Una verdadera plegaria es la que se eleva por una real carencia
Artículo 11, 1986
Las escrituras dicen: «Estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto. (...) Y un nuevo rey que no conoció a Yosef es el que reinaba sobre Egipto. Y los egipcios obligaron a los hijos de Israel a realizar trabajo forzado (...) Y sucedió que los hijos de Israel suspiraron a causa del trabajo, y clamaron, y su clamor por ese trabajo se elevó a Dios y Dios escuchó su lamento».
Debemos entender por qué está escrito: «Y su clamor por ese trabajo se elevó a Dios». ¿No tuvieron ellos mayores tormentos en Egipto? Aquí parece que su grito, es decir, sus tormentos, fueron solo acerca del trabajo. También está escrito: «Y Dios escuchó sus lamentos», lo que significa que el escuchar la plegaria, fue por sus lamentos, que era solo con respecto al trabajo.
Vamos a interpretar esto de acuerdo a nuestra manera de ver. Se sabe que antes de que una persona comience a trabajar para otorgar, por lo que está escrito en el sagrado Zóhar (Introducción del Libro de El Zóhar, puntos 190-191), hay dos razones para dedicarse a la Torá y a las Mitzvot (preceptos): 1) Para obtener los placeres de este mundo. Y si no observa la Torá y las Mitzvot, teme que el Creador lo castigue; 2) Para obtener placeres en el mundo por venir. Y dado que teme a que no se le dé, esa es la causa que lo obliga a observar la Torá y las Mitzvot.
Cuando el motivo que lo obliga a observar la Torá y las Mitzvot es el de su propio beneficio, el cuerpo no se resiste tanto, porque en la medida en que cree en la existencia de la recompensa y el castigo, puede trabajar y sentir que cada día agrega algo más. Y esa es la verdad, que cada día en que observa las Mitzvot y se dedica a la Torá se suma al del día anterior, por lo que aumenta su patrimonio de cumplimiento con la Torá y las Mitzvot.
Esto es así porque su principal motivo es la compensación, y no piensa en la intención, es decir en tener la intención de otorgar. Más bien, él cree en la compensación y en el castigo, y que será recompensado por lo que está haciendo. Por lo tanto, todo su propósito es solo realizar acciones que sean correctas en cada uno de sus detalles. De lo contrario, si las acciones son incorrectas, es seguro que su trabajo no será aceptado y no será compensado por este. Pero cuando ve que el trabajo que está haciendo es correcto, entonces no tiene por qué preocuparse.
Por esta razón, su preocupación es solo acerca de la cantidad, lo que significa que debe tratar de hacer una mayor cantidad de buenas acciones. Y si es un discípulo sabio, entonces sabe que debe profundizar más en su aprendizaje y ser más meticuloso con las Mitzvot que está realizando, para que estas sean conforme a la ley, según el punto de vista de todos. Y siempre tratar de ser riguroso con aquellos mandatos que generalmente se tratan con ligereza, mientras él trata de ser más riguroso, pero fuera de eso no tiene otras preocupaciones.
Encontramos que estas personas, cuya razón para observar la Torá y las Mitzvot, asumiendo el yugo del reino de los cielos, es para ser recompensadas en este mundo y en el mundo por venir, no necesitan que el Creador les dé la fuerza necesaria para dedicarse a la Torá y a las Mitzvot, ya que, de acuerdo a la medida de su fe en la recompensa y el castigo, el cuerpo les permite cumplirlas, cada uno según su nivel.
Esto no es así con las personas que quieren hacer el trabajo sagrado con el fin de otorgar sin obtener ninguna recompensa, y desean observar la Torá y las Mitzvot debido a la grandeza del Creador, y es un gran privilegio para ellos poder servir al Rey, como está escrito en El Zóhar sagrado antes mencionado: «El principal temor, es el hombre debe temer a su Señor, porque Él es grande y gobernante, y es la esencia y la raíz».
Y explica allí, en el Sulam, que hay tres maneras de temer al Creador: 1) El miedo a los castigos de este mundo; 2) Que teme también a los castigos del Infierno. Esos dos no son el verdadero temor, porque no observa el temor debido al mandamiento del Creador, sino en beneficio propio. Resulta que el beneficio propio es la raíz, y el temor es la rama y el resultado de su propio beneficio. Pero el temor principal, es que tema al Creador porque es grandioso y lo gobierna todo.
Se deduce de esto que la grandeza del Creador es la razón que lo obliga a observar la Torá y las Mitzvot. Esto se llama que todo su deseo es solo el de otorgar al Creador, llamado «otorgar satisfacción a su Creador y no en beneficio propio».
Es aquí que comienza el exilio, es decir que no se le permite encauzar su trabajo para que no sea con el fin de recibir recompensa, ya que eso está en contra de la naturaleza. De todas formas, uno puede doblegarse aun cuando el cuerpo no esté de acuerdo, de la misma forma en que uno puede practicar la abstinencia, aunque sea en contra de la naturaleza, pero esto se relaciona con las acciones, es decir, para hacer cosas en contra de la voluntad del cuerpo, él puede ir por encima de la razón, llamado contra la voluntad del cuerpo.
Sin embargo, él no puede ir en contra de sus sensaciones y su mente, y decir qué siente diferente de lo que siente. Por ejemplo, si una persona siente frío o calor, no puede decir que lo que siente es falso, y obligarse a decir que lo comprende de manera diferente de lo que su mente le obliga a pensar, o que siente lo contrario de lo que está sintiendo. Su única opción es decir lo que ve.
Resulta que, cuando uno quiere observar la Torá y las Mitzvot para poder otorgar al Creador, la naturaleza del cuerpo no le permite moverse en absoluto, a menos que vea que tendrá alguna compensación por ello. Por lo tanto, no tiene forma de servir al Creador y que no sea para su propio beneficio.
Aquí comienza el exilio, es decir, los tormentos, porque a pesar de que él trabaja, no ve ningún progreso. Por ejemplo, si tiene veinte años, por un lado, puede decir que ya ha adquirido el patrimonio de veinte años de dedicarse a la Torá y a las Mitzvot. Por otro lado, puede decir que ha estado dedicándose a la Torá y a las Mitzvot durante veinte años, pero aún no ha logrado la capacidad de hacer nada para otorgar, sino que todo se basa en el amor propio.
De esto se deduce que todos los tormentos y dolores que sufre, son porque no puede servir al Creador y él quiere servirlo con el fin de otorgar, pero el cuerpo que está esclavizado por las Klipot (cáscaras) no le permite dirigir esa intención. En ese momento, clama al Creador para que lo ayude, porque ve que está en el exilio entre las Klipot, y ellas lo gobiernan, y no ve la manera de poder salir de su control.
Es entonces que se puede decir que su plegaria es verdadera, porque no está en sus manos el poder salir de ese exilio, como está escrito: «Y sacó a Israel de entre ellos, porque su benevolencia es eterna». Puesto que esto va en contra de la naturaleza, solo el Creador puede liberar a Israel de ese exilio. Pero dado que se sabe que no hay luz sin un Kli (vasija), lo que significa que no hay llenado sin carencia, y la carencia es el Kli que recibe el llenado, por esta razón, antes de que uno ingrese en el exilio, es decir, si no ve que no puede liberarse del exilio por sí mismo, no se puede decir que debe ser sacado. Esto es así porque, aunque él grite: «Sáquenme del estado en el que estoy», no es una verdadera oración, porque ¿cómo sabe él que no puede salir solo?
Más bien, esto se puede decir precisamente cuando se siente el exilio, lo que significa que rezará desde el fondo del corazón. Porque hay dos condiciones para orar desde el fondo del corazón: 1) Que su trabajo sea en contra de la naturaleza. Es decir, que él quiere que todos sus actos sean solo con el fin de otorgar, y quiere salir del amor a sí mismo. En ese momento se puede decir que tiene una carencia; 2) Que comienza a salir por sí mismo del amor propio y se esfuerza en ello, pero no puede moverse ni un poco de ese estado. En ese momento necesita la ayuda del Creador y su plegaria es verdadera, porque ve que no puede hacer nada por sí mismo. Entonces, clama al Creador para que lo ayude, él lo sabe por el trabajo, tal como está escrito, «Y los hijos de Israel suspiraron a causa del trabajo». Esto significa que trabajaron y querían alcanzar el grado necesario para poder otorgar al Creador, y vieron que no podían salir de su propia naturaleza, por lo que oraron desde el fondo del corazón.
Con esto entenderemos lo que preguntamos sobre el versículo: «Y su clamor por el trabajo se elevó a Dios». Esto significa que los peores tormentos, por los cuales era todo su clamor, solo fueron por el trabajo, y no por otras cosas. Más bien, significa que estaban clamando por su situación, porque no podían salir del amor a sí mismos y servir al Creador. Ese fue su exilio, el que los atormentó, porque vieron que estaban bajo su control.
De esto se deduce que en el exilio de Egipto obtuvieron Kelim, es decir, el deseo de que el Creador los ayude a salir del exilio, como dijimos antes que no hay luz sin un Kli; solo cuando oramos una plegaria verdadera, cuando el hombre ve que no hay posibilidad de salvación, y es el Creador quien puede ayudarlo, a esto se lo considera una verdadera plegaria.