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Acerca de la recompensa de los receptores

Artículo 32, 1985

Sabemos que el hombre no es capaz de trabajar sin recompensa. Esto significa que, si no se le da una recompensa, es incapaz de hacer ningún movimiento. Esto procede de la raíz de las criaturas, que Él no tiene movimiento, como está escrito en El Estudio de las Diez Sefirot (Parte 1, punto 19): «Amamos el descanso y detestamos vehementemente el movimiento hasta el punto de no hacer ni un solo movimiento si no es para alcanzar el reposo. Esto es así porque nuestra Raíz no tiene movimiento y está en reposo: porque no hay ningún movimiento en Él. Por tal motivo, esto también va en contra de nuestra naturaleza y lo detestamos».

Por lo tanto, debemos conocer cuál es la recompensa por la cual nos conviene trabajar. Para aclarar esto debemos analizar lo que sabemos: que existe el propósito de la creación y la corrección de la creación.

El propósito de la creación es desde la perspectiva del Creador. Es decir, decimos que el Creador creó la creación por causa de Su deseo de hacer el bien a Sus creaciones. Esto evoca las conocidas preguntas: «¿Por qué las criaturas no reciben el bien y el placer? Ya que ¿quién puede ir contra Él y decir que no desea el bien y el placer, si Él colocó en las criaturas una naturaleza en la que todos quieren recibir?».

Hemos aprendido que solo el deseo de recibir es lo que llamamos «creación». Y «creación» significa algo nuevo, y recibe el nombre de «existencia a partir de la ausencia». Por lo tanto, Él creó esta naturaleza en las criaturas, lo cual significa que ciertamente todo el mundo quiere recibir y Él quiere dar. Entonces ¿quién está obstaculizando?

La respuesta a esto viene dada en las palabras del Arí (al comienzo del libro El Árbol de la Vida): «Para sacar a la luz la perfección de Sus acciones, Él se restringió». Y ahí, en «Or Pnimí», explica el significado: dado que hay una diferencia entre el otorgante y el receptor, esto provoca una disparidad de forma, es decir, una sensación desagradable en los receptores. Para poder reparar esto, hubo una corrección, esto es, que la abundancia solo ilumina en un lugar donde haya la intención con el fin de otorgar; y como es sabido, esta es llamada «equivalencia de forma» y «Dvekut (adhesión) con el Creador».

Y entonces, cuando uno recibe el bien y el placer, ya no tiene una sensación desagradable y la abundancia puede llegar al receptor porque este no sentirá ninguna carencia al recibir la abundancia. Es decir, no sentirá el defecto de ser receptor ya que su intención es que quiere otorgar contento al Creador y no porque quiere recibir placer para sí mismo.

De esto se desprende que, si hacemos introspección de lo que debemos realizar para recibir el bien y el placer, es únicamente obtener los Kelim (vasijas) llamados «vasijas de otorgamiento», lo cual es una segunda naturaleza. Y esto recibe el nombre de «corrección de la creación». Por lo tanto, debemos saber cuál es la recompensa que debemos exigir al Creador, para que nos dé a cambio de nuestro esfuerzo en Torá y Mitzvot (preceptos): y es que Él nos conceda vasijas de otorgamiento.

Está escrito en la introducción al libro «Panim Masbirot», que la raíz de la recompensa es el Masaj (pantalla) y el Or Jozer (Luz retornante). Por lo tanto, no exigimos placer y abundancia a cambio de nuestro trabajo, sino vasijas de otorgamiento, ya que esto es todo lo que necesitamos para recibir el bien y el placer. Antes de obtener las vasijas de otorgamiento, el hombre padece sufrimientos en su vida, porque no tiene los Kelim adecuados para recibir el bien y el placer.

En el orden de nuestro trabajo Vemos que en nuestras acciones debemos hacer tres discernimientos llamados:

1) Las cosas prohibidas;

2) Las cosas permitidas;

3) Mitzvot.

Con las cosas prohibidas es imposible hablar de intenciones para el Creador, que puedo hacer cosas prohibidas incluso Lishmá (en nombre de la Torá). Ni siquiera es relevante hablar de hacerlas. Nuestros sabios llamaron a esto una «Mitzvá (precepto) que viene con una transgresión».

Solo con las cosas permitidas se puede decir que debemos tener la intención para el Creador, o si no puede tenerla entonces no es una Mitzvá. Ahora bien, cuando puede dirigir el acto con el fin de otorgar, ese acto se considera una Mitzvá.

Con acciones de Mitzvá (precepto), como por ejemplo comer Matzá (pan ázimo), comer en una Sucá (cabaña de Sucot), etc., incluso cuando no dirige esos actos con el fin de otorgar, aun así, se consideran una Mitzvá (precepto), ya que Lo Lishmá (no en Su nombre) es también una Mitzvá. Pero cuando uno realiza una Mitzvá con el fin de otorgar, esa Mitzvá hace que sea recompensado con la luz contenida en la Mitzvá.

Cuando uno ya no puede más dirigir el acto, pero realiza la Mitzvá en Lo Lishmá, dijeron nuestros sabios: «Uno debe siempre dedicarse a la Torá y Mitzvot en Lo Lishmá, y desde Lo Lishmá llegará a Lishmá». Resulta que, incluso cuando no dirige el acto, está observando la Mitzvá del Creador. Pero cuando realiza cosas permitidas esto es llamado «opcional» y no puede ser añadido a la cuenta de las Mitzvot.

Sin embargo, cuando acomete cosas prohibidas, la transgresión queda registrada en su cuenta. Entonces retrocede en el camino de la Torá alejándose del Creador. Cuando observa Mitzvot en Lo Lishmá también se acerca al Creador, pero este es un camino lento, es decir, que con eso se está acercando al Creador por un largo camino hasta que tenga la capacidad de adherirse a Él.

Pero al realizar las acciones de las Mitzvot Lishmá, por medio de ellas, se adhiere cada vez más y más al Creador hasta ser recompensado con los sabores de la Torá y los sabores de las Mitzvot.

También es posible discernir a partir de esto si uno disfruta la Mitzvá o no. Es decir, cuando come una pizca de Matzá, no podrá observar la Mitzvá a no ser que la esté disfrutando. Porque aquel que come una pizca de Matzá por debajo del umbral del placer, no está cumpliendo con su deber. Al contrario: debe disfrutar o de lo contrario no se puede bendecir.

Asimismo, el placer de Shabat es una Mitzvá. Si no disfruta comiendo la comida de Shabat, tampoco cumple con su deber. Por lo tanto, la regla es que en la víspera de Shabat, al acercarse la plegaria vespertina, uno no debe comer hasta que oscurezca para poder disfrutar de la comida. Nuestros sabios dijeron acerca de esto (Pesajim, p 99): «“Uno no debe comer en las vísperas de Shabat y días festivos desde la plegaria vespertina en adelante, para que pueda llegar hambriento al Shabat”; palabras de Rabí Yehuda».

En cualquier caso, incluso si no puede dirigir el acto con el fin de otorgar, estará observando la Mitzvá de comer Matzá, etc. Asimismo, en las cosas permitidas, incluso si no puede dirigir el acto con el fin de otorgar, aun así, se considera que no se materializa más por comer cosas permitidas cuando son necesarias, es decir, que sin ellas la persona no podría subsistir. Esas cosas está permitido recibirlas en todos los casos, esto es, incluso cuando no puede dirigirlas con el fin de otorgar.

Pero con las cosas permitidas que no son necesarias, al utilizarlas, uno se materializa más, aunque no cometa transgresión al comerlas. Por un lado, podemos decir que las necesidades se encuentran un grado por debajo de las Mitzvot (preceptos) cuando se realizan Lo Lishmá.

Por lo tanto, resulta que debemos discernir desde abajo hacia arriba:

1) Cosas prohibidas;

2) Cosas permitidas que no puede no dirigirlas con el fin de otorgar;

3) Cosas permitidas, pero necesarias;

4) Mitzvot, que no las dirige con el fin de otorgar;

5) Cosas permitidas, que las dirige con el fin de otorgar. (No obstante, una Mitzvá sin intención y las cosas permitidas con el fin de otorgar requieren un escrutinio –cual es más importante– ya que aquí hay lugar para el error, y por eso no quiero aclararlo);

6) Mitzvot, las cuales dirige con el fin de otorgar.

Resulta que lo principal de la recompensa es únicamente obtener vasijas de otorgamiento. Cuando uno alcanza esas vasijas, lo tiene todo.