Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)
Tres tiempos en el trabajo
Artículo 24, 1985
Una persona debe discernir tres tiempos en su trabajo:
1) Pasado;
2) Presente;
3) Futuro.
«Pasado» es cuando empieza con el trabajo del Creador. En ese momento debe mirar el pasado, es decir, la razón por la que ahora desea asumir el yugo del reino de los cielos. Debe analizar la razón, si esta razón es suficiente para que comience con el trabajo del Creador hasta el punto de «Y lo contemplarás día y noche», que no tendrá otro pensamiento sino solamente la Torá, porque ha llegado a la conclusión de que no merece la pena pensar en nada salvo en la Torá.
Esto deber ser así porque siente que está en grandes problemas, que no tiene nada en el mundo por lo que valga la pena vivir y no encuentra nada más que Dvekut (adhesión) con el Creador. Pero para ser recompensado con Dvekut con el Creador uno debe salir del amor propio. Y para salir del amor propio cree en las palabras de nuestros sabios: «Yo he creado la inclinación al mal; he creado la Torá como condimento».
Esta es la razón que lo obliga a contemplar la Torá día y noche, porque de lo contrario no puede salir del amor propio. De esto se deduce que la razón de la Torá es alcanzar Dvekut con el Creador. Y la razón que le obliga a ser recompensado con Dvekut con el Creador debe ser renovada siempre, ya que son muchos los que se oponen a esta razón. Cada vez que el cuerpo viene con nuevas preguntas y quiere cuestionar esa razón, en un momento le dice que esto es difícil; en otra ocasión le dice que esto no es para él y le trae chispas de desesperación; y a veces le trae pensamientos extraños a su mente y corazón.
Por lo tanto, debemos mirar el pasado, es decir, que siempre debemos examinar la razón que le dio el despertar inicial para esto. En otras palabras, quizá hubo otras razones que le hicieron iniciar el trabajo del Creador, es decir, que su motivo inicial no era alcanzar Dvekut con el Creador sino tal vez otra razón. Entonces, dado que «Desde Lo Lishmá (No en el nombre de Ella) llegamos a Lishmá (En Su nombre), la segunda razón fue para poder alcanzar Dvekut con el Creador.
También podría ser al contrario, que la primera razón fuera alcanzar Dvekut con el Creador, y luego, por varios motivos, adquirió otras razones que le obligaron a asumir el yugo de la Torá y Mitzvot (preceptos). De todo lo anterior se desprende que siempre debemos examinar la razón que nos motiva a caminar en el trabajo del Creador. Se considera que esto tiene que aprender del pasado, refiriéndose a las razones que influyen en todas sus formas de trabajo. Es decir, que considere que la razón es la meta. De acuerdo con la grandeza y la importancia de la meta, en esa medida la persona podrá invertir fuerzas.
Sin embargo, hay una diferencia en lo que se considera «Importancia». Con respecto a la importancia, depende de lo que una persona considere importante. Por lo general, la persona aprecia las cosas que producen beneficio propio, es decir, aquello que concierne solamente al amor propio. Pero si la meta es otorgar, no es natural que uno considere esto como importante.
Por tal motivo, si la razón no es una razón verdadera, no puede ir hasta el final, es decir, alcanzar la Dvekut. Esto es así porque cuando ve que no tendrá un beneficio propio, rápidamente escapa de la batalla porque la razón por la que aceptó guardar la Torá y Mitzvot no fue con el fin de otorgar, sino para su propio beneficio.
Por esto, cuando no siente beneficio personal durante el trabajo, se ve obligado a ser negligente en el trabajo, ya que siente que no habrá una recompensa para él porque toda la base de su trabajo fue en Lo Lishmá. Sin embargo, desde Lo Lishmá llegamos a Lishmá, así que el orden es que se le muestre la sensación de Lishmá, es decir, no para su propio beneficio sino para el beneficio del Creador, y entonces huye de la batalla de inmediato.
Por lo tanto, uno siempre debe examinar su meta, es decir, su razón. Debe siempre recordar que la meta es otorgar al Creador. Entonces, cuando se le muestra la sensación del otorgamiento, no se confunde, sino que sabe que es difícil porque va en contra de su naturaleza.
Solo entonces, una vez que ve que es difícil trabajar con el fin de otorgar, hay un lugar para la plegaria desde el fondo del corazón porque ve que no puede hacer nada, excepto pedir al Creador que le dé esa fuerza. Por tal motivo, debemos siempre estudiar el pasado, es decir, tener una razón verdadera que nos obligue a dedicarnos al trabajo sagrado.
«Presente» es un discernimiento que una persona siente durante el trabajo. La persona debe hacer el trabajo sagrado en varios aspectos. Es como nuestros sabios dijeron (Abot, Capítulo 1, Discurso 2): «Dijo: “El mundo se basa sobre tres cosas: en la Torá, en el trabajo y en las buenas acciones”».
«Mundo» significa «Hombre» porque cada persona es un mundo pequeño en sí mismo, como está escrito en el sagrado Zóhar. Para que el hombre exista, es decir, para que el hombre exista en el mundo y sienta y alcance al Creador como bueno y benefactor, necesita las tres cosas antes mencionadas, ya que el hombre fue creado con la inclinación al mal, que es el deseo de recibir para sí mismo.
Hubo un Tzimtzum (restricción) sobre ese deseo de recibir, es decir, un ocultamiento de la abundancia superior, de modo que el deleite y el placer no se sienten antes de que una persona alcance la equivalencia de forma, esto es, cuando todas sus acciones son solo con el fin de otorgar. Por esto necesitamos la Torá, como nuestros sabios dijeron (Kidushin, 30b): «Yo he creado la inclinación al mal; le he creado la Torá como condimento».
Se requiere trabajo porque el trabajo es la plegaria. Una plegaria es el trabajo en el corazón, ya que la esencia del corazón del hombre es el deseo de recibir desde su raíz y necesita lo contrario, es decir, trabajar solo con el fin de otorgar y no para recibir, por lo tanto, invertir en esto le resulta un arduo trabajo.
Y como esto va en contra de su naturaleza, debe pedir al Creador que le ayude a salir de su naturaleza y a entrar en un estado por encima de la naturaleza. Esto se llama «Milagro», y solo el Creador puede hacer milagros, es decir, que el hombre pueda salir del amor propio es un acto milagroso.
Rashi interpreta que «Buenas acciones» significa «Prestar su dinero al pobre. Esto es más elevado que la caridad porque no es avergonzado. Además, las buenas acciones se aplican a los ricos y a los pobres, a los vivos y a los muertos, a su cuerpo y a su dinero». Pero la caridad, es como está escrito: «Las buenas acciones son mayores que la caridad», y como también está escrito: «Y la benevolencia del Creador es desde la eternidad y hasta la eternidad para aquellos que le temen», «Porque Yo dije: “Se construirá un mundo de benevolencia” para enseñarte que el mundo existe para la benevolencia».
Porque la benevolencia es la salida del amor propio al amor del Creador, como dijo Rabí Akiva: «Ama a tu prójimo como a ti mismo, esta es la gran regla de la Torá», al examinar el «Presente», debemos ver que los tres discernimientos anteriores operan en el presente. En ese momento, también debe incluir el pasado en el presente, es decir, la meta de por qué está haciendo todos los esfuerzos.
«Futuro»: Necesita ver el futuro, lo que se puede alcanzar hasta que alcance su totalidad, ya que se sabe que Luz Interior significa lo que ilumina en el presente, y la Luz Circundante es lo que debe recibir en el futuro.
Por lo general, cuando una persona hace un negocio e invierte mucho dinero, es sin duda con el fin de ganar mucho más dinero. En consecuencia, entendemos que si compra muchos bienes es para ganar mucho dinero vendiendo los bienes de inmediato. Es decir, el comerciante compró mercadería en la feria, y cuando trajo los productos, la gente de su ciudad vio que trajo mucha mercadería y todos pensaron que en breve, alquilaría muchas tiendas para vender los productos de inmediato. Pero entonces, vieron que almacenaba sus productos y no quería venderlos y aun así, todos vieron que, aunque no vendió los productos, estaba tan feliz como si hubiera hecho una fortuna. Y los más cercanos al comerciante no podían entenderlo. Le preguntaron: «¿A qué viene esa cara feliz? Después de todo no has vendido nada y no has ganado dinero, así que ¿por qué estás tan feliz?».
Y él les dijo: «Compré muchos productos baratos porque sus precios habían bajado y todos los comerciantes eran reacios a comprarlos. Yo los compré porque, según mis cálculos, dentro de dos años serán productos muy demandados porque serán escasos, entonces me haré rico. Así que cuando pienso en mi futuro, me siento feliz, aunque por el momento no haya logrado ninguna ganancia».
Por lo tanto, vemos que si el futuro ilumina en el presente, aunque la persona aún no tenga nada en el presente, esto es irrelevante. Más bien, puede estar feliz por el futuro tanto como por el presente, pero esto sucede precisamente si el futuro ilumina en el presente. En el lenguaje de la Cabalá se considera que disfruta de la Luz Circundante, es decir, que disfruta de la luz que vendrá en el futuro.
Es decir, si ve que hay una forma válida de alcanzar la meta, aunque todavía no haya alcanzado la perfección, la confianza de la meta ilumina para él y puede disfrutar en el presente como si la Luz Circundante iluminara dentro de los Kelim.
Asimismo, Baal HaSulam dijo acerca de las palabras de nuestros sabios: «Los justos recitan cantos sobre el futuro», es decir, que los justos pueden recitar cantos acerca de lo que les llegará más adelante. En otras palabras, ellos creen que al final serán recompensados con la perfección y, sobre esa base, ellos recitan salmos, aunque aún no hayan alcanzado la perfección.
Esta cuestión es tratada en El Zóhar (Vayelej, Punto 47): «Rabí Elazar dijo: “Israel está destinado a recitar cantos desde abajo hacia arriba, y desde arriba hacia abajo, y atar el nudo de la fe, como está escrito: ‘Entonces Israel cantará esta canción’. No dice ‘Cantó’ sino ‘Cantará’, es decir, en el futuro’”». Resulta que el hombre debe recibir la iluminación de la Luz Circundante, que es el futuro, tras el presente, y tiene que extenderla dentro del presente.
Por eso, los tres tiempos: pasado, presente y futuro están incluidos en el presente. Sin embargo, el consejo de la inclinación al mal es siempre lo contrario, es decir, divide los tres tiempos para que no brillen juntos. Por lo tanto, debemos ir siempre en contra de la inclinación al mal y decir: «Lo que ella dice no nos beneficia ya que no es su papel ayudarnos en el trabajo».
Por ejemplo, está escrito en el Artículo 11 1985, que cuando la inclinación al mal le dice a la persona «¿Por qué te esfuerzas tanto en la plegaria y la Torá? Al fin y al cabo, tu intención no es para el Creador. Puedo entender por qué otros se esfuerzan en la Torá y la plegaria ya que su intención es para el Creador, pero este no es tu caso». Entonces debe responderle: «Al contrario, yo sí trabajo para el Creador y no quiero escucharte», porque ella desea obstruir su trabajo, es decir, que no se dedique a la Torá y Mitzvot.
Luego, llega y argumenta: «Tú eres justo y tu intención es solo para el Creador. No eres como los demás». En ese momento uno debe decirle: «Al contrario, mi trabajo no es para el Creador y yo sé que todo lo que dices no me beneficia», porque ella desea que fracase y caiga en la transgresión del orgullo, que es lo peor de todo, como dijeron nuestros sabios: «De todo aquel que sea orgulloso, el Creador dice: “Él y yo no podemos habitar en la misma morada”». Por lo tanto, uno no puede determinar qué camino tomar: el camino de la bajeza o el de la grandeza. Todo va haciéndose viendo caso por caso.