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Rabash / Artículo 5 (1986)

Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)

Acerca del respeto al Padre

Artículo 5, 1986

Está escrito en el sagrado Zóhar (Vayrá, artículo 141): «Rabí Shimón comenzó diciendo: “Un hijo honrará a su padre y un esclavo a su señor”. “Un hijo honrará a su padre” se refiere a Isaac con respecto a Abraham, y le pregunta: “¿Cuándo lo honró?, cuando lo ató al altar y no se resistió en hacer la voluntad de su padre”. “Y un esclavo honra a su Señor” se refiere a Eliezer con respecto a Abraham. Cuando envió a Eliezer a Jarán, quien hizo todo lo que Abraham deseaba, lo honró, tal como está escrito. “Y el Señor ha bendecido a mi amo”. “Y dijo: ‘Yo soy el esclavo de Abraham”, para honrar a Abraham. De hecho, un hombre que trae plata, oro, gemas y camellos, y que él mismo es respetable y agraciado, no dijo que era el amado de Abraham o su pariente, más bien, dijo: “Yo soy el esclavo de Abraham”, para enaltecer el mérito y el honor de Abraham ante sus ojos».

(Y en el artículo 145) Dice: «Por eso está escrito: “Un hijo honrará a su padre y un esclavo a su amo”. Y ustedes, Israel, son mis hijos, es una deshonra para ustedes decir que yo soy vuestro padre o que son mis esclavos. “Y si soy un padre, ¿Dónde está mi honor? Y si soy un amo, ¿Dónde está el temor a mí?”».

Deberíamos entender las palabras del sagrado Zóhar cuando dice: «El Señor dice: “Y ustedes, Israel, son mis hijos, es una deshonra para ustedes decir que yo soy vuestro padre”». Esto implica que tenemos que contarle a alguien que el Señor es nuestro padre, pero no podemos decirlo porque estamos avergonzados. Entonces debemos saber ante quién debemos decir que Él es nuestro padre. También debemos saber cuál es la vergüenza por la que no podemos decirlo, ya que está escrito: «Es una deshonra ante vuestros ojos».

Esto es difícil, después de todo, todos los días decimos: «Nuestro padre, nuestro Rey». Y durante la Plegaria dieciocho decimos: «Devuélvenos, Padre nuestro, a tu Ley», entonces, ¿A quién más debemos decir que el Señor es nuestro padre? Y nos da vergüenza decirlo, y por lo cual el Creador está enojado y dice: «Si soy un padre, ¿Dónde está Mi honor?».

Debemos interpretar esto que debemos decir «El Señor es nuestro padre», al Creador. Y siempre decimos: «Nuestro Padre, nuestro Rey», y por eso el Señor está enojado: ¿cómo no les da vergüenza decir que soy vuestro padre si no muestran ningún respeto por Mí? Y al decir: «Si yo soy vuestro padre, ¿dónde está mi honor?». Es decir, el Creador dice que es una deshonra para ustedes que me llamen: «Nuestro Padre» y veo que Mi honor está en el suelo para ustedes, llamado «Divinidad en el polvo» Entonces, ¿Cómo no les da vergüenza llamarme «Nuestro Padre»?

«Y si soy el amo ¿Dónde está el temor a mí?» Ustedes dicen que todos son esclavos del Señor, pero no veo que tengan temor, es decir, el temor al cielo que ustedes deben asumir. Porque un esclavo es alguien que no tiene autoridad propia, como dijeron nuestros sabios: «Él que ha comprado un esclavo ha comprado a su Rav». Más bien, se anula ante su amo, y todo lo que recibe de su dueño es solo para que él pueda servir a su dueño y no para sí mismo.

Pero Yo veo que están tomando la dirección opuesta. Es decir, que quieren que yo los sirva a ustedes, es decir, que llene su amor propio, y todo lo que vienen a pedirme a Mí es cómo aumentar vuestra autoridad. Es decir, ustedes son los amos y yo soy vuestro esclavo, y están todo el día quejándose de Mí, como si les debiera algo y si pudieran recibir de Mí por la fuerza, ciertamente lo recibirían.

¿Qué hizo el Creador para que no reciban por la fuerza? Hizo algo pequeño, creó la oscuridad en el mundo, llamado desaparición y ocultamiento, que en caso de que las criaturas no estén dispuestas a ser esclavos, y trabajar para Él, considerado como «recibir con el fin de otorgar contento al Creador», como dijeron nuestros sabios, con el fin de «Adherirse a Sus atributos». Se sabe que mientras el hombre se encuentra en los Kelim de recepción, cuanto más recibe, peor es, es decir, se aleja más del Creador. Por lo tanto, Él ha hecho una gran corrección, ya que cuando las vasijas de recepción gobiernan a la persona, uno no ve nada de la Kedushá (Santidad) de la que pueda obtener placeres.

Pero él solo ve los placeres que se pueden ver, llamados «placeres de separación». Es como dice el santo Arí, que a las Klipot (cáscaras) se les dio una iluminación sutil, para todos los placeres materiales, para que puedan existir. Esta luz de la materialidad es todo lo que podemos ver como placer. Pero sobre la espiritualidad existe una nube de oscuridad que cubre todos los placeres espirituales. Entonces de por sí, no reciben a la fuerza, aún cuando el dueño no quiere dar, ya que no se ve el placer. Por lo tanto, aquellos cuyo deseo es solo amor a sí mismos, huyen de cualquier cosa verdadera donde hay placer y deleite, por miedo a que la oscuridad cubra la tierra.

Por esta razón, una persona no puede comenzar a trabajar en Lishmá (Su nombre) de inmediato, sino que debe comenzar por Lo Lishmá (No en Su nombre). Ya que en Lishmá, que es el camino verdadero, el cuerpo se ve obligado a huir de ese trabajo, ya que cada atributo va con el atributo que le corresponde. Y ya que el hombre fue creado con vasijas de recepción con el fin de recibir, cuando ve un pensamiento, palabra o acción que no le reporta ningún beneficio para sus vasijas de recepción, rápidamente huye de ellos porque no se identifica con ello, porque para él existe solo en la naturaleza en la que fue creado, que es la de recibir con el fin recibir y no otorgar nada.

Para que una persona que comienza el trabajo del Creador, no huya de la obra de otorgamiento, porque es algo incompatible con él, debemos comenzar con: «Lo Lishmá». Es decir, que él observaría la Torá y las Mitzvot (preceptos) que el Creador nos ha ordenado observar y a cambio de esto Él nos retribuirá por nuestro trabajo. Esto es así porque podemos trabajar solo para conseguir cosas materiales, para ganar dinero y ganar respeto, y disfrutar del descanso. Renunciamos a obtener dinero, honor y otros deseos que el cuerpo requiere de nosotros, y que nos deleitarán, y en cambio observamos la Torá y las Mitzvot que el Creador nos ordenó cumplir.

Vemos que cuando exigimos algo del cuerpo, que renuncie a los placeres de los que entiende que puede disfrutar, se pregunta «¿Qué obtendrás de ello?», Es decir, de «Estas nuevas labores que quieres hacer, ¿te darán mayores placeres? Si no es así, ¿Por qué necesitas cambiar tu lugar de trabajo, en el que estás acostumbrado a trabajar para ese patrón, pero ahora quieres trabajar para el Creador porque necesita tu trabajo? ¿Te pagará un salario más alto, es decir, tendrás más placeres? ¿Disfrutarás más que en el trabajo al que ya estás acostumbrado»?

Ciertamente, deberíamos decirle: Hasta el momento hemos tenido pequeñas ganancias, es decir, un placer imaginario, pero ahora obtendrás grandes beneficios y tu placer será verdadero, porque el Señor desea darte una recompensa espiritual. Sin embargo, si no trabajas, será para ti el pan de la vergüenza, para lo cual nos dieron la Torá y las Mitzvot, y debemos creer que Él ciertamente nos pagará por renunciar a nuestras necesidades, de las que podríamos disfrutar, a cambio de una recompensa verdadera, que es la recompensa espiritual.

Y, aunque aún no sabemos qué es la espiritualidad, de todas maneras creemos que es una gran cosa y si lo comparamos con los placeres materiales, son como una luz delgada, como se explica según las palabras del Arí, quien dice que debido a la ruptura de las vasijas y el pecado del árbol del conocimiento, las chispas cayeron en las Klipot con el fin de revivirlas, por lo que no se cancelarán mientras sean necesarias. Pero el principal deleite y placer se encuentran en los mundos de Kedushá. Por lo tanto, vale la pena que nos dediquemos a la Torá y a las Mitzvot gracias a lo cual seremos recompensados con el mundo por venir a cambio de nuestra dedicación a la Torá y a las Mitzvot.

Sin embargo, una vez que la persona ha comenzado el trabajo al Creador y desea conocer el verdadero trabajo, se le dice: «Si soy el amo, ¿Dónde está el temor hacia Mí?» Lo que significa que, la manera correcta es que el esclavo trabaje solo para el amo y no para sí mismo. Sin embargo, ¿cómo es que están trabajando solo para ser recompensado con el mundo por venir?, ¿Ustedes quieren alguna recompensa por vuestro trabajo? El esclavo trabaja sin ninguna recompensa, y el amo llena sus necesidades, para que el esclavo pueda trabajar para él, pero el sirviente no tiene ninguna propiedad de la que se pueda decir que le pertenezca. Por el contrario, hay solo una autoridad allí, y esta es la autoridad del amo.

De hecho, todo nuestro trabajo en la Torá y las Mitzvot debería ser para lograr la equivalencia de forma, que es Dvekut (adhesión) al Creador. Dedicarse a la Torá y las Mitzvot no es como lo pensábamos antes, que el Creador quiere que observemos Su Torá y Mitzvot, por lo cual nos pagará luego. Por el contrario, la Torá y las Mitzvot que se nos dio para cumplir, son porque las necesitamos, ya que al observar la Torá y las Mitzvot, recibiremos la luz de la Torá, y mediante esa luz podremos alcanzar la equivalencia de forma, porque la luz que hay en ella lo reforma.

Por lo tanto, ¿Cuál es la recompensa que deberíamos pedir a cambio del trabajo del cuerpo, ya que renunciamos a las necesidades del cuerpo con el propósito de observar la Torá y las Mitzvot? Es imposible trabajar sin recompensa, ya que «inmediatamente pregunta «¿Por qué renuncias a los placeres de los que puedes disfrutar? ¿Qué ganas con ello?».

La respuesta es que toda nuestra ganancia es servir al Creador. Esto es muy importante porque es una cuestión de la verdad, lo que significa que será recompensado con adherirse al Rey de los Reyes. Pero no es así cuando todos los placeres que tiene se basan en que cada placer que siente, es en beneficio propio, y recibir placer revestidos de recepción, es algo que le corresponde a los animales y no necesariamente a los seres humanos, que son las más elevadas de todas las criaturas, para que justamente disfrute de las mismas cosas de las que disfrutan los animales. Esto es algo inadecuado para él.

De hecho, todas las vestimentas mediante las cuales el hombre quiere recibir placer, deben ser vestimentas de vasijas de otorgamiento. Es decir, es imposible trabajar sin placer, pero él mide sus placeres en cuánto puede otorgarle al Rey. Es decir, si desea saber cuánto placer recibe de su trabajo, no debe medir cuánto disfruta de su trabajo, es decir, cuánto placer obtiene al servir al Rey. Por el contrario, debe medir esto mediante acciones, es decir, cuánto quiere que el Rey disfrute de su trabajo. Por lo tanto, toda la importancia radica en que está sirviendo al Rey.

De esto se desprende que si uno quiere revisarse, si está avanzando en el trabajo, debe hacerlo de dos maneras:

1) Mirando la recompensa, es decir la recompensa que espera recibir del Creador. Si él recibe un salario mayor cada día, entonces el indicador es la vasija de recepción.

2) Cuánto disfruta sirviendo al Creador, y toda su recompensa está en que está otorgando al Creador. Por ejemplo, si está sirviendo al hombre más grande del país, él lo disfruta. Pero si está sirviendo al grande de la generación, ciertamente lo disfruta más. Por lo tanto, él quiere que el Creador sea cada día más grande y más importante para él. Esta es la verdadera medida.