El asunto de la alegría
Artículo 19, 1986
La Mishná dice (Taanit, 26): «Desde el comienzo de Av, reducimos la alegría. Desde el comienzo de Adar, aumentamos la alegría. Si uno delibera con idólatras, será juzgado en Adar». Debemos entender el significado de aumentar y reducir la alegría. Al fin y al cabo, la alegría es el resultado de un motivo que le provoca alegría. Y solo podemos reducir o aumentar en las causas. Por lo tanto, necesitamos saber a qué motivo debemos dirigirnos, que nos pueda dar alegría.
Seguramente nuestros sabios que nos dijeron que aumentemos la alegría, se referían a la alegría de la Kedushá (Santidad). De acuerdo con esto, debemos observar a cuál causa nos dijeron que debemos dirigirnos, para que nos traiga alegría de Kedushá. Más aún, es preciso entender lo que dijeron: «Si uno delibera con idólatras, será juzgado en Adar». Después de todo, estamos en la tierra de Israel y hay varias ciudades donde no hay ni un solo gentil. Pero incluso si encontráramos a un gentil en la ciudad, ¿cuál debe ser la deliberación con él?
De acuerdo al significado, parece ser que juzgar a los idólatras en Adar es una costumbre frecuente y no una circunstancia esporádica. Es decir, si se da un caso raro en donde Israel delibere con un gentil, irá y lo juzgará en el mes de Adar. Por lo tanto, necesitamos entender a qué idólatras se refieren, con los cuales tiene una deliberación.
Vemos que nuestras plegarias se ordenan de dos maneras:
1) Un orden de cantos y alabanzas al Creador;
2) Un orden de plegarias y peticiones.
Vemos que son dos cosas opuestas. Y esto es así, porque naturalmente, cuando alguien le pide a un amigo que le dé un objeto, la medida de la petición depende de la medida de su necesidad por ello. Si lo que está pidiendo a su amigo es algo que toca su corazón y es algo necesario, en la medida de la necesidad que tiene por esa cosa, se esfuerza en hacer todo lo que esté a su alcance para obtener lo que pide.
En consecuencia, cuando una persona ora al Creador para que le conceda su deseo, deber ver que su plegaria provenga desde lo profundo de su corazón, es decir, que sienta su carencia. Dependiendo de esta sensación, la plegaria podrá ser más verdadera. Así su plegaria no será de la boca para fuera, sino que será desde lo profundo del corazón.
Para que sienta su carencia, debe ver la verdad, o sea que vea que tiene una gran carencia y que es un Kli (vasija) vacío en lo referente a los asuntos de Kedushá (Santidad). Cuando sienta que es la peor persona del mundo, entonces podrá decir que su plegaria es verdadera porque sentirá que su carencia es la más grande del mundo y que no hay nadie que pueda compararse con él.
Por otro lado, está el segundo discernimiento en el orden de nuestra plegaria, es decir, himnos, cantos y alabanzas. Vemos que el orden existente en el mundo es que la gratitud que se da a quien hace un favor a su amigo, es decir, la magnitud de la gratitud se mide según el favor que ha recibido de su amigo. Por ejemplo, cuando alguien ayuda a otra persona a obtener algo pequeño que le hacía falta, la gratitud también será pequeña.
Porque vemos que si una persona le da un trabajo a alguien cuando hay muchos desempleados y él mismo ha estado sin trabajo durante meses, y tiene grandes deudas en la tienda de alimentación y el propietario de la tienda ya le avisó que deberá dejar de proveerle alimentos; y está cansado de seguir buscando préstamos para cubrir sus necesidades alimenticias elementales.
De pronto encuentra a alguien a quien quiere pedir un préstamo, pero esa persona le ofrece un trabajo con buenas condiciones y le dice: «¿Para qué pides préstamos? Te daré un empleo. Siendo que escuché que eres leal, así que aunque ya tengo muchos trabajadores, pero no tengo a nadie que sea leal. Te daré un buen salario para que puedas pagar tus deudas en un corto plazo, así que ¿para qué necesitas pedirme un préstamo?».
Podemos imaginar cuánta gratitud él le da ahora a esta persona. No necesita darle las «gracias» verbalmente, porque todos los órganos le dan las «muchas gracias», como está escrito: «Todos mis huesos dirán». Y si imaginamos a un hombre, que fue encarcelado y sentenciado a cadena perpetua, pero viene una persona y lo libera, ¿qué gratitud darían todos sus órganos a este hombre que lo salvó?
Resulta que si uno desea dar una gran alabanza al Creador para que sea como «Todos mis huesos dirán: “Creador, quién es como Tú, que libras al pobre de aquel que es más fuerte que él”», entonces, uno debe concebirse como la persona más feliz del mundo si desea dar una gran alabanza al Creador. De otro modo, si siente que aún falta algo, que desea que el Creador lo ayude, entonces la gratitud que le da al Creador no puede ser como: «Todos mis huesos dirán».
Por lo tanto, vemos en el orden de nuestra plegaria dos completos opuestos, lo cual suscita la pregunta: «¿Qué puede hacer el hombre cuando ve que están tan alejados el uno del otro?». Normalmente vemos que hay un orden opuesto en muchos asuntos.
Primer ejemplo: el orden de las luces que iluminan en los Kelim (vasijas). Se sabe que hay una relación inversa entre Kelim y luces. En los Kelim, los más grandes y puros aparecen primero. Es decir, Kéter aparece primero y la Sefirá (singular de Sefirot) de Maljut aparece última. Con las luces es al revés, las más pequeñas aparecen primero: primero Maljut y por último Kéter. Se sabe que cuando hablamos desde la perspectiva de los Kelim decimos que el orden es KJB (KaJaB: Kéter, Jojmá, Biná), ZoN (Zeir Anpin VeNukva), y cuando hablamos desde la perspectiva de las luces, decimos que el orden es NRNJY (NaRaNJaY: Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jayá, Yejidá).
Segundo ejemplo: es que Baal HaSulam dijo que vemos esta oposición en el orden del trabajo del hombre. Por un lado, nuestros sabios dijeron (Avot, capítulo 4): «Sé muy, muy humilde». Por otro lado, dijeron: «Y elevará su corazón en los caminos del Creador». Es decir, si él realmente será humilde ante todo el mundo, no será capaz de sobreponerse a aquellos que se mofan cuando va por el camino del Creador, porque se subyuga ante todos. En vez de eso, en tales ocasiones, uno debe decir: «Y elevará su corazón en los caminos del Creador». Es decir, no impresionarse de nadie que le diga:
«Este trabajo que has asumido es para personas con talento y valerosas que están acostumbradas a sobreponerse a obstáculos y nacieron con una buena educación. Esto es, que están acostumbrados desde pequeños, que lo principal es el trabajo del Creador. Pero para ti es suficiente con ser un importante propietario, es decir, procurar que tus hijos sean discípulos de la Torá y el trabajo del Creador y entonces serás un importante propietario y tus hijas se casarán con discípulos de la Torá. No es adecuado para ti, un hombre de mediana edad, empezar a recorrer el camino del trabajo que conduce a la Torá Lishmá (en nombre de la Torá), enteramente sin beneficio propio. Abandona este camino y no aspires a cosas que están por encima de tu nivel».
En ese momento no tiene otra opción que la de no dejarse impresionar por ellos y guardar las palabras de nuestros sabios: «Que no se avergüence ante los que se mofan». De ello se deduce que entonces debe ir por el camino del orgullo, pero por otro lado, debe mantener: «Sé muy, muy humilde». Sin embargo, de acuerdo con la regla: «No hay dos opuestos en un mismo portador», ¿cómo pueden darse ambos en una sola persona? Hay muchos otros ejemplos de dos opuestos en el trabajo del Creador, pero puede haber dos opuestos en un mismo portador en dos momentos, es decir uno después del otro.
La raíz del asunto es como está escrito en «La Introducción al Libro de El Zóhar» (Puntos 10-11) que allí pregunta: «¿Cómo puede ser que el carro de la impureza y las Klipot (cáscaras) emerjan de Su santidad si eso está en el lado completamente opuesto a Su santidad?».
Y dice ahí mismo: «Este deseo de recibir que es la esencia misma de las almas en términos de Su creación, es Tumá (impureza) y Klipot. Esto es así porque la disparidad de forma en ellas las separa de Él. Y para reparar esa separación, que se encuentra en el Kli (vasija) de las almas, Él creó todos los mundos y los diferenció en dos sistemas: los cuatro mundos de ABYA de Kedushá y opuestos a ellos, los cuatro mundos de ABYA de Tumá. Él imprimió el deseo de otorgar en el sistema de ABYA de Kedushá y le quitó el deseo de recibir para sí mismo colocándolo en el sistema de ABYA de Tumá».
También dice allí: «¿Cómo estas dos cosas, que tienen disparidad de forma entre sí, serán corregidas? Por esta razón fue creada la realidad de este mundo corpóreo, es decir, un lugar donde exista un cuerpo y un alma, y un tiempo para la corrupción y un tiempo para la corrección. Pues el cuerpo, que es el deseo de recibir para sí mismo, se extiende desde su raíz en el pensamiento de la creación a través del sistema de los mundos de Tumá y permanece bajo la autoridad de ese sistema hasta los trece años. Ese es el tiempo de la corrupción. Luego comienza el tiempo de la corrección, que es luego de los trece años. Por medio de dedicarse a la Torá y a las Mitzvot (preceptos), cuando se dedica con el fin de otorgar contento a su Hacedor, empieza a purificar el deseo de recibir para sí mismo impreso en él, y poco a poco lo convierte en con el fin de otorgar».
Resulta que en cuanto la criatura es creada, ya consiste de dos opuestos:
1) Vasijas de recepción;
2) Vasijas de otorgamiento.
No hay mayor oposición que esta. Estos dos opuestos se encuentran en un mismo asunto, pero uno después del otro; y parece que hubiera una línea media que los contiene a ambos:
1) El deseo de recibir;
2) El deseo de otorgar.
La línea media contiene a ambos cuando el deseo de recibir está incluido en el deseo de otorgar, denominado «Recibe con el fin de otorgar». Resulta que las dos fuerzas están incluidas en esta línea media, lo que significa recepción y otorgamiento juntos.
En consecuencia, la respuesta a nuestra pregunta: «En el trabajo del hombre, ¿cómo pueden existir una realidad de plenitud total y una carencia en una absoluta bajeza en un mismo portador?», es que esto puede tener lugar en dos ocasiones, es decir, que uno tiene que dividir el orden de su trabajo de dos formas:
1) Una forma estará en el camino de la «Derecha», llamada «Plenitud». Esto es así porque cuando uno comienza a moverse, primero debe dirigirse a la derecha, llamada «Plenitud» y luego dirigirse a la izquierda. Porque precisamente el hombre puede caminar sobre sus dos piernas, mientras que con una sola pierna no se puede hablar de caminar.
«Derecha» significa plenitud porque cuando uno acepta el trabajo del Creador, el orden es que uno debe asumir el yugo del reino de los cielos «Como un buey para el yugo y como un asno para la carga». «Buey» hace referencia a la mente, llamada «Buey», del versículo «el buey conoce a su dueño», refiriéndose a la fe por encima de la razón.
«Asno» hace referencia al corazón, llamado «Asno», como en: «Y un asno, el pesebre de su amo», refiriéndose al amor propio. Por lo tanto, cuando dice: «Trabajar para dar contento a su Hacedor», lo considera una carga y siempre quiere quitársela de los hombros. Y siempre está buscando lo que tiene para comer de este trabajo, es decir, qué placer puede obtener su deseo de recibir.
Cuando asume este trabajo, dice: «Debería comprobar por mí mismo, es decir, verificar siempre si no me estoy engañando a mí mismo con que estoy en el camino correcto, que es el adecuado, es decir, observar la Torá y las Mitzvot por el mandato del Creador y no por otras razones. No obstante, observo las palabras de nuestros sabios que dijeron: “Uno siempre debe dedicarse a la Torá y las Mitzvot, incluso en Lo Lishmá (no en Su nombre), ya que desde Lo Lishmá llegará a Lishmá (en nombre de la Torá)”. Entonces, ¿por qué debería pensar si observo la Torá y las Mitzvot con todas las intenciones de modo que todo sea para el Creador?».
«No obstante, tengo el gran privilegio de que el Creador me ha dado el pensamiento y deseo de observar algo en la Torá y las Mitzvot. Porque esto es según la regla, que con algo importante no tenemos tanto en cuenta la cantidad, incluso cuando es una pequeña cantidad. Y si la calidad es importante, incluso si es algo pequeño de calidad, es muy importante. Por esta razón, dado que el Creador nos ordenó a través de Moshé que observemos la Torá y las Mitzvot, no me importa cuánto pueda observarlas. Más bien al contrario, aunque tenga las peores y más repugnantes intenciones, a fin de cuentas, con respecto a la acción estoy cumpliendo tanto como mi cuerpo me permite».
«Y aunque soy incapaz de sobreponerme a los deseos del cuerpo, aun así me alegro de que al menos tengo la fuerza para observar de algún modo los preceptos del Creador, porque creo que todo viene por la Providencia. Es decir, el Creador me ha dado el deseo y la fuerza para observar la Torá y las Mitzvot y le agradezco por esto, porque veo que no a todos se les ha concedido este privilegio de observar las Mitzvot del Creador». Él debería decir que ni siquiera es capaz de valorar la grandeza y la importancia de observar los preceptos del Creador, aun sin ninguna intención.
Podemos compararlo con un niño que no quiere comer, que no obtiene ningún placer comiendo, por lo que los padres obligan al niño a comer, lo quiera o no. Y aunque el niño no obtiene ningún placer, al final, incluso con esta coerción, esto ayuda al niño a que pueda subsistir y seguir creciendo. No obstante, por supuesto sería mejor si el niño quisiera comer por sí solo, es decir, si disfrutara de la comida. Pero incluso sin placer y con absoluta coerción, es un beneficio para el niño.
Deberíamos decir lo mismo con respecto a servir al Creador. Incluso si observa la Torá y las Mitzvot por coerción, es decir, se obliga a observarlas y su cuerpo se resiste a todo lo que sea de Kedushá (Santidad), aun así, ese acto que realiza surte efecto y con ello puede alcanzar un estado en el que tenga el deseo de observar. Y entonces, todas las cosas que hizo no fueron en vano. Por el contrario, todo lo que hizo pasa a formar parte de la Kedushá.
Podemos interpretar esto mediante lo que dijeron nuestros sabios sobre el versículo: «Lo sacrificará ante el Creador conforme a Su voluntad» (Arajín, 21). «Nuestros sabios dijeron: “Lo sacrificará” indica que él es forzado. Pero está escrito: “Conforme a Su voluntad”. ¿Cómo puede ser así? Será forzado hasta que diga: “Yo quiero”».
Esto significa que las palabras «Ante el Creador, conforme a Su voluntad» desconcertaron a nuestros sabios. Quiere decir que todo lo que hace en relación a aproximarse al Creador no se considera como un acto, si no tiene deseo de trabajar para el Creador, lo cual se llama «Conforme a la voluntad del Creador». En vez de eso, tal persona todavía es incapaz de hacer cosas que sean en beneficio del Creador, lo que significa que sus acciones no tienen ningún valor, pareciera como si no hubiera hecho nada porque todavía no son conforme a la voluntad del Creador.
Sin embargo, está escrito: «Lo sacrificará». Esto significa que lo obligan, es decir, incluso por medio de la coerción. Es decir, cuando él no quiere trabajar para el Creador aún recibe el nombre de «Sacrificio». Pero esto resulta desconcertante, puesto que no quiere sacrificar la ofrenda al Creador, por lo que el comienzo del versículo contradice el final.
Acerca de esto dijeron: «Será forzado hasta que diga “Yo quiero”». Es decir, esto sigue la regla que dijeron nuestros sabios: «Uno siempre debe dedicarse a la Torá y las Mitzvot, incluso en Lo Lishmá, ya que de Lo Lishmá llegará a Lishmá» (Pesajim 50b). Esto se refiere a que, por medio de que se doblega a sí mismo una y otra vez, aunque el cuerpo no acepte trabajar para el Creador porque cuando este no ve un beneficio para sí mismo, no es capaz de hacer nada.
Aun así, no se fija en las quejas del cuerpo y le dice a su cuerpo: «Debes saber que, aunque sea a la fuerza estás cumpliendo las Mitzvot del Creador. No te ayudará ninguna oposición a la acción. Se dice que las Mitzvot prácticas tienen la capacidad de llevar al hombre a Lishmá». Este es el significado de «Él es obligado», es decir, que se obliga a sí mismo y no escucha ninguna lógica ni razón con la que el cuerpo trata de explicarle, sino que él le dice que al final llegará al estado de Lishmá. Este es el significado de «Hasta que él diga “Yo quiero”». Es decir, desde Lo Lishmá llegamos a Lishmá, que es llamado «Yo quiero».
Por lo tanto, cada vez que recuerda algún acto de Kedushá que realizó, inmediatamente se despierta en él una gran alegría por haber sido recompensado con tener algún contacto con los asuntos que el Creador ordenó hacer. Aunque sabe que todo lo que hace es solo Lo Lishmá, aun así, su felicidad no tiene fin, porque nuestros sabios nos prometieron que desde Lo Lishmá se llega a Lishmá.
Incluso es todavía más feliz porque nuestros sabios dijeron: «Aquel que se arrepiente desde el amor, las malicias se vuelven para él como méritos, y aquel que se arrepiente desde el temor, las malicias se vuelven para él como errores». Resulta que, cuando se le recompensa con hacer en Lishmá, entonces seguro que todas las Mitzvot que realizó en Lo Lishmá entrarán a la Kedushá y serán tan importantes como si las hubiera realizado en Lishmá.
Por lo tanto, aunque todavía se está ocupando en Lo Lishmá, para él es tan importante como si estuviera haciendo en Lishmá. Es decir, hace la cuenta que todos los actos que realiza son sin duda más importantes que las malicias, que de seguro serán corregidos y serán buenos, y considera que cada acto que hace, incluso lo más pequeño, lo considera como una gran Mitzvá (precepto). Es como dijeron nuestros sabios (Avot, capítulo 2): «Sean cuidadosos con una Mitzvá menor tanto como con una mayor, porque desconocen la recompensa por las Mitzvot».
Por esta razón, cuando hace cálculos sobre las obras que está haciendo, las Mitzvot de quien está observando, y cuando pronuncia palabras de la Torá, se dice a sí mismo: «¿De quién es la Torá que estoy aprendiendo?». Y cuando bendice por placer, como antes de beber o de comer pan, piensa: «¿A quién le estoy hablando ahora?».
Resulta que entonces está en total plenitud, y esa plenitud engendra alegría porque en ese momento él está adherido al Creador, del mismo modo que asume que le está hablando al Creador, que es bueno y benevolente. Naturalmente, recibe alegría desde la raíz, porque la raíz de todas las creaciones es el Creador, llamado «Bueno y benevolente».
Nuestros sabios dijeron: «Bueno para mí y hace bien a los demás». Quiere decir que en ese momento él puede creer que el Creador le está haciendo bien a él y a todos. Esto significa que entonces puede creer por encima de la razón que esto es realmente así, a pesar de que ha calculado con su intelecto externo que él no ve el bien en su totalidad.
Pero ahora, a través de los cálculos que hace con su trabajo en Torá y las Mitzvot, cuando de algún modo está adherido al Creador, tiene la capacidad de creer por encima de la razón que esto es realmente así. Y de todas maneras, «La verdad mostrará su camino». El resultado de esto que piensa, que ahora está hablando con el Creador, es un gran despertar de felicidad, como está escrito: «Majestad y esplendor ante Él, fuerza y alegría están en Su lugar».
Debemos entender en relación a quién se dijo que hay alegría en Su lugar. Ciertamente, todos los nombres que mencionamos son desde la perspectiva de las criaturas, es decir, cómo las criaturas sienten. Pero del propio Creador, nuestros sabios dijeron: «No hay pensamiento o percepción de Él en absoluto», sino que todo se nombra es con respecto a las criaturas.
Por lo tanto, esto significa que aquellos que sienten que están parados ante Él sienten majestad y esplendor, así como aquellos que piensan que están parados en Su lugar, porque «Lugar» significa «Equivalencia de forma». Pero hay otra interpretación, que esta consideración es un espejo, como escuché de Baal HaSulam, que el lugar en el que uno pone su pensamiento, allí es donde uno está. Por lo tanto, si una persona piensa que está parado y hablando con el Rey, entonces está en el lugar donde el Rey está presente; y luego siente lo que está escrito: «La fuerza y la alegría están en Su lugar».
Con esto podemos entender lo que hemos preguntado acerca de lo que dijeron nuestros sabios: «Desde el comienzo de Adar aumentamos la alegría». Hemos preguntado: «¿Por qué aumentar la alegría?». Es decir, la alegría es el resultado de alguna razón, ¿cuál es el motivo que puede despertar la causa que nos traiga alegría?
De acuerdo con lo anterior, está relacionado con aumentar el avance en la línea derecha llamada «Plenitud». Cuando una persona se encuentra en un estado de plenitud, se llama «Equivalencia». Es decir, el íntegro que es el hombre, está ahora adherido al Íntegro tal como está escrito: «El bendito se adhiere al bendito, y el maldito no se adhiere al bendito». Por lo tanto, si uno está en un estado de crítica, lo cual se llama «Línea izquierda», está en un estado de «Maldito», y de por sí está separado del Íntegro. Por esta razón, en ese momento solo puede sentir oscuridad y no luz, ya que solamente la luz trae alegría.
Sin embargo, debemos entender por qué debemos aumentar la alegría específicamente en el mes de Adar, y ¿por qué no podemos seguir el camino de la derecha todo el año? Deberíamos responder a esto que, dado que el milagro de Purim fue en el mes de Adar, cuando iluminó la luz del final de la corrección, como está escrito en La puerta de las Intenciones (El Estudio de las Diez Sefirot, parte 16, página 1813, punto 220): «Por lo tanto, en el futuro por venir, todos los días festivos serán cancelados excepto el Libro de Ester (Purim)». La razón es que nunca hubo un milagro tan grande, ni en Shabat ni en ninguna otra festividad.
Por esta razón, la preparación para una luz tan grande debe ser la alegría, que es la preparación para recibir a un huésped respetado, que es la luz del futuro por venir (final de la corrección). Por lo tanto, al prepararnos con una alegría cada vez mayor, extendemos la luz llamada «Los días de banquete y alegría».
Esto sigue la regla escrita en el sagrado Zóhar: «El acto abajo despierta el acto arriba». Es decir, según las acciones que realizan los inferiores, en ese mismo grado, se despierta la acción arriba. Esto significa que cuando los inferiores se ocupan en los asuntos de la alegría, de la misma manera atraen la luz de la alegría hacia abajo, como está escrito (Ester, 9:21): «Y escribió Mordejay, para cumplir en ellos como en aquellos días en que los judíos se libraron de sus enemigos, y fue un mes que pasó para ellos de la tristeza a la alegría y del luto a la festividad, para que los hicieran días de banquete y regocijo», y por medio de ello que extiendan la luz del final de la corrección que iluminaba en aquel entonces.
Es preciso discernir acerca de la extensión de la alegría. Dijimos que la razón de esto es que en ese momento el hombre le agradece al Creador por haberlo acercado. Resulta que cuando da las gracias, se dedica al otorgamiento porque agradece y alaba al Creador por haberle dado un pensamiento y deseo de tener algún contacto con la espiritualidad.
Pero ahora él no quiere que el Creador le dé nada. Por lo tanto, no está pidiendo nada al Creador, y ahora su único objetivo es dar gracias al Creador. Resulta que ahora él tiene Dvekut (adhesión) con el Creador porque se dedica al otorgamiento. Por lo tanto, por medio de esto, atrae desde la Dvekut la alegría y la plenitud, porque ahora está adherido al Íntegro. Este es el significado que por medio de ello aumenta la alegría.
Esto no es así cuando se dedica a pedir, porque una plegaria que proviene del fondo del corazón está llena de carencias, ya que cuanto mayor sea la sensación de carencia más profunda será la plegaria. Resulta que en ese momento no puede estar en alegría. Por lo tanto, la razón de la alegría es cuando se dedica a la alabanza y gratitud, y no cuando se dedica a examinar las carencias.
De acuerdo con lo anterior podemos interpretar lo que dijeron nuestros sabios: «Si uno está deliberando con los idólatras, lo juzgarán en Adar». Esto significa que hay deliberación con un extranjero, como si fuera habitual que Israel delibere con extranjeros. ¿Es eso propio de personas que se dedican a la Torá y al trabajo, y que no realizan ningún oficio ni comercian?
En el trabajo, debemos interpretar que esto hace referencia a los idólatras que hay en todo Israel, es decir, en un solo cuerpo. Aquellas personas que quieren recorrer el camino del Creador y su cuerpo se les opone. Es como nuestros sabios dijeron sobre el versículo: «No habrá Dios extraño en ti». Ellos dijeron «¿Qué Dios extraño hay en el cuerpo del hombre? La tendencia al mal». Esto recibe el nombre de «Idólatras» porque se resiste a ser la cualidad de Israel. Esto es considerado como deliberar. Pero luego, en el mes de Adar, cuando fueron recompensados con el milagro y los judíos tuvieron alegría y regocijo, porque temían a los judíos, y pasó a suceder lo contrario, que los judíos gobernaron a sus enemigos. Por esta razón, en este mes, uno puede juzgar al extranjero dentro de él y sin duda tendrá éxito en este mes, ya que se considera que «Pasa a suceder lo contrario», como está escrito: «Y los judíos gobernaron a sus enemigos».
Debemos recordar que uno delibera con los idólatras que hay en él, ya que cada uno argumenta: «Todo es mío». Israel sostiene que el cuerpo fue creado solamente para ser Israel y ser sirviente del Creador, pero no para el amor propio, mientras que el extranjero dentro suyo también argumenta: «Todo es mío». Es decir, que todo el cuerpo fue creado con un deseo de recibir porque el cuerpo necesita preocuparse solo del deseo de recibir. ¿Por qué tendría que pensar en el deseo de otorgar? Y muestra varias pruebas de que eso es correcto porque es lo que todo el mundo hace.
Es decir, le dice: «Ve a ver lo que todos están haciendo. ¿Hay alguien que se preocupe por los demás cuando sus necesidades, las cuales precisa en su propio beneficio, no han sido satisfechas todavía? Hay muy pocas personas, apenas un puñado, cuyas necesidades están satisfechas, y por lo tanto comienzan a preocuparse por el bienestar de los demás. Sin embargo, incluso entonces tienen mucho cuidado de que su preocupación por los demás, Dios no lo quiera, dañe su amor propio. Pero tú estás diciendo “Todo es mío”, es decir, quieres evitar por completo pensar en el amor propio. En lugar de eso, quieres utilizar toda tu energía para servir a los demás, y tú justificas tu deseo de trabajar para los amigos, llamado “Amor al prójimo”, diciéndome que este no es el fin, sino que crees que al poner en práctica el amor al prójimo podrás alcanzar el amor al Creador, es decir, quieres estar completamente anulado ante el Creador. Pero entonces, ¿qué será del cuerpo si luego quieres entregar todo tu cuerpo al Creador para anularlo por completo ante Él? Dime, ¿cómo voy aceptar esto? Eso es algo extraño para entender en la mente humana. Por lo tanto, me veo obligado a argumentar que “Todo es mío” y a no dejarte dar ni un paso más».
En ese estado hay una gran guerra, porque cada uno dice que tiene razón. El Israel dentro suyo argumenta que, dado que el Creador nos creó con la intención de Su deseo de beneficiar a Sus creaciones, Él ciertamente sabe lo que es bueno para las criaturas. Es decir, entendió que solamente haciendo todo con el fin de dar satisfacción al Creador tendrá la fuerza para recibir los grados más elevados, llamados «Revelación de la Divinidad», que se viste en la mente interna y en la sensación interna en el corazón. Por lo tanto, solo de esta forma podrá recibir todo el placer y deleite que el Creador deseó dar a las criaturas.
Esto no sería así si recibiera con vasijas de recepción. Además de causar separación, está la cuestión de contentarse con poco, es decir, debemos creer lo que está escrito en el sagrado Zóhar, que hay una tenue luz que ilumina en las Klipot (cáscaras) para sustentarlas. Es decir, todos los placeres en el mundo corpóreo son como una débil luz en comparación con el placer y el deleite que se encuentra en la Kedushá (Santidad).
En otras palabras, incluso un pequeño grado de Kedushá, como Néfesh de Asiyá, contiene más placer que todos los placeres corporales. Y por supuesto que si uno recibiera la abundancia por el deseo de recibir en su propio beneficio, se conformaría con esto y no sería capaz de avanzar y alcanzar grados más elevados, ya que para el beneficio propio, esta iluminación de Néfesh de Asiyá es suficiente, y no tendría necesidad de añadir nada más a los placeres que ya está disfrutando.
Sin embargo, cuando a uno se le enseña a trabajar para otorgar satisfacción a su Hacedor, no podrá decir: «Me conformo con lo que se me ha concedido», ya que todo lo que recibe es para beneficiar al Creador. Por lo tanto, no puede decir: «Tengo suficiente, porque ya le di contento al Creador al recibir un poco de luz superior y eso ya deleita al Creador, así que no quiero recibir más».
Está prohibido decir: «Tengo suficiente porque ya le di deleite al recibir esta pequeña iluminación de Él». En vez de eso, uno debe tratar de otorgar cada vez más y más contento al Creador. Y dado que arriba hay alegría cada vez que el propósito de la creación, que es hacer el bien a Sus creaciones, alcanza realmente a los inferiores –y esto es lo que causa mayor contento arriba–, en consecuencia, en el mes de Adar, cuando se despierta el tiempo del milagro como está escrito: «Y pasó a suceder lo contrario, que los judíos gobernaron a sus enemigos», es el momento propicio para despertar al extranjero dentro suyo. Es como dijeron nuestros sabios (Berajot 5): «Uno debe siempre procurar que la tendencia al bien haga enojar a la tendencia al mal», como fue dicho: «Enójense, pero no pequen». Rashi interpreta «Que la tendencia al bien haga enojar», es que le haga la guerra a la tendencia al mal.
Aquí significa que en el mes de Adar, él es más capaz de vencer la tendencia al mal, porque entonces, cuando hubo ese milagro desde arriba, es como dijeron nuestros sabios (Shabat 88): «Observaron y recibieron». Observaron lo que ya recibieron. Rashi interpreta: «Lo que dijo Raba, que la generación lo recibió en los días de Ajashverosh (asuero), y fue gracias al amor por el milagro que se les hizo».
Pero en el mes de Av, que es el tiempo de la destrucción del Templo, y cuando hay que estar de luto por ello, entonces es el significado de lo que dijeron nuestros sabios «Disminuir la alegría», es decir, la forma en que participamos en el mes de Adar: en la derecha, para poder despertar el milagro que aconteció en el mes de Adar. Es como dijeron nuestros sabios: «Gracias al amor por el milagro observaron y recibieron».
Pero en el mes de Av, cuando debemos estar de duelo por la destrucción del Templo, tenemos que trabajar en la línea izquierda, es decir, criticar nuestras acciones, que deben estar en el camino de Kedushá, que es con el fin de otorgar, y cuán alejado está el hombre del otorgamiento.
Cuando uno piensa en esto, se encuentra en un estado de lejanía de la Kedushá e inmerso solamente en el amor propio, donde toda su base para dedicarse a la Torá y las Mitzvot es colmar su deseo de recibir con todas las satisfacciones posibles.
Por lo tanto, al considerar su propia bajeza, uno puede despertar el dolor de la destrucción de la Kedushá que existe en todos y cada uno. Y entonces el versículo: «Todos los que están de luto por Jerusalén son recompensados con el consuelo de Jerusalén» se vuelve realidad.