Rabí Yehudá Leib HaLevi Ashlag (Baal HaSulam)
La paz
(Una investigación científica con base empírica acerca de la obligatoriedad del trabajo de Dios)
«Y habitará el lobo con el cordero, y el tigre se sentará junto con el cabrito, también el becerro y el leoncillo y el cebón (andarán) juntos; y un niño los conducirá».
«Y acontecerá que en aquel día el Señor por segunda vez volverá a extender Su mano para recobrar los restos de Su pueblo que aún permanecen de Ashur, y de Egipto, y de Patros, y de Kush, y de Elam, y de Shinar, y de Jamat, y de las islas del mar». (Isaías 11:6-11)
«Rabí Shimón Ben Halfata dijo: “El Creador no encontró una vasija que pueda contener la bendición para Israel, salvo la paz, como fue dicho: El Señor le dará fortaleza a Su pueblo, el Señor bendecirá a Su pueblo con la paz”» (Tratado Okatzín).
Después de haber interpretado en artículos anteriores la forma general de Su trabajo bendito, cuya esencia no es ni más ni menos que el asunto del amor al prójimo, y de forma práctica es adecuado definirlo como «otorgamiento al prójimo». Es decir, si tomamos en cuenta la parte práctica del amor al prójimo, resulta que nos lo describimos solo como dar el bien a los demás. Por lo tanto, es adecuado definir el «amor al prójimo» como «otorgamiento al prójimo», que es el más apto para su contenido, con el objetivo de asegurarnos de que no olvidemos la intención.
Luego de conocer correctamente la forma de Su trabajo, todavía nos queda por investigar si este trabajo resulta aceptable para nosotros solo con fe, sin ninguna base científica empírica, o si también tenemos una base empírica para ello. Esto es lo que yo quiero demostrar en este artículo.
Obviamente, primero debo demostrar a fondo la cuestión en sí misma, es decir: ¿quién es el que recibe nuestro trabajo? Pero dado que no soy partidario de la filosofía figurativa, ya que detesto todo tipo de investigaciones, que estén construidas sobre una base teórica. Y es bien sabido que la mayor parte de mis contemporáneos están de acuerdo conmigo en esto, ya que tenemos demasiada experiencia con los fundamentos de este tipo, y sabemos que son enclenques, y cuando las bases se mueven de su lugar, toda la construcción se derrumba.
Por lo tanto, he venido aquí para hablar solo a partir de la crítica de la razón empírica, comenzando por el simple reconocimiento, sobre la cual nadie disputa, demostrando de forma analítica (analítica: la separación de un elemento en todos sus aspectos), hasta llegar a determinar el asunto sublime. Y luego volveremos a evaluarlo de forma sintética (sintética: la conexión y la unión entre asuntos, como la inferencia y el «más aún»), de cómo Su trabajo es confirmado y reafirmado, a partir del reconocimiento simple desde el aspecto práctico.
La oposición y contradicción en la Providencia
Toda persona razonable, que examina la realidad que se encuentra ante nuestros ojos, encuentra en ella dos completos opuestos. Porque cuando examinamos el orden de la creación, desde el aspecto de su existencia y su sostén, resalta a nuestra vista que hay una conducción firme y maravilloso, con una profunda sabiduría y un gran talento:
1. Tanto en lo que respecta a formar las partes de la realidad
2. Como en asegurar su existencia de forma general.
Tomemos como ejemplo el orden de la formación de la especie del hombre: el amor y el placer de sus progenitores es la primera razón, la cual está preparada, es segura y muy confiable para cumplir su función. Cuando la gota esencial es extraída del cerebro del padre, la Providencia le proporciona a ella un lugar seguro, organizado con gran sabiduría, que la capacita para recibir el espíritu de vida. Allí la Providencia le reparte el pan de cada día, en la medida exacta. Y, asimismo, la Providencia le ha preparado maravillosas bases en la panza de su madre, para que ningún extraño pueda dañarlo.
Y, atiende todas sus necesidades, como una niñera experimentada que no lo olvidaría ni siquiera por un momento, hasta que haya adquirido la fuerza para salir al aire de nuestro mundo. Es entonces que la Providencia le presta fuerza y heroísmo por un breve período de tiempo, suficiente como para que pueda romper las paredes que lo rodean y como un héroe armado y experimentado va irrumpiendo una abertura de salida, y sale al aire del mundo. También entonces, la Providencia no lo abandona. Como una madre misericordiosa, se preocupa de llevarlo a personas amorosas y leales en las que se puede confiar, llamados «Madre» y «Padre», para que lo asistan durante todo su período de debilidad hasta que crezca y pueda cuidar su existencia por sus propias fuerzas. Igual que el hombre son todos los animales, y también el vegetal y el inanimado, todos son supervisados con comprensión y grandes misericordias, hasta asegurar su propia existencia y la continuidad de su especie.
Pero aquellos que observan cómo se sustenta y se posibilita la existencia de esa realidad, resaltan a la vista el desorden y grandes confusiones, como si no hubiera ningún líder ni supervisión. Cada hombre hace aquello que le parece correcto, y cada uno se construye a sí mismo sobre la ruina de otros, los malvados triunfan y los justos son pisoteados sin piedad, etc.
Debes saber que esta contradicción, puesta ante los ojos de toda persona sensible e inteligente, ha preocupado a la humanidad desde la antigüedad. Han tenido muchos métodos para explicar estos dos opuestos que se manifiestan en la Providencia, que tienen lugar en el mismo mundo.
El primer método: la naturaleza
Este método es muy antiguo. A partir de los dos opuestos, que han observado y que resaltan a la vista, no han hallado un camino ni una salida de como acercarlos uno al otro, llegaron a la suposición general que, el Creador, que creó todo esto, y que vigila con gran poder a la existencia de Su realidad, para que ningún elemento de esta realidad sea anulado, no tiene inteligencia ni sensibilidad.
Por lo tanto, aunque crea y vigila la existencia de la realidad con sabiduría maravillosa. A pesar de todo ello, Él mismo es falto de inteligencia y hace todo sin razonamiento. Ya que si habrían en Él inteligencia y sensibilidad, ciertamente no habría dejado tales disfunciones en los modos de sustentar a la realidad, sin ninguna piedad ni compasión hacia los atormentados.
Por lo tanto, a Él se le llamó con el nombre «Naturaleza». Es decir, un supervisor sin inteligencia ni sensibilidad. Por eso, opinan que no hay nadie con quien estar enfadado, o a quien rezar o ante quien justificarse.
El segundo método: dos autoridades
Hay quienes fueron más inteligentes. Porque les fue difícil aceptar este supuesto de la supervisión de la naturaleza, porque a partir de que observaron que la supervisión sobre la existencia la realidad, la cual garantiza su existencia, es realizada con una sabiduría más profunda que cualquier cima del logro humano. No podían estar de acuerdo que el supervisor de todos estos no tuviera inteligencia, porque: «¿Cómo se puede dar aquello que no posee?», y «¿Puede alguien enseñarle a su amigo si uno mismo es un necio?». Y, ¿cómo se puede decir acerca de Aquel que ordena ante nosotros tales actos, con maravillosa y prodigiosa sabiduría, que no sabe lo que hace, sino que Él lo hace así por casualidad? Cuando resulta evidente para todos, que la casualidad no puede ordenar ningún acto de forma que esté organizado de acuerdo con la disposición de la sabiduría, mucho menos asegurar un orden de existencia eterna.
En consecuencia, arribaron a un segundo supuesto, que existen dos supervisores y creadores, uno que crea y sostiene el bien y el segundo que crea y sostiene el mal. Y han expandido mucho este método, con evidencias y señales a lo largo de su camino.
El tercer método: múltiples dioses
Este método nació del seno del método de las dos autoridades. Esto se debe a que han dividido y separado del conjunto de las acciones, a cada acción en sí misma, es decir, el poder, la riqueza, el gobierno, la belleza, el hambre, la muerte, los disturbios y así sucesivamente. Y han asignado a cada una su propio creador y supervisor especial, y han expandido este método de acuerdo con su voluntad.
El quinto método: abandonó su operación
Por último, cuando aumentó la sabiduría y vieron la fuerte conexión entre todas las partes existentes de la creación, reconocieron que el concepto de múltiples dioses era completamente imposible. Así, otra vez volvió a surgir la cuestión de la oposición que se siente en la Supervisión.
Por eso llegaron a un nuevo supuesto: que en verdad el Hacedor y Supervisor de la existencia es sabio y siente. Pero debido a Su excelsitud que es invaluable, resulta que nuestro mundo es como un grano de mostaza, y es como nada ante Sus ojos. Para Él no merece la pena ocuparse de nosotros y nuestros asuntos insignificantes. Por eso, nuestra forma de sustentarnos es tan malograda y cada uno hace lo que le parece correcto.
Junto a estos métodos, en la misma época también prevalecieron métodos religiosos de unidad Divina, pero este no es el lugar para examinarlos. Porque yo solo quería aclarar las fuentes de las cuales fueron tomados todo tipo de métodos malogrados y los extraños supuestos que dominaron y se propagaron enormemente en diversas épocas y lugares, como es sabido.
Hallamos que la base sobre la que fueron construidos todos estos métodos que hemos mencionado, surgió y provino de la oposición y contradicción entre los dos tipos de providencias que se sienten en nuestro mundo. Por lo tanto, todos estos métodos surgieron solo para reparar esa gran grieta.
Pero el mundo sigue como de costumbre. No solo que esta gran grieta no se enmienda, sino que por el contrario, crece y se expande ante nuestros ojos en un terrible abismo. Y no vemos ni esperamos encontrar alguna salida y refugio de ella.
Examinando todos esos experimentos mencionados, que la humanidad ha venido utilizando durante varios miles de años hasta hoy, los cuales no han sido útiles, yo pregunto: ¿Quizás no tendríamos que pedir la reparación de esta gran grieta por parte del Supervisor, sino que toda esta gran corrección se encuentra en nuestras propias manos?
La obligatoriedad de la prudencia con las leyes de la naturaleza
Todos podemos ver claramente que la especie humana debe llevar una vida social, es decir, no podrá existir y sustentarse si no fuera por la ayuda de la sociedad.
Por lo tanto, imagínate lo siguiente: si sucediera que un individuo se retira de la sociedad a un lugar solitario y vive allí una vida de aflicción y grandes sufrimientos, debido a su incapacidad de proveerse a sí mismo de sus necesidades. Ese individuo no tendría ningún derecho de enojarse con la Providencia o con su destino. Y si lo hace, es decir, enojarse y maldecir su amargo destino, esto solo sería proclamar y hacer pública su propia necedad. Porque mientras la Providencia ha preparado para él un lugar cómodo y deseable dentro de la sociedad, no tendría justificación para retirarse de ella a un lugar desolado. Y está prohibido compadecerse de un hombre que hace esto, ya que va contra la naturaleza de la creación y dado que tiene la opción de vivir como la Providencia se lo ha decretado. Por lo tanto, no hay que apiadarse de él.
Y esa frase es aceptada por todos los miembros de la humanidad sin discusión. Y yo puedo agregar y explicarlo sobre una base religiosa y darle la forma de la siguiente frase: ya que la Providencia de la creación se extiende desde el Creador, que indudablemente tiene algún propósito en Su actuar, ya que no hay acto sin propósito, entonces resulta, que todo aquel que transgrede alguna de las leyes de la naturaleza, que Él ha grabado en nosotros, está corrompiendo el propósito final.
Debido a que el propósito está construido indudablemente sobre todas las leyes de la naturaleza en su conjunto, sin ninguna excepción. Como es digno de un operador inteligente, quien no agregaría ni quitaría siquiera un fino cabello a sus acciones, las cuales son necesarias para lograr el propósito.
Así resulta que, quien corrompe una ley, su corrupción daña y perjudica el propósito final que el Creador ha establecido. Por eso será castigado por la naturaleza. Por lo tanto, también nosotros, criaturas del Creador, tenemos prohibido apiadarnos de él, porque profana las leyes de la naturaleza, y es el propósito del Creador lo que él desprecia. En mi opinión, esta es la forma del juicio.
Yo pienso que no le conviene a nadie contradecirme, en esta forma que le he dado al juicio, dado que las palabras del juicio son una. Ya que, cuál es la diferencia entre: Si dicen que el supervisor es llamado «naturaleza», es decir, falto de inteligencia y falto de propósito. O si dicen que el supervisor es un sabio maravilloso, que sabe, siente y tiene un propósito en sus acciones.
Porque finalmente, todos admitimos y estamos de acuerdo que tenemos la obligación de observar los mandamientos de la Providencia, es decir, las leyes de la naturaleza. Y todos admitimos que quien transgrede los mandamientos de la Providencia, es decir, las leyes de naturaleza, es digno y merecedor de recibir el castigo con el que la naturaleza lo sancionará. Y está prohibido que alguien se apiade de él. Porque el carácter del juicio es único, y entre nosotros no hay discordia en esto, y la única diferencia radica en el motivo:
1. Aquellos que en su opinión el motivo es necesario,
2. Y en mi opinión el motivo tiene un propósito.
Y de aquí en más, para no tener que usar ambas lenguas, es decir:
1. Naturaleza
2. Y Supervisor
Entre los cuales, como he demostrado, no hay ninguna diferencia respecto al cumplimiento de las leyes, es mejor para nosotros llegar a un consenso y aceptar las palabras de los Cabalistas, que la naturaleza (HaTeva - הטבע), tiene el mismo valor numérico (en hebreo) que la palabra Dios (Elohim - אלהים), es decir, el número ochenta y seis. Entonces, podré llamar a las «leyes de Dios» con el nombre «mandamientos de la naturaleza» o viceversa («mandamientos de Dios» con el nombre «leyes de la naturaleza»), ya que son uno y lo mismo, y no necesitamos extendernos más.
A partir de ahora, es muy importante para nosotros examinar los mandamientos de la naturaleza y saber lo que nos exige, para que no nos castigue sin piedad, como es sabido. Hemos dicho que la naturaleza obliga a la especie humana a llevar una vida social. Esto es simple. Sin embargo, debemos examinar los mandamientos que la naturaleza nos exige observar con respecto a esto, es decir, desde el aspecto de la vida en sociedad.
Cuando lo examinamos de forma general, hay sólo dos mandamientos de los cuales debemos ocuparnos en la sociedad. Estos se pueden definir como:
1. «Recepción»
2. Y «otorgamiento»
Esto significa que cada miembro está obligado, por parte de la naturaleza, a recibir sus necesidades de la sociedad y, también está obligado a otorgar a la sociedad, a través de su trabajo en beneficio de la sociedad. Y si transgrede uno de estos dos mandamientos, será castigado sin piedad.
No necesitamos analizar en exceso el mandamiento de la «recepción», debido a que el castigo es ejecutado de inmediato, por eso nunca lo descuidaremos.
Sin embargo, en el segundo mandamiento, el del «otorgamiento a la sociedad», no solo que el castigo no nos llega de inmediato, sino que nos llega de una forma indirecta. En consecuencia, este mandamiento no es observado de forma apropiada. Debido a esto la humanidad es freída sobre el fuego, en una terrible freidora. Y la espada, el hambre y sus consecuencias no cesan hasta el día de hoy.
Lo maravilloso de esto es que la naturaleza, como un juez competente, nos castiga tomando en cuenta nuestro desarrollo. Porque nuestros ojos ven, que a medida que la humanidad evoluciona, crecen los dolores y los tormentos para conseguir nuestro sustento y subsistencia.
Entonces tienes ante tus ojos una base científica empírica, que demuestra que Su providencia nos ha ordenado que cumplamos con todas nuestras fuerzas el mandamiento de «otorgamiento al prójimo» con absoluta precisión, de tal modo que ningún miembro de nuestra sociedad trabaje menos de la medida necesaria para asegurar el éxito de la sociedad y su felicidad. Y mientras seamos perezosos en cumplirlo al máximo, la naturaleza no dejará de castigarnos y vengarse de nosotros. Además de los golpes que recibimos en nuestra época, también debemos tomar en cuenta la espada desenvainada ante nuestros ojos, preparada para el futuro. Y debemos sacar la conclusión correcta, es decir que, finalmente, la naturaleza nos derrotará y todos juntos deberemos unir las manos y cumplir sus mandamientos, en la máxima medida requerida de nosotros.
La demostración de Su trabajo de acuerdo con la experiencia
Pero aquel que critica mis palabras, aún podría cuestionar que, solo he demostrado que se debe trabajar para las personas, entonces, ¿dónde está la demostración práctica, de que hay que trabajar en este mandamiento, en el nombre del Creador?
De hecho, la historia misma se ha tomado la molestia y ha preparado para nosotros un hecho, comprobado por completo ante nuestros ojos, que es suficiente para apreciar plenamente este asunto y sacar conclusiones incuestionables.
Porque todos ven como una gran sociedad, como el país de Rusia, con una población de cientos de millones de personas, que tiene a su disposición más territorio que toda Europa, con una riqueza en materias primas casi inigualable en el mundo entero, que ya ha acordado vivir una vida social cooperativa y prácticamente han suprimido toda la propiedad privada, donde cada uno se preocupa solo por el bienestar de la sociedad, incluso cuando aparentemente han adquirido la medida completa de la virtud del otorgamiento al prójimo, en su sentido pleno, tanto como la mente humana puede comprender. Sin embargo, ve y aprende lo que ha ocurrido con ellos.
En vez de elevarse y progresar más que los países burgueses, han descendido y continúan descendiendo cada vez más, hasta que no sólo que son incapaces de beneficiar las vidas de los trabajadores, ni siquiera un poco por encima de los trabajadores de los países burgueses, sino que tampoco pueden asegurarles el pan de cada día ni proveerles vestimenta.
De verdad que este hecho nos desconcierta mucho. Porque de acuerdo con la riqueza de este país, y su gran población, aparentemente, de acuerdo con la lógica humana, no deberían haber llegado a tal estado. Pero esta nación ha cometido un pecado, y el Creador no les perdonará. Ese pecado es que todo este trabajo precioso y elevado, que es el otorgamiento al prójimo, que han comenzado a realizar, debe ser en nombre del Creador y no por la humanidad. Y dado que hacen su trabajo no en Su nombre, por lo tanto, no tienen derecho de existir por parte de la naturaleza misma.
Porque trata de imaginar en tu mente, que si cada persona en esa sociedad, temería al observar los mandamientos del Creador al grado que está escrito: «Y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu fuerza», y en esa medida cada uno se preocuparía en satisfacer las necesidades y deseos de su prójimo, en el mismo grado que está grabado en el hombre, el satisfacer sus propios deseos, como está escrito: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
Y, el Creador mismo sería el propósito de cada trabajador, cuando trabaja por el bienestar de la sociedad. Es decir, que el trabajador espera que, por medio de este trabajo para la sociedad, sea recompensado con adherirse a Él, que es la fuente de toda la verdad, la bondad y todo lo agradable en el mundo.
Sin lugar a duda, en pocos años crecerían en riqueza por encima de todos los países del mundo juntos. Ello se debe a que entonces podrían utilizar las materias primas de su rico suelo y se convertirían realmente en un ejemplo para todos los países, y serían llamados bendecidos por el Creador.
Pero cuando todo el trabajo de otorgamiento al prójimo solo está basado en el bienestar de la sociedad, esto es una base precaria, porque ¿quién y qué obligaría al individuo a aumentar sus movimientos para esforzarse en nombre de la sociedad? Porque es como un principio árido, sin vitalidad, y no se puede esperar de él que genere una fuerza de motivación (fuerza hacia el propósito, que es la fuerza que actúa y mueve un cuerpo y le brinda fuerza para realizar un esfuerzo, como la función del combustible en una máquina) para tener fuerza de movimiento, aun para personas desarrolladas, y mucho menos para personas subdesarrolladas.
Entonces surge la pregunta: ¿de dónde tomaría el trabajador o el agricultor, fuerza de motivación suficiente, que lo movilice a trabajar? Ya que su pan de cada día no aumentará o disminuirá debido a la dispersión de sus fuerzas, y no hay ninguna recompensa o un objetivo ante él.
Es bien conocido por los sabios de la naturaleza que el hombre no puede realizar siquiera el mínimo movimiento sin fuerza de motivación, es decir, sin algo que lo beneficie. Cuando, por ejemplo, el hombre mueve su mano de la silla hacia la mesa es porque le parece que poniendo la mano sobre la mesa recibirá mayor placer. Si no le parecería así, dejaría su mano sobre la silla por el resto de su vida, sin moverla de su sitio, ni hablar cuando se trata de un gran esfuerzo.
Y, si dijeras que la solución es asignarles supervisores, para que aquel que es haragán en su trabajo sea castigado privándolo de su pan de cada día, entonces yo preguntaría: dime ¿de dónde deberían tomar estos supervisores mismos la fuerza de motivación para su trabajo? Porque estar parado en un cierto lugar y supervisar a las personas, movilizarlas, y hacerlas esforzarse también constituye un gran esfuerzo, quizás mayor que el trabajo mismo. Por lo tanto, esto se parece a uno que quiere poner en marcha una máquina sin proveerle combustible.
Por lo tanto, están condenados a la perdición por parte de la naturaleza, ya que las leyes de la naturaleza los castigarán por ser incapaces de adaptarse a obedecer sus órdenes. Es decir, que ellos realicen estos actos de otorgamiento al prójimo como un trabajo para el Creador, para llegar a través del mismo al propósito final de la creación, que es la adhesión a Él. Como hemos explicado en el artículo «Matán Torá - Entrega de la Torá» (punto 6) que esta adhesión llega al trabajador en la medida de Su abundancia agradable y muy placentera, que va en aumento hasta la medida deseada, para elevarse y conocer Su veracidad, desarrollándose cada vez más hasta que él logre la gran exaltación que acerca de ello han dado indicio en las palabras: «Ningún ojo ha visto a Dios salvo tú».
Imagínate si el agricultor y el trabajador sintieran ante sus ojos este propósito cuando trabajan por el bienestar de la sociedad, ciertamente que ni siquiera necesitarían supervisores que los vigilen, porque ya tendrían motivación completamente suficiente, para realizar un gran esfuerzo, hasta elevar a la sociedad hasta la cima de la felicidad.
En verdad, para comprenderlo de esta manera se requiere un gran cuidado y una organización confiable. Pero todos ven que sin ello no tiene ningún derecho de existir por parte de la naturaleza obstinada, que no hace concesiones. Y esto es lo que quise demostrar aquí.
Así te he demostrado completamente ante tus ojos, por parte del intelecto empírico, por medio de la historia práctica que se entreteje ante nuestros ojos, que no hay otro remedio para la humanidad, y nunca sucederá de otra forma, salvo si asumirán el mandamiento de la Providencia, que es el otorgamiento al prójimo para darle contento al Creador, en la medida de los dos versículos:
El primero es: «Ama a tu prójimo como a ti mismo», que es el atributo del trabajo en sí mismo, es decir, que la cantidad de trabajo para otorgar a los demás, para la felicidad de la sociedad, no debe ser menor que la medida grabada en el hombre para preocuparse por sus propias necesidades. Además, se debería colocar las necesidades del prójimo por delante de las propias, como fue explicado en el artículo de Matán Torá - Entrega de la Torá (Punto 4).
El segundo es: «Y amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza», que es el propósito que debe estar ante los ojos de cada uno cuando se esfuerza para las necesidades de su amigo, cuya instrucción es que él hace y se esfuerza solo para caer en gracia ante los ojos del Creador, como Ha dicho, “y ellos hacen Su voluntad”.
«Y si ustedes desean escuchar, se alimentarán con los buenos frutos de la tierra», para que la pobreza, el tormento y la explotación ya no estén sobre la tierra, y la felicidad de cada persona se elevará hacia lo alto y será inestimable e invaluable.
Pero mientras se nieguen, y no quieran hacer el pacto del trabajo del Creador, en toda la medida explicada con anterioridad, entonces la naturaleza y sus leyes estarán listas para tomar su venganza de nosotros y no nos dejará en paz hasta que nos derrote y aceptemos su autoridad en todo lo que nos ordene.
He aquí, que te he dado una investigación científica práctica, de acuerdo con la crítica del intelecto empírico, en lo que respecta a la obligatoriedad absoluta, de todas las criaturas, de asumir el trabajo del Creador con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas.
Aclaración de la frase de la Mishná: «Todo está dado en depósito y un recinto fortificado se extiende sobre toda la vida».
Ahora que hemos aprendido todo lo anterior, podemos entender una frase incomprensible de la Mishná (Masejet Avot) que dice así: «Él (Rabí Akiva) decía: “Todo está dado en depósito y un recinto fortificado se extiende sobre toda la vida. La tienda está abierta y el comerciante vende fiado, la libreta está abierta y la mano escribe, y todo el que quiera tomar prestado, puede venir y tomar prestado, y los cobradores recaudan en forma regular a cada día, le cobran al hombre tanto consciente como inconscientemente y ellos tienen en qué confiar y el juicio es verdadero y todo está listo para el banquete”». Hasta aquí sus palabras.
No por nada esa frase de la Mishná permaneció incomprensible para nosotros, sin siquiera un indicio en cuanto a su significado, lo que nos indica la gran profundidad que tenemos aquí. De hecho, el conocimiento que hemos adquirido hasta el momento la aclara muy bien.
La rueda de la transformación de forma
Antes que nada, déjenme presentar la opinión de nuestros sabios acerca de la sucesión de las generaciones del mundo, aunque nosotros veamos los cuerpos, que cambian y transitan de una generación a la siguiente, esto solo es el caso de los cuerpos.
Pero las almas, que son la principal esencia del cuerpo, no se ausentan por transitoriedad, sino que van de cuerpo en cuerpo, de generación en generación. Las mismas almas que estaban en la generación del diluvio, fueron copiadas y volvieron en la generación de Babilonia y luego durante el exilio de Egipto, y después en los que salieron de Egipto y así sucesivamente, hasta nuestra generación y hasta el final de la corrección.
De forma que aquí, en nuestro mundo, no hay almas nuevas, a diferencia de los cuerpos que son renovados, sino solo una cierta cantidad de almas que llegan y reencarnan sobre la rueda de transformación de la forma, porque ellas se visten cada vez con un nuevo cuerpo y en una nueva generación.
Por lo tanto, con respecto a las almas, todas las generaciones desde el principio de la creación hasta el final de la corrección, son como una sola generación que ha extendido su vida a lo largo de varios miles de años hasta que se desarrolle y se corrija como debería ser. Y es completamente irrelevante, el hecho de que mientras tanto cada uno ha cambiado su cuerpo varias miles de veces, porque la esencia principal del cuerpo, que es llamada alma, no sufrió en absoluto por estos cambios.
Y hay muchas evidencias acerca de esto y una gran sabiduría llamada «el secreto de la reencarnación de las almas», que aquí no vamos a desarrollar. Pero para quienes creen que es exagerado debido a su falta de conocimiento en esta sabiduría, vale la pena mencionar que la reencarnación ocurre también en todos los elementos de la realidad tangible, que cada elemento, a su manera, vive una vida eterna.
Aunque vemos en nuestros sentidos que todo es transitorio, solo se trata de una apariencia ante nuestros ojos. Pero de hecho solo hay reencarnaciones aquí, que cada elemento no descansa ni reposa siquiera por un momento, sino que va reencarnando en la rueda de transformación de la forma sin perder nada de su esencia en todo su camino, tal como los físicos lo han tratado extensivamente.
A partir de ahora vamos a aclarar las palabras de la Mishná: «Todo está dado en depósito».
Esto ha sido comparado con alguien que presta una suma de dinero a su amigo, para hacer un negocio, y para ser su socio en las ganancias. Con el fin de estar seguro de que no perderá su dinero se lo da con garantías, y así él se libera de cualquier incertidumbre.
Lo mismo se aplica a la creación del mundo y su existencia, que el Creador ha preparado para que los hombres se ocupen de ella, y finalmente ganen a través de esto el sublime propósito de adherirse a Él, como está dicho en el artículo «Matán Torá - La entrega de la Torá» (pto. 6).
Por lo tanto, se puede cuestionar: ¿quién obligará a la humanidad a ocuparse de Su trabajo hasta que finalmente arriben a este propósito tan excelso y sublime?
Acerca de esto Rabí Akiva nos dice: «Todo está dado en depósito», es decir, que todo lo que el Creador estableció para ocuparse en la Creación y lo dio a los hombres, no lo hizo con abandono, sino que se aseguró con una garantía. Y si dirás: ¿qué garantía le dieron?
Él responde a esto diciendo: «Y un recinto fortificado se extiende sobre toda la vida».
Es decir, el Creador ha hecho un acto inteligente y ha extendido un maravilloso recinto fortificado sobre toda la humanidad, del que nadie escapará, y que toda la vida deben quedar atrapados en ese recinto fortificado y asumir necesariamente Su trabajo, hasta que logren su propósito sublime. Esta es la garantía del Creador, que se aseguró para que ningún daño le suceda a la obra de la Creación.
Y luego lo interpreta en detalle y dice: «La tienda está abierta».
Es decir, aunque este mundo se nos manifiesta ante nuestros ojos, como una tienda abierta sin dueño alguno, de modo que cualquiera que pase por ella, puede recibir mercancías y bienes según le plazca, gratis y sin ninguna cuenta.
Sobre esto Rabí Akiva nos dice y advierte: «Y el comerciante vende fiado».
Es decir, aunque no veas a ningún comerciante aquí, debes saber que de hecho hay un comerciante. Y la razón de que no exige el pago, se debe a que te lo da fiado.
Y si dices: ¿cómo sabe cuál es mi cuenta?
A lo que responde: «La libreta está abierta y la mano escribe». Lo cual significa que hay una libreta general en la que se anota cada acto y ninguno se pierde.
Y el propósito gira alrededor de la ley de desarrollo que el Creador ha grabado en la humanidad, la cual nos empuja siempre hacia adelante. Esto significa que, las conductas corruptas que se encuentran en las circunstancias de la humanidad, son ellas mismas las que generan y crean los buenos estados, y cada buena situación no es más que el fruto del trabajo de la mala situación que la precedió.
En verdad, estos valores de bien y mal no se refieren a la situación misma, sino al propósito general, que toda situación que acerca a la humanidad a la meta es llamada bien y aquella que la aleja es llamada mal. Únicamente bajo ese parámetro, se constituye «la ley de desarrollo». Que la corrupción y la maldad que toma forma en una situación se considera la causa y el generador de la buena situación.
De modo que cada situación dura solamente un determinado tiempo, suficiente para cultivar el grado del mal intrínseco en ella, hasta el grado en que el público ya no puede soportarlo más. En ese momento el público debe unirse contra esta [situación] y destruirla, y organizarse en una situación mejor, para la corrección de esa generación.
La nueva situación también dura hasta que las chispas de la maldad que se encuentran en ella, maduren y crezcan hasta un grado en el que ya no puedan ser toleradas. Momento en el que deben destruirla y construir una situación más confortable en su lugar.
Así las situaciones se clarifican una tras otra, grado tras grado, hasta que llegan a un estado corregido, que sea bueno por completo, sin chispas malas. Con esto verás que lo primordial de las semillas y los granos, de los cuales crecen y surgen las buenas situaciones, son solo los actos corruptos mismos.
Es decir, que cada una de las maldades que se revelan y salen de las manos de los malvados de la generación, se toman de la mano y se acumulan hasta que reciben un gran peso, hasta que el público ya no puede soportarlo. Entonces le hacen frente y la destruyen y crean una situación mucho más deseable.
Así tienes ante tus ojos, que cada maldad en particular está condicionada por la fuerza de empuje que, por medio de ella se desarrollará la buena situación.
Estas son las palabras de Rabí Akiva: «la libreta está abierta y la mano escribe».
Porque cualquier situación en la que una generación se encuentra, se asemeja a una libreta. Y todos los que hacen maldades son como manos que escriben, porque cada maldad es grabada y escrita en la libreta hasta que se suman en una cuenta que el público ya no puede soportar más encontrarse en ese estado, momento en el cual se destruye la mala situación y se organizan bajo una más deseable.
Así todos y cada uno de los actos son contabilizados y anotados en la libreta, es decir, en la situación.
Y él dice: «Todo el que quiere tomar prestado, puede venir y tomar prestado».
Es decir, aquel que cree que este mundo no es como una tienda abierta, abandonada sin un dueño, sino que hay aquí un dueño comerciante, que está parado en su tienda, y exige de cada cliente que le dé el precio requerido por la mercancía que toma de la tienda. Es decir, que él se esforzará en Su trabajo durante el tiempo que se sustenta de esa tienda, de una manera que sea deseable y segura, para llegar al propósito de la creación, como a Él le place.
A tal persona se la considera como alguien que «quiere tomar prestado», es decir, aun antes de extender su mano para tomar algo de este mundo, que es la tienda, lo hace en forma de un préstamo para pagar su precio fijado, es decir, que él asume trabajar y alcanzar Su meta durante el tiempo en el que se sustenta de la tienda, de modo que promete fielmente pagar su deuda, es decir, por medio de alcanzar la meta deseada. Por lo tanto, se lo denomina «el que quiere tomar prestado», es decir, se compromete a pagar y cancelar la deuda.
Y Rabí Akiva ilustra dos tipos de personas:
El primer tipo es el de la «tienda abierta», que consideran este mundo como una tienda abierta sin ningún dueño comerciante. Sobre ellos dice: «La libreta está abierta y la mano escribe», es decir, aunque ellos no puedan ver que hay una cuenta, de todos modos, todos sus actos se escriben en un libro, como explicamos con anterioridad. Esto sucede por medio de la ley del desarrollo grabada en la creación, en contra de la voluntad de la humanidad. Que las acciones de los malvados en sí mismas, contra su voluntad, generan las buenas acciones, como hemos aclarado anteriormente.
El segundo tipo de humanos son llamados «los que quieren tomar prestado», que toman en consideración al dueño y cuando toman algo de la tienda, lo hacen solo como un préstamo. Le prometen pagarle al comerciante el precio que ha fijado, es decir, por medio de ello alcanzar la meta final. Sobre estos dice: «Todo el que quiera tomar prestado, puede venir y tomar prestado».
Y si dijeras: ¿cuál es la diferencia entre el primer tipo, cuyo propósito final es obligatorio, y les viene de la ley de desarrollo, y el otro tipo, cuyo propósito final les viene por medio de la esclavitud auto-impuesta a Su trabajo? Porque, finalmente, ¿acaso no son iguales en alcanzar la meta?
Acerca de esto él agrega: «Y los cobradores recaudan en forma regular y cada día le cobran al hombre tanto consciente como inconscientemente».
Es decir, en verdad, ambos pagan su deuda por igual, en cuotas todos los días. Y así, como las fuerzas virtuosas que aparecen al ocuparse de Su trabajo, son consideradas cobradores leales, quienes a diario cobran su deuda en cuotas, hasta que esté completamente cancelada, así también son las fuerzas poderosas grabadas en la ley de desarrollo, consideradas también como cobradores leales que recaudan la deuda en cuotas a diario, hasta que sea cancelada completamente. Sobre esto fue dicho: «Los cobradores recaudan en forma regular y cada día se le cobra al hombre».
De hecho, hay una gran diferencia y una gran distancia entre ellos, es decir, «consciente e inconscientemente». El primer tipo, su deuda es cobrada por los cobradores del desarrollo, entonces resulta que pagan su deuda «inconscientemente». Son las olas tempestuosas que sobrevienen a ellos, por medio del fuerte viento del desarrollo y los empujan desde atrás, obligando a las criaturas a avanzar. Así, su deuda es cobrada contra su voluntad y con grandes sufrimientos, por medio de la revelación de las fuerzas del mal que los empujan desde atrás.
El segundo tipo, sin embargo, paga su deuda, que es alcanzar la meta «conscientemente», por su propia voluntad, dado que repiten los trabajos virtuosos que aceleran el desarrollo del sentido de reconocimiento del mal, como fue aclarado en el artículo «La esencia de la religión y su propósito», que por medio de ese trabajo obtienen un doble beneficio:
El primer beneficio es, que las fuerzas que se revelan a partir de Su trabajo, se encuentran ante ellos en forma de una fuerza atrayente, como atracción magnética (como una fuerza que tracciona desde adelante), que ellos corren y son atraídos tras de él por su propia voluntad, y sus ganas, según el espíritu del amor. No hace falta decir, que están libres de cualquier tipo de lamento y sufrimiento, a diferencia del primer tipo.
El segundo beneficio es que ellos apresuran la consecución del objetivo deseado, porque ellos son los justos y los profetas que son recompensados y alcanzan la meta en cada generación, como se explica en el artículo «La esencia de la Sabiduría de la Cabalá», bajo el título «¿En torno a qué gira la Sabiduría?».
Así puedes ver que hay una gran distancia entre los que pagan conscientemente y los que lo hacen inconscientemente, como la ventaja de la Luz del deleite y el placer sobre la oscuridad de los sufrimientos y dolores calamitosos.
Y él dice, además: «Y ellos tienen en qué confiar, y el juicio es verdadero».
Es decir, aquellos que pagan conscientemente y por su voluntad, Él les promete que «tienen en qué confiar». Que hay una gran fuerza en Su trabajo para llevarlos a la meta sublime y les conviene someterse bajo Su yugo.
Y acerca de aquellos que pagan inconscientemente les dice: «Y el juicio es verdadero». Que, aparentemente, hay que preguntarse por qué la Providencia permite que existan esas corrupciones y sufrimientos, que se revelen en el mundo, y deja que la humanidad se fría en ello sin misericordia.
Por eso dice que el juicio es «un juicio verdadero» porque «y todo está listo para el banquete», es decir, para el verdadero propósito final. Y el deleite superior que está destinado a revelarse junto con la revelación de Su propósito en la creación, que todas las molestias, los esfuerzos, y los sufrimientos que nos sobrevienen a lo largo de las generaciones y los tiempos, los ilustra como un anfitrión, que se toma la molestia y realiza grandes esfuerzos para preparar un gran banquete para los invitados. Y el propósito esperado, que finalmente debe ser revelado, lo ilustra como un banquete cuyos invitados asisten con gran placer. Por lo tanto, dice «y el juicio es verdadero y todo está listo para el banquete».
Algo semejante puedes encontrar también en Bereshit Rabá 88, respecto a la creación del hombre: «Los ángeles preguntaron al Creador: ”¿Qué es el humano para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites? ¿Para qué necesitas este problema?” El Creador les dijo: “¿Entonces por qué fueron creados rebaños y ganado? Esto se parece a un rey que tenía una torre llena de tesoros, pero no tenía invitados. ¿Qué placer obtenía, entonces, de su torre llena?” De inmediato dijeron ante Él: “Dios nuestro Señor, ¡cuán grande es Tu nombre en toda la tierra! Haz aquello que te complazca”».
Esto significa que, los ángeles vieron todos los dolores y sufrimientos que padecería la humanidad, se asombraron y preguntaron: «¿Para qué necesitas este problema?»
Y el Creador les contestó que en efecto él tiene una torre llena de abundancia, pero los únicos invitados son solo esta humanidad. Y desde luego, los ángeles sopesaron en sus mentes los placeres que se encuentran en la torre, los cuales esperan a los invitados, y en contraparte los sufrimientos y problemas que le esperan a la humanidad, y cuando vieron que era conveniente para la humanidad sufrir por el bien que nos espera, entonces estuvieron de acuerdo con la creación del hombre.
Es realmente como dijo Rabí Akiva: «Y el juicio es verdadero y todo está listo para el banquete», así, ya desde el principio de la creación todas las criaturas están anotadas ahí como invitadas, y el pensamiento del Creador las obliga a venir al banquete, tanto consciente o inconscientemente.
Con lo explicado, se revelará a todos la verdad en las palabras del profeta (Isaías 11) en la profecía de la paz que comienza así: «Y habitará el lobo con el cordero, y el tigre se sentará junto con el cabrito». Y él explica todo esto: «Porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como las aguas que cubren el mar».
Así vemos que el profeta condiciona la paz en el mundo entero a que todo el mundo esté lleno del conocimiento del Creador. Es decir, tal como hemos dicho que la dura resistencia egoísta entre la persona y su prójimo, junto con el deterioro en las relaciones internacionales, todo esto no cesará en el mundo por ningún consejo o artimaña humana, sea cual fuera.
Porque nuestros ojos pueden ver como el pobre enfermo se revuelca y da vueltas en espantosos e intolerables dolores humanos, sin poder soportar ninguno de sus lados, y la humanidad ya se ha lanzado a la extrema derecha como en Alemania, o a la extrema izquierda, como en Rusia, y no solo que no aliviaron su situación, sino que han agravado la enfermedad y el dolor y las voces se elevan hasta el cielo, como todos sabemos.
Por lo tanto, no tienen otro remedio que llegar a la aceptación de Su yugo, y conocer al Creador. Lo cual significa que enfocarán sus actos a la voluntad del Creador y a Su propósito, tal como Él lo había pensado antes de la Creación.
Y cuando hagan esto, será fácil para todos ver que, con Su trabajo todo vestigio de envidia y odio serán borrados de la humanidad como lo he demostrado anteriormente. Porque entonces todos los miembros de la humanidad se unirán en un solo cuerpo con un solo corazón lleno del conocimiento del Creador. Por lo tanto, la paz en el mundo y el conocimiento del Creador son una misma cosa.
Inmediatamente después de esto el profeta dice: «Y acontecerá que en aquel día el Señor, por segunda vez, volverá a extender Su mano para recobrar los restos de Su pueblo», «y congregará a los dispersos de Yehudá, de los cuatro confines de la tierra». Con esto aprendemos que la paz del mundo viene antes que la reunión de las diásporas.
Con esto comprenderemos las palabras de nuestros sabios al final del tratado de Okatzín: «El Creador no encontró una vasija que pueda contener la bendición para Israel, salvo la paz», como está dicho: «El Señor dará fortaleza a Su pueblo. El Señor bendecirá a Su pueblo con la paz».
Y, aparentemente, son asombrosas las palabras: «Una vasija que pueda contener la bendición para Israel», ¿y cómo se pueden entender estas palabras?
Pero, estas palabras se hacen claras para ellos como la profecía de Isaías, que la paz del mundo antecede la reunión de las diásporas. Es por eso que dice el escrito: «El Señor dará fortaleza a su pueblo». Lo cual significa que, en el futuro, cuando el Señor le dé fortaleza a Su pueblo Israel, es decir, resurrección eterna, entonces «El Señor bendecirá a su pueblo con la paz». Esto significa que Él bendecirá a Su pueblo, Israel, antes con la paz en el mundo entero, y luego: «Y acontecerá que en aquel día el Señor, por segunda vez, volverá a extender Su mano para recobrar los restos de Su pueblo».
Nuestros sabios dijeron acerca del significado de las palabras, por lo tanto, la bendición de la paz del mundo entero precede a la fortaleza, es decir, a la redención, porque «El Creador no encontró una vasija que pueda contener la bendición para Israel, salvo la paz».
Es decir, mientras existan el amor propio y el egoísmo entre las naciones, Israel tampoco será capaz de trabajar para el Creador en la pureza, como otorgamiento al prójimo, como está escrito en la explicación de las palabras: «Y ustedes serán para mí un reino de sacerdotes» en el artículo «La Arvut - La garantía mutua».
Esto nosotros lo vemos a partir de la experiencia, porque el retorno a la Tierra y la edificación del Templo no podrían sostenerse y recibir la bendición que el Creador ha jurado a nuestros patriarcas.
Y eso es lo que ellos dijeron: «El Creador no encontró una vasija que pueda contener la bendición», es decir, hasta ahora Israel no tuvo una vasija que pueda contener la bendición de los patriarcas. Por lo tanto, aún no fue cumplido el juramento de que podremos heredar la bendición de la tierra por la eternidad. Porque solo la paz del mundo, es la única vasija que nos permite recibir la bendición de los patriarcas, como en la profecía de Isaías.