Y rogué al Señor
Artículo 34, 1985
«Y rogué al Señor». Rashi interpretó que, en todos los sitios, Hanún (compasivo) (de la raíz Hanán, que es la misma que para Etjanán [rogué]) que significa Matnat Hinam (regalo gratuito). Aunque los justos pueden recurrir a sus buenas acciones, ellos solo piden un regalo gratuito al Creador.
Está escrito en el Midrash Rabá: «“Y rogué al Señor”. De todas las lenguas, Moisés rezó solamente con la lengua del ruego. Rabí Yojanán dijo: “De esto uno aprende que la criatura no tiene nada en su Creador porque Moisés, el más grande de los profetas, vino solamente con palabras de ruego”. Rabí Levi dijo: “¿Por qué Moisés vino solamente con palabras de ruego?”. La alegoría dice: “Sé cuidadoso de no ser atrapado en el lugar de tus palabras”. ¿Cómo puede ser así? El Creador dijo a Moisés: “Y agraciaré a quien agraciaré”. Él le dijo: “Con aquel que tiene en Mi mano, seré misericordioso, Yo le haré a él con la cualidad de misericordia. Y aquel que no tenga en Mi mano, y agraciaré: Yo le haré a él un regalo gratuito”».
Y debemos entender lo anterior: 1) ¿Cómo puede decirse «Yo seré misericordioso con quien tiene en Mi mano?» Porque las palabras «quien tiene en Mi mano» provienen de las palabras de nuestros sabios «Cuenta para Mí en tu mano», es decir que debería pagársele una deuda. Entonces, ¿qué significa que el Creador dijo que aquel con el que el Creador está en deuda, Él le dice: «Yo seré misericordioso». Debería haber dicho «Yo pagaré», como está escrito: «¿Quién me ha precedido que Yo le pagaré?». Por lo tanto, ¿cómo puede ser que pagar una deuda tenga algo que ver con ser misericordioso?; 2) Debemos entender cómo es posible tener dos opiniones tan contradictorias. Una opinión es que él es merecedor de la deuda del Creador, ya que dice: «Uno que tiene en Mi mano» y la otra es que él no tiene nada en mi mano. ¿En qué punto se llega a opiniones tan distantes?
Para entender lo anterior debemos discernir dos clases en aquellos que se dedican a la Torá y Mitzvot (preceptos). Aunque no hay diferencia entre ellos en las acciones, es decir, que en lo referente a las acciones no puede discernir nada, hay sin embargo una gran diferencia en la intención de estos dos.
El propósito que quiere alcanzar la primera clase mediante su dedicación a la Torá y Mitzvot es recibir una recompensa por su esfuerzo, ya que hay una ley en nuestra naturaleza: no se puede trabajar sin recompensa. Por lo tanto, lo que les obliga a guardar la Torá y Mitzvot es el temor. O sea que tienen miedo de que quizás no obtengan un llenado para las carencias que sienten. Sienten que les faltan distintas cosas y tienen un fuerte deseo y un gran anhelo por su llenado.
Por tal motivo hacen todo lo posible para obtener lo que desean. Por ende, ese temor es la causa que los obliga a dedicarse a la Torá y Mitzvot. Esto se considera que no es observar el temor por mandato del Creador, sino por beneficio propio, como se presenta en el Sulam (Introducción al Libro de El Zóhar, punto 191): «Resulta que su propio beneficio es la raíz; y el temor es la rama derivada del beneficio propio».
Resulta que esta clase se dedica a la Torá y Mitzvot para que el Creador les pague. Por lo tanto, el Creador tiene una deuda con ellos, pues hicieron grandes esfuerzos en su dedicación para obtener frutos. Y por tal razón ellos llegan al Creador con una demanda: «Páganos por nuestro esfuerzo». Con esto podemos interpretar la explicación anterior del Midrash, cuando Rabí Levi afirmó que el Creador dijo «Con aquel que tiene que tiene en Mi mano», es decir, que merece que se le pague una deuda, esto es, que desde el principio su intención era que el Creador le pagara por su esfuerzo en Torá y Mitzvot.
Resulta que él viene con una queja, como dijeron nuestros sabios: «Cuenta para Mí en tu mano». Gracias a esto podemos explicar las mencionadas palabras del Midrash. No obstante, aún debemos aclarar por qué el Creador dijo sobre esta afirmación: «Yo seré misericordioso». ¿Qué misericordia puede haber aquí si merece que se le pague una deuda? ¿Cómo puede decirse «Yo le haré a él con la cualidad de misericordia»?
La segunda clase es aquella que tiene una intención completamente distinta ya que quiere servir al Creador con el fin de dar contento a su Hacedor sin ninguna recompensa a cambio. Según el principio de que el hombre fue creado con un deseo de recibir para sí mismo, ¿cómo es posible que trabaje sin recompensa? Es como dije en artículos previos, que están aquellos que trabajan para posteriormente recibir una recompensa y están aquellos que trabajan porque consideran el trabajo en sí una recompensa y un pago; y para ellos no hay mayor recompensa que habérsele permitido trabajar.
Esto es semejante a servir a alguien importante. De la naturaleza procede el hecho de que no hay mayor recompensa que servir a una persona importante. Esto significa que la persona puede dar todo lo que tiene con tal de tener el privilegio de servir al Rey. Resulta que el trabajo en sí mismo es la recompensa, y no espera ningún pago adicional. Al contrario: espera tener el privilegio de servir siempre al Rey sin cesar. Y esa es toda su vida, todo el propósito de su vida, y esto está grabado en la naturaleza.
Sin embargo, debemos entender por qué el Creador creó tal naturaleza: que en cuanto el inferior conoce la importancia del superior, desea servirlo sin ninguna recompensa. Baal HaSulam dijo acerca de esto que, dado que el Creador creó los mundos para deleitar a Sus creaciones, por eso Él creó en las creaciones un anhelo, un deseo de recibir deleite y placer. De otro modo, sin un deseo de disfrutar, la criatura no podría recibir deleite y placer ya que no hay llenado si no hay una carencia.
Pero junto con eso llegó el asunto del pan de la vergüenza: que aquí no puede haber Dvekut (adhesión) debido a la disparidad de forma que surgió. Y por esta razón se hizo la corrección del Tzimtzum (restricción), es decir, no recibir a menos que sea porque quiere dar contento al Creador. Por eso recibe de Él, pero cuando es de otro modo, renuncia al placer.
No obstante, eso suscita una pregunta: si él nació en el deseo de recibir y esta es su naturaleza ¿de dónde puede obtener un deseo de otorgar? ¡Esto va en contra de la naturaleza! Por eso Él creó una segunda naturaleza, en la que el pequeño se anula frente al grande y encuentra deleite y placer en servir al grande. Entonces, cuando tiene un deseo de otorgar al grande, piensa: «¿Qué puedo dar al Creador para que Él disfrute?», porque quiere impartirle a Él placer para que Él disfrute. Entonces ve que lo único que puede dar al superior –y que podríamos decir que es, como si fuera, que el superior carece– es solamente una cosa: que el inferior reciba deleite y placer. Eso proporciona placer al Creador porque ese fue el propósito de la creación, que es hacer el bien a Sus creaciones.
De esto se deriva que lo que el hombre necesita para tener el deseo de otorgar es únicamente la grandeza del Creador. Porque en cuanto obtiene la grandeza del Creador, inmediatamente desea querer otorgar al Creador debido a la naturaleza según la cual el inferior, que es más pequeño, se anula frente al mayor.
Por eso se nos dio el asunto de lamentar el exilio de la Shejiná (Divinidad). Esto significa que toda la cuestión de la espiritualidad se encuentra degradada, y esto es llamado «Divinidad en el polvo», cuando su importancia queda reducida a la del polvo, el cual pisamos y es insignificante. Este es el significado de este asunto que se presenta: que debemos dirigir cada Mitzvá (precepto), para que con ello se levante la Shejiná del polvo. Es decir, que cada acción debe estar dirigida a procurar que, por medio de ella, aumente la gloria de la Shejiná. Tal como decimos (en la decimoctava plegaria suplementaria de Rosh Hashaná): «Nuestro Padre, nuestro Rey, revela la gloria de Tu reino sobre nosotros»; es decir, que el reino de los cielos no sea para nosotros como el polvo, sino que lo glorifiquemos.
Resulta que lo que este tipo de personas exigen al Creador es que les revele la gloria de Su reino, y no tienen nada con el Creador pues no Le reclaman ninguna recompensa. Más bien al contrario: lo único que desean es servir al Rey y darle contento. Ellos piden que el Creador les revele la gloria del reino de los cielos.
Por lo tanto, ellos no tienen nada en las manos del Creador como para poder decir que Le dieron algo al Creador por lo cual exigen que el Creador llene sus carencias. Porque todo lo que pueden hacer en algo con el fin de otorgar, es solo gracias a que el Creador les reveló un poco de importancia, y sienten un poco de la grandiosidad del Creador. Resulta que esas personas que no tienen nada suyo en las manos del Creador, por lo tanto, cualquier cosa que Él les dé será solamente porque «Y agraciaré», «Yo le haré a él un regalo gratuito».
Pero aquellos que trabajan para recibir recompensa afirman que tienen algo en las manos del Creador. Es decir, ellos Le entregan trabajo y Le piden una recompensa, que les pague una retribución a cambio de su trabajo. Y dado que el Creador no niega la recompensa a ninguna criatura, Él les paga por su trabajo. No obstante, debemos comprender las palabras «Yo seré misericordioso, Yo le haré a él con la cualidad de misericordia (Rajamim)», pues el Creador está diciendo que siente misericordia hacia aquellos que recorren este camino. Y, sin embargo, el Creador no niega la recompensa a ninguna criatura; por consiguiente, Él les paga según lo que reclaman.
Gracias a esto podemos entender lo que hemos preguntado: «Cómo puede haber una diferencia tan grande entre las dos opiniones anteriores». La cuestión es que, desde la perspectiva del Creador, aprendemos que el propósito de la creación es hacer el bien a Sus creaciones, pero las mismas criaturas lo convierten en dos discernimientos, ya que aquellos que no pueden comprender la importancia de la grandeza del Creador no tienen otro modo de empezar a trabajar salvo con el fin de recibir un premio, como dijeron nuestros sabios: «Uno debe siempre dedicarse a la Torá y Mitzvot (preceptos), incluso en Lo Lishmá (no en Su nombre) (Pesajim 50)». Ellos se sienten a sí mismos, que están dándole algo al Creador.
Por el contrario, aquellos que quieren trabajar con el fin de otorgar ven que no pueden darle nada al Creador. Esto se llama, que no tienen nada en sus manos. Resulta que lo que ellos exigen es que el Creador les revele un poco de Su grandeza. Piden esto en nombre de la gracia (o compasión), y entonces el Creador les dice: «Y agraciaré, Yo le haré a él un regalo gratuito».