Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)
Si una mujer insemina
Artículo 22, 1986
El sagrado Zóhar (Tazría, artículo 9) pregunta: «Aprendimos que “una mujer que insemina primero, da a luz a un hijo varón”. Rabí Aha dijo: “Aprendimos que el Creador sentencia si una gota será masculina o femenina, y tú dices: ‘Una mujer que insemina primero, da a luz a un hijo varón’. Por lo tanto, no necesitamos el dictamen del Creador”. Rabí Yosi dijo: “Por supuesto, el Creador discierne entre una gota masculina y una gota femenina. Y puesto que Él lo ha discernido, Él dictamina si será un varón o una hembra”».
Él interpreta en el Sulam (Comentario de la Escalera): «Hay tres socios en un hombre: el Creador, su padre y su madre. Su padre le da lo blanco que hay en él; su madre, lo rojo que hay en él y el Creador le da el alma. Si la gota es masculina, el Creador le da un alma masculina. Si es femenina, el Creador le da un alma femenina. Este discernimiento que el Creador hace en la gota –si es apta para el alma masculina o femenina– se considera un dictamen del Creador. Si Él no lo discerniera y no enviara un alma masculina, la gota no se convertiría en un varón. Por lo tanto, estas dos declaraciones no se contradicen entre sí. Rabí Aha dijo: “da a luz a un hijo varón”, pero ¿acaso ella da a luz porque insemina? ¡Depende del embarazo! Este versículo debería haber dicho: “Una mujer queda embarazada y da a luz un hijo varón”. Rabí Yosi dijo: “Una mujer, desde el día en que insemina y concibe hasta el día en que da a luz, no tiene otra palabra en su boca salvo si su hijo será un varón”».
Debemos entender el asunto anterior. ¿Qué nos aporta saber acerca de una mujer que insemina primero? Asimismo, nos dice que la grandeza del Creador es que Él sabe cómo discernir entre una gota masculina y una gota femenina. ¿Es esa la grandeza con la cual uno debe inspirarse y por la cual aceptar ser un siervo del Creador? También debemos entender lo que pregunta Rabí Aha: «Una mujer que insemina y concibe». Debería haber dicho «varón». Rabí Yosi explica: «Una mujer, desde el día en que insemina y concibe hasta el día en que da a luz, no tiene otra palabra en su boca salvo si su hijo será varón». Es decir, le preocupa que su hijo sea un varón. ¿Qué nos aporta saber lo que está en la boca de una mujer? ¿Qué pasará si conocemos esta preocupación de una mujer, que ella se preocupa por que su hijo sea un varón?
Para entender todo esto explicaremos lo que está escrito en el ensayo «Apertura a la Sabiduría de la Cabalá» (artículo 57): «Todo el propósito del Tzimtzum (restricción) que se hizo en Bejiná Dálet (cuarta fase) era corregirla, para que no hubiera disparidad de forma en ella, al recibir la Luz Superior. En otras palabras, para crear el cuerpo del hombre a partir de esa Bejiná Dálet. (...) A través de su dedicación a la Torá y Mitzvot con la intención de dar satisfacción a su Hacedor, volteará a la fuerza de recepción en Bejiná Dálet para que sea con el fin de otorgar. Con esto iguala la forma de recepción en otorgamiento completo y entonces será el final de la corrección, ya que esto hará que Bejiná Dálet vuelva a ser una vasija de recepción para la Luz Superior estando en completa Dvekut (adhesión) con la Luz, sin ninguna disparidad de forma. Pero esto requiere que uno esté incluido en las Bejinot superiores, por encima de Bejiná Dálet, para poder realizar buenos actos de otorgamiento. (...) Esto se debe a que Bejiná Dálet, que debería ser la raíz del cuerpo del hombre, se encontraba completamente en forma de espacio vacante y vacío, desprovisto de Luz, ya que su forma era opuesta a la Luz Superior. Por lo tanto, se considera separada y muerta. Si el hombre hubiera sido creado a partir de ella, habría sido absolutamente incapaz de corregir sus acciones, ya que no habría chispas de otorgamiento en él».
Para corregir esto ocurrió el asunto de la asociación de la cualidad de misericordia en el juicio, ya que el mundo no puede existir en la cualidad de juicio, como está escrito (punto 58): «“Él vio que el mundo no podía existir” significa que de esa manera era imposible para el hombre, que debía ser creado a partir de esta Bejiná Dálet, para alcanzar actos de otorgamiento por medio de los cuales el mundo fuera corregido en la cantidad deseada a través de él. Mediante esta asociación, Bejiná Dálet –la cualidad de juicio– se incluyó con las chispas de otorgamiento en el Kli (vasija) de Biná. Con esto, el cuerpo del hombre, que surgió de Bejiná Dálet, también se mezcló con la cualidad de otorgamiento y pudo realizar buenas acciones con el fin de dar satisfacción a su Hacedor hasta voltear por completo su cualidad de recepción en él que sea con el fin de otorgar. De ese modo, el mundo alcanzará la corrección deseada desde la creación del mundo».
Él interpreta la asociación de la cualidad de misericordia en el juicio en el Sulam (Tazría, punto 95): «Ya sabemos que hay dos puntos en Maljut: el primero es Maljut de Tzimtzum Álef (primera restricción), que no fue dulcificado en Biná, la cualidad de misericordia, y por lo tanto no es apto para recibir Luz, ya que la fuerza del Masaj (pantalla) y Tzimtzum (restricción) está sobre él. El segundo punto es el punto de Maljut que fue mitigado con la cualidad de la misericordia, que es Biná. Todas las luces que Maljut recibe son del segundo punto. Por consiguiente, el primer punto está oculto dentro de él, y solo el segundo punto está revelado y domina y, por ende, es apto para recibir las Luces Superiores. Por este motivo Maljut es llamada “el árbol del conocimiento del bien y del mal”, porque si uno es recompensado, es bueno, ya que el primer punto está oculto y solo el segundo punto domina. En ese momento hay abundancia en Maljut y el inferior recibe de ella. Si no es recompensado porque es un pecador, hay fuerza en la serpiente para revelar el primer punto en Maljut, el cual no participó en Biná, y entonces es malo».
Ahora podemos interpretar las palabras del sagrado Zóhar en referencia a «si una mujer insemina y da a luz un hijo varón». Preguntamos: «¿Qué nos enseña si una mujer que insemina primero da a luz un hijo varón?» Según las palabras del sagrado Zóhar, hay dos fuerzas dentro de nosotros:
1) La cualidad de juicio, que se considera femenina, llamada Maljut;
2) La cualidad de misericordia, que se considera masculina, es decir, una fuerza masculina, esto es, otorgamiento, como dijeron nuestros sabios: «Así como Él es misericordioso, sé tú misericordioso».
Estas dos fuerzas gobiernan al hombre, pero a veces la cualidad de juicio está oculta y la cualidad de misericordia domina, y a veces la cualidad de misericordia está oculta y la cualidad de juicio domina. Deberíamos saber que «inseminación» es similar a aquel que siembra trigo en la tierra. Las semillas se descomponen y el trigo que es apto para comer comienza a crecer. También tratamos de fertilizar la tierra, por medio de lo cual el trigo crecerá apto para comer.
Con esto podemos explicar el versículo: «Si una mujer insemina». Si una persona quiere comenzar el trabajo para alcanzar Dvekut (adhesión) con el Creador y desea disfrutar de «la comida del hombre» y no de «comida animal», el orden en su trabajo debería ser sembrar la «mujer» en él, llamada «deseo de recibir». Es decir, debería arrojar sus vasijas de recepción dentro de la tierra e intentar que la recepción para sí mismo se pudra en el polvo. Cuanto más lo fertilice, es decir, trate de comprender y sentir que el amor propio es tan repugnante para él como el estiércol, y cuanto más trate de ver la bajeza del amor propio y quiera que su amor propio se pudra, esto se denomina «Si una mujer insemina», es decir, la hembra que hay en él, las vasijas de recepción. Entierra esto en el suelo, lo que significa que quiere que su amor propio se pudra, y luego ella «da a luz un hijo varón», es decir, vasijas de otorgamiento. Al tratar de cancelar sus vasijas de recepción, esto es, el amor propio, recibe vasijas de otorgamiento.
Esto se asemeja a enterrar semillas de trigo en la tierra para que se pudran, y con esto tener trigo apto para ser alimento del hombre. «Alimento» significa que lo disfrutamos. Es decir, antes de empezar a trabajar en el camino de la verdad, uno solamente disfrutaba de lo que entraba en las vasijas del amor propio. Ahora disfruta de las cosas que entran en las vasijas de otorgamiento, lo cual se denomina «alimento para el hombre» y no «alimento para la bestia», que son los placeres animales. Esto se denomina «Si es recompensado, la cualidad de la juicio está oculta». Es decir, el deseo de recibir está oculto y no domina, y solamente el deseo de otorgar, llamado «la cualidad de misericordia», domina.
«Recompensado» significa que quiere ser puro, es decir, otorgar. «Grueso» quiere decir deseo de recibir. Dado que desea alcanzar la cualidad de misericordia, es recompensado con la desaparición de las vasijas de recepción. Es decir, no dominan, sino que es la cualidad de misericordia la que domina, llamada «otorgamiento» y «varón». Esto recibe el nombre de «dar a luz a un hijo varón», cuando el niño nace mediante la inseminación de la mujer, es decir, enterrando el deseo de recibir en el suelo, lo que significa que quiere recibir todos sus deleites en vasijas de otorgamiento.
Esto no es así si el hombre insemina primero, si el comienzo de su trabajo es las vasijas de otorgamiento, las cuales él contiene desde la raíz de la corrección. Por medio de la asociación de la cualidad de la misericordia con el juicio, él desea enterrar las vasijas de otorgamiento, llamadas «varón», y entonces ella «da a luz a una hembra». Esto significa que entonces la cualidad de juicio se revela en él y domina, mientras que la cualidad de misericordia, llamada «varón», desaparece y es incapaz de hacer nada con las vasijas de otorgamiento.
En ese momento solo come alimento de animal, y se instala en el amor propio, como los animales. Es decir, si él siembra en el suelo las vasijas de recepción, llamadas «hembra», entonces brota alimento para el hombre, es decir, fuerzas para otorgar. Pero si él entierra las fuerzas de otorgamiento en el suelo, entonces «da a luz a una hembra» y toda su comida está solo en vasijas de recepción, lo cual se considera dar a luz una hembra. Con esto comprenderemos lo que contestó Rabí Yosi a la pregunta de Rabí Aha, que el Creador discierne entre una gota masculina y una gota femenina, y porque Él lo ha discernido, dictamina que sea un varón o una hembra.
Preguntamos: «¿Qué nos enseña esto?» Nuestros sabios dijeron: «Aquel que viene a ser purificado es ayudado», y el sagrado Zóhar dice: «con un alma sagrada». Resulta que cuando la mujer insemina primero, es decir, que el comienzo de su trabajo es sembrar, es decir, enterrar a la mujer que hay en él en la tierra, esto es, su deseo de recibir para sí mismo, y todos sus pensamientos son acerca de cómo librarse del amor propio, y esto es lo que le pide al Creador, entonces, Él discierne si la gota es de un varón, es decir, que quiere que el Creador le dé vasijas de otorgamiento. En ese momento, el Creador le da el alma de un hombre. Es decir, le da una fuerza desde arriba, llamada «alma sagrada» con la cual puede ser otorgante si el Creador ve que su intención en el trabajo de Torá y Mitzvot (preceptos) es purificarse porque quiere salir de la Tumá (impureza) del amor propio; y por lo tanto el Creador le da el alma de un varón.
Si el Creador discierne que la gota es de una hembra, es decir, que el hombre insemina primero, esto es, que el comienzo de su trabajo es expandir sus vasijas de recepción, que su raíz, llamada «la asociación de la cualidad de misericordia con el juicio», que con sus acciones solo tiene la intención de recibir una mayor recompensa, como está escrito en el sagrado Zóhar: «aúllan como perros diciendo: “Danos la abundancia de este mundo y danos la abundancia del mundo venidero”»; resulta que su objetivo solamente era aumentar las posesiones que pertenecen al amor propio.
Resulta que, al sembrar, es decir, al enterrar la inclusión que tiene con la cualidad de misericordia, hace que quede oculta la cualidad de la misericordia, que es la fuerza del otorgamiento. Esto se llama «siembra», cuando colocamos y escondemos el trigo en el suelo, y el trigo queda oculto en la tierra. Esto nos indica que la fuerza del otorgamiento ha sido ocultada y se revela la fuerza de la recepción. Esto se denomina «ella da a luz a una hembra».
Resulta que, lo que dijo Rabí Yosi –que el Creador discierne si una gota es masculina o femenina– viene a enseñarnos que uno no debería decir: «Me he dedicado a la Torá y Mitzvot durante tanto tiempo, y he estado observando todo meticulosamente, pero no veo que el Creador me esté ayudando desde arriba para que pueda ascender por los grados de santidad». Y pregunta: «¿Dónde está esa ayuda desde lo alto, como dijeron nuestros sabios: “Aquel que viene a purificarse es ayudado?”».
Rabí Yosi viene y dice acerca de esto que el Creador discierne lo que es la gota: o un varón si quieres el trabajo de otorgamiento, o el trabajo de una mujer, es decir, que todo tu trabajo es para recibir una recompensa llamada «dar» pero con la intención de recibir. Por lo tanto, no puede decir que el Creador no escucha su plegaria. Al contrario, el Creador escucha y sabe por lo que está orando, es decir, que no desea en absoluto enterrar su amor propio en el suelo; entonces, ¿cómo puede darle el Creador lo que no quiere?
Se sabe que no hay luz sin un Kli. Un Kli es llamado carencia, y «luz» es el llenado de la carencia. Si una persona no tiene carencia por sentir que no tiene deseo de otorgar, esta es la esencia de la bajeza del hombre, por lo cual es apartado de la Kedushá (Santidad) y no puede ser recompensado con Dvekut (adhesión) con el Creador. Se considera que no tiene un Kli para recibir el llenado. Por eso Rabí Yosi dice que el Creador discierne qué gota es, es decir, qué quiere la persona que el Creador coloque ahí, qué alma, es decir, luz que esté revestida en vasijas de otorgamiento, esto es, que Él le dé luz para que tenga la fuerza de otorgamiento o la fuerza de recepción. Por esta razón, no debe quejarse al Creador, porque Él le da a cada uno lo que desea.
Esto es como dijeron nuestros sabios: «¿Cómo es el arrepentimiento? Cuando Aquel que conoce todos los misterios dé testimonio de que él no volverá a la necedad». Esto significa que, al darle el Creador el alma de un varón, es decir, luz para tener la fuerza de otorgar, con esto, aparece el testimonio del Creador, cuando «da testimonio de que no volverá a la necedad» porque el Creador le ha dado el alma. Con esto está seguro de que, en lo sucesivo, no trabajará para el amor propio sino todo con el fin de otorgar.
Está escrito de manera similar en las palabras del sagrado Zóhar, que aquel que viene a ser purificado es ayudado. Y esto es lo que dijo Rabí Yosi, que el Creador ciertamente discierne si una gota es masculina o femenina. Y dado que Él lo ha discernido, Él dictamina si debe ser un hombre o una mujer. Esto es considerado como «Aquel que conoce los misterios dará testimonio de que no volverá a la necedad». Sin embargo, ¿cómo puede uno querer enterrar su amor propio, a lo cual llamamos Kli, y que el Creador le dé luz dentro de este Kli, es decir, el alma de un varón en un Kli que llega cuando entierra el deseo de recibir llamado «Si una mujer insemina»?
Es muy difícil para una persona, una vez que ha sido creada, que la cualidad de juicio esté revelada y la cualidad de misericordia oculta. El comienzo de la creación del hombre es como en «El hombre nace como un asno salvaje», y la cualidad de misericordia en él es un punto negro que no brilla. Por esta razón, no tiene necesidad ni carencia que engendre en él un pensamiento de que necesita vasijas de otorgamiento. Más bien, su única preocupación es satisfacer todo lo que le exige el amor propio. Si el Creador lo ayuda a satisfacer completamente su deseo de recibir, sentirá que es el hombre más feliz del mundo, y entonces ¿qué más le falta?
Resulta que, ¿quién puede decirle que le hace falta una carencia llamada «deseo de otorgar»? Escucha una novedad: se le dice que le hace falta una carencia. Es decir, el término Kli, llamado «carencia», será ahora lo que le hace falta, es decir, necesita una carencia, y la satisfacción llegará recibiendo la carencia. Resulta que los nombres Kli y Or (luz) se refieren únicamente a la carencia.
Para entender esto, debemos destacar las palabras de nuestros sabios: que la plegaria es llamada «trabajo en el corazón». ¿Por qué llamamos a la plegaria «trabajo en el corazón»? Al fin y al cabo, la plegaria es únicamente con la boca. Debemos interpretar que una plegaria es llamada «carencia» cuando uno quiere que su petición le sea concedida, es decir, obtener la carencia de que no tiene la necesidad de querer otorgar, sino que todo lo que quiere es amor propio. Entonces ¿cómo puede uno pedir algo por lo que no tiene necesidad aunque escuche que se le dice «Eso es lo único que te falta»? Pero si no lo siente, ¿qué debe hacer para sentir que le falta?
Acerca de esto nuestros sabios nos dieron un consejo llamado «plegaria», que es el trabajo en el corazón. Es decir, un hombre dice verbalmente que le falta el deseo de otorgar y el corazón le dice que lo único que necesita es satisfacer todo lo que el amor propio demanda y no pensar en las carencias, sino en los llenados. Por esta razón, tiene mucho trabajo en su corazón para desear pedir una carencia que contradiga enteramente al deseo de recibir, que es la esencia de la criatura. A veces, el corazón prevalece y, a veces, prevalece la boca. Resulta que su boca y su corazón no son iguales, porque debemos saber que al final es el corazón el que gobierna al hombre y no la boca.
Por eso se dijo que el hombre debe trabajar con su corazón, aceptar que ha de pedir por una carencia, es decir, que el Creador colme su carencia, esto es, que aquí el llenado recibe el nombre de «carencia». Este es el significado de «el Creador satisfará su carencia», lo que significa que la carencia se considera llenado.
Ahora podemos entender que la única forma de obtener la carencia de que nos falta el deseo de otorgar es mediante la plegaria, que es un «medio» entre el hombre y la carencia. Es decir, uno ora para que el Creador le dé algo por lo cual no tiene carencia, para que sienta que le falta eso. Resulta que el Kli que se llama «carencia» es una carencia con respecto al sentimiento, es decir, que no siente que le falta, y la plegaria es que el Creador le dé la luz, la cual es el llenado de lo que le falta. Por lo tanto, resulta que el llenado es la carencia. Por eso, no tiene más remedio que pedirle al Creador que le dé una carencia, y esto es lo que conecta al Kli con la luz.
Es como Baal HaSulam dijo en nombre del ADMOR de Pursov acerca de lo que dijo Rabí Shimón: «La escritura debe apremiarse sobre todo donde los bolsillos están vacíos». «Bolsillo» quiere decir un Kli donde uno pone dinero. Un «bolsillo» significa carencia, y «dinero» es el llenado de la carencia. Por lo tanto, si una persona no tiene bolsillo, es decir, una carencia, es algo incluso peor que no tener el llenado porque eso se considera ser inconsciente. Resulta que cuando uno no tiene la sensación de falta por no tener un Kli de deseo de otorgar, debe apremiarse. ¿Con qué? Con la plegaria, que es el medio entre el Kli y la luz, entre carencia y carencia, y el llenado, donde uno ya siente esa carencia de que no puede trabajar con el fin de otorgar.
Ahora explicaremos lo que preguntamos acerca de la respuesta Rabí Yosi a la pregunta de Rabí Aha sobre por qué está escrito que «si una mujer insemina, da a luz un hijo varón», ya que el asunto depende de la concepción y debería haber dicho: «Si la mujer insemina y concibe un hijo varón». Rabí Yosi respondió que «desde el día en que insemina y concibe, no tiene otra palabra en su boca salvo si su hijo será un varón». Hemos preguntado: «¿Qué nos enseña lo que dice la mujer?»
Según lo que hemos explicado sobre el orden del trabajo, debemos interpretar «si una mujer insemina» que se refiere a uno que entierra el amor propio en la tierra para que crezca un varón, es decir, que será recompensado con un deseo de otorgar. Resulta que, en cuanto comienza el trabajo de obtener el deseo de otorgar llamado «Si una mujer insemina», comienza el trabajo en esta dirección y uno empieza a decir: «Ojalá diera a luz a un varón».
Es decir, debemos pasar por un proceso de odiar el amor propio y sentir la medida del mal que hay en el amor propio. No basta con decidir que no seguirá por el camino que uno estaba acostumbrado a recorrer y que quiere cambiar sus costumbres, sino que se le debe revelar la medida del daño que le causa el amor propio, porque solo cuando vea lo que está perdiendo puede estar seguro de que no se arrepentirá a mitad de camino.
Esto es semejante al juicio que se le hace a un extranjero que viene a convertirse (Yevamot, 47a): «Nuestros sabios dijeron: “A un extranjero que viene a convertirse se le dice: ‘¿Qué es lo que has visto para haber venido a convertirte? ¿No sabes que en estos tiempos Israel es azotado, acuciado, despreciado, enloquecido y atormentado (Rashi interpretó «azotado, acuciado, despreciado» como «bajo» y «coaccionado», como «destronado y forzado»)?’. Si él dijera: “‘lo sé y no soy digno’ será aceptado de inmediato”. En El gran libro de Mitzvot se recoge: “La razón es para que después no diga: ‘De haberlo sabido, no me hubiera convertido (Yoré De’ah, artículo 268)’”».
Querer salir del amor propio y comenzar el trabajo de otorgamiento es similar a dejar todos los estados en los que vivió, dejarlo todo y entrar en un área donde nunca ha estado. Por esta razón, debe pasar por la concepción y los meses de embarazo hasta que tenga la capacidad de adquirir nuevas cualidades que son ajenas al espíritu que recibió desde su nacimiento hasta ahora. Todo lo que ha recibido del entorno en el que creció y en el que fue formado, con sus puntos de vista y pensamientos, se asentaba enteramente sobre la base del amor propio. Siempre pensaba en controlar a los demás, y allí donde pensaba que encontraría un lugar donde poder controlar, se daba cuenta de que merecía la pena porque le daba placer al deseo de recibir y la mayoría lo apoyaba. Esto es denominado recibir fuerzas del público para sus aspiraciones, es decir, él veía cómo todo el mundo se comportaba así, para que el cuerpo supiera que merece la pena esforzarse en adquirir poder, honor o dinero. Todo se enfocaba en una sola línea llamada «deseo de satisfacer su Kli», que es llamado «amor propio».
Pero ahora que ha venido a convertirse, es decir, a salir del amor propio, donde solía pensar en controlar a los demás, ahora le dicen que debe hacer todos los esfuerzos para controlarse y que le está prohibido controlar a los demás. Y allí donde, cada día, contemplaba cuánto había ganado ese día, y que lo iba metiendo en la bolsa del amor propio, ahora se le dice que cada día debe contemplar cuánto beneficio ha obtenido para que pueda ponerlo en la bolsa del amor al prójimo.
En consecuencia, debemos interpretar lo que se dice a alguien que viene a convertirse. Significa que la persona, que hasta ahora era como un gentil, como está escrito «Y se mezclaron con las naciones y aprendieron de sus obras», el sagrado Zóhar dice «cada persona es un mundo en pequeño», esto es, que cada hombre está compuesto de las setenta naciones que corresponden a siete cualidades y cada una de las cuales consta de diez. Por eso son llamadas «setenta naciones» y el Israel dentro de él está en el exilio, bajo el gobierno de los pueblos.
Por lo tanto, cuando una persona viene para asumir (el yugo) el reino de los cielos y salir del exilio, en el que se rindió ante ellos, y los obedecía hasta ahora –es decir, que tenía que hacer lo que le pedían y pensaba que así era como debía ser, sin embargo, se ha despertado en él el punto en el corazón y ahora ha venido a trabajar para el Creador– le dicen: «Hasta ahora las naciones no humillaron al Israel dentro de ti. Esto significa que tu cuerpo aún no opuso resistencia. Pero ahora que quieres ser “Israel” y todavía no te has librado de su dominio, desprecian al “Israel” que hay en ti, ya que el cuerpo no te deja trabajar con el fin de otorgar. Por lo tanto, primero debes pensar si quieres hacerte cargo de este inmenso trabajo».
Pero luego, también las naciones del mundo se rinden, es decir, el cuerpo. Sin embargo, antes de que complete su trabajo, debe atravesar los meses de embarazo. Por esta razón, a la persona no se le dice el verdadero significado de anular el amor propio. Al contrario: debe recibir esta información poco a poco, y esto es denominado «meses de embarazo». Esto significa que, aunque se dice: «Si una mujer insemina y da a luz a un hijo varón», la verdad es como dice Rabí Aha: que no es como piensa la gente, que en cuanto insemines, esto es, en cuanto decidas enterrar tu deseo de recibir «darás a luz un hijo varón», sino más bien al contrario: el asunto depende del embarazo. Esto significa que, aunque ha aceptado enterrar su deseo de recibir, todavía no conoce el verdadero significado de anular el amor propio.
Por el contrario, conocer la verdadera naturaleza del deseo de recibir no es algo que uno pueda sentir de inmediato, ya que el deseo de recibir debe ser capacitado y preparado para tener la fuerza de renunciar a los placeres reales, que son eternos si no tiene ejercicios con los que acostumbrarse cada vez con un mayor amor propio. Es decir, cuando una persona comienza el trabajo del otorgamiento, constantemente recibe desde arriba placeres cada vez mayores, también en las cosas corpóreas, por lo que se acostumbra a renunciar a los placeres y los recibe solo con el fin de otorgar.
Ahora podemos entender lo que dijeron nuestros sabios: que para los malvados, la inclinación al mal es como una hebra de cabello, y para los justos como una gran montaña. Hemos preguntado: «¿Hay alguna diferencia en la realidad?». Pero dado que la persona debe estar preparada para recibir la facultad de recibir placeres eternos con el fin de otorgar, constantemente se le va proporcionando más placer en todo, a modo de ejercicios para aprender a usar sus vasijas de recepción, llamadas «deseo de recibir», y aun así poder recibirlos con el fin de de otorgar. De lo contrario renunciará a este gran placer.
Resulta que debe pasar nueve meses de embarazo con los que adquirir fuerza, llamada «deseo de otorgar». Si ve que algo interrumpe el deseo de otorgar, tiene el poder de repelerlo, y entonces se dice de él que «da a luz a un hijo varón». Es decir, una vez que ha pasado por el proceso de los «meses de embarazo» y no en mitad del trabajo, es decir, que en cuanto comienza el trabajo, desea ver la fuerza de otorgamiento que ha conseguido. De otro modo se enoja y dice: «Ya he comenzado el trabajo de la siembra, así que ¿dónde están los frutos que debería obtener?». Rabí Yosi explica al respecto que «una mujer, desde el día en que concibe hasta el día en que da a luz no tiene otra palabra en su boca salvo si su hijo será varón». Esto significa que, aunque ella no haya dado a luz, no puede esperar y quiere dar a luz de inmediato.