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Rabash / Si uno hubiera pecado y lo hallaran culpable

Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)

Si uno hubiera pecado y lo hallaran culpable

Artículo 20, 1986

Está escrito en El Zóhar, Vayikrá (punto 251): «Aprendimos que está escrito: “Si uno hubiera pecado y lo hallaran culpable”». ¿Por qué dice primero «Si uno hubiera pecado» y finalmente «y lo hallaran culpable»? Él responde que aprendimos que «Si uno hubiera pecado», significa que éstas son las transgresiones con las cuales las criaturas han pecado, como está escrito: «De todos los pecados del hombre». «Y lo hallaran culpable» es como dices: «La culpa es devuelta al Creador», y ahí: «Y lo hallaran culpable» significa «Será corregido». Es decir: «Si él hubiera pecado» significa si él corrige sus obras y devuelve lo que tomó robado. Rabí Yosi dijo: «Esto quiere decir que la palabra “Devuelve” significa que él regresa por sí mismo, ya que no está escrito “devolverá”, que es imperativo, sino concretamente “devuelve” es decir, por sí solo».

 

Deberíamos entender por qué dice: «Si uno hubiera pecado». ¿Qué transgresiones son llamadas «pecado», donde está escrito «de todos los pecados del hombre»? Deberíamos entender esto, porque ¿acaso hay una transgresión que no se considere pecado? Él trae una evidencia para esto, como está escrito: «de todos los pecados del hombre». Luego interpreta el versículo «acerca del robo», que atañe específicamente al aspecto entre el hombre y su prójimo.

 

Pero, ¿qué ocurre con las Mitzvot (preceptos) entre el hombre y el Creador? Explicaremos esto en el trabajo. Se sabe que todos los pecados son debidos al deseo de recibir, el cual fue impreso en las criaturas por el pensamiento de la creación «para beneficiar a Sus creaciones». Después hubo una prohibición de recibir con el fin de recibir, que es la corrección del Tzimtzum (restricción) que se llevó a cabo para evitar el «pan de la vergüenza»; debido a esta corrección, surgieron en cascada los mundos de Klipot (cáscaras).

 

A continuación, a través del pecado de Adam HaRishón con el árbol del conocimiento, surgieron dos sistemas, como en «Dios hizo el uno opuesto al otro». Por lo tanto, hay ABYA de Kedushá (Santidad) y frente a él ABYA de Tumá (impureza).

 

De aquí provienen todos los pecados: de querer recibir solo con el fin de recibir. Esto significa que el hombre fue creado por la naturaleza con amor propio, es decir, que solo se preocupa por su propio beneficio. Únicamente con la Segulá (remedio/virtud) de la Torá y las Mitzvot (mandamientos) puede ser corregido y trabajar con el fin de otorgar. Antes de recibir esta corrección llamada «con el fin de otorgar», quiere absorber todo para su propio dominio, es decir, sacar todo del dominio del Creador y llevarlo al dominio del hombre.

 

Y a partir de esto se extienden tres discernimientos en nuestro mundo:

1) Las cosas prohibidas y las cosas permitidas;

2) Hacemos dos discernimientos en las cosas permitidas: obligatorio u opcional;

3) La intención, a lo que debemos aspirar, también con las cosas prohibidas, a no hacerlas, que sean con el fin de otorgar. Con las cosas permitidas, ya sean obligatorias u opcionales, la intención debería ser otorgar y no el beneficio propio, sino que él observa la Torá y las Mitzvot por los mandamientos del Creador, porque cree en el Creador, que Él disfruta cuando él observa todo lo que Él nos ordenó. Esta debería ser su única intención en todo lo que hace tanto en Mitzvot de harás, en Mitzvot de no harás y en asuntos opcionales. La persona trata de dirigir todo en nombre de los cielos, mientras se dedica a esto.

 

Resulta que si una persona recibe placer en su propia autoridad, el pecado es que está extrayendo del dominio del Creador hacia su propio dominio, ya que todo tiene que entrar en el dominio del Creador; el hombre es solo esclavo del Creador y no tiene autoridad propia. Al contrario, todo debería estar dentro del dominio de su Dueño y el esclavo no tener autoridad propia.

 

Pero al recibir en su propio dominio los placeres que existen en el mundo, parece como si hubiera dos dominios. Esto se considera extraer del dominio del Creador –cuyo mundo es de Él– y que lo pone en su propio dominio.

 

Con respecto a extraer desde el dominio de su amigo al suyo propio, debemos discernir dos formas: 1) Su amigo no ve que él está sustrayendo de su amigo y lo deja en su propio dominio. Esto se denomina «ladrón». Es decir, cuando su amigo no ve, tiene el coraje de traer la posesión de su amigo a su propio dominio. Pero si ve que su amigo puede verle tomar cosas y traerlas a su propio dominio, entonces no robará.

 

2) A veces toma la posesión de su amigo incluso cuando su amigo se resiste. A esto se le llama «asaltar». Le roba a su amigo incluso cuando su amigo lo ve, pero no le preocupa que grite que está robando y que no se lo permita. Insiste, es decir, no tiene la fuerza para vencer el deseo que tiene por la posesión de su amigo y se ve obligado a asaltar. La razón por la que no le afecta que el otro lo mire es porque su deseo de recibir ya está desarrollado al más alto nivel.

 

Baal HaSulam dijo que la diferencia entre un ladrón y un asaltante es que el asaltante tiene un mayor deseo de recibir que el ladrón. Por lo tanto, cuando un ladrón sabe que el dueño lo verá cometiendo el acto, la vergüenza le da fuerzas para sobreponerse y desistir del robo. Pero el deseo de recibir del asaltante es tan fuerte que nada puede impedirle llevar a cabo su plan. Su deseo y su pasión son tan grandes que no toma nada en cuenta y ejecuta su plan.

 

Ahora podemos explicar lo que hemos preguntado más arriba acerca de qué quiere indicar cuando dice: «Si uno hubiera pecado», es decir, cuál de esos pecados que se denominan «pecado», como está escrito: «de todos los pecados del hombre». Debemos interpretar lo que dice: «de esos pecados que se llaman “pecado”», después de lo cual nos aporta evidencia con el versículo «de todos los pecados del hombre». ¿Qué significa «de todos»? Debemos interpretar que está señalando la raíz de la cual provienen todos los pecados, es decir, el deseo de recibir, con el que dan comienzo todas las acciones en el mundo y con el cual concluyen todas las obras. Es decir, se nos dio a corregir este deseo para que sea con el fin de otorgar. Cuando el deseo general de recibir sea corregido con el fin de otorgar, eso será llamado el «final de la corrección».

 

Esto significa que todas las correcciones que debemos realizar esforzándonos en la Torá y Mitzvot son solo para corregir el deseo de recibir, para que funcione con el fin de otorgar, y entonces seremos recompensados ​​con Dvekut (adhesión), y podremos alcanzar el propósito de la creación: hacer el bien a Sus creaciones.

 

Resulta que, al final de la corrección, cuando todo esté corregido y no haya nada más que corregir, todo deberá entrar en Kedushá. Es decir, incluso las malicias deben entrar en la Kedushá ya que, si no, faltará una parte del deseo de recibir, que se quedará fuera sin corrección. Dijimos que la indicación es que el versículo «de todos los pecados del hombre» significa todo lo que se extiende desde esta raíz. Es decir, tenemos que saber que todos los pecados se extienden desde el deseo de recibir primitivo, ya que sabemos que ésta es la raíz de todas las criaturas. Por lo tanto, aun cuando quedara un solo pecado, dado que se extiende desde la raíz, que es el deseo de recibir, también deberá corregirse para que trabaje con el fin de otorgar, de otro modo esta carencia sería evidente en la raíz, es decir, en Tzimtzum Álef (primera restricción), que fue hecho sobre el deseo de recibir primitivo, para que pudiéramos recibir todo lo que existe en el pensamiento de la creación: hacer bien a Sus creaciones en los Kelim (vasijas) que han sido corregidos para trabajar con el fin de otorgar.

 

Podemos entender esto imaginando lo siguiente. Supongamos que Su deseo de hacer el bien a sus creaciones era cien kilogramos de placer. Naturalmente, tenía que preparar un Kli (vasija) con cien kilogramos de carencia. De lo contrario, no habría lugar para depositar los cien kilogramos de placer porque solo puede haber llenado en un lugar de carencia. De esto se deduce que si llenamos los Kelim (vasijas), es decir, las carencias, pero quedan por fuera Kelim –en otras palabras, que algunos de los Kelim que pertenecen a los cien kilogramos de carencia ni son limpios ni aptos para ser llenados con la abundancia que les corresponde– la abundancia que Él deseaba dar, los cien kilogramos de abundancia, Su deseo no queda satisfecho porque algunos de los Kelim pertenecen a esa parte de la abundancia que todavía no recibió lo que les corresponde.

 

Resulta que todos los Kelim que surgieron en el momento de la creación deben entrar en la Kedushá (Santidad). Con esto entenderemos lo que dice el sagrado Zóhar: «El ángel de la muerte está destinado a ser un ángel santo». Esto es como dijimos anteriormente, que debido a que todo lo malo proviene del deseo de recibir que el Creador creó y luego restringió, lo cual es llamado «corrección», todos los cien kilogramos de deseo de recibir que Él creó deben ser recibidos a través de la corrección llamada «recibir con el fin de otorgar». Estos discernimientos que no podemos corregir antes del final de la corrección se llaman Klipot (cáscaras) y Tumá (impureza) y Sitra Ajra (arameo: el otro lado), pero al final de la corrección todos los Kelim tienen que entrar en la Kedushá por la razón antes mencionada. De lo contrario, habrá una carencia en la abundancia, ya que todos los Kelim deben recibir la abundancia que les corresponde.

 

Ahora podemos entender lo que está escrito: «de todos los pecados del hombre». Hace referencia a la raíz de los pecados, llamada «deseo de recibir». Por eso está escrito: «Si uno hubiera pecado y lo hallaran culpable». El significado del versículo «de todos los pecados del hombre», no son concretamente los pecados entre el hombre y su prójimo, como se interpreta después sobre el versículo «y lo hallaran culpable». Es como tú dices: «la culpa es devuelta al Señor», donde «y lo hallaran culpable» significa que él corregirá sus obras y devolverá el robo que ha sustraído, lo cual se refiere concretamente a entre el hombre y su prójimo.

 

Sin embargo, debemos interpretar que la raíz de todos los pecados es el deseo de recibir con el fin de recibir, que es lo que la persona recibe del Creador, es decir, desde Su dominio, y deja todo en su propio dominio, lo cual es llamado «robo». Es decir, extrae del dominio del Creador aunque la Torá clama y dice que está prohibido recibir en el dominio propio de uno, de lo contrario se considera que tiene dos dominios: el dominio del Creador, y toma los placeres desde el dominio del Creador en el suyo propio. Resulta que no es considerado como un ladrón sino como un asaltante, porque aunque el Creador ve que toma, su deseo de recibir es tan fuerte que tiene fuerza para vencerlo, y por eso es considerado un asaltante y no un ladrón.

 

¿Y cuál es su corrección? Devuelve el robo que ha sustraído, es decir, se arrepiente y corrige para que todas sus acciones entren en la Kedushá. Es decir, extiende el deseo de que todas sus obras sean con el fin de otorgar. Por eso él interpreta «Si uno hubiera pecado y lo hallaran culpable» como que «y lo hallaran culpable» significa corrección.

 

Rabí Yosi agrega y dice: «Esto significa que lo que está escrito: “y devuelve”, quiere decir regresar por sí mismo, ya que “y devuelve” no está escrito como imperativo, sino que “devuelve” es precisamente por sí solo. Es decir, hay “arrepentimiento por temor”, cuando las malicias se convierten para él en errores, y esto se considera como tal, aunque devuelva el robo». Sin embargo, esto aún no se considera por voluntad propia sino que, dado que todavía tiene temor, devuelve el robo. Pero esto no se considera «por sí solo», es decir, por su voluntad propia, como para que podamos decir que está contento con la devolución del robo. Más bien es como si él no tuviera otra opción.

 

«El arrepentimiento por temor» aún no corrige la malicia ya que, con «el arrepentimiento por temor», las malicias solo se convierten en errores. Y por lo tanto hay Kelim que todavía están fuera de Kedushá, lo que significa que la abundancia superior no puede revestirse de ellos. Por lo tanto, Su deseo, que era hacer el bien a sus creaciones, otorgar a los inferiores, aún no tiene dónde revestirse. Es como si hubiera una carencia en el propósito.

 

Por consiguiente, nos fue dada una corrección llamada «arrepentimiento por amor». En ese momento las malicias se vuelven para él como méritos. Los Kelim que eran como «malicias», que son deseos de recibir que pertenecen a la abundancia superior desde la perspectiva del propósito de la creación, no son aptos para recibir la abundancia. Pero cuando los méritos están hechos de estos Kelim, son aptos para revestir a la abundancia superior, y entonces la consecución de la meta, que es beneficiar a Sus creaciones, puede hacerse realidad en la medida de la abundancia que Él quiso darles. Ahora todos los Kelim pertenecientes al deseo general de recibir que se dividió en numerosas partes (ya que es más fácil corregir partes más pequeñas) han entrado.

 

Es como la alegoría que Baal HaSulam contó en referencia a la corrección del árbol del conocimiento (Panim Masbirot p. 56) sobre un rey que quería enviar monedas de oro a su hijo en el extranjero pero todos los ciudadanos de su país eran ladrones, así que tuvo que cambiar las monedas de oro por monedas de céntimos; y céntimo a céntimo se va formando una gran suma, y por medio de esto todo será corregido.