Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)
La razón de enderezar las piernas y cubrirse la cabeza durante la plegaria
Artículo 32, 1986
Está escrito en El Zóhar (Vaetjanán, punto 10): «Ven y ve, el que está de pie durante la plegaria debe enderezar las piernas y cubrirse la cabeza como quien está de pie ante el Rey, y debe cubrirse los ojos para no para mirar a la Shejiná (Divinidad)». En El Zóhar (Vaetjanán, punto 11) él pregunta: «Tú dices: “Uno que está mirando a la Shejiná mientras está orando”. Pero, ¿cómo es posible mirar a la Shejiná? Él responde: “Es para saber con certeza que la Shejiná está erguida frente a él durante su plegaria. Y por eso no debe abrir los ojos”».
Deberíamos entender qué implica la cuestión de enderezar las piernas, ya que parece ser una condición para la plegaria, es decir, implica un asunto importante, entonces, ¿qué es? También debemos entender por qué debemos cubrir la cabeza durante la plegaria. No se puede decir que signifique que debemos cubrir la cabeza con el Talit (chal para la plegaria) durante la plegaria, ya que esto solo atañe al rezo de la mañana. Pero en los rezos de la tarde y de la noche, que realizamos sin el Talit, ¿cómo se puede hablar de cubrirse la cabeza?, ¿Qué implica esto entonces?
Asimismo, ¿qué significa cubrirse los ojos? Nos cubrimos los ojos cuando hacemos la lectura de Shemá, pero aquí dice que durante el rezo también deberíamos cubrirnos los ojos, así que deberíamos saber lo que implican estas palabras. También debemos entender la respuesta del sagrado Zóhar a la pregunta: «¿Cómo es posible mirar a la Shejiná?».
Él explica que es para saber con certeza que la Shejiná está erguida frente a él durante su plegaria. Pero la respuesta no está clara: ¿cuál es la conexión entre cerrar los ojos y saber que la Shejiná está erguida frente a él? Para comprender lo anterior, debemos regresar a la cuestión del trabajo de la creación: ¿cuál es su propósito y cuál es el grado que debe alcanzar la creación?.
Se sabe que el propósito de la creación es hacer el bien a Sus creaciones. Y aquí llega la famosa pregunta: «¿Por qué entonces el deleite y el placer no son evidentes para todas y cada una de las criaturas?» Vemos más bien lo contrario: el mundo entero sufre y está atormentado hasta obtener un poco de deleite y placer. En general, cuando alguien hace una introspección, dice lo que dijeron nuestros sabios: «Hubiera sido mejor no haber sido creado que haber sido creado» (Iruvin, 13). En sus propias palabras: «sería preferible que el hombre no hubiera sido creado que haber sido creado».
Como sabemos, la respuesta es que, para no sentir la vergüenza llamada «pan de la vergüenza», se nos dio una corrección llamada «equivalencia de forma». Esto significa que cada deleite y placer que uno recibe debe ser con la intención con el fin de otorgar. Para poder acostumbrarse a recibir placeres con la intención de otorgar tuvo que haber un Tzimtzum (restricción) y ocultación, para que no viéramos los grandes placeres revestidos de la Torá y Mitzvot (preceptos).
Podemos aprender el orden del trabajo con la intención de otorgar en asuntos corporales, donde solo existen pequeños placeres que el sagrado Zóhar llama «luz delgada», que quiere decir, «luz muy tenue». Es decir, las chispas sagradas cayeron en las Klipot (cáscaras) para que pudieran existir. En esa luz, que es la que se encuentra en los placeres corporales, podemos aprender a recibirlos con el fin de otorgar, porque con placeres más pequeños es más fácil acostumbrarse a recibirlos solo con el fin de otorgar. Es decir, es más fácil decir: «Si no puedo aspirar a con el fin de otorgar, renunciaré a ellos y no quiero recibir estos placeres porque con ellos me separo del Creador».
Sabemos que Él solo otorga y el inferior quiere específicamente recibir. Por lo tanto, ahí no hay equivalencia de forma. Por esta razón, es decir, dado que uno quiere adherirse al Creador, el acto de la recepción lo separa de sentir al Creador debido al Tzimtzum y la ocultación que tuvieron lugar para poder acostumbrarse a ser capaz de hacer cosas y dirigirlas con el fin de otorgar. Pero si se revelara la Providencia del Creador, el deleite y el placer estarían revelados y el hombre no podría sobreponerse a sus vasijas de recepción.
Con esto entenderemos lo que dijeron nuestros sabios, que durante la plegaria un hombre debe enderezar sus piernas. Raglaim (piernas) proviene de la palabra Meraglim (espías). Es decir, llega a la persona el argumento de los espías. Ellos vieron que no valía la pena comenzar el trabajo para llegar a la tierra sagrada, que es la tierra de Israel, por dos motivos:
1) ¿Qué ganaría el deseo de recibir si uno caminara por el sendero que solo llega al Rey? Es decir, se esforzaría con el trabajo que está haciendo por el Creador y el deseo de recibir no se beneficiaría sino que perdería, y el deseo de otorgar ganaría. Pero, ¿qué obtendrá el deseo de recibir, el cual es la esencia del ser creado?
2) Incluso si decimos que merece la pena servir al Rey, que esto brinda al hombre un gran placer, no todo el mundo es apto para esto. Esto requiere de unas condiciones especiales que son particularmente para personas que nacieron con grandes talentos y coraje, que pueden superar todos los obstáculos cuando se desea el acercamiento a la Kedushá (Santidad).
Ahora bien, para nosotros es suficiente permanecer en el mismo nivel que el conjunto de Israel. ¿Por qué deberíamos buscar grados más altos que el público general? No necesito ser una excepción y me basta sencillamente con observar la Torá y Mitzvot, sin ninguna intención. Este trabajo sin duda será más fácil porque está más cerca de nuestras vasijas de recepción.
¿Por qué debería mirar a un puñado de gente que dice que lo más importante es trabajar en nombre de los cielos? Seguramente, todos están trabajando en nombre de los cielos, así que seré uno más de ellos. A esto se le llama «espías».
Se ha dicho que durante la plegaria uno debe enderezar sus piernas. Esto significa que debería decir que, lo que los espías le están mostrando, de esta forma –que solo un puñado de gente dice que debemos caminar únicamente por este camino– que solo este camino es la verdad, y no de otras formas, aunque sean caminos de la verdad.
Es como dijeron nuestros sabios: «Uno siempre debe dedicarse a la Torá y Mitzvot en Lo Lishmá (no en nombre de la Torá) y de Lo Lishmá llegará a Lishmá (en nombre de la Torá)». Lo que dijeron nuestros sabios debe ser verdad, pero este camino de intentar recorrer la vía que conduce directamente a «en nombre de los cielos» se llama «la verdad absoluta». Esto significa que debe responder a los espías diciéndoles que lo que hace no está bien: «Ahora voy a pedirle al Creador que me ayude a seguir el camino que he elegido ahora, y decir que solo este camino es de rectitud».
Este es el significado de tener que enderezar las piernas durante la plegaria. Resulta que la plegaria que va a rezarle al Creador es por una carencia, porque si no tuviera una carencia, no tendría nada por lo que pedir y orar. ¿Y cuál es mi carencia? Es que veo que los espías no me dejan en paz y yo no quiero recorrer sus caminos. Sin embargo, veo que todos mis pensamientos y deseos son solo para mi propio beneficio, y veo que no puedo hacer nada en nombre de los cielos.
Por lo tanto, lo único que necesito ahora y que debo pedir al Creador es que Él me dé un Kli (vasija) llamado «deseo». Es decir, me falta la carencia, o sea, un deseo de querer servir al Rey, y que este sea todo mi deseo y aspiración y no preocuparme por cosas que no aluden al trabajo del Creador.
Sin embargo, la verdadera razón por la cual una persona no desea servir al Rey no es que no quiera servir al Rey. Más bien al contrario, Baal HaSulam dijo que la razón es que uno no cree que esté de pie ante el Rey. Sin embargo, cuando siente que está frente al Rey, su capacidad de elección queda anulada y se anula ante el Rey como una vela ante una antorcha.
Por lo tanto, resulta que lo esencial, sobre lo que uno debe esforzarse en el trabajo, es obtener la fe, es decir, sentir que el Creador existe, como dijeron nuestros sabios (Pirkey Avot ): «El ojo ve y el oído oye», ya que hay una ocultación sobre nosotros. Pero antes de que salgamos del amor propio, seguimos estando bajo el Tzimtzum que fue llevado a cabo para que el lugar de recepción fuera oscuro, sin luz, lo cual se llama «un espacio desprovisto de luz superior».
Por esta razón, uno pide al Creador que le abra los ojos para que sienta que está frente al Creador. No necesita esto porque quiera disfrutar por estar de pie ante el Creador. Por el contrario, quiere otorgar al Creador y no puede hacer nada porque todavía no siente la importancia del Creador. En cambio, para él, la Shejiná está en el exilio. Es decir, cuando se le ocurre hacer algo por el Creador y no pensar en su beneficio propio, el mundo se vuelve oscuro para él. Le parece que ahora él ha expirado del mundo y ha muerto.
Es decir, comienza a sentir que toda su existencia es anulada y que ya no merece un nombre. Por esta razón, justo al comienzo de que entre en ese estado, desea escapar porque en ese momento siente todo lo desagradable que esta situación le está causando, y no puede continuar avanzando por este camino. Entiende que, si comienza a caminar por el sendero de «solamente para el Creador», debería sentir vida y felicidad. Pero de repente ve lo contrario.
Esto nos lleva a la pregunta: «¿Por qué esto es así?». La respuesta es que, en ese estado, cuando se siente de ese modo, puede sentir el significado de «Shejiná en el polvo». Es decir, siente que se ha caído tan bajo que realmente ha caído hasta el suelo. Después, cuando ya sabe lo que es «Shejiná en el polvo», puede orar al Creador y hacer buenas acciones para que el Creador levante a la Shejiná del polvo.
Es decir, cuando sintió que aceptar el yugo del reino de los cielos –es decir, trabajar solamente para el Creador y no para sí mismo– tiene el sabor del polvo, le pide al Creador que retire Su ocultación para poder ver que la Shejiná es llamada la «tierra de la vida». Es decir, precisamente al querer hacer todo en nombre de los cielos y no por su propio beneficio, precisamente desde aquí uno es recompensado con la verdadera vida. Este es el significado de la «tierra de la vida», una tierra desde la cual brota la vida para todos. Por el contrario, la tierra de la Sitra Ajra (otro lado) es llamada «tierra que consume a sus habitantes».
Se sabe que el asunto de la recepción causa separación de la Kedushá. Por esta razón, «los malvados en sus vidas son llamados “muertos”». El otorgamiento se llama Dvekut, como está escrito: «Y ustedes que se adhieren al Señor su Dios viven todos hoy». Esto significa que aquel que quiere que el Creador abra sus ojos y ser recompensado con la fe, es decir, que sienta Su existencia, no quiere decir que anhele el placer de sentir que está de pie ante el Rey. Más bien anhela no ser malvado por no querer observar el mandamiento de amar al Creador. Y aunque no puede haber amor sin placer, está la cuestión de que uno lo quiere directamente, e indirectamente, atrae algo más.
Por ejemplo, una persona quiere amar a sus hijos porque quiere disfrutar de ellos. Pero no puede decirse que ame esto y sin embargo no sienta placer al respecto, porque cuando uno siente sufrimiento no puede hablarse de amor. Solamente a veces decimos que estamos contentos con el sufrimiento, ya que por medio de ello podemos obtener algo. Es como una persona que se somete a una cirugía en un hospital. Le paga al médico mucho dinero y no dice que le gusta esto, pero está contento porque con ello obtendrá un beneficio importante: su vida.
Por lo tanto, no podemos decir que desee amar a sus hijos y trabajar para ellos para disfrutar. Por el contrario, el hecho de que quiera amarlos es un amor que llega de manera natural y no tiene nada que ver con el placer. Pero su amor por ellos le da alegría. Resulta que el placer resultante del amor a los hijos se extiende indirectamente.
Ocurre lo mismo cuando uno le pide al Creador que lo acerque más y le dé la luz de la fe para sentir la existencia del Creador. Naturalmente, en ese momento él se anula frente al Creador y no hay duda de que disfruta. Sin embargo, esta no es su intención, sino que su intención es que quiere que el Creador lo acerque más porque ve que él es malvado y no puede hacer nada excepto por su propio beneficio. Por lo tanto, verdaderamente quiere salir del amor propio.
Resulta que su intención es salir del amor propio y no recibir más placeres. Es decir, dado que no disfruta tanto de los placeres corporales, para dar más placer a su deseo de recibir, este es su propósito, es decir, quiere que su amor propio tenga más placer. ¡Pero por supuesto que no! Es más bien al contrario: quiere salir completamente del amor propio.
Pero la razón que hace que quiera pedir al Creador que lo saque del amor propio y le dé la luz de la fe es solo que él es judío y debe observar la Torá y las Mitzvot porque el Creador nos ha ordenado que observemos Su voluntad. Pero él ve que no tiene nada que ver con otorgar al Creador, sino que todas sus preocupaciones son como las de los gentiles, únicamente el amor propio. Esto lo motiva a ir y pedir algo: ser un judío y no un gentil que pertenece a las naciones del mundo.
Sin embargo, debemos recordar que es imposible sentir la existencia del Creador sin sentir placer. Y, sin embargo, esto es así cuando el placer le llega indirectamente, es decir, cuando no tiene la intención, sino que viene a él por sí sola porque es natural que, al sentir que estamos de pie ante el Rey, sintamos la importancia del Rey, y en esa medida nos llenamos de placer.
Así, resulta que no se puede decir que esté de pie ante el Rey y que sienta que quiere anularse ante el Rey y al mismo tiempo sienta malestar porque quiere anularse. Por lo tanto, cuando una persona ve, si comienza a trabajar con el fin de otorgar y siente que al anularse ante el Creador siente desagrado, debe decir que esta no es la forma del Rey, sino que tal sensación le vino para que conociera el significado de «Shejiná en el exilio» o «Shejiná en el polvo».
Entonces, es el momento de orar al Creador para que lo acerque, ya que de lo contrario ve que no hay forma de que pueda entrar por sí solo en la Kedushá, pues siente que todos los órganos del cuerpo se resisten a servir al Rey y cancelan su existencia a fin de que todas sus aspiraciones sean solo para servir al Rey. En ese momento es llamado «carente», cuando no hay nadie en el mundo que pueda ayudarlo salvo el propio Creador.
Sin embargo, con respecto a la carencia, debemos hacer varios discernimientos para ser dignos del llenado cuando oramos al Creador para que ayude:
1) Hay algo que le falta pero no siente su falta. Por ejemplo, un hombre tiene una familia de seis integrantes y sus amigos tienen una familia tan grande como la suya y viven en tres habitaciones, mientras que él vive en un apartamento con dos habitaciones. Se contenta con poco y no siente que le falta otra habitación. Naturalmente, al no sentirse carente, no se esfuerza por conseguir otra habitación. Resulta que con una carencia así no es posible hablar de plegaria, por lo tanto, conceder la plegaria es irrelevante porque «no hay luz sin un Kli, ya que no hay llenado sin una carencia».
2) Siente su carencia y empieza a tratar de obtenerlo. Sin embargo, después de un tiempo haciendo esfuerzos para satisfacer su necesidad, ve que no puede obtenerla tan fácilmente y se desespera. Comienza a decirse a sí mismo que no tiene que estar entre las personas más importantes del pueblo y que puede conformarse con lo que tiene. Por la naturaleza del hombre, esa pereza lo ayuda a justificar su falta de esfuerzo en gran medida. Por lo tanto, ahora se encuentra tranquilo y despreocupado porque ya no quiere nada.
Sin embargo, desde antes de desesperarse hizo grandes esfuerzos para obtener lo que quería, los pensamientos sobre las carencias –el llenado que esperaba lograr– siguen llegando hasta él. Y por más que se haya esforzado para conseguirlo, es como si el llenado lo despertara ahora para comenzar el trabajo de nuevo.
En ese momento, uno llega a un estado en el que le pide al Creador que elimine todos los pensamientos que lo despiertan para que sienta su carencia y trabaje en ellos. En lugar de eso, ora para que ninguna carencia llegue a su mente. Lo único que espera ahora es que si logra esto, tendrá un estado que llamará «bueno», que no sentirá ninguna carencia.
Por lo tanto, resulta que el llenado que él espera no es tener una sensación de carencia. Ese es todo el llenado que espera. Ahora quiere disfrutar de la ausencia de sentir carencias, no espera el llenado de las carencias. Por el contrario, toda su satisfacción está en la ausencia del sentimiento de carencia. Eso es lo que quiere ahora, lo cual será el mejor estado de su vida.
Esto significa que si su amigo viene y le pregunta: «¿Necesitas algo? Trataré de satisfacer tu deseo», le responderá: «Créeme que ahora estoy en un estado en el que no necesito nada. Ahora todo lo que quiero es descansar, no preocuparme por nada. Me da vergüenza decírtelo dado que viniste a mí y probablemente viniste para deleitarte, pero a decir verdad, también tú estás interrumpiendo mi descanso teniendo que pensar de qué hablar contigo. Así que te diré la verdad, vete en paz y hazme un favor, diles a todos nuestros amigos que no vengan a visitarme si ven que no estoy con ustedes, ya que lo único bueno que siento en mi vida es que pueda descansar de todos las preocupaciones».
Ciertamente, cuando uno ora por esta carencia para que el Creador la llene, no puede estar satisfecho de tal plegaria basada en la desesperanza y la pereza. Él quiere que el Creador lo ayude a ser perezoso, y esa carencia no está para ser llenada porque tales llenados no construirán el mundo. Todas las plegarias deben ser para construir, y no al revés. Debemos orar por la corrección del mundo y la pereza no resultará en ninguna construcción.
3) Él siente su carencia y todos los pensamientos de pereza y desesperación no pueden satisfacer su carencia. Por esta razón, intenta buscar consejos sobre cómo obtener lo que quiere. Resulta que está orando al Creador por el llenado de su carencia porque quiere la construcción del mundo. Ve que, en el estado en que se encuentra, él también está construyendo, pero todos los edificios que construye son como niños pequeños que juegan y construyen casas de juguete y luego las derriban para construirlas una vez más. Esa es la construcción que disfrutan.
De ese mismo modo él contempla la vida corporal. Y tal como los juegos infantiles de construcción no construirán el mundo, los placeres corporales no serán la construcción del mundo, que debe haber sido creado para un propósito y no para niños pequeños. Entonces, ¿cómo puede aceptar permanecer entre niños pequeños?
Y aunque los niños se ríen de él, no quiere jugar con ellos y no lo entienden: piensan que probablemente no tiene sentido de la vida e ignora que podemos disfrutar de la vida, y que no es como todos los demás, sino que es como si quisiera apartarse del mundo e ir al desierto, a vivir como los animales del desierto.
Y, sin embargo, no puede darles ninguna respuesta ya que no tiene un lenguaje común con ellos. En cualquier caso, está sufriendo debido a su carencia: que quiere ser recompensado con la vida espiritual. Resulta que solo en el tercer discernimiento de una carencia podemos decir que su plegaria se llama «plegaria», ya que exige llenado para poder corregir el mundo, para tener la capacidad de recibir el propósito de la creación, que es hacer el bien a Sus creaciones. Él cree que toda la ocultación y la restricción que existen en el mundo se deben a que no tenemos las vasijas adecuadas para la abundancia de la Divinidad, que es una vasija de otorgamiento.
Por esta razón, le pide al Creador que le dé vasijas de otorgamiento. Esto podemos obtenerlo sintiendo la grandeza e importancia del Rey. Pero cuando la Shejiná está en el exilio y el trabajo sabe a polvo, ¿cómo podemos proseguir con este trabajo? Esa es la razón por la que una plegaria así es aceptada.
Ahora podemos interpretar las palabras del sagrado Zóhar, cuando hemos preguntado acerca de la intención de decir que debemos cubrir la cabeza y cerrar los ojos como si estuviéramos ante el Rey. Se sabe que la cabeza es llamada «mente del hombre». Del mismo modo, se considera que los ojos son la mente, como está escrito: «Los ojos de la congregación» significa los sabios de la congregación.
Cubrir y cerrar significa no mirar lo que le dice la mente. Esto quiere decir que cuando una persona se pone de pie en la plegaria, debe creer que está de pie ante el Rey. Aunque no sienta al Rey, debe orar para que el Creador le dé la fuerza de la fe a fin de sentir que está de pie frente al Rey. Es decir, quiere que la fuerza de la fe sea como saber, esto es, que el cuerpo quedará impresionado por la fe, que cree como si estuviera viendo al Rey y quedase impresionado con el Rey. Esta es la fe por la cual ora.
Por eso él dice que está prohibido abrir los ojos durante la plegaria, porque está prohibido mirar a la Shejiná. El sagrado Zóhar pregunta: «¿Cómo puede mirar a la Shejiná?». Él responde que es para saber con certeza que la Shejiná está erguida frente a él durante su plegaria, y por lo tanto no debe abrir los ojos.
Hemos preguntado: «¿Cuál es la respuesta?». La cuestión es que la fe que una persona debe creer tiene que ser exactamente como si estuviera viendo a la Shejiná. De lo contrario, si su fe no ha alcanzado este nivel, no se considera fe auténtica. Este es el tipo de fe por la que uno debe orar, que la fe opere sobre él como si estuviera viéndolo todo con sus propios ojos