Un camino cercano y un camino lejano
Artículo 26, 1986
En la porción Beshalaj (Cuando el Faraón envió), nos encontramos con que el texto nos dice: «Dios no los condujo a través de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, no fuera que el pueblo se consuele y regrese a Egipto al ver la guerra». Esto significa que un camino cercano no es bueno. Y en relación al segundo Pésaj vemos (Números 9:10): «Habla con los hijos de Israel y diles: “Si alguno entre ustedes se encontrara impuro o se hallara lejos, celebrará Pésaj para el Señor en el segundo mes”». Esto significa que, si está en un camino alejado, no puede celebrar Pésaj en su fecha.
Vemos que la porción Beshalaj dice que el camino cercano no es bueno, como está escrito: «y no los condujo por donde resultaba cerca», sino que el camino lejano es mejor. En la porción Behaalotjá (Cuando enciendas [las velas]) está escrito que uno que está en un camino lejano es aplazado para el segundo Pésaj. Esto implica que el camino lejano es peor que el camino cercano.
En primer lugar, debemos saber que los caminos a los que se refiere la Torá ciertamente significan un camino lejano o cercano con respecto a alcanzar la meta por completo. Por lo tanto, es difícil de entender que pueda decirse que el camino cercano no es bueno. Es decir, la razón que nos da la Torá para esto es que ellos verán la guerra y regresarán a Egipto. Pero cercano significa que está próximo al Creador. Si uno está cerca del Creador, ¿Cómo puede decirse que se consolará y regresará a Egipto? Podemos entender lo contrario: si el pueblo se consolara por un camino que está alejado del Creador, podríamos decir: «no fuera que el pueblo se consuele y regrese a Egipto al ver la guerra».
En la porción Reé (Mira) (Deuteronomio 14:24) está escrito: «Si la distancia es tan grande que no puedes llevarlo por estar lejos de ti el lugar que el Señor tu Dios ha escogido para poner allí Su nombre». Baal HaSulam dio una explicación acerca de esto y preguntó: «¿Qué sentido tiene que el texto nos dé la razón de “Si la distancia es tan grande que no puedes llevarlo”?». Él dijo que el hombre debe asumir el yugo del reino de los cielos y debe ser como «como un yugo para el buey y como una carga para el asno», pero el hombre no puede llevarlo, es decir, le resulta difícil soportar el yugo, lo cual es el significado de «no puede llevarlo». Por esta razón el camino será lejano para ti.
Esto no sería así si el hombre asumiera sobre sí el yugo del reino de los cielos. Entonces vería que todo está cerca de él. Es decir, uno ve que «el lugar que el Señor tu Dios ha escogido para poner Su nombre», esto es, el lugar donde Dios ha elegido colocar Su nombre, está lejos de él. Es tal como está escrito: «Y que Me hagan un Templo, y habitaré dentro de ellos». Ese lugar está lejos del hombre, es decir, que está lejos de poder hacer un espacio dentro de su corazón para que la Shejiná (Divinidad) more. Está lejos de entender una cosa así: que uno pueda tener la fuerza de hacer un espacio para la morada de la Shejiná en su corazón. Y es así porque no podrá llevarla, es decir, no querrá asumir el camino adoptado «como un yugo para el buey y como una carga para el asno».
De esto se desprende que uno debe invertir todas sus fuerzas solamente en esto. Es decir, uno debe siempre buscar consejo sobre cómo asumir el mencionado yugo. Debe centrar todo su trabajo, es decir, todo lo que hace en Torá y Mitzvot (preceptos), deseando que estos esfuerzos le lleven a aceptar el yugo del reino de los cielos no para recibir recompensa. Y ese es el lugar «que el Señor tu Dios ha escogido para poner allí Su nombre».
Es sabido que “Su nombre” es llamado Maljut, que recibe el nombre de Shejiná. Es como escribe el sagrado Zóhar: «Él es Shojén (morador); ella es Shejiná (Divinidad)». Es como dice Baal HaSulam, que el lugar donde el Creador se revela es llamado Shejiná y el Creador es llamado Shojén. No obstante, ¿cuándo Él es llamado Shojén? En el lugar donde hay alguien que alcanza al Shojén. En ese momento dijo que Shojén y Shejiná no son dos cosas, sino una sola. Es decir, Shojén es llamado luz sin un Kli (vasija) y la Shejiná es el lugar donde el Creador se revela. Resulta que todo lo que existe en el lugar donde el Creador se revela es el Creador, y nada más. Sin embargo, hay luz y Kli, es decir, hay un Kli que alcanza la luz.
Resulta entonces que el lugar donde el Creador ha elegido colocar Su nombre es, tal como aprendemos, que necesitamos corregir nuestras vasijas de recepción para que sean con el fin de otorgar contento al Creador. Este es el significado de la equivalencia de forma. Entonces, en ese lugar, se revela el nombre del Creador.
Por lo tanto, ¿Cómo puede decirse de un camino cercano «Y Dios no los condujo, pues quedaba cerca»? Al fin y al cabo, un camino lejano significa, como está escrito en la segunda Pésaj, que uno que está en un camino lejano es aplazado para un segunda Pésaj. Es como está escrito en la porción Reé (Deuteronomio 14:24): «Si la distancia es tan grande que no puedes llevarlo». Según las interpretaciones de Baal HaSulam, la lejanía de un lugar proviene de la incapacidad para poder llevarlo, es decir, soportar el yugo del reino de los cielos. Por consiguiente, ¿cómo puede ser que el camino lejano sea mejor que el cercano?
En Maséjet Eruvín (Pág. 53b) está escrito en nombre de Rabí Yehoshua Ben Hananiá, que dijo: «Una vez, estaba yo andando por el camino y vi a un niño sentado en una encrucijada. Le dije: “Hijo mío, ¿Qué camino es el que lleva a la ciudad?”. Él me dijo: “Este es largo y corto; y este es corto y largo”. Seguí por el corto y largo. Cuando llegué a la ciudad, estaba rodeada de jardines y huertos. Volví hasta él y le dije “Hijo mío, ¿no me dijiste que este era el corto?”. Él respondió “Mi Rav, ¿acaso no dije ‘corto y largo’?”». Esto significa que hay una cuestión con respecto a cercano y lejano, y lejano y cercano.
Está escrito en la porción Nitzavim (en pie firmes) (Deuteronomio 30:11): «Pues este precepto que Yo te ordeno hoy no está fuera de tu alcance, ni se halla lejos. Está muy cerca de ti: en tu boca y en tu corazón para que lo cumplas». Esto significa que «cercano» es un buen camino, como está escrito: «En tu boca y en tu corazón para que lo cumplas», y no como en la porción Beshalaj.
Para comprender lo anterior debemos interpretarlo con respecto al comienzo del trabajo. Está el asunto de trabajar en la práctica y está el asunto de trabajar en la intención. Es decir, uno debe trabajar en la intención también. Esto significa que, mientras está observando las Mitzvot (preceptos), uno debe tener una buena intención, es decir, con qué intención está realizando las Mitzvot, esto es, la razón que le lleva a observar las Mitzvot.
Dado que debemos dirigir las acciones para que sean con la intención de no recibir recompensa, y dado que el hombre ha nacido con una vasija de recepción, lo cual significa que es imposible hacer movimiento alguno sin recibir beneficio, o sea una recompensa por su trabajo, pues está en nuestra naturaleza no hacer ningún movimiento a no ser que veamos que sea conveniente, que obtendremos más placer si renunciamos al reposo.
Es decir, renunciamos al estado en el que estamos para recibir más placer del que ahora tenemos antes de dejar el placer para ir a hacer otra cosa. Por lo tanto, ciertamente es importante que, gracias a la realización de un nuevo acto, uno reciba más placer.
Por consiguiente, uno debe hacer y observar la Torá y Mitzvot no porque el Creador quiera que las observemos y nosotros queramos hacer Su voluntad y que con ello Él obtenga placer de nuestra obediencia, sino que, dado que Él nos promete una gran recompensa por escucharlo a Él, intentemos guardar lo que Él nos requiere porque buscamos la buena recompensa que nos pagará por nuestro trabajo.
Esto se asemeja a la gente que trabaja para el dueño de una fábrica. Una jornada de trabajo dura ocho horas. Y gracias a que los obreros trabajan para él, el propietario gana dinero. Por lo tanto, el propietario disfruta teniendo trabajadores que hagan su voluntad.
Algunos de los trabajadores se acercan al propietario y le dicen que ven que está preocupado porque ha prometido a alguien entregar unos productos en una determinada fecha y se dan cuenta de que, según el ritmo de trabajo de producción durante las ocho horas, no podrá cumplir con lo acordado y proporcionar los productos a tiempo. Por lo tanto, se comprometen a trabajar más horas para él. A pesar de que deberían llegar a casa inmediatamente después de su jornada de ocho horas diarias –tienen niños a los que atender y hay quien tiene una esposa que está un poco enferma, y por eso tratan de llegar a casa inmediatamente después del trabajo– pero dado que pueden ver su aflicción, están dispuestos a trabajar horas extras.
De seguro que el propietario, cuando escucha la dedicación que tienen sus trabajadores, que no pueden consentir su dolor y por lo tanto deciden trabajar más horas pues saben que está agobiado porque debe cumplir el contrato al que se comprometió con el comprador y proveer una cierta mercancía en una determinada fecha; pero siguiendo el ritmo de trabajo de ocho horas, no será capaz de cumplir lo estipulado.
Así, el sentimiento en sus corazones hacia aquel que les proporciona trabajo no les deja descansar si no hacen algo por el propietario y por eso están de acuerdo en trabajar más de lo que pueden. Es decir, aunque haya acabado su jornada de trabajo y tengan familias con muchos niños y uno de ellos tiene una esposa un poco enferma y debe encargarse de las tareas de la casa, a pesar de todo ello, su conciencia no les permite dejar al propietario con esa intranquilidad.
Entonces se acercan a él y le dicen: «Hemos decidido trabajar horas extras para ti». Cuando el propietario escucha la dedicación de sus trabajadores, ve algo nuevo: antes de que vinieran a él para mostrarle que se solidarizan con su preocupación, él pensaba que los trabajadores no tenían ninguna emoción ni conciencia, sino que trabajaban para él y no para otros simplemente porque les pagaba un salario más alto que los demás; y por eso trabajaban para él. Pero ahora ve las cosas de otro modo: estaba equivocado con respecto a sus trabajadores.
Pero después le dicen: «No obstante, debes saber que, por las horas extras, es decir por el trabajo en horario nocturno, queremos que nos pagues el doble de lo que nos pagas por las horas ordinarias». Entonces el propietario vuelve a pensar: «¿La razón por la que quieren trabajar horas extras es realmente como dicen porque quieren ayudarme a salir de este apuro? ¿O es al contrario: ven que estoy en aprietos y me piden más dinero por las horas extras porque saben que no tengo otra opción? Me hacen ver que tengo que darles lo que quieren porque me han descrito mi situación desesperada, para que vea que conocen mi situación, así que quieren presionarme para que les pague las horas extras con el dinero que me piden».
De lo anterior podemos sacar un ejemplo para nuestro trabajo al observar la Torá y Mitzvot, es decir, discernir entre acción e intención. Acción significa que uno pretende hacer el acto que Él nos ha ordenado a través de Moisés, guardar la Torá y Mitzvot en todos sus detalles y minuciosidades, y que debemos aspirar a que esa Mitzvá que ahora hacemos sea con la intención de cumplir Su voluntad, que Él quiso que observemos la Torá y Mitzvot.
De esto se desprende que la intención que una persona debe tener, es aspirar a que las acciones que hacemos sean para observar lo que Él nos ha ordenado. Esto se considera aspirar a que la acción sea buena, como Él nos dijo a través de Moisés. Es como la ley en relación al sonido del Shofar (cuerno a modo de instrumento que se sopla en días especiales), que «si sopla el Shofar con la intención de aprender, o sopla con la intención de cantar, y no por el propósito de la Mitzvá, entonces no ha cumplido su deber» (como está escrito en Orej Jaim Rosh Hashaná, punto 589).
Por lo tanto, resulta que cuando decimos que las Mitzvot requieren intención, significa que uno debe aspirar a que el acto que está realizando sea porque quiere observar el precepto del Creador. Ciertamente, el acto debería ser conforme a la ley que nuestros sabios determinaron, las medidas de la Torá y las Mitzvot: cómo y de qué manera debería ser la práctica de las Mitzvot.
Por ejemplo, la Sucá (cabaña de la fiesta de los Tabernáculos) tiene varias reglas en lo que respecta a la forma. De lo contrario, la acción sería deficiente. Lo mismo ocurre con el estudio de la Torá y con las Mitzvot negativas (preceptos para evitar ciertas acciones). Hay muchas reglas acerca de ellas. Si la persona no cumple las leyes acerca de ellas, entonces habrá una falta en el trabajo en Mitzvot. Incluso si lo hace todo conforme a la ley, aun así, debe intentar realizar la Mitzvá porque el Creador nos ordenó que hiciéramos Su voluntad al observar las Mitzvot que nos ordenó a través de Moisés.
Todo esto se considera solamente «la práctica de las Mitzvot», aunque no la intención. Esto es así porque únicamente piensa en hacer el acto que el Creador nos ha ordenado, y todos los trabajos que realizamos en Torá y Mitzvot son como todas las personas en el mundo, que trabajan y se esfuerzan para ser recompensadas, y nada más.
Además, aquí necesitamos una atención adicional porque, cuando decimos que todo el trabajo está en la práctica de las Mitzvot, significa que el trabajo está en la práctica, y no se puede decir aquí que haya trabajo para recibir una recompensa. Más bien, para recibir una recompensa por el trabajo, no vemos que la persona necesite esfuerzo para recibir recompensa, ya que la única razón por la que trabajamos y renunciamos a muchas cosas es porque estamos pensando en la recompensa, pues solo la recompensa nos obliga a trabajar arduamente sin que nos importe la calidad del trabajo o el tiempo del trabajo, ya que la recompensa lo determina todo.
Por lo tanto, debemos entender por qué decimos que hay un trabajo en la intención, es decir, trabajo en la recompensa. Después de todo, ¿cómo es posible hablar de trabajo aquí? No obstante, la cuestión es que cuando una persona se dedica a la Torá y Mitzvot y quiere que su recompensa sea que el Creador le dé el pensamiento y deseo de trabajar, pero no para recibir una recompensa, el cuerpo no acepta tal recompensa, ya que normalmente recibimos una recompensa por el trabajo. Es decir, el trabajo consiste en hacer concesiones en las necesidades que él disfruta, y a cambio de ello recibirá placeres mayores que los que está cediendo. Por ejemplo, renuncia al descanso, y a veces renuncia a dormir, etc., pero recibe a cambio placeres mayores y más necesarios.
Esto no es así cuando renuncia a los placeres por coerción: cuando el cuerpo no está de acuerdo y quiere una recompensa para aceptar la renuncia a todo tipo de placeres. Resulta que el trabajo es los actos de otorgamiento, y la recompensa será la intención de otorgar, sin ninguna recompensa de recepción. Para esta intención, es decir, para esta recompensa, uno debe trabajar mucho.
Esto es más difícil que el trabajo en la práctica, aunque no haya necesidad de hacer otros actos y en otro momento diferente para la intención de la recompensa, sino que el propio trabajo que él hace y el mismo momento en que está trabajando son suficientes para él, y no necesita otras acciones, sino simplemente pensamiento e intención. ¿Cuál es la intención? Que su pensamiento y deseo sean como el acto.
Esto significa que, dado que hace el trabajo porque el Creador le ha ordenado que lo haga, entonces la intención será únicamente que quiere observar los preceptos del Creador solo por el Creador, sin ninguna recompensa. La cuestión es que todo lo que se le exige al hombre mientras realiza el acto –hacer la voluntad del Creador– es enfocarse mientras realiza la Mitzvá, no porque esté pensando en la recompensa y esto hace que trabaje día y noche. Es decir, observa lo que está escrito: «Y lo contemplarás día y noche», no porque piensa en la recompensa y esto hace que trabaje día y noche. Más bien al contrario, su deseo de complacer al Creador es la razón por la cual se esfuerza en el trabajo.
Esto es similar a la alegoría antes mencionada sobre los trabajadores que acordaron trabajar horas extras por la noche para el propietario, pero exigieron que les pagara el doble de lo que recibían en su horario regular. Vemos la diferencia entre el trabajo con el fin de recibir recompensa y el trabajo que no es con el fin de recibir recompensa. Nadie puede decir que los trabajadores están siendo leales al propietario y que por eso aceptan trabajar para él día y noche, sino que diremos lo contrario: dado que el propietario necesita su trabajo, ellos se aprovechan de él y quieren que les doble su salario.
Ocurre lo mismo con el trabajo. Aunque Lo Lishmá (no en Su nombre) es trabajo, y no hay nada que agregar en cuanto a las acciones, existe aquí una cuestión con la intención, es decir, qué pretenden los trabajadores con su trabajo: si es para su propio beneficio o para el beneficio del Creador.
Al cuerpo le cuesta mucho trabajo aceptar trabajar para el Creador; en otras palabras, decir al cuerpo lo que yo espero, la recompensa que deseo recibir del Creador por forzarte a trabajar tan arduamente con el fin de que el Creador me dé una recompensa y que no puedas obstaculizarme cuando quiera hacerlo todo con el fin de otorgar.
Naturalmente, el cuerpo grita a viva voz y hace todo lo posible para evitar perder su control. Y, por lo tanto, no permitirá que haga ni las cosas más simples porque teme que, gracias al mérito de la acción, alcance Lishmá, que es enteramente para el Creador y no habrá parte alguna que pueda recibir para el amor propio.
Por eso, vemos que para aquellos que quieren observar la Torá y Mitzvot con el fin de otorgar, cada pequeña cosa les resulta muy difícil porque el cuerpo teme en cada acción que realiza qué; tal vez, mediante el trabajo que está realizando la persona alcance Lishmá y que todo el control que el deseo de recibir tiene sobre la persona desaparezca. Esto se considera que también tiene trabajo en la recompensa. Significa que tiene trabajo para elegir la recompensa que desea por su trabajo en la Torá y Mitzvot, ya sea la recompensa que corresponde al amor propio o la recompensa de «solo para el Creador», y no quiere dar al amor propio ninguna porción de su trabajo y siempre piensa: «¿Cuándo se me concederá el deseo de solo darle contento al Creador?».
Ahora podemos entender lo que preguntamos: «¿Cómo puede existir un camino cercano malo?», como está escrito: «Y Dios no los condujo porque quedaba cerca». Podemos entender lo que el niño le dijo a Rabí Yehoshua Ben Hananiá: «Hay un camino que es largo y corto; y uno que es corto y largo», es decir, cercano pero lejano. Esto significa que, aunque está cerca, está lejos de la meta.
Se sabe que Maimónides dice que no debemos revelar el asunto de Lishmá, como dice (Hiljot Teshuvá [Reglas de arrepentimiento], Capítulo 10): «Los sabios dijeron: “Uno siempre debe dedicarse a la Torá, incluso en Lo Lishmá”, porque desde Lo Lishmá llegará a Lishmá. Por lo tanto, al enseñar a los niños, las mujeres y la gente común, se les enseña a trabajar solo por temor y para recibir recompensa. Hasta que adquieran más conocimiento y obtengan mucha sabiduría, se les cuenta ese secreto poco a poco, y se les acostumbra a ello de forma amena hasta que Lo alcancen, Lo conozcan y Lo sirvan por amor».
Las palabras de Maimónides implican que hay un camino cercano, es decir, que está cerca del corazón del hombre, esto es, para recibir recompensa. Resulta que es llamado «cercano» porque está cerca del corazón del hombre. Pero hay otra interpretación de «camino cercano», que es lo que el hombre ve cada vez que se acerca a la meta, y para él la meta se llama «recompensa» y espera que, cuando tenga cierta cantidad de Torá y Mitzvot, recibirá pronto una recompensa por su trabajo, ya que se sabe que el salario solo se paga al final (Baba Metzi’a, 65).
Por lo tanto, él cree que cuando termine su trabajo en este mundo, recibirá su recompensa en el mundo venidero, además de tener Mitzvot cuya recompensa también está en este mundo, tal como está escrito: «Estas cosas que come el hombre, sus frutos, están en este mundo, y el patrimonio le está esperando en el mundo venidero».
Por lo tanto, resulta que cada día siente que tiene algo en la mano, es decir, la recompensa por un día de trabajo, y cada día se añade a un año, y un año a otro año. Por ejemplo, una persona que comienza a observar las Mitzvot a la edad de trece años, que es cuando las Mitzvot se vuelven obligatorias, a la edad de veinte años está contento de que, gracias a Dios, ya tiene siete años de trabajo anotados en su cuenta. A la edad de treinta años, está extremadamente feliz porque ya tiene diecisiete años de trabajo anotados en su libro. Se deduce que, cada vez que trabaja, está feliz de que su recompensa crezca día a día. Este trabajo se llama «cercano a su corazón», ya que está seguro de la recompensa por su avance.
Este camino se llama «camino cercano» porque es agradable para el corazón, ya que cuando uno ve su progreso en el camino, le sienta bien al corazón, pues tiene algo para examinar. En el trabajo que realiza ve que cada día tiene una cierta cantidad de trabajo en Torá y Mitzvot, y todo está anotado en su libro, tal como está escrito (Avot, Capítulo 3): «Él decía: “Todo está dado en depósito, y una fortaleza se extiende sobre toda vida. La tienda está abierta y el comerciante vende mediante pago aplazado; el libro está abierto y la mano escribe”». Por lo tanto, está convencido de que tiene un gran patrimonio de la recompensa que ha ido acumulando con su trabajo diario de año en año. Por esta razón, este camino es llamado «camino cercano». Esto también se llama «un camino corto» por la razón anterior, ya que no hace falta mucho tiempo para que la persona entienda que vale la pena caminar por este camino pues está cerca de su corazón. Por eso es un camino corto.
Sin embargo, es un camino largo hasta alcanzar la verdad: que la Torá y Mitzvot le hagan llegar a que toda su intención sea con el fin de otorgar. Está muy lejos porque esta manera es lo opuesto al camino de Dvekut (adhesión) con el Creador, que es enteramente otorgamiento. Aquí comienza a caminar de una manera que su intención es solo para recibir recompensa. Pero el propósito que uno debe alcanzar a través de su trabajo en Torá y Mitzvot es llegar a trabajar con la intención de otorgar, como dijeron nuestros sabios: «He creado la tendencia al mal; he creado la Torá como condimento». Él necesita ver que a través de la Torá y Mitzvot, el mal que hay en él, llamado «recibir con el fin de recibir», será corregido y podrá hacer todo en beneficio del Creador y no en beneficio propio. En cuanto a su beneficio propio, es como dijeron nuestros sabios sobre el verso: «Si un hombre muere en una tienda de campaña», que la Torá solo se cumple en alguien que se mata a sí mismo sobre ella, y no por su propio beneficio.
Esto se denomina «cercano y lejano». Está cerca de su corazón por las dos razones anteriores, pero lejos de la verdad, como dice Maimónides (Hiljot Teshuvá, Capítulo 10): «Quien trabaja desde el amor, se dedica a la Torá y Mitzvot y camina por los senderos de la sabiduría no por nada en el mundo, y no por temor al mal, y no para heredar abundancia, sino que hace la verdad porque es la verdad».
Según las palabras de Maimónides, resulta que el mencionado camino más cercano está lejos de la verdad. En consecuencia, podemos interpretar: «Dios no los condujo por la tierra de los filisteos porque quedaba cerca; no fuera que el pueblo se consuele y regrese a Egipto al ver la guerra». El asunto de «cuando ellos ven la guerra» debe interpretarse en el sentido de que, al dedicarse a Lo Lishmá, el camino es el que irradia iluminación para que uno alcance Lishmá. Y dado que el comienzo del trabajo está en Lo Lishmá, no querrán ir a la guerra contra el instinto porque temerán perder su grado de dedicación en la Torá y Mitzvot.
Esto es un camino lejano. El Creador quería ir con ellos de inmediato al Monte Sinaí y entregarles la Torá. Por eso les dijo inmediatamente que debían ir por el camino más lejano. Es decir, aunque este trabajo está lejos del corazón, está cerca de la verdad, y con ello estarían en condiciones de recibir la Torá a los pies del monte Sinaí.
Por lo tanto, resulta que podemos interpretar que «camino largo y corto» significa lejano y cercano. Por consiguiente, el significado será «lejos del corazón», es decir, que lleva mucho tiempo hacer que el corazón comprenda, hasta que pueda entender que vale la pena trabajar con el propósito de la verdad; es decir, observar la Torá y Mitzvot de verdad porque el Creador nos ha ordenado que observemos la Torá y Mitzvot, y deseamos observarlas para que Él se complazca al ver que hacemos Su voluntad.
Resulta que la causa y razón de que observemos Sus preceptos es el Creador, y no la persona. Esto significa que la importancia del Creador lo obliga a tener un deseo y anhelo de servirle y darle contento. Esto se llama «lejano» porque está lejos del corazón, pero cercano de la verdad: cuando mostrándole la verdad, está más cerca de llegar a la verdad.
Sin embargo, «cercano y lejano» significa «corto y largo». Esto significa «cerca del corazón», ya que el cuerpo anhela placeres y él le promete que a través de su trabajo en Torá y Mitzvot recibirá recompensa; resulta que el cuerpo es la razón para observar la Torá y Mitzvot. Es decir, si pudiera recibir un placer mayor en otro sitio, ¿por qué iba a trabajar donde el salario es bajo? Por eso esto se llama «cercano y corto», pues no hace falta dedicar mucho tiempo para que el cuerpo entienda que debe asumir el yugo de la Torá y Mitzvot.
Es como él dice en el Sulam (Comentario de la escalera sobre El Zóhar) (Introducción al Libro de El Zóhar, punto 191): 1) «Teme al Creador y observa Sus Mitzvot para que sus hijos puedan vivir y mantenerse alejados del castigo corporal o de un castigo a su dinero. Esto es temor a los castigos en este mundo; 2) Cuando también teme a los castigos del infierno. Estos dos no son el verdadero temor, pues no está observando el temor debido al mandamiento del Creador, sino por su propio beneficio. Resulta que su propio beneficio es la raíz, y el temor es una rama derivada de su propio beneficio». Resulta que esto se llama «largo y corto, lejano y cercano» debido a lo que está escrito en la porción Beshalaj: «Dios no los condujo por la tierra de los filisteos porque quedaba cerca».
Sin embargo, en la porción Behaalotja, con respecto al segundo Pésaj está escrito: «O uno que está en un camino lejano se aplaza para un segundo Pésaj». Hemos preguntado: «Esto significa que el camino lejano no es bueno, ¿y por esto fue aplazado para un segundo Pésaj?». Debemos interpretar que cuando una persona anda por el camino cercano, es decir, cerca de su corazón, siente que está más cerca de Kedushá (Santidad) que otros que están transitando el camino más lejano, ya que cada día siente que la Torá y Mitzvot que está realizando se acumulan y acrecientan.
Por lo tanto, no tiene nada que corregir en él para estar cerca de la Kedushá, pues puede ver con sus propios ojos y no necesita creer por encima de la razón que está ascendiendo por los niveles de santidad. Al fin y al cabo, está observando la Torá y Mitzvot en todo detalle así que, naturalmente, su Kedushá crece cada día. Siente que es un justo completo y se pregunta cómo le será posible cumplir lo que dijeron nuestros sabios: «Sé muy, muy humilde».
Resulta que tal persona, desde el estado en el que está con respecto a la práctica, no tiene ninguna posibilidad de llegar a ser capaz de hacer un sacrificio al Creador –es decir, acercarse a Él en términos de equivalencia de forma– ya que no siente que está inmerso en el beneficio propio.
Sin embargo, si siente que está lejos del Creador, es decir, si ve que aún está inmerso en el beneficio propio y clama al Creador para que le permita salir del beneficio propio hacia el beneficio para el Creador, entonces puede ser corregido, es decir, es aplazado para un segundo Pésaj y entonces hace un sacrificio, es decir, entonces se acerca al Creador.
Resulta que debemos discernir dos tipos en el trabajo del Creador: un tipo incluye a aquellos que aún pertenecen a Lo Lishmá. El segundo tipo son aquellos que ya pertenecen a Lishmá. Hay dos tipos, y uno no es capaz de entender al otro. Esto es llamado «largo y corto, lejano y cercano».