Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)
Toda la Torá es un nombre sagrado
Artículo 22, 1985
Está escrito en El Zóhar (Shminí, Punto 1): «Rabí Isaac comenzó: “Toda la Torá es un nombre sagrado del Creador, y el mundo fue creado en la Torá”, que fue su herramienta de artesanía para crear el mundo». Está escrito allí, en el punto dos: «El hombre fue creado en la Torá, como está escrito: “Y el Creador dijo: ‘Hagamos al hombre…’” Está escrito en plural. Él le dijo: “Tú y yo lo estableceremos en el mundo”. Rabí Jiya dijo: “La Torá escrita, que es ZA, y la Torá oral, que es Maljut, estableció al hombre”».
Vemos aquí tres cosas: 1) Toda la Torá es un nombre sagrado; 2) El mundo fue creado con la Torá; 3) El hombre fue creado con la Torá.
Nuestros sabios dijeron acerca de Bereshit que es porque la Torá es llamada Reshit (inicio) y porque Israel fue llamado Reshit, pues la creación de los mundos fue para hacer el bien a Sus creaciones, es decir, para las almas, entonces las almas recibirán deleite y placer. Resulta que, desde la perspectiva del Creador es otorgar, y lo único que las criaturas necesitan es recibir. Ya hemos aprendido que para tener equivalencia de forma las criaturas deben obtener un Kli (vasija) llamado «Deseo de otorgar».
Pero debido a que por naturaleza no tenemos el deseo de otorgar, necesitamos algo que nos dé esa fuerza llamada «Deseo de otorgar». Esa fuerza que recibe el inferior para poder otorgar es gracias a la Torá, ya que la «Luz en ella lo reforma». De esto se desprende, que del mismo modo que Reshit (inicio) es Israel, también necesitamos la Torá para poder recibir el deleite y el placer. Por lo tanto, la Torá también se llama Reshit (principio), porque lo uno no funciona sin lo otro.
Conocemos las palabras en El Zóhar: «La Torá, Israel y el Creador son uno». En consecuencia, mediante el esfuerzo de Israel en la Torá, son recompensados con el Creador, es decir, con los «Nombres del Creador».
De esto resulta que debemos discernir dos cuestiones en la Torá: 1) La luz de la Torá, que llega para reformarlo. Esta es la corrección de los Kelim (vasijas); 2) Obtener la luz de la Torá, que son los «Nombres sagrados», que recibe el nombre de la «Revelación de Su Divinidad a Sus criaturas en este mundo», (ver en el ensayo Matán Torá).
Por lo tanto, deducimos que al estudiar la Torá, debemos discernir las dos cuestiones anteriores: 1) Extender la luz para que nos haga vasijas de otorgamiento. Es imposible obtener estos Kelim (vasijas) sin la luz de la Torá. Por lo tanto, ¿qué espera él? ser recompensado por estudiar Torá. Su único deseo es obtener ese Kli, llamado «Vasija de otorgamiento». Esto ocurre precisamente una vez que ha comenzado el trabajo de otorgamiento y ha hecho grandes esfuerzos para poder hacer cosas solamente con la intención de otorgar.
Solo entonces puede llegar al conocimiento de que el deseo de recibir que es inherente a él por naturaleza, no se puede anular. En ese momento comienza a entender que necesita la «Misericordia del cielo», y que solo el Creador puede ayudarlo a alcanzar las vasijas de otorgamiento, y que esta ayuda proviene de la luz de la Torá.
Por esta razón, durante el estudio, se debe prestar siempre atención al propósito del estudio de la Torá, es decir, qué se debe exigir del estudio de la Torá. Entonces se le dice que primero debe pedir Kelim, es decir, tener vasijas de otorgamiento llamadas «Equivalencia de forma», mediante las cuales se retiran la restricción y el ocultamiento que fueron adjudicados a las criaturas. En la medida que esto suceda, la persona comienza a sentir la Kedushá (Santidad) y comienza a apreciar el trabajo del Creador. Y en ese momento puede ser feliz porque la Kedushá genera alegría, ya que la luz de hacer el bien a Sus creaciones ilumina allí.
Pero si todavía no ha decidido que debe caminar siempre por el camino del otorgamiento, como nuestros sabios dijeron: «Todas tus obras serán para el Creador», se considera como una «Preparación de los Kelim» de modo que sean aptos para recibir la abundancia superior. Él quiere ser recompensado con vasijas de otorgamiento a través del estudio, como nuestros sabios dijeron: «La luz que hay en la Torá lo reforma».
Y una vez que ha sido recompensado con vasijas de otorgamiento, llega a un grado llamado «El alcance de la Torá», que es los «Nombres del Creador», como lo denomina El Zóhar: «La Torá, el Creador e Israel son uno».
Con esto entenderemos lo que está escrito allí en El Zóhar, Punto 2: «El hombre fue creado en la Torá». Debemos entender la conexión entre la Torá y el hombre para que podamos decir que el hombre fue creado a partir de la Torá.
Primero, debemos rescatar las palabras de nuestros sabios (Yevamot, 61): «Rabí Shimón Ben Yojay diría: “Las tumbas de los idólatras no profanan en la tienda, como está escrito: ‘Y tú, tú eres Mi rebaño, el rebaño de mi pacto; tú eres el hombre; eres llamado ‘Hombre’, y los idólatras no son llamados ‘Hombre’”».
Debemos saber cuál es el discernimiento de «Hombre», es decir, cuál es el grado de «Hombre» como para que los idólatras no puedan ser llamados «Hombre». Nuestros sabios dijeron acerca del versículo (Berajot, 212b): «En última instancia, y habiendo escuchado todo, teme al Creador», ¿«Qué es: “Pues esta es la totalidad del hombre?”». Rabí Elazar dijo: «El Creador dijo: “El mundo entero fue creado solamente para esto”».
De esto se desprende que «Hombre» es aquel que tiene temor al Creador. Y dado que el hombre fue creado con la inclinación al mal, que lo aleja del temor al Creador, ¿cuál es entonces el consejo que podemos dar para que le sea concedido el temor al Creador? La respuesta a esto es que, por medio de la Torá, podrá vencer a la inclinación al mal, como nuestros sabios dijeron: «He creado la inclinación al mal; he creado la Torá como condimento, pues la luz en ella lo reforma». Por lo tanto, podemos interpretar que «El hombre fue creado por la Torá», pues la razón por la que puede aparecer el discernimiento de «Hombre» es precisamente a través de la Torá. Eso es lo que significa «El hombre fue creado en la Torá».
Así, podemos interpretar lo escrito en El Zóhar sagrado: «El mundo fue creado en la Torá». Esto también resulta difícil de entender. ¿Qué conexión hay entre la Torá, que es algo espiritual, y el hecho de llamar a la Torá «Los Nombres del Creador»? ¿Cómo puede el mundo corpóreo extenderse desde ahí? Según lo mencionado anteriormente, podemos dirimir que: «El mundo fue creado» hace referencia al mundo entero, esto es, a un mundo con almas, porque el propósito de la creación es hacer el bien a Sus creaciones, a las almas, y que los seres creados reciban deleite y placer. Dado que la creación del mundo es el deseo de recibir, para poder tener equivalencia de forma entre raíz y rama, hubo un Tzimtzum (restricción), es decir, un ocultamiento para que la luz superior, que es deleite y placer, no sea revelada.
Entonces, ¿cómo puede existir el mundo, y que sea posible recibir y no morir tal como ocurrió en el rompimiento de las vasijas, que se rompieron y murieron porque no podían aspirar al otorgamiento? Gracias a la Torá, cuya luz reforma, recibirán vasijas de otorgamiento y con esos Kelim podrán recibir el placer y la abundancia, y existir, porque podrán recibir con el fin de otorgar.
Eso es lo que significa «El mundo fue creado con la Torá». La creación del mundo, que fue para «Hacer el bien a Sus creaciones», fue inmediatamente con la intención en nombre de los cielos; y esto tuvo lugar por medio de la Torá. De todo lo anterior se desprende que siempre debemos mirar la meta, que es «Hacer el bien a Sus creaciones». Si la inclinación al mal llega al hombre y le hace todas las preguntas del Faraón, no debe dar una vaga excusa, sino decir: «Ahora, con tus preguntas, puedo empezar el trabajo de otorgamiento».
Esto significa que, con respecto a las preguntas de la inclinación al mal, no debemos decir que vino para que cayéramos de nuestro grado. Al contrario, ahora nos está proporcionando un lugar para trabajar gracias a lo cual podemos ascender en los grados de perfección. Es decir, en el trabajo, cada vez que nos sobreponemos, se llama «Recorrer los trabajos del Creador», porque «Cada centavo se acumula hasta formar una gran suma». En otras palabras, cada vez que nos sobreponemos, acumulamos una cierta medida requerida para poder convertirnos en un Kli que reciba la abundancia.
Sobreponerse significa tomar una parte de una vasija de recepción y meterla en las vasijas de otorgamiento. Es como el Masaj (pantalla) que debemos colocar sobre el Aviut (grosor). Por eso, si uno no tiene deseo de recibir, no tiene sobre qué colocar un Masaj. Por tal motivo, cuando la inclinación al mal le trae pensamientos ajenos, es el momento de tomar esos pensamientos y elevarlos por encima de la razón.
Esto es algo que uno puede hacer con todo lo que su alma anhela. No debe decir que ahora ha recibido un rechazo en el trabajo, sino que se le han dado pensamientos y deseos desde el cielo para que tenga un lugar para llevarlos a la Kedushá (Santidad), entonces resulta que ocurre lo contrario: Lo han acercado desde Arriba y por eso le enviaron este trabajo.
Acerca de esto está escrito: «Los caminos del Creador son rectos; y los justos andarán por ellos, pero los malhechores fracasarán en ellos». Es decir, si es recompensado, recibirá un ascenso por esto. Y si no lo es, recibirá un descenso en la espiritualidad. El orden de los descensos es gradual, cada uno siguiendo su propio orden. Generalmente, la persona olvida, es decir, se olvida completamente de la existencia del trabajo y que debe anhelar la Dvekut (adhesión) con el Creador. En vez de eso, toda la energía que tiene la dedica a asuntos corporales, es decir, que en ese momento encuentra más gusto en las cosas corpóreas.
Es decir, mientras estaba conectado al trabajo del Creador, se alejó ligeramente de las cosas corpóreas. Esto significa que no apreciaba lo corporal como algo a lo que prestar atención. Pero cuando empieza a alejarse del trabajo, cada cosa corpórea que antes sentía como intrascendente, ahora se vuelve tan importante para él que incluso lo más insignificante le parece un gran obstáculo que le obstruye el camino y no puede avanzar.
A veces, durante ese descenso que recibe, recuerda que existe algo llamado trabajo espiritual. Y cuando lo recuerda, se siente apenado, y la tristeza hace que solamente quiera dormir, es decir, quiere quitarse de en medio de la situación en la que se encuentra y cree que mediante el sueño se podrá olvidar de su situación. A veces se desespera por completo y dice: «No veo que esté progresando. Más bien al contrario: por mucho que me esfuerce –y ya debería haber avanzado porque hice esfuerzos para alcanzar algo en la espiritualidad–, veo que retrocedo. Debe ser que este trabajo, el trabajo del otorgamiento, no es para mí porque no soy apto para ello».
Normalmente la gente dice: «Soy débil de carácter así que no tengo la fuerza para sobreponerme a mis deseos». A veces se agudiza su ingenio y dicen: «Nunca he visto a nadie que fuera recompensado con algo en la espiritualidad». Tras todas estas discusiones con su cuerpo, este le hace ver que tiene razón al cien por ciento. Y esto lo lleva a un estado de querer huir de la batalla para volver a entrar en el mundo material como todos los demás, y no ser más listo que el resto, sino simplemente seguir la corriente, pero sobre todo está seguro de que lo que ha decidido no puede ser de otro modo.
¿Qué hace el Creador? Una vez que la persona ha olvidado todo, inesperadamente recibe un despertar del Creador y el deseo por la espiritualidad empieza a brotar de nuevo en su corazón. Empieza a trabajar firmemente otra vez, y la fuerza de la confianza opera en él como si estuviera convencido de que será recompensado con un acercamiento al Creador. Y se olvida de todas las promesas que hizo con tanto cálculo y lucidez, también de haber lamentado el inicio de todo, es decir, que su corazón una vez lamentó el haberse metido en este lío llamado «Trabajo del otorgamiento». Estaba seguro al cien por ciento de que su cálculo era correcto al cien por ciento. Pero el despertar desde Arriba que acaba de recibir hace que se olvide de todo.
El motivo es que el orden del trabajo auténtico es el siguiente, desde Arriba quieren mostrar al hombre que no es nada –aun con todo su intelecto– a menos que pida ayuda al Creador. Y esto es así, porque sabe con seguridad, que es imposible poder salir del estado donde se encuentra, bajo el dominio del amor propio llamado «Exilio en Egipto» que tiene lugar tanto en la mente como en el corazón.
Ahora bien, si la persona solamente lo dice y no siente al cien por ciento que no puede hacer nada, entonces no vendrá desde Arriba un verdadero acercamiento. En vez de eso, lo que ya ocurrió volverá a repetirse, es decir que los pensamientos y deseos del cuerpo vuelven una vez más y comienzan las viejas discusiones otra vez, y vuelve a caer en esos estados, y de nuevo piensa en huir de la batalla y decide otra vez lo anteriormente explicado. Más adelante llegará otro despertar desde Arriba, una «Llamada»: se le está llamando y hay un deseo de acercarse al Creador una vez más. Y entonces, si no se esfuerza en esta oportunidad que se le da, todo lo anterior vuelve a repetirse de nuevo.
Es semejante a lo que encontramos en El Zóhar (Tazria, Punto 6): «Su venta es mucho mayor que las perlas». Debería decir «Valor», que es más difícil comprarla a ella que a las perlas. ¿Por qué dice «venta»? Él contesta que ella los vende y se dirige a otras naciones que no se aferran completamente a ella y que no son un todo con ella, como tú dices: «Y los hijos de Israel abandonaron al Creador y Él los vendió a la mano de Sísara». Y entonces estarán todos lejos de esas perlas sagradas y elevadas que son los secretos y la internalidad de la Torá, y no heredarán nada de ellos. Por eso está escrito: «Pues su venta es mucho mayor que las perlas».
Por lo tanto, no debemos amedrentarnos si de vez en cuando el cuerpo nos muestra colores sombríos. Al contrario: debemos fortalecernos por encima de la razón y no prestar atención al consejo que dice el cuerpo, pues son palabras sobre la separación de la Kedushá (Santidad). En vez de eso, debemos sobreponernos con una plegaria verdadera y tener certeza de que seremos salvados y saldremos de la esclavitud del dominio de Egipto, y seremos recompensados con la redención.