sus bocas con la mano con respecto a este asunto, y no le asignan ni siquiera un simple nombre, porque todo aquello que no alcanzamos, no lo podemos definir con un nombre o con una palabra. Esto se debe a que la palabra indica el comienzo de un cierto grado de alcance.
No obstante, los cabalistas hablan y disciernen mucho acerca de Su iluminación en la realidad, es decir, que todas esas iluminaciones con las que fueron recompensados con auténtico alcance, lo cual no es menor a un alcance tangible.
Lo espiritual es una fuerza sin cuerpo
Esto es lo que los cabalistas definen con el nombre «espiritualidad» y sobre lo cual hablan. La misma no tiene ninguna imagen del espacio ni del tiempo, y ninguna relación con los valores materiales en absoluto (y en mi opinión, toda la filosofía se ha cubierto con un manto que no le es propio, ya que ha robado ciertas definiciones de la Sabiduría de la Cabalá, y se han hecho delicias con su comprensión humana. Si no hubiera sido por esto, nunca se les hubiera ocurrido inventar una sabiduría así), (la espiritualidad) es una fuerza potencial, es decir, no es una fuerza revestida en un cuerpo, como es habitual en este mundo, sino una fuerza sin cuerpo.
La vasija espiritual es llamada «fuerza»
Este es el lugar para señalar que la fuerza de la cual habla la espiritualidad, no se refiere a la Luz espiritual misma. Porque esta Luz espiritual, se extiende directamente desde Su Esencia y por lo tanto se evalúa igual que Su Esencia. Esto significa que tampoco percibimos ni alcanzamos la Luz espiritual, como para que la podamos determinar con algún nombre o definición. Porque incluso el nombre «Luz» es prestado y no es auténtico. Entonces, debemos saber que el nombre «fuerza» sin cuerpo se refiere exactamente a la «vasija espiritual».
Luces y vasijas
Por lo tanto, debemos preguntarnos, ¿cómo los sabios de la Cabalá distinguen las Luces?, ya que toda la sabiduría está llena de sus discernimientos.
Esto se debe a que estas observaciones no se refieren a las Luces mismas, sino a la impresión de la vasija, que es la fuerza mencionada anteriormente, la cual se impresiona del encuentro de la Luz con ella.
Vasijas y Luces (el significado de las palabras)
Y aquí es donde debe añadirse la diferencia entre el regalo y el amor que este genera. Porque las Luces, es decir, la impresión de la vasija, lo cual es alcanzable, es denominada «materia y forma» juntas. Porque la impresión es la forma, y la fuerza mencionada es la «materia».
No obstante, el amor que nace, se considera una forma sin materia. Esto significa que, si separamos el amor de la sustancia del regalo, como si nunca hubiera estado revestido en un regalo concreto, sino solo en el nombre abstracto «amor a Dios», entonces, se considera como forma. En ese caso, esta práctica se denomina «Cabalá de las formas». No obstante, aún se la considera real, sin ninguna similitud con la filosofía de las formas, pues el espíritu de este amor permanece de verdad dentro del alcance, de forma completamente separada del regalo, es decir, es la Luz misma.
La materia y la forma en la Cabalá
Y la razón de esto es que, aunque este amor es solamente una consecuencia del regalo, de todos modos, su importancia es invaluable en comparación con el regalo mismo. Es como un gran rey que le da un pequeño objeto a una persona. Aunque el regalo en sí no tenga ningún valor, a pesar de eso, el amor y la atención del rey es invaluable y precioso. Por lo tanto, está absolutamente separado de la materia, que es la Luz y el regalo, de modo que todo el trabajo y el discernimiento quedan grabados en el alcance, únicamente en el amor. El regalo, pareciera ser borrado y olvidado por el corazón. Por lo tanto, esa parte de la sabiduría es llamada «Sabiduría de la Cabalá de las formas». La cual es la parte más importante de la sabiduría.
ABYA
Este amor tiene cuatro partes que son consideradas de forma similar al amor humano: cuando recibimos un regalo por primera vez, aun no nos referimos al dador del presente como alguien que nos ama, tanto más si es un hombre importante, ya que quien recibe no tiene equivalencia con el que da.
No obstante, por medio de múltiples regalos y una larga perseverancia harán que, incluso reconozca que el hombre importante lo ama de verdad y que son como iguales. Porque en la ley del amor no hay más grande o más pequeño, porque dos que se aman de verdad deben sentir igualdad entre ellos.
Por lo tanto, aquí se pueden discernir cuatro grados de amor. El primer incidente se denomina Asiá, la repetición de múltiples regalos se denomina Yetzirá, y la revelación del amor mismo, se denomina Beriá.
Y aquí es donde comienza el estudio de la Sabiduría de la Cabalá de las formas, porque es en este grado que el amor se separa de los regalos. Este es el significado de las palabras: «Y crea la oscuridad», lo cual significa que expulsa la Luz de Yetzirá y permanece el amor sin Luz, sin sus regalos.
Luego Atzilut. Después que probó y separó la forma de la materia por completo, como en: «Y crea la oscuridad», es merecedor de ascender al grado de Atzilut, donde la forma vuelve a revestirse en la materia. Es decir, la Luz y el amor juntas.
La cantera del alma
Todo lo espiritual lo comprendemos como una fuerza separada del cuerpo porque no tiene ninguna imagen corporal. Sin embargo, debido a ello permanece aislado y completamente separado de lo corporal. Por lo tanto, ¿cómo puede siquiera poner en movimiento algo corporal, mucho menos engendrar algo corporal de sí mismo, cuando no tiene manera de ponerse en contacto con lo corporal?
El elemento ácido
Sin embargo, la verdad es que la «fuerza» por sí misma es considerada también como una sustancia genuina, tanto como cualquier otra sustancia material en el mundo tangible.
Y a pesar de que no tenga una imagen que los sentidos humanos puedan percibir, no le quita valor a la sustancia, es decir, «la fuerza».
Tomemos como ejemplo una molécula del elemento oxígeno: es un componente de la mayoría de las sustancias del mundo. Pero, si tomas una botella de oxígeno puro que no esté mezclado con alguna otra sustancia, encontrarás que parece que la botella estuviera completamente vacía. No seremos capaces de notar nada en ella, será completamente aéreo, impalpable a nuestra mano e invisible a nuestros ojos.
Y si quitamos la tapa de la botella y la olemos, no hallaremos ningún olor. Si lo probamos, no le encontraremos ningún sabor, y si lo colocamos sobre una balanza, no pesará más que la botella vacía. Lo mismo ocurrirá con el hidrógeno, tampoco tiene sabor, olor ni peso.
No obstante, cuando combinamos estos dos elementos, inmediatamente se convierten en líquido, en agua potable, que tiene sabor y peso.
Si colocamos agua dentro de cal viva, inmediatamente se mezclarán el agua y la cal y el líquido se convertirá en una sustancia tan sólida como la cal misma.
Por lo tanto, los elementos oxígeno e hidrógeno, que de ellos no hay ninguna percepción de los sentidos en absoluto, se transforman en un cuerpo sólido.
De acuerdo con esto, ¿cómo podemos definir y decir acerca de las fuerzas operantes en la naturaleza que no son sustancias materiales, solo porque no están disponibles para que nuestros sentidos puedan percibirlas? Cuando podemos ver claramente que la mayoría de las sustancias tangibles en nuestro mundo están compuestas primariamente del elemento oxígeno, que los sentidos humanos son incapaces de percibir y sentir.
Inclusive lo sólido y lo líquido en la realidad tangible que podemos percibir vívidamente en nuestro mundo, pueden convertirse en aire y vapor con una determinada medida de calor. Así también los vapores pueden transformarse en sólidos con una cierta medida de frío.
En ese caso, nos asombrará, ¿cómo uno puede dar aquello que no posee? Podemos ver claramente que todas las imágenes tangibles provienen de elementos que no son en sí mismos tangibles, y que no existen como sustancias en sí mismas. Asimismo, todas las imágenes fijas que conocemos y utilizamos para definir a las sustancias, son inconsistentes y no existen por su propia virtud. Más bien, solo se visten y desvisten de formas bajo la influencia de condiciones tales como el calor y el frío.
La principal sustancia material es la «fuerza» que hay en ella, aunque todavía no somos capaces de distinguir por separado estas fuerzas, como con los elementos químicos. Quizás en el futuro sean descubiertas en sus formas puras, así como solo recientemente descubrimos todos los elementos químicos.
Igual fuerza en lo espiritual y en lo material
En una palabra: todos esos nombres que atribuimos a las imágenes de la materia son completamente inventados, es decir, que provienen de la percepción concreta de nuestros cinco sentidos. Porque no son fijos y no existen por sí mismos. Por otro lado, cualquier definición que atribuimos a la fuerza, que la separa de lo material, también es un invento del corazón. Pero mientras la ciencia no haya alcanzado su desarrollo pleno, tendremos que seguir considerando únicamente la realidad tangible. Es decir, dentro de cualquier operación material que vemos y sentimos, debemos comprender a su operador, que es también una sustancia, como la operación misma. Hay una correlación entre ambos, o de lo contrario no hubiera llegado al mismo.
Debemos saber que esta distorsión de separar a la fuerza operante de la operación proviene de la Filosofía de las formas, que insistió en demostrar el asunto del operador espiritual en la operación material. Esto trajo como resultado, supuestos distorsionados como el mencionado, que la Cabalá no necesita todo esto.
Cuerpo y alma en los Superiores
Sin embargo, la opinión de la Cabalá sobre este asunto es clara y cristalina, excluyendo toda mezcla de filosofía. Esto es porque incluso las entidades espirituales conceptuales separadas, que la filosofía niega que sean alcanzables, y las definieron con la forma de una sustancia puramente conceptual. De acuerdo a la opinión de los sabios de la Cabalá, que aun cuando ellos hayan alcanzado la espiritualidad más sublime y abstracta, ellos también están compuestos de cuerpo y alma igual que el humano corpóreo.
Por lo tanto, no te asombres cómo es que dos pueden ganar el premio y decir que ellos son compuestos. Además, de acuerdo a la opinión de la filosofía, todo lo compuesto eventualmente se desintegrará y descompondrá, es decir, morirá. Entonces, ¿cómo puede declarar que son compuestos y que son eternos?
Luces y vasijas
En verdad, sus pensamientos no son los nuestros, porque el camino de los sabios de la Cabalá es encontrar pruebas concretas de lo que alcanzaron, haciendo imposible considerar su refutación a través de lo intelectual. Sin embargo, voy a dejar en claro estas cuestiones para que cualquier persona las pueda comprender.
En principio tenemos que saber, que la diferencia entre Luces y vasijas es creada inmediatamente en el primer ser emanado desde Ein Sof. Debido a que, ciertamente, el primer ser emanado también es el más completo y noble que todo lo que le sigue. Por supuesto que este deleite y esta perfección la recibe desde Su Esencia, que quiere entregarle todo deleite y placer.
Se sabe de manera simple, que toda la principal medida del placer es «el deseo de recibir» ese placer. Esto es porque todo lo que nuestro deseo quiera recibir con mayor fervor, lo sentimos como lo más placentero, y esto es simple. Debido a ello, debemos discernir dos aspectos en este primer ser emanado. Es decir, «el deseo de recibir», esa esencia que recibió, y la esencia de lo recibido en sí mismo. También debemos saber que el deseo de recibir es lo que percibimos como el «cuerpo» del ser emanado, es decir, el núcleo de su esencia, que es la vasija para recibir Su bondad que es recibida. El segundo aspecto es la esencia del bien que es recibido por él, que es Su Luz que se extiende siempre, eternamente hacia ese ser emanado.
Por lo tanto, necesariamente debemos distinguir dos elementos y aspectos que están compuestos y se visten el uno en el otro aun en lo más espiritual y sublime que el corazón pueda pensar y contemplar. Esto es opuesto a la opinión de la filosofía, que inventó que los diferentes elementos no son sustancias compuestas. Porque necesariamente ese «deseo de recibir» que se encuentra en el ser emanado de forma absolutamente obligada (que sin él no habría placer sino coerción, y ninguna sensación de deleite) no está en Su esencia. Esta es la razón del nombre «emanado», en tanto que ya no es más Su esencia, porque ¿de quién recibiría Él?
No obstante, la abundancia que recibe es necesariamente una parte de Su esencia, por ello no sería necesaria ninguna innovación. Y por lo tanto, vemos esa gran distancia entre el cuerpo renovado y la abundancia recibida, considerada como Su Esencia.
Cómo lo espiritual puede engendrar lo material
Aparentemente resulta difícil entender, cómo lo espiritual puede engendrar y extender algo material. Esta cuestión es una antigua duda filosófica y se derramó mucha tinta para tratar de aclararla.
La verdad es que esta interrogante presenta severas dificultades solo si uno sigue el método de ellos. Esto se debe a que ellos determinaron la forma de la espiritualidad sin ninguna relación con algo material.
Y de acuerdo con este supuesto, la cuestión se vuelve difícil: ¿cómo puede lo espiritual producir o que se genere de ello algo material?
Pero de acuerdo con la opinión de los sabios de la Cabalá no se trata de algo difícil en absoluto, en tanto sus conceptos son completamente opuestos a los de los filósofos. Ellos sostienen que toda cualidad espiritual tiene equivalencia con la cualidad material, como dos gotas de agua.
Por lo tanto, las relaciones son absolutamente afines entre sí y no hay separación entre ellas excepto en la sustancia, es decir, que lo espiritual consiste por cierto, de una sustancia espiritual y lo material consiste de una sustancia material.
No obstante, todas las cualidades de las sustancias espirituales también se encuentran en las sustancias materiales, como explica el artículo La esencia de la Sabiduría de la Cabalá.
Pero la antigua filosofía presenta tres opiniones, que son obstáculos para mi explicación:
1. Su decisión de que la fuerza del pensamiento intelectual del hombre es el alma eterna y la esencia del hombre.
2. Su conjetura de que el cuerpo es una extensión y un resultado del alma.
3. Su dicho de que los elementos espirituales son objetos simples y no complejos.
La psicología materialista
No sólo que este no es el lugar para discutir con ellos acerca de sus conjeturas inventadas, sino que también su tiempo ya pasó y la autoridad de los que tienen esta opinión ha sido revocada. Esto se lo debemos agradecer a los sabios de la psicología materialista, que ha construido sus fundamentos sobre la ruina de los anteriores, conquistando la opinión del público. Y ahora todos reconocen la nulidad de aquella filosofía, porque no está construida sobre una base concreta.
Esta vieja doctrina era una piedra en el camino y una espina mortal para la Sabiduría de la Cabalá. Porque en vez de tener que rendirse ante los sabios de la Cabalá y asumir todo tipo de abstinencias y prudencia, santidad y pureza, antes de que comiencen los sabios a revelarles siquiera la cosa más pequeña de los asuntos de la espiritualidad, recibieron fácilmente lo que habían querido, de la filosofía de las formas. Que sin plata y sin precio los regaron desde las fuentes de su sabiduría hasta la saciedad, y evitaron esforzarse en la Sabiduría de la Cabalá. Como consecuencia, la sabiduría casi ha sido olvidada dentro de Israel.
Por esta razón, estamos totalmente agradecidos a la psicología materialista por haberle propinado un golpe mortal.
Yo soy Salomón (Shlomó)
Este asunto es similar a una fábula que cuentan nuestros sabios: «Ashmedai (el demonio) expulsó al Rey Salomón a cuatrocientas Parsá (una medida de distancia) de Jerusalén y lo dejó sin dinero y sin nada. Luego se sentó en el trono del Rey Salomón, mientras el rey mendigaba de puerta en puerta. A cada lugar al que iba decía: “Yo soy Kohelet (Eclesiastés)“, pero no le creyeron. Y entonces caminó de una ciudad a otra declarando "Yo soy Salomón", pero cuando llegó al Sanhedrín estos le dijeron: "Un tonto no pronuncia la misma tontería todo el tiempo, diciendo “Una vez fui rey”».
Pareciera como si el nombre de la persona no fuese lo importante, sino que el dueño del nombre lo es. Por lo tanto, ¿cómo un hombre sabio como el Rey Salomón no fue reconocido si, de hecho, era el dueño de ese nombre? Más aún, es la persona la que dignifica el nombre, ¡y debería haberles mostrado su sabiduría!
Tres impedimentos
Hay tres impedimentos para conocer al dueño de un nombre:
1. Debido a la veracidad de esta sabiduría, se aclara únicamente en todos los elementos de la sabiduría en conjunto. Por lo tanto, hasta no conocer toda la sabiduría, es imposible ver aunque sea un ápice de esta. Así pues, se necesita la publicidad de su autenticidad, para creer en ella desde un principio lo suficiente como para invertir un gran esfuerzo.
2. El segundo impedimento es que, así como Ashmedai el demonio, se vistió con las ropas del Rey Salomón y heredó su trono, de igual forma, la filosofía se sentó en el trono de la Cabalá con conceptos más fáciles de entender, pues la mentira se acepta rápidamente. Por consiguiente se nos presenta aquí un doble problema: primero, la sabiduría de la verdad es profunda y requiere esfuerzo, mientras que la falsa filosofía se capta fácilmente. Segundo, «no se necesita», porque la filosofía satisface por completo.
3. Porque el demonio alega que el Rey Salomón está loco, y así también la filosofía se burla y desestima a la Cabalá.
Sin embargo, mientras la sabiduría es sublime, se eleva y se aparta de la gente. Debido a que el Rey Salomón era el hombre más sabio de todos los hombres por eso también era superior a cualquier otro hombre. Por lo tanto, los mejores eruditos no podían alcanzar su razón y comprenderlo. Solo aquellos amigos, es decir, el Sanhedrín, a los que les enseñó de su sabiduría a diario, durante años, entendieron y proclamaron su nombre en todo el mundo. La razón de ello es que un pequeño concepto se entiende en cinco instantes y por lo tanto se encuentra al alcance de cualquier persona, y puede volverse ampliamente conocido de manera rápida. Sin embargo, un gran concepto no será comprendido siquiera en algunas horas. Incluso puede llevar días o años, dependiendo de la inteligencia. Conforme a esto, cualquier gran sabio será comprendido únicamente por unos pocos selectos de la generación, ya que la comprensión es profunda, y se construye sobre muchos conocimientos previos.
Entonces no resulta sorprendente que el más sabio de los hombres, exiliado en un lugar donde no lo conocían, no tenía ninguna posibilidad ni la capacidad de revelar su sabiduría, o ni siquiera mostrar algún concepto de ella, antes de que creyeran que él era el dueño del nombre.
Ocurre lo mismo con la sabiduría de la Cabalá en nuestra época: las dificultades y el exilio que nos ha sobrevenido nos llevó a olvidarla (además, si hay personas que la practican, no es a favor de la Cabalá sino en su desmedro. Esto se debe a que no la recibieron de un sabio Cabalista). Por lo tanto, (la Cabalá) se encuentra en la misma situación hoy en día que la del Rey Salomón en el exilio, proclamando: «Yo soy la sabiduría y en mí se encuentran todos los sabores de la Torá y la religión». Y nadie le cree.
Pero esto es desconcertante, ya que si esta es una sabiduría genuina, ¿no puede revelarse como todas las otras sabidurías?
Pero no es así. Porque así como el Rey Salomón no pudo revelar su sabiduría a los eruditos en el lugar de su exilio y tuvo que ir a Jerusalén, el lugar del Sanhedrín, quienes estudiaron y lo conocían y daban testimonio de la profundidad de su sabiduría.
Del mismo modo la Sabiduría Cabalá requiere de grandes sabios, investigadores del corazón, que la estudien durante veinte o treinta años. Únicamente entonces, podrán dar testimonio de ella.
Y así como el Rey Salomón, antes de llegar a Jerusalén, no pudo impedir que Ashmedai se sentara en su trono, pretendiendo ser Salomón.
Del mismo modo, los sabios de la Cabalá también observan la teología filosófica, y se quejan de que les han robado la cáscara superior de su sabiduría, que Platón y sus antecesores griegos habían adquirido mientras estudiaban mucho con los discípulos de los profetas de Israel. Han robado componentes elementales de la sabiduría de Israel y se han cubierto con un manto que no les pertenece. Y hasta hoy en día, la teología filosófica se ha sentado en el trono de la Cabalá, heredando a su ama.
¿Y quién le creerá a los sabios de la Cabalá, mientras haya otros sentados en su trono? Así como no le creyeron al Rey Salomón durante su exilio, porque todos sabían que el Rey Salomón estaba sentado en su trono, es decir, el demonio Ashmedai. Así como el Rey Salomón, no tenía esperanza de que la verdad fuera expuesta, ya que la sabiduría es profunda y no puede ser expresada con un testimonio o por mera experimentación.
Solo (se revela) a aquellos creyentes que se entregan a ella, con toda su fuerza y su ser.
Y así como el Sanhedrín no reconoció al Rey Salomón mientras no se aclaró el engaño de Ashmedai, tampoco la Cabalá podrá probar su naturaleza y su veracidad, antes que se descubra la inutilidad y la falsedad de la teología filosófica que ha heredado su trono. Hasta ese momento, ningún tipo de revelación será suficiente para que el mundo la reconozca.
Por lo tanto, no hubo salvación para Israel hasta el momento en que apareció la psicología materialista, que le asestó un golpe mortal en la cabeza, a la teología filosófica.
A partir de ahora, toda persona que busque al Señor debe devolver la Cabalá a su trono y restaurar su pasada gloria.