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Rabash / El asunto de Yeniká (amamantamiento) e Ibur (gestación)

Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)

El asunto de Yeniká (amamantamiento) e Ibur (gestación)

 Artículo 31, 1986

 

Ibur (gestación), Yeniká (amamantamiento), Mojin son ​​tres grados. Una vez que la persona es recompensada con entrar en la Kedushá (Santidad), comienza a alcanzarlos. Son llamados Néfesh en Ibur, Rúaj en Yeniká, y Neshamá en Mojin.

 

Sin embargo, incluso durante la preparación para el trabajo, antes de que a la persona se le haya permitido entrar permanentemente en la Kedushá, estos asuntos también son pertinentes.

Ibur significa que la persona aparta de sí mismo, por un cierto período de tiempo, a su propia esencia y dice: «Ahora no quiero pensar en mi propio beneficio y tampoco quiero usar mi intelecto, aunque para mí sea la cosa más importante, es decir, dado que no puedo hacer nada que no entienda, porque puedo hacer cualquier cosa, pero debo entender su beneficio, aun así dice: “Ahora, temporalmente, puedo decir que determino en este momento no utilizar mi intelecto, sino creer por encima de la razón, creer en la fe de los sabios, creyendo que hay un supervisor que observa a todos y cada uno en el mundo en Providencia privada”».

 

Pero ¿por qué debería creerlo y no puedo sentir que esto es así? Tiene sentido decir que, si yo pudiera sentir la existencia del Creador, seguramente podría trabajar para Él y anhelaría servirlo. Entonces, ¿Por qué existe esta ocultación? ¿Qué gana el Creador ocultándose de las criaturas? Además, no proporciona ninguna respuesta a esto, sino que responde que, con esta pregunta, también va por encima de la razón y dice que, si el Creador supiera que no hacer esta ocultación sería mejor para las criaturas, no hubiera creado la ocultación.

Resulta que a todas las preguntas que surgen en su mente, dice que está yendo por encima de la razón y que ahora camina con los ojos cerrados y solamente con la fe. Es tal como dijo Baal HaSulam acerca del versículo (Salmos, 68:32): «Kush se apresurará para elevar sus manos hacia el Creador». Dijo que si uno puede decir «Kush», es decir, que sus Kushiot (preguntas) son respuestas, significa que no necesita respuestas, sino que la propia pregunta le da la respuesta. Esto es, dice que ahora que tiene una pregunta puede ir por encima de la razón. Por lo tanto, «Sus manos hacia el Creador», es decir, que sus manos en realidad son sus vasijas de recepción, de las palabras «Si tu mano alcanzará», entonces una persona es considerada completa con el Creador.

 

Por lo tanto, el comienzo de la entrada al trabajo del Creador se considera Ibur (gestación), cuando se anula y es concebido en el vientre de la madre, como está escrito: «Escucha, hijo mío, la moral de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre». Esto proviene del versículo: «Porque si llamas a la madre: “Entendimiento” (Biná)», esto es que anula el amor propio, llamado Maljut, cuya esencia original es llamada «Deseo de recibir con el fin de recibir» y entra en las vasijas de otorgamiento, llamadas Biná.

 

Uno debe creer que antes de nacer, esto es, antes de que el alma descendiera al cuerpo, el alma estaba adherida a Él, y ahora anhela volver a adherirse a Él como antes de su descenso. Esto es llamado Ibur, o sea que anula completamente su ser. Sin embargo, a pesar de que su corazón le diga que aunque ahora está de acuerdo con la anulación más adelante se arrepentirá, podemos decir al respecto: «No te preocupes por el mañana».

 

Pero mañana no es necesariamente el día siguiente, sino que hoy y mañana puede ser el presente y el futuro. La diferencia de tiempo puede ser incluso una hora más tarde.

 

Es como dijeron nuestros sabios: «Todo aquel que tenga para comer hoy y diga: “¿Qué comeré mañana?” es por falta de fe» (Sotá, 48). Debemos interpretar que significa que si tiene para comer hoy, esto es que está dispuesto a asumir la fe por encima de la razón y solo piensa: «¿Qué pasará después?», es decir, que ya tiene Reshimot (registros) de los estados cuando pensó que permanecerá en ese estado de ascenso para siempre, pero luego descendió una vez más a un lugar de bajeza, el cual es un lugar de inmundicia, y por inmundicia se entiende el lugar donde se arroja todo el desperdicio.

 

Donde durante el ascenso pensó que todo el asunto del amor propio no era más que desperdicio que debía ser arrojado a la basura, esto es, sintió que el deseo de recibir es basura. Pero ahora, durante el descenso, él mismo está descendiendo a un lugar de inmundicia para recibir alimento de allí, como gatos hurgando en la basura para encontrar algo de comer y alimentarse. Del mismo modo, durante el descenso, él es como un gato, y no como personas consentidas que siempre seleccionan lo que les conviene comer y lo que no.

 

Este es el significado de lo que decimos en el Halel (alabanza): «Él levanta al pobre del polvo, levanta al pobre de la inmundicia». De acuerdo con esto, resulta que cuando una persona puede anularse un poco en ese momento dice: «Ahora quiero anularme ante la Kedushá», esto es, no pensar en el amor propio. Al contrario, ahora quiere dar contento al Creador y cree por encima de la razón que, aunque todavía no siente nada, [cree] por encima de la razón que el Creador escucha la plegaria de cada boca, y ante Él pequeños y grandes son iguales, y del mismo modo que puede salvar al más grande entre los grandes, también puede ayudar al más pequeño entre los pequeños.

Esto es llamado Ibur, es decir, que pasa de su propio dominio al del Creador. Sin embargo, esto es temporal, es decir, él realmente quiere anularse para siempre, pero no puede creer que exista una anulación ahora para siempre porque ya pensó muchas veces que sería así, pero luego descendió de su grado y cayó al lugar de la inmundicia.

 

Sin embargo, no tiene que preocuparse de qué va a comer mañana, como dijimos anteriormente, que más adelante probablemente se caerá de su grado, ya que esto es por falta de fe. Por el contrario, debe creer que la salvación del Señor es como un abrir y cerrar de ojos. Resulta que puesto que se anula por el momento y quiere permanecer así para siempre, resulta que posee el valor de Ibur.

 

Sin embargo, en realidad, uno debe creer que eso que quiere comenzar a trabajar para el Creador anulando su ser es un llamado desde arriba, ya que no es de la sabiduría del hombre. La evidencia de esto, es que durante este llamado todas las preguntas que tenía antes de ser llamado desde arriba, tenía muchas preguntas, y cada vez que quería hacer algo con el fin de otorgar el cuerpo se resistía y no podía entender si había alguien en el mundo que pudiera anularse ante el Creador y no preocuparse en absoluto por su propio beneficio. Siempre sentía cierto miedo de no ser capaz de anularse ante el Creador.

 

Pero ahora ve que todos los pensamientos y dudas han sido completamente quemados y siente ahora un gran placer, si puede anularse ante el Creador. Ahora ve que toda su razón no vale nada, aunque previamente pensaba que nadie en el mundo podría convencerlo que es necesario anularse ante el Creador, y decía que este es un trabajo difícil en el que no puede entrar cualquiera. Pero ahora ve que no hay nada que lo estorbe en adherirse y anularse ante el Creador, sino que, como dijimos anteriormente, dado que es una iluminación desde arriba, por eso se han rendido todos aquellos que lo molestaron, que habían venido con los argumentos de los espías, todos ellos han desaparecido del horizonte .

 

Es como está escrito (Salmos 103: 16): «Pues en cuanto el viento le pasa por encima deja de existir, y su lugar ya no lo conoce». Como está escrito: «Pues en cuanto el viento le pasa por encima». Cuando una persona recibe Rúaj desde arriba, todos los obstáculos desaparecen e incluso su lugar deja de ser evidente. Es decir, durante el ascenso, cuando recibe el espíritu desde arriba, en ese momento no comprende cómo puede haber un lugar donde los malvados puedan hacer algo con sus argumentos.

 

Resulta que durante el Ibur, si vemos que ocurre un aborto, es decir, si el feto nace antes del tiempo de las correcciones del Ibur, puesto que una vulnerabilidad en la concepción provoca un aborto cuando el feto sale prematuramente y no puede existir y muere, ocurre lo mismo en la espiritualidad. Si hay una vulnerabilidad, entonces, la persona sale del Ibur y entra en el aire de este mundo, y todos los pensamientos que existen en este mundo caen en su mente, y todos los deseos de este mundo se adhieren a él. Esto se considera que el Ibur ha muerto.

 

En El Estudio de las Diez Sefirot, (Parte 9, Punto 83), el Arí escribe: «Debe haber puertas en una mujer para cerrarlas y mantener al feto dentro y que no salga hasta que esté completamente formado. Y también debería haber en ella una fuerza que trace la forma del feto». Hasta aquí sus palabras.

 

Él explica en «Or Pnimi» que hay dos fuerzas en el Ibur:

1) Una fuerza que representa, en la cual la imagen del feto es Katnut (pequeñez), porque para obtener Katnut hay un orden, ya que Katnut es la preparación para Gadlut (grandeza), y si no hay Katnut en el grado no puede haber Gadlut. Y mientras esté en Katnut, aún estará incompleto, y dondequiera que haya una carencia de Kedushá, hay aferramiento por parte de la Sitra Ajra, que puede echar a perder el Ibur y que no se complete, esto provoca el aborto, es decir, nace antes de que el estado de Ibur haya sido completado.

 

Esto es así porque hay veinticinco Partzufim (plural de Partzuf) en el Ibur, es decir, NaRaNJaY, y en cada uno de ellos también hay NaRaNJaY. Por lo tanto, debe haber una fuerza que retenga, es decir, que incluso en Katnut debe haber completitud. Él recibe esto a través de su madre, aunque el embrión en sí no posee Kelim (vasijas) para recibir Gadlut con el fin de otorgar. Aun así, al anularse ante la madre, puede recibir Gadlut de los Kelim de su madre. Esto se considera como que «Un embrión es el muslo de su madre, come lo que come su madre».

 

Por lo tanto, dado que no tiene la capacidad de elegir por sí mismo sino que come lo que su madre come, esto es, lo que su madre sabe que le está permitido comer, él lo come también, significa que ha cedido la elección de lo que es bueno y de lo que es malo para sí mismo y todo queda a cargo a la madre. Esto se llama «El muslo de su madre», es decir, que él mismo no merece un nombre.

 

Allí se habla de luces superiores, pero esto mismo es aplicable durante la preparación, cuando quiere entrar al palacio del Rey, los mismos órdenes son aplicables. Como hay muchos discernimientos ahí, y el Ibur no se completa de una sola vez, y se dice que hay nueve meses de embarazo hasta que obtiene veinticinco Partzufim, en la preparación también hay muchos discernimientos hasta que obtiene el Ibur completo durante la preparación. Por lo tanto, hay muchos ascensos y descensos, y a veces el Ibur se corrompe, lo cual también se llama «Aborto», y debemos comenzar de nuevo el orden del trabajo.

 

Vamos a explicar la fuerza que representa, existente durante el período de preparación. La representación del Ibur es Katnut, es decir, que su asunto es solo en las vasijas de otorgamiento, cuando se dedica a la Torá y al trabajo, puede aspirar a hacerlo todo con la intención de otorgar.

 

Entonces, la razón por la que ahora se dedica a la Torá y Mitzvot es porque cree en el Creador y en Su grandeza. Él asume, que de ahora en adelante, todo su placer estará solo en su deseo de servir al Rey y considerará esto como si hubiera ganado una gran fortuna, y como si todo el mundo lo mirara y lo envidiara por haber recibido el privilegio de elevarse a los grados más altos, los cuales nadie más ha recibido. Naturalmente, está entusiasmado y no siente nada malo en el mundo, más bien al contrario, está viviendo en un mundo en el que todo es bueno.

 

Sin embargo, toda la importancia y la alegría radica en que da, esto es, que desea dar al Creador, es decir, que durante todo el día tiene un solo pensamiento: «¿Qué debo hacer para complacer al Creador?», porque por un lado, decimos que una persona necesita trabajar no para recibir recompensa, sino solo para el Creador. Pero por otro lado, decimos que debe disfrutar e imaginar cómo puede recibir placer.

 

Esto significa que debe representarse imágenes de grandeza e importancia del mismo modo como honramos a los reyes de carne y sangre u otros líderes del mundo, y ver cómo el público los respeta. Después, debe aprender del mundo cómo disfrutan sirviendo a esos líderes y utilizar esto para la grandeza del Creador, que cuando él sirva al Creador debe sentir el mismo placer que ellos sienten sirviendo a los líderes de este mundo.

 

De lo contrario, si uno no obtiene un gran placer al dedicarse a la Torá y Mitzvot, es una señal de que no aprecia al Creador del mismo modo que ellos aprecian y reciben deleite y placer sirviendo a los líderes del mundo.

 

Por lo tanto, cuando le habla al Creador, primero debe imaginarse con quién está hablando, es decir, Su grandeza e importancia, de qué manera y con qué temor y respeto le hablo, y que Él me escucha y me mira cuando le hablo.

 

Por ejemplo, cuando una persona come un pastel o fruta, sabemos que debemos creer que el Creador ha creado todo esto, y que ahora estamos gozando de lo que fue preparado para que disfrutemos. Y para eso nos dirigimos a Él y le agradecemos por esto, y decimos: «Te agradecemos y alabamos por este placer y decimos: “Bendito eres Tú, Creador, que creaste el fruto del árbol” etc.»

 

En ese momento la persona puede examinar lo que acaba de decirle al Creador, qué temor reverencial sintió al hablarle, y qué siente después de haberle hablado, es decir, qué impresión ha quedado en él, qué alegría, ya que si realmente cree que le habló al Rey, ¿Dónde están el entusiasmo y el regocijo? Está escrito al respecto: «Si soy un padre, ¿Dónde está Mi honor? Si soy un Amo, ¿Dónde está el temor a Mí?».

 

Si observamos esto más de cerca, podremos detectar dos discernimientos en este acto:

1) Disfruta de la fruta que está comiendo, esta alegría que tiene por la fruta pertenece al deseo animal de recibir. Es decir, los animales también disfrutan comiendo y bebiendo. No es necesario el hombre para recibir tal placer, y por eso este placer se llama «Placer animal».

 

Pero en la bendición y la gratitud que le da al Creador por ello, en esto debemos hacer varios discernimientos. El segundo discernimiento en la acción anterior, es decir, la alegría de agradecer al Creador, pertenece específicamente al hombre y no está presente en los animales. Hay muchos discernimientos aquí porque, en este acto que pertenece al hombre, hay muchos grados que discernir.

 

Por ejemplo, en el hombre debemos discernir la medida de la fe: En qué medida cree que el Creador le ha dado todos los placeres para disfrutar. Luego, debemos discernir en lo que dice cuando se dirige al Creador, hasta qué punto cree que le está hablando al Creador. Después, debemos discernir en qué medida cree en la grandeza e importancia del Creador. En eso, sin duda cada persona es diferente. Y dentro de la misma persona debemos discernir de acuerdo al estado en el que se encuentra ahora, porque dado que la persona puede caminar, podría estar subiendo o bajando. Por lo tanto, en una persona podemos discernir varios estados, como está escrito: «Y te daré movimiento entre los que están de pie».

 

Resulta que, en el deseo de recibir placer, el cual por lo general está relacionado con la bestia, no hay nada que discernir ya que es un placer general. Esto no es así con el placer relacionado con el hombre. Ahí ya podemos hacer muchos discernimientos. Resulta que el fundamento de la alegría que pertenece al hombre no se atribuye a las vasijas de recepción; más bien está relacionada con el otorgamiento, porque todo el placer de él se construye en el Creador, esto significa que todo el combustible del cual obtiene Kelim para trabajar depende de la grandeza del Creador y no de la medida del placer en el hombre. Esto significa que la magnitud del placer depende de en qué medida asume la grandeza del Creador.

 

Esto es llamado «Placer que llega a la persona indirectamente». Ella desea otorgar directamente al Rey, y en la medida en que se imagine la grandeza del Rey, en esa misma medida se sentirá más feliz de estar deleitando a un gran Rey. La persona recibe placer indirecto de esto. Resulta que el placer solamente está permitido de esta manera, pues uno no tiene la intención de complacerse a sí mismo cuando está sirviendo al Rey, sino que la importancia del Rey es lo que le hace querer servir al Rey.

 

Resulta que su intención es deleitar al Rey, hacer feliz al Rey, por lo que naturalmente se deduce que también él disfruta. Un placer así está permitido porque cuando recibe este placer, ahí no hay ninguna vergüenza conocida como «Pan de la vergüenza», ya que su placer es dar y no proviene de algo que reciba directamente del Creador.

 

Cuando disfruta de algo que el Creador le da, se considera como un placer que proviene directamente del Dador, como luces. Esto se llama Or Jojmá (Luz de la Sabiduría), la cual llega al receptor directamente, es decir, el receptor disfruta de lo que recibe y esto requiere una corrección llamada «dirigir con el fin de otorgar». Pero si su placer es porque le está dando al Creador, y disfruta por estar sirviendo a Él, este placer se considera que llega indirectamente, ya que su intención es que el Rey lo disfrute y no piensa en disfrutar de esto.

 

Acerca de esto se dijo: «Sirvan al Creador con alegría», es decir, la alegría debería venir a la persona por estar sirviendo al Creador. Sin embargo, si está sirviendo sin alegría, es por falta de fe en la grandeza e importancia del Rey. De otro modo, debe haber alegría y entusiasmo sin ninguna preparación para esto, porque no necesita ver que tendrá alegría del trabajo, sino que necesita ver que se prepara para saber a quién está sirviendo y cuál es Su importancia y la alegría es el resultado. Por lo tanto, si no tiene alegría en el trabajo, es una señal de que no tiene idea de la importancia del Creador y entonces debe corregirse en los asuntos de la fe.

 

Por lo tanto, no necesita trabajar para tener alegría por estar sirviendo al Creador. Al contrario, debe invertir esfuerzos para obtener la importancia y la grandeza del Creador, es decir, que todo lo que hace, aprende y se dedica las Mitzvot (preceptos), quiere recompensa por su trabajo, de ser recompensado con la grandeza e importancia del Creador. En la medida en que reciba la importancia del Creador, se sentirá naturalmente atraído a anularse ante Él y deseará y anhelará servir.

 

Todo lo que hemos dicho hasta ahora se considera Ibur, porque debe creer que todo viene por parte del Creador, que le dio el pensamiento y el deseo de anularse ante Él.

En ese momento debe encontrar un lugar para la representación, es decir, cuán inspirado se siente por este despertar, y hacer una crítica, y ciertamente encontrará carencias que corregir. Pero cuando ve lo que allí le falta, no puede estar alegre porque cada carencia le causa sufrimiento, por lo tanto, ¿Cómo puede estar alegre? Por otro lado, no es bueno estar tan carente, según la regla que dondequiera que haya una carencia en la Kedushá (Santidad) hay un asidero para las Klipot (cáscaras), y podría caer de su grado y recibir un debilitamiento de esto.

 

Por lo tanto, el hombre debe verse a sí mismo en completitud, es decir, que no tiene carencias. Se ve a sí mismo feliz por su vida y puede obtener placer al ver que hay muchas personas como él que no disfrutan de la vida que él hace, pero si tuvieran el placer que él tiene, todos lo envidiarían.

 

Digamos, por ejemplo, en una cárcel hay unos prisioneros y a ninguno se les permite salir de la prisión para respirar un poco de aire. Pero un hombre se gana el favor del director de la prisión, y nadie lo sabe, y lo deja libre una hora al día. Él va a casa para visitar y luego regresa a la prisión. ¿Cuán feliz es ese hombre?

1) Está feliz porque visita su casa;

2) Cuando mira al resto de los prisioneros, a quienes no se les concede esa libertad, obtiene placer y deleite al ver a los demás, que están sentados en la prisión sin ver la luz que hay afuera.

 

Esto significa que además de su propio placer, es decir, el placer que disfruta, puede disfrutar de lo que está fuera de él. Disfruta ver lo que él tiene y lo que otros no tienen. Resulta que este placer viene del exterior, es decir, de mirar hacia fuera y ver cómo sufren por no tener ninguna libertad, mientras que él disfruta de la suya.

 

De esto se desprende que debemos discernir dos placeres aquí:

1) El placer que recibe al disfrutar;

2) El placer que recibe por tener lo que otros no tienen, que es llamado «recibir alegría del exterior».

La enseñanza es que, dado que estamos encarcelados, es como decimos en las Kaparot (expiación) en la víspera de Yom Kipur (Día del perdón): «Habitantes de las tinieblas y la sombra de la muerte, prisioneros de la pobreza y el hierro, Él los librará de las tinieblas y de la sombra de la muerte».

 

Debido a que hemos pecado y hemos sido encarcelados donde se coloca a todos los prisioneros que pecaron ante el Rey, donde no ven la luz en toda su vida, porque se les sentenció a cadena perpetua en prisión. Están desconectados de los padres, llamados «Padres del mundo», como dijeron nuestros sabios (Tana de Bei Eliyahu Rabá, Capítulo 25): «¿Cuándo alcanzarán mis obras las obras de mis padres?».

 

Es decir, cuando hay conexión con los padres, cuando uno conoce las buenas obras de los padres puede decirse que pregunta: «¿Cuándo alcanzarán mis obras las obras de mis padres?». Es decir, que él también tendrá la capacidad de llevar a cabo buenas obras como los padres. Pero debido al pecado, como está escrito: «Por nuestros pecados hemos sido exiliados de nuestra tierra», hemos sido encarcelados completamente desconectados de los padres, es decir, que desconocemos que tuvimos padres que estaban adheridos al Creador y no tenemos idea de que también nos corresponde a nosotros decir acerca de todo asunto espiritual, que queremos hacer acciones con las que poder adherirnos al Creador.

 

Resulta que las personas que fueron sentenciadas a cadena perpetua no vieron la luz en toda su vida y aceptaron su situación. Se acostumbraron a disfrutar solamente lo que el director de la prisión considera que debe darles, y la costumbre les hace olvidar lo que una vez tuvieron, una vida fuera de la prisión, cuando disfrutaban la vida que eligieron para ellos y no tenían que aceptar los alimentos bajo las condiciones de la prisión. Pero lo han olvidado todo.

 

La lección es que, uno debe estar contento de que el director de la prisión lo ama y por eso le ha dado un poco de libertad cada día para salir de la cárcel y disfrutar de lo que disfruta la gente inocente, es decir, como si nunca hubiera pecado contra el Rey. Él va a su casa y come con todos los de su familia y el resto de sus amigos y seres queridos, pero luego debe volver a la cárcel.

 

Esto sucede cada día. Es decir, cuando en una persona aparece el deseo y el pensamiento de entrar en la sinagoga y orar, y aprender un poco y sentir un poco que existe la vida espiritual, que finalmente cree en ella, es decir, que tiene fe, esto es llamado «Diminuta sensación acerca de todas las cosas en la Kedushá», que recibe iluminación desde lejos. Es decir, aunque todavía está lejos de la equivalencia de forma, dado que pecó con el amor propio llamado «Disparidad de forma», fue sentenciado a cadena perpetua. La cárcel es donde no hay vida espiritual, sino que es el lugar para los malvados que pecaron contra el Rey.

 

Pero él cayó en gracia ante el director de la prisión, que le da un pensamiento y un deseo de disfrutar la vida de los humanos, como en: «Ustedes son llamados “Hombre” y las naciones del mundo no son llamadas “Hombre”», debido a que disfrutan la comida humana, llamada «Vida espiritual», que tienen contacto con el Rey de Reyes, es decir, que sienten momentáneamente que están hablando con el Rey.

 

Cuando una persona imagina que es favorecido por el director de la prisión, quien le ha otorgado libertad temporal, aunque sabe que más tarde tendrá un descenso y tendrá que volver a prisión, incluso mientras está en prisión puede estar feliz porque sabe por la experiencia pasada que hay ascensos y descensos. Por lo tanto, incluso cuando es devuelto a prisión, sabe que a veces cae en gracia ante el director de la prisión que le concederá otro permiso de libertad temporal, y en ese corto tiempo podrá ver y suplicarle junto a sus amigos ser liberado por completo.

 

Esto significa que, incluso durante un descenso, a veces tiene pensamientos de que ya está acostumbrado a ser expulsado de los pensamientos y deseos de los pecadores que están inmersos en el amor propio. Más tarde, cuando recibe un llamado desde arriba, porque así lo cree, los pensamientos y deseos que tiene durante el descenso, siente que será imposible que pueda salir del amor propio, porque ve la resistencia del cuerpo. Cada vez esa resistencia adopta diferentes formas y cada argumento difiere del otro, pero todos son iguales haciéndole entender lo difícil que es y que en realidad no existe tal cosa como que una persona pueda salir de ellos.

 

Aun así, ve que cuando le llega un despertar desde arriba, se olvida de todos sus argumentos y todos arden como si nunca hubieran existido en el mundo. Ahora solo quiere una cosa: Anularse ante el Creador y ahora siente placer específicamente en eso.

 

Por ello, cuando uno tiene algún tipo de agarre en la espiritualidad, aunque sea el más pequeño de los pequeños, ya puede sentirse feliz y completo por dos razones:

1) Se le ha concedido un permiso de salir de vacaciones. Disfruta estando temporalmente fuera de prisión, es decir, por la Torá y Mitzvot;

2) Disfruta al ver que todos los demás están en prisión. Los mira con compasión y algunas veces quiere pedir misericordia para ellos, que el Creador les permita salir de la prisión.

 

Ahora podemos entender que, durante el Ibur, cuando su fuerza de representación es solo Katnut, cuando uno apenas puede observar la Torá y Mitzvot con alguna intención, debe creer que tiene gran importancia que el Creador le haya dado un lugar para apartarse del resto de las personas del mundo que no tienen conexión con el judaísmo, y cuyas aspiraciones están revestidas solo de placeres animales, ya que se conforman con aquello que alimenta y sustenta a las bestias. En cuanto a la espiritualidad, se enorgullecen de no ser tontos como los religiosos, que dicen que hay una cuestión de vida espiritual. Y sin embargo, tienen la sensación fuerte y clara de que tienen razón. Ellos se dicen: «Somos los más inteligentes en la generación por no creer en la espiritualidad, y todo el propósito de nuestra vida es solamente la vida corporal».

 

Saben con certeza que no hay espiritualidad en el mundo, hasta tal punto que quieren influir sobre los religiosos para que ellos sepan también que el sentido común dice que no hay nada en el mundo aparte de la vida corporal, como los animales. Y hay todavía más grandes sabelotodos que, debido a que viven como animales, han llegado a la conclusión de que no deberíamos comer animales porque los hablantes no tienen un propósito superior al de los animales, entonces, ¿por qué deberíamos comerlos si todos estamos en el mismo nivel y tenemos el mismo propósito?

 

Resulta que, por un lado, uno debe apreciar el pensamiento y el deseo de hacer cosas simples sin ningún entendimiento ni intelecto, sino completamente por encima de la razón, y creer que incluso el pequeño deseo de observar la Torá y Mitzvot también le fue dado por el Creador ya que Él lo favorece. Sin embargo, no sabe qué mérito tiene frente otras personas que el Creador ha dejado en la vida corporal mientras que a él lo ha elegido de entre todas las personas, como en la alegoría de la prisión. Este asunto debería traerle alegría y plenitud, y dado que siente plenitud, puede agradecerle mucho al Creador por ello. Es como dijo Baal HaSulam: «En la medida que uno agradezca al Creador por haberlo acercado un poco, recibirá siempre ayuda de lo alto».

 

Podemos interpretar que la razón es que, si una persona entiende que debe agradecer al Creador, eso no significa que al Creador deba agradecerle como hacia una persona de carne y sangre. Más bien la pregunta es la medida en la que entiende que debe agradecerle. En ese momento, comienza a pensar en cuánta gratitud debería darle.

 

Hay una regla: Dependiendo de la medida de la dación así será la medida de gratitud. Por ejemplo, si alguien ayuda a una persona que no tenía trabajo para poder ganarse la vida, y va y hace un esfuerzo para él y le encuentra trabajo, naturalmente sentirá una enorme gratitud.

Pero si, por ejemplo, una persona comete un delito contra el gobierno y el juez lo condena a veinte años en prisión y debe abandonar a su familia y ya tiene hijos e hijas a los que debería casar, y acaba de abrir una nueva empresa, es decir, abrió una fábrica y necesita contratar a cien trabajadores aunque de momento solo consiguió cincuenta trabajadores, y ahora, en función del crimen por el que ha sido sentenciado, debe estar encarcelado durante veinte años, se preocupa por lo que pueda ocurrir con sus planes y su familia mientras está apartado del mundo. Dice que preferiría morirse ahora antes que vivir en prisión, y está angustiado con todo.

 

Pero viene un hombre que le da consejos gracias a los cuales es absuelto de todos los cargos y es liberado. Entonces, la persona ciertamente comienza a pensar qué le puede dar a este hombre que le salvó la vida. Sin lugar a dudas, ahora este hombre tiene una única preocupación: «¿Con qué puedo mostrarle a este hombre mi corazón, que cada uno de mis huesos le dan las gracias y lo veneran?» Es tal como está escrito: «Todos mis huesos dirán» canciones y alabanzas para este hombre.

 

Resulta que, al tener que agradecerle, comienza a contemplar la medida de salvación que le ha dado para saber qué tipo de gratitud le debe dar. Por eso, cuando una persona da gracias al Creador, depende de la medida en la que aprecie la importancia de que el Creador lo libere de la prisión por un solo momento para respirar un poco más del aire del mundo de Kedushá.

 

Por lo tanto, resulta que la persona sufre un descenso porque no apreció su acercamiento al Creador, y el no apreciarlo causó la pérdida. Es como dijeron nuestros sabios: «¿Quién es un necio? Aquel que pierde lo que se le ha dado». Esto significa que no tiene el intelecto para apreciar el grado de acercamiento a la Torá y las Mitzvot, es decir, que la persona debe creer que incluso la cosa más insignificante en Torá y Mitzvot es igualmente muy importante a pesar de que todavía no sienta la importancia.

 

Resulta que la fe está en cosas que el hombre aún no puede sentir o alcanzar. En ese momento uno debe creer en los sabios, en lo que nuestros sabios nos dijeron que debíamos creer que es así y seguir lo que nuestros sabios nos dijeron y no lo que nosotros sentimos. Esto es así porque nuestros sentimientos aún no están desarrollados como para sentir esas sensaciones que se extienden cuando sabemos que estamos hablando con el Rey. Es sencillo, si uno sabe que le está hablando al Rey, no necesita prepararse para sentir la importancia del Rey, porque es algo natural y no necesita trabajar innecesariamente en eso.

 

Entonces, ¿cuál es la razón por la que una persona no se emociona al pronunciar palabras de gratitud y palabras de Torá si cree que es la Torá del Creador? La razón es que su fe no es aún una fe completa, es decir, que su fe sea como un conocimiento claro, sino que su fe todavía está carente.

 

En lugar de ello, debe trabajar en creer que le está hablando a un Rey importante, y la sensación es algo que viene sin trabajo, ya que la sensación solo es el resultado de algo nuevo que le produce admiración al hombre. Resulta que el principal trabajo es el trabajo en la fe, creer que Él es un gran Rey.

 

Este tema lo presenta El Zóhar sagrado en varios lugares, que uno debe orar por el exilio de la Shejiná (Divinidad), o dicho en otras palabras, la «Shejiná en el exilio» o «Shejiná en el polvo». Es decir, que carecemos de la importancia de aquel al que rezamos, hablamos, o agradecemos tanto con la bendición por placeres y como con la bendición por las Mitzvot. Además, no apreciamos de quien son las Mitzvot observamos. Todo esto es llamado «Shejiná en el exilio».

 

En cualquier caso, no podemos tener una sensación de la observancia de la Torá y Mitzvot ya que existe una ley que dice que una persona no puede admirar algo pequeño como para recibir algo de emoción.

 

Por lo tanto, resulta que uno debe servir al Creador con alegría, es decir, que sea cual sea el estado en que se encuentra, incluso estando en un estado de bajeza y sintiéndose totalmente desprovisto de vida mientras observa la Torá y Mitzvot, uno debe imaginarse que ahora está observando la Mitzvá de la fe por encima de la razón. Es decir, aunque el cuerpo le muestre su bajeza, aun así, puede fortalecerse y decir: «Mi observancia de la Torá y Mitzvot sin ninguna intención es muy importante» ya que, de hecho, está observando todo en la práctica, aunque le falte la intención. Es decir, si además tuviera una buena intención, el cuerpo estaría satisfecho y se sentiría como un hombre completo.

 

Pero ahora el cuerpo es incapaz de disfrutar de la Torá y Mitzvot, así que lo único que falta aquí es el placer del cuerpo. Y dado que quiere trabajar en nombre de los cielos, resulta que precisamente ahora, cuando el cuerpo no siente ningún placer, puede trabajar en mayor medida con el fin de otorgar. Si cree por encima de la razón que esto es así, esta superación es llamada «Despertar desde abajo». A continuación, debe recibir vitalidad porque ahora está realmente adherido al Creador y quiere servir al Creador sin nada a cambio.

 

Sin embargo, si no es capaz de ir por encima de la razón, entonces vienen hasta él dos policías y lo meten en la cárcel junto con todos los que pecaron contra el Rey. Esos dos policías son «mente» y «corazón». En ese momento es enviado por el tiempo al que fue sentenciado, y luego lo sacan en libertad brevemente para examinar su comportamiento. Y esto continúa hasta que se compadecen de él desde arriba y lo liberan de la prisión.

 

Resulta que necesitamos dos cosas: La primera es la fuerza de representación, que es Katnut, y la segunda es la fuerza de retención para impedir el aborto, es decir, para no echar a perder el Ibur. Necesitamos la fuerza de representación dado que hay una regla: No hay luz sin Kli, es decir, no puede haber llenado si no hay carencia. Así que, si no hay Katnut, nunca habrá Gadlut.

 

Sin embargo, necesitamos fuerza para sostenernos mientras nos sentimos carentes, porque carencia significa que le duele todavía estar incompleto, ya que es sabido que tolerar el sufrimiento es difícil, y si uno no ve fin al sufrimiento, huye de la batalla. Resulta que debemos darle completitud para que pueda aguantar y no huir de la guerra contra el instinto. Sin embargo, no se le debe dar una mentira, es decir, engañarse a sí mismo y decir que está completo, ya que está escrito: «Aquel que diga falsedad no se presentará ante Mí».

 

Por lo tanto, cuando le decimos a la persona «Ves que todo el mundo está en prisión», como en la alegoría anterior, «Y se olvidan incluso de que tienen padres y amigos», que son las personas que se dedican a la Torá y las Mitzvot y que son amigos de su alma. Se olvidan de todo y piensan que lo único que hay en el mundo son personas encarceladas y el director de la prisión que los controla, es decir, que están bajo el juicio de la inclinación al mal y consideran que alguien que está en contra de su opinión es un loco, es decir, que abandonan la vida corporal de disfrutar de la prisión y buscan algo por encima de la razón, es decir, creer que hay un placer mayor que los deleites de la vida mundana.

 

Pero hace el cálculo de que es muy privilegiado por haber sido favorecido por el Creador y que Él lo ha liberado momentáneamente de la vida corporal para respirar un poco del aire de Kedushá, deberá estar tan feliz cuando los mira a ellos y a sí mismo. Ciertamente, esta completitud se considera verdadera plenitud porque en la corporalidad vemos que una libertad temporal, según la mencionada alegoría de la prisión, da tanta alegría a la persona cuando ve que ha sido favorecida por el director de la prisión y que el resto de los prisioneros no han tenido ese privilegio.

 

Además de que esta plenitud es verdadera, la persona debe hacer grandes esfuerzos para apreciarla, ya que esta labor eleva la importancia del trabajo, que es al apreciar un pequeño servicio en la espiritualidad. Gracias a esto, más adelante se nos recompensa con agrandar la importancia hasta un punto en el que uno puede decir que no tiene manera de apreciar la importancia de servir al Rey. Esto se llama Ibur.

 

Ibur significa que el despertar proviene del superior. Pero durante la preparación, que es antes de ser premiado con la admisión al palacio del Rey, donde Ibur es cuando recibe NaRaNJaY de Néfesh, hay gran cantidad de ascensos y descensos. Sin embargo, todo entra en el Ibur ya que todo proviene del despertar del superior.

 

Desde el punto de vista de la preparación, Yeniká significa que se despierta por sí mismo y quiere succionar algo de Kedushá a través de los escritores y los libros, para poder revivir el espíritu con la vida espiritual. Por esta razón, cuando se dedica a la Torá y Mitzvot, desea obtener de ellas la luz de la Torá para que lo reforme, como dijeron nuestros sabios: «Creé la inclinación al mal; y creé la Torá como condimento».

 

Sin embargo, a fin de obtener la luz de la Torá debemos tener fe, como está escrito en la «Introducción al Libro del Zóhar». La razón es que cree en el Creador y en Su Torá y quiere adherirse a Él, pero ve que no puede debido al mal dentro de él que es el deseo de recibir, y esta forma hace que se aleje del Creador. Por esta razón, su fe no es constante, como está escrito en el Sulam (Comentario sobre El Zóhar), que la fe no puede estar presente en una persona de forma permanente porque, mientras uno no tenga temor, lo que se considera que tiene miedo siempre a no ser capaz de dirigir con el fin de otorgar sino que anhele recibir con el fin de recibir, lo cual es disparidad de forma, la luz de la fe no podrá estar presente en él de forma permanente.

 

Por lo tanto, no puede haber fe permanente si no tiene Dvekut (adhesión), llamada «Equivalencia de forma». Pero, ¿Cómo obtener esta fuerza para poder sobreponerse a su propia naturaleza la cual solo es en oposición de forma? Acerca de esto se dijo: «Uno debe dedicarse siempre a la Torá y Mitzvot, incluso en Lo Lishmá (no en Su nombre), y desde Lo Lishmá se llega a Lishmá (en nombre de Ella), porque la luz en ella lo reforma» (Pesajim, 50). Resulta que la luz que hay en la Torá es lo que lo reforma, pero esto se dijo concretamente cuando uno quiere la luz de la Torá para ser reformado, para que todas sus acciones estén dirigidas a dar contento a su Hacedor.

 

Entonces, al ser reformado significa que tendrá Dvekut y será recompensado con la fe permanente. Pero una persona a la que no le preocupa tener solamente fe parcial, y aprende la Torá únicamente allí donde pueda obtener un placer que entre en las vasijas de recepción, y no se preocupa por las vasijas de otorgamiento, no tiene necesidad de que la luz de la Torá le proporcione el poder para reformarse, es decir, para darle fuerza a fin de corregir sus acciones de modo que sean solo para dar satisfacción a su Hacedor, esto se llama Dvekut y gracias a ello será recompensado con la fe permanente.

 

Esto no es así si no necesita fe permanente y no necesita Dvekut, y espera la luz porque la luz en la Torá viene del superior y en esta luz hay placer y deleite. Resulta que anhela la luz no para que le ayude a convertir sus vasijas de recepción en vasijas de otorgamiento; más bien quiere que la luz haga una acción contraria a la función que tiene.

 

La función de la luz es reformarlo. ¿Y qué es bueno? «Bueno» es como está escrito: «Mi corazón rebosa de algo bueno, yo digo: “Mi trabajo es para el Rey”» (Salmos, 45). Donde «Bueno» quiere decir aquello que concede al hombre vasijas de otorgamiento. Pero él quiere la luz para disfrutarla, es decir, que esta luz aumente sus vasijas de recepción. Esto es realmente lo contrario de lo que la luz debería dar. Pero él quiere recibirla, y por eso la luz no vendrá a él.

 

En la «Introducción al Estudio de las Diez Sefirot» (Punto 15), escribe que no hay que esperar que su dedicación a la Torá y Mitzvot Lo Lishmá lo lleven a Lishmá, a no ser que sepa en su corazón que ha sido adecuadamente recompensado con la fe en el Creador y Su Torá, porque entonces la luz en ella lo reformará y será recompensado con el día del Señor, que es todo luz, ya que la Kedushá de la fe purifica los ojos del hombre para que disfruten de Su luz hasta que la luz en la Torá lo reforme. Asimismo, los ojos de los que no tienen fe enceguecen frente a la luz del Creador. Hasta aquí sus palabras.

 

Debemos interpretar lo que dice, que la luz de la fe es revelada a aquellos que tienen fe. De acuerdo con lo que hemos explicado, aquellos que han recibido la fe en forma permanente ya tienen abundancia. Sin embargo, es como Baal HaSulam dijo acerca de lo que está escrito: «Dará sabiduría a los sabios». La gente se pregunta: «Debería haber dicho: “Dará sabiduría a los necios”». Y él dijo que, puesto que no hay luz sin Kli, no se les puede dar sabiduría a los necios, ya que no tienen necesidad. En consecuencia, ¿Qué significa «Dará sabiduría a los sabios»? Esto es para aquel que tiene un deseo de ser sabio, o sea que tiene un Kli que pueden llenar, porque no hay llenado sin una carencia.

 

Por lo tanto, debemos interpretar de este modo también lo referente a los asuntos de fe. Es decir, uno que tiene una necesidad de fe porque ve que solo tiene fe parcial, como dijimos más arriba (en la «Introducción», Punto 14), y anhela tener fe completa, es llamado «Aquellos que tienen fe». Esto significa que tiene un deseo y una necesidad por la luz de la fe. A aquellas personas que buscan la fe se les revela la luz de la Torá. Por eso está escrito que la Kedushá de la fe purifica los ojos del hombre para que disfruten de Su luz hasta que la luz de la Torá lo reforme.

 

Por lo tanto, resulta que Ibur significa que el hombre recibe un despertar desde arriba. Al igual que en el Ibur corporal, aquí también depende de los padres, depende del llamado que viene desde arriba, cuando uno es llamado a reformarse, y comienza a pensar otros pensamientos. Entonces, todos los deseos que tenía previamente al llamado que ha recibido desde arriba son quemados y no merecen un nombre.

 

El discernimiento de Yeniká significa que uno comienza a buscar por sí mismo qué Yeniká (amamantamiento) recibirá de los libros o los autores. Quiere succionar de ellos la luz de la Torá para tener la capacidad de adherirse al Creador y ser recompensado con una fe completa.