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Baal HaSulam / Y esto es para Yehudá

Rabí Yehudá Leib HaLevi Ashlag (Baal HaSulam)

Y esto es para Yehudá

(Tomado de un comentario sobre la Hagadá, el relato de Pésaj)

«Este es el pan de pobreza que comieron nuestros padres en la tierra de Egipto».

Porque la Mitzvá (precepto) de «comer Matzá» (pan ázimo) se les encargó a los hijos de Israel antes de que salieran de Egipto. Es decir, en nombre de la redención futura que vendría con rapidez. Resulta que la Mitzvá de comer Matzá se les ordenó cuando estaban aún esclavizados y el propósito de la Mitzvá era para el tiempo de la redención, porque es entonces, que saldrían apresuradamente.

Y por eso, nos gusta recordar, cuando comemos la Matzá de ahora, el asunto de haber comido la Matzá en Egipto. Porque también nosotros estamos en un momento de esclavitud en el destierro. Y porque también nosotros pretendemos atraer con esta Mitzvá la redención futura, que ocurra pronto en nuestros días, Amén, del modo como comieron nuestros padres en Egipto.

«Ahora estamos todavía aquí… el año que viene, seremos libres».

Es decir, como dijimos arriba que, con la intención de esta Mitzvá, debemos despertar la redención futura, asegurada para nosotros, tal como lo hicieron nuestros padres en Egipto con la Mitzvá de comer la Matzá.

«Éramos esclavos»

Estudiamos en el Tratado Pesajim (p. 116a), que comienza con reproche y concluye con alabanza. Y respecto al reproche, lo disputan Rav y Shmuel: Rav dice, comenzar con «En un principio, nuestros padres eran idólatras». Y Shmuel dice, empezar de «Éramos esclavos». Y la ley va según Shmuel.

Y hay que entender su disputa. Pues, el significado de «comienza con reproche y concluye con alabanza» es como lo escrito: «la ventaja de la luz desde la oscuridad». Y por eso, se debe recordar el asunto del reproche, que de él llegaremos a reconocer toda la medida de benevolencia que hizo el Creador con nosotros.

Y es sabido, que todo nuestro comienzo es solo el asunto del reproche. Porque la ausencia precede a la existencia. Y por lo tanto, «el hombre nace como un pollino salvaje». Pero al final adquiere forma de hombre, lo cual ocurre con todos los elementos de la creación. Y lo mismo ocurrió también con el enraizamiento del conjunto de la nación israelí.

Y esto es así, porque el Creador produjo la creación como existencia a partir de la ausencia. Por lo tanto, no tienes ninguna existencia que no estuviera primero en ausencia. Solo que esta ausencia tiene una forma distinta en cada uno de los elementos de la creación. Porque cuando dividimos la realidad en cuatro clases: inanimado, vegetal, animal y hablante, encontramos que el comienzo del inanimado debe ser necesariamente una ausencia total.

Sin embargo, el comienzo del vegetal ya no es una ausencia total sino solo desde el grado que le precede, considerado ausencia en relación a este, o sea, la siembra y la descomposición que ocurren inevitablemente con cada semilla, que este recibió de la forma del inanimado. Asimismo, con la ausencia de las existencias del animal y del hablante, porque la forma del vegetal es considerada ausencia con respecto al animal y la forma del animal es considerada ausencia con respecto al hablante.

Y por lo tanto nos enseñan las Escrituras que la ausencia que precede a la existencia del hombre, la cual es la forma de la bestia. Y por eso está escrito «el hombre nace como un pollino salvaje». Significa que, es inevitable para cada hombre, comenzar en el estado de la bestia, como se ha dicho. Y he aquí, nos enseña la Escritura: «Hombre y bestia Tú salvas, oh Señor» (Salmos 36:6). Y así como le concede a la bestia todos sus deseos necesarios para su subsistencia y para completar sus asuntos, también le concede al hombre todos sus deseos necesarios para su subsistencia y para completar sus asuntos.

Y hay que entender, entonces, dónde radica la superioridad de la forma del hombre sobre la bestia, desde la perspectiva de su propia preparación. Pues, eso se distingue por sus deseos. Porque los deseos de un hombre son obviamente distintos a los de la bestia. Por lo cual, en esa misma medida, también se diferencia la salvación del Creador para el hombre de la salvación del Creador para la bestia.

Y así, después de todos los escrutinios e indagaciones, no encontramos ninguna necesidad especial arraigada en el deseo del hombre, que no se encuentre también en todo el reino animal, salvo el despertar hacia la adhesión Divina, que solo la especie humana está preparada para ello y ninguna otra. De ahí, que toda la existencia de la especie humana, se evalúa únicamente por aquella preparación, grabada en ella, de anhelar el trabajo del Creador.

Y es esto lo que lo hace superior a la bestia. Y muchos ya han hablado del hecho que incluso la inteligencia abstracta que se utiliza para labores y conductas políticas, se encuentra con gran sabiduría en muchas especies del reino animal.

Y de ahí, también entenderemos la ausencia que precede a la existencia del hombre, como la negación de la voluntad y del deseo por la cercanía con el Creador, pues proviene del grado de la bestia, como dijimos antes. Y con esto entenderemos las palabras de la Mishná que dicen, «comienza con reproche y concluye con alabanza». Es decir, como fue dicho, que se debe recordar y conocer aquella ausencia que precede a nuestra existencia, de manera positiva, como se ha dicho, o sea, que el reproche precede a la alabanza. Y de ello comprenderemos la alabanza de forma más profunda y poderosa, como dijeron, «comienza con reproche y concluye con alabanza».

Y lo mismo aplica también a nuestros cuatro exilios, exilio tras exilio, los cuales preceden a las cuatro redenciones, redención tras redención, hasta la cuarta redención, que es la completitud absoluta -que esperamos, pronto en nuestros días, Amén-, donde el exilio es la ausencia que precede a la existencia, que es la redención. Y como esta misma ausencia es la que prepara su existencia correspondiente -tal como la siembra que prepara la siega, como se explica en los libros. Por lo tanto, encontramos todas las letras de (la palabra) redención (Gueulá, גאולה) en (la palabra) exilio (Golá, גולה), salvo la letra Álef (א) que apunta al Campeón (Aluf, אלוף) del mundo, como dijeron nuestros sabios.

Y esto viene a enseñarnos que la forma de la ausencia es solo la negación de la existencia. Y he aquí, la forma de la existencia, que es la redención, la conocemos del verso «y no enseñarán más cada uno a su prójimo… porque todos Me conocerán, de los pequeños hasta los grandes». Y siendo así, será la forma de la ausencia que le precede, o sea, la forma del exilio, solo como la negación del conocimiento del Creador, es decir, la ausencia de la Álef que nos falta en el exilio y nos espera en la redención, que es la adhesión con el Campeón del mundo, como se ha dicho. Que esta es precisamente toda la salvación de nuestras almas, ni más ni menos. Y es de eso que dijimos, que todas las letras de redención se encuentran en (la palabra) exilio, salvo la Álef, que es el Campeón del mundo. Y entiéndelo bien.

Y para entender este honorable tema, mencionado arriba, que la ausencia misma es la que prepara su existencia correspondiente, lo observamos en las conductas de este mundo material. Porque vemos que el concepto de la libertad es muy elevado y sublime, que solo unos pocos elegidos lo podrán saborear, y aun ellos, solo con los preparativos adecuados. Pero la mayoría del pueblo es incapaz de encontrarle gusto alguno. Mientras que ante el concepto de la esclavitud, grandes y pequeños son iguales e incluso el inferior de todos no podrá tolerarlo.

(Tal como lo vimos con el pueblo de Polonia que perdió su reino solo porque la mayoría de ellos no sabía apreciar adecuadamente el valor de la libertad y no la salvaguardaron, y por lo tanto, cayeron bajo el yugo de la esclavitud del gobierno de Rusia por cien años. Y todo ese tiempo, sollozaban todos bajo el yugo de la esclavitud, buscando libertad desesperadamente, del menor hasta el mayor de ellos. Y aunque todavía no podían siquiera imaginarse en su alma el verdadero sabor de la libertad, tal como es, y cada cual se la imaginaba según su voluntad, sin embargo, en ausencia de la libertad, que es la esclavitud, quedó firmemente grabado en sus almas el valor de amar y apreciar la libertad. Y con todo eso, cuando fueron liberados del yugo de la esclavitud, vemos que muchos de ellos quedaron desconcertados, sin tener idea de lo que habían ganado con toda esta libertad, y algunos hasta se arrepintieron, diciendo que su propio gobierno les cargaba con impuestos y tarifas de propiedad más aún que el gobierno extranjero, y ojalá nos quedáramos como antes. Porque la fuerza de la ausencia todavía no los había afectado debidamente).

Y ahora entenderemos la polémica entre Rav y Shmuel, porque Rav interpreta la Mishná que comienza con reproche, etc., para que a partir de ello, se reconozca la salvación en gran magnitud, y por eso, él dice que hay que comenzar desde los tiempos de Téraj etc., y no habla como Shmuel, porque en Egipto, Su amor y labor ya estaban arraigados en algunos de la nación, y la dificultad de la esclavitud agregada en Egipto, no es una ausencia en sí misma, para la esencia de la nación denominada Adam (hombre), como dijimos antes.

Y Shmuel no lo interpreta como Rav, porque el concepto de la libertad de la nación en conocer al Creador, es un concepto muy sublime que solo un puñado de elegidos lo entienden y eso con los preparativos adecuados. Pero la mayoría del pueblo no había llegado a ese alcance aún.

Mientras que la dificultad de la subyugación, cualquiera la entiende, como escribió el Iben-Ezra al comienzo de la porción de Mishpatim, que «Nada es más difícil para el hombre que estar bajo el dominio de una persona como él», hasta aquí la cita.

El interpreta la Mishná: debido a que la ausencia prepara la existencia -y por ello, es considerada parte de Su salvación, por la cual también se debe agradecer-, por eso no se debe comenzar con «En un principio, idólatras eran nuestros padres», porque aquel tiempo ni siquiera se considera como la ausencia que precede a la existencia, debido a que estaban totalmente desprovistos de la clase de existencia del hombre, porque estaban alejados por completo del amor al Creador.

Y por eso, se empieza con la esclavitud en Egipto, cuando las chispas del amor al Creador ya ardían en cierta medida en sus corazones, solo que por la ansiedad y el trabajo arduo, se les iba apagando día tras día, y eso se considera como la ausencia que precede a la existencia, y por lo tanto, él dice, comenzar con «Éramos esclavos».