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Rabash / Yaakov habitó en la tierra donde había vivido su padre

Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)

Yaakov habitó en la tierra donde había vivido su padre

Artículo 12, 1985

«Yaakov habitó (se sentó) en la tierra donde había vivido su padre, en la tierra de Canaán». Está escrito en El Zóhar (Vayeshev, punto 11): «Rabí Jiya empezó y dijo: “Muchos son los males de los justos, pero el Señor los salva de todos ellos”. Pero el justo que teme a su amo, ¿cuántos males padece en este mundo para no creer o tomar parte en la inclinación al mal? Y el Creador lo salva de todos ellos». Esto es lo que significa lo que está escrito: «Muchos son los males de los justos, pero el Señor los salva de todos ellos». No dice: «Muchos a los justos» sino «Muchos son los males de los justos». Esto indica que aquel que padece muchos males es justo porque el Creador tiene deseo de él, ya que los males que padece le alejan de la inclinación al mal y por ende el Creador desea a esa persona y la salva de todo ello.

Debemos entender estas palabras:

1)    Esto implica que uno que padece muchos males es justo, y uno que no padece males no es justo.

2)    ¿Por qué padece muchos males si no desea que le invada la inclinación al mal?

3)    ¿Acaso las palabras «Y por esta razón el Creador desea a esa persona y la salva de todos ellos» significa que el Creador no salva a otras personas, Dios no lo quiera? ¿Es esto posible?

4)    Algo todavía más desconcertante: por un lado dice que los problemas que sufre lo alejan de la inclinación al mal. Por otro lado, dice que el Creador lo salva de todos ellos, es decir, lo salva de muchos males. Entonces, acabará acercándose a la inclinación al mal de nuevo porque la razón que lo alejó de la inclinación al mal ha sido eliminada.

Debemos interpretar sus palabras. Aquí tenemos un versículo acerca de esto (Kidushín 30b): «Rabí Shimón Ben Levi dijo: “La inclinación (al mal) del hombre lo vence cada día e intenta llevarlo a la muerte, como suele decirse: ‘El malvado observa al justo y trata de matarlo’. De no ser por la ayuda del Creador, no hubiera podido vencerlo, como está escrito ‘Dios no nos dejará en sus manos’’”».

En Maséjet Sucá (p.52) hay un versículo parecido: «La inclinación al mal tiene siete nombres. Salomón le dio el nombre de “enemigo”, como está escrito: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan; y si tiene sed, dale de beber agua; porque así amontonarás brasas sobre su cabeza, y el Señor te recompensará”. No pronuncies Yashlim (recompensará) sino Yashlimenu (complementará)».

Según Rashi, «Si tu inclinación (al mal) está hambrienta y anhela la transgresión, aliméntala con pan y atorméntala con la guerra de Torá, como está escrito (Proverbios 9): “Ve y come (combate) de mi pan”. “Dale el agua de la Torá para que beba”, como está escrito sobre esto (Isaías 55): “Vengan a las aguas todos los que tengan sed”. “Te complementará” significa que tu inclinación (al mal) estará completamente contigo, te amará, te inducirá a pecar y a destruirte».

Para comprender todo lo anterior debemos conocer que la esencia de la inclinación al mal –que es llamada «esencia de la creación» y con la cual el Creador creó la existencia a partir de la ausencia– es el deseo de recibir. Es sabido (ver las introducciones) que esto es algo nuevo que no existía antes de que Él lo creara. El trabajo del hombre es únicamente trabajar en contra de su naturaleza, es decir, que quiera solamente otorgar. Pero puesto que va en contra de su naturaleza, ya que por naturaleza solo tiene que preocuparse por las necesidades del amor propio, él no tiene deseo de trabajar para otros.

Aunque a veces vemos que la gente trabaja para otros, esto solo es posible si ven que obtendrán recompensa por su trabajo, es decir, que el deseo de recibir quedará satisfecho. En otras palabras, la recompensa tiene que satisfacer el amor propio, de otro modo uno no puede salir de las vasijas de recepción por naturaleza.

Por el contrario, ser capaz de realizar acciones con la intención de otorgar y sin recibir ninguna recompensa es algo que no es natural. Y aunque vemos que hay personas que entregan su vida por su país sin desear nada a cambio, esto se debe a que su país es muy importante para ellos, y esa importancia es natural, como dijeron nuestros sabios: «La gracia de un lugar está en sus habitantes».

Sin embargo, ciertamente hay diferencia en la medida del favor, pues no todo el mundo favorece lo mismo. Por eso son muchos los que voluntariamente se alistan en el ejército, por la importancia de su patria, y no piensan que sea tan peligroso y que todas sus vidas estén en peligro, «porque yo veo que mucha gente regresa ilesa de la guerra».

Y cuando a veces hay peligro de muerte segura, no están dispuestos a ir hacia una muerte segura, salvo unos pocos elegidos para los que su patria es importante. Pero también aquí existe la fuerza de una recompensa, porque uno piensa que tras su muerte todos sabrán que se entregó a su pueblo y que está por encima de todos ya que se preocupó por el bienestar de las personas.

Pero en el trabajo del Creador, cuando una persona recorre el camino de la verdad, debe trabajar con humildad para que los externos no tengan donde aferrarse. Es decir, cuando sirve al Creador no caerá en las garras del trabajo para los externos, esto es, que la gente que le rodea conozca su trabajo, entonces trabaja devotamente y que la gente del exterior diga que está por encima de los demás. Esto le ayuda en su capacidad de trabajar sin recibir a cambio, para que la gente de fuera diga que trabaja solamente para el Creador. El Creador dio esta fuerza a los seres creados porque de «Lo Lishmá (no en nombre de Ella) uno llega a Lishmá (en nombre de Ella)», y no tendrá ayuda externa. La persona puede alcanzarlo si primero tiene Lo Lishmá, pero no debe quedarse en Lo Lishmá, Dios no lo quiera.

Este es el significado de lo que dijeron nuestros sabios (Sucá 45): «Todo aquel asocia (el trabajo) en nombre de los cielos con otras cosas es desarraigado del mundo, como está escrito “solamente para el Señor”». El significado de «solamente para el Señor» es que no habrá ninguna intervención del amor propio, sino solamente para el Creador. Esto es lo que significa la palabra «solamente».

Aun así, hay un tema fundamental que debemos entender. Debemos discernir si esta persona se entrega para adquirir algo. Incluso si recibe la recompensa del público, esto ya es algo grande porque si la recompensa que recibe no es para el amor propio sino para el amor al prójimo, ya que ama a los demás y se entrega a la muerte por ellos, para beneficiar a las masas, aun así, no hay duda de que si pudiera alcanzar lo mismo sin tener que entregar su vida, elegiría esa otra forma. Esto es así porque lo más importante es recibir una recompensa por las masas y no por el trabajo. La satisfacción que le puede proporcionar a su patria es lo que le proporciona fuerza para trabajar y, por lo tanto, no contempla los medios con los que obtener eso para su patria. Si la persona ve que precisamente entregando su vida por el país (puede dar satisfacción a su país), también está dispuesta a hacerlo.

En cambio, con el amor al Creador decimos que uno debe trabajar solamente para el Creador, es decir, sin ninguna recompensa. Esto significa que está preparado para la entrega completa del alma sin retribución alguna, sin recibir nada a cambio de su entrega. Al contrario, esa es la esencia, su propósito: anular su ser ante el Creador, es decir, (anular) su deseo de recibir, que es la existencia de la criatura. Eso es lo que desea anular ante el Creador. Resulta que este es su objetivo, es decir, su meta es entregar su alma al Creador.

Esto no es así en la corporalidad con respecto al amor al prójimo. Aunque este es un gran grado y no todo el mundo puede trabajar en beneficio del público, aun así, la devoción es solo un medio y no el objetivo, y la persona sería más feliz si pudiera salvar a la sociedad sin entregar su vida.

Preguntemos a todos aquellos voluntarios que se alistan para ir a la guerra por su país. Si alguien les pudiera decir cómo salvar a su país sin tener que entregar su vida, sin duda estarían felices. Pero si no hay otra opción, están dispuestos a ir, por la sociedad, para que esta reciba la recompensa, mientras que ellos están dispuestos a renunciar a todo. Aunque esta es una gran fuerza, no tiene nada que ver con la entrega del alma al Creador, donde la entrega es el objetivo y lo que resulte de todo ello no es su propósito, ya que no era esta su intención. Por lo tanto, la entrega en la espiritualidad no tiene ningún valor para la gente corpórea, ya que para ellos la entrega es un medio y no el objetivo. Pero en la espiritualidad es al contrario: la entrega es el objetivo.

Con esto comprenderemos el significado de recibir con el fin de otorgar. El propósito del hombre es otorgar solamente al Creador, ya que esto es lo que significa la equivalencia de forma «Así como Él es misericordioso, sé tú misericordioso».

Cuando uno alcanza el grado de entrega al Creador porque quiere anularse para deleitar al Creador, ve que el propósito del Creador es hacer el bien a Sus seres creados, tal como era en el pensamiento de la creación. En ese momento la persona desea recibir el deleite y el placer que existía en el propósito de la creación: deleitar a Sus seres creados.

Esto se denomina «recibir con el fin de otorgar». De otro modo podría querer recibir el deleite y el placer, y por eso lo da todo, para poder recibir. Esto se considera «otorgar con el fin de recibir». Pero si su propósito es otorgar y no tiene ningún deseo de recibir para su propio beneficio sino solo para el Creador, entonces puede convertirse en un receptor con el fin de otorgar.

En lo que respecta a la entrega del alma, escuché de Baal HaSulam que uno debe imaginarse la entrega del alma como vemos en Rabí Akiva (Berajot 61b): Él dijo a sus discípulos «Toda mi vida he lamentado el versículo “Con toda tu alma, aunque Él te arrebate el alma”. Dije “¿Cuándo seré capaz de observar esto?”. Y ahora que esto ha llegado a mí ¿acaso no voy a observarlo?».

Ciertamente, con tal deseo de otorgar, cuando la persona dice que quiere recibir deleite y placer porque este es el propósito de la creación, ciertamente quiere decir (solamente) recibir con la intención de otorgar al Creador.

Con esto comprenderemos las cuatro preguntas anteriores:

Pregunta 1) Por las palabras del Zóhar parece que solamente es justo aquel que padece muchos males, y que uno que no padece males no puede ser justo. ¿Es esto posible? La cuestión es que los males hacen referencia a la inclinación al mal. Es decir, que precisamente aquel que siente que la inclinación al mal le está causando muchos males porque no lo deja acercarse al Creador es llamado «justo». Pero si la persona no siente que lo está alejando del Creador y no siente que con esto se está causando males, no es considerado un justo ya que no ha alcanzado el reconocimiento del mal, es decir, que esto le hace daño.

Pregunta 2) ¿Por qué debe padecer muchos males si no desea que le invada la inclinación al mal? Esto significa que no hay otra opción más que padecer males. Según lo dicho anteriormente, es muy sencillo: los males hacen referencia a la inclinación al mal. Si uno no siente que la inclinación al mal le está causando muchos males, él no lo verá como inclinación al mal que no desea que le invada. Al contrario: la considera inclinación al bien, que solamente le trae el bien, así que ¿por qué no dejar que le invada? Pero si él ve los males que le causa la inclinación al mal, entonces no querrá que le invada.

Pregunta 3) El Zóhar dice que el Creador desea a la persona que padece muchos males. Esto significa que el Creador no desea a alguien que no padece males. ¿Es esto posible? La respuesta es que si la persona siente que la inclinación al mal le está causando muchos males y pide ayuda al Creador, entonces, el Creador desea a esa persona. Pero si la persona no siente que la inclinación al mal le está afectando, el Creador no la desea porque no tiene Kli (vasija), es decir, un deseo de que el Creador lo salve.

Pregunta 4) Si el Creador lo salva de sus males, volverá a conectarse con la inclinación al mal.

Respuesta: la salvación que llega del Creador es una cuestión diferente a la salvación que tiene lugar en la corporalidad. El mal que ocurre en un tiempo de Ajoraim (parte posterior), que es el tiempo del ocultamiento del rostro, cuando él ve que está bajo ocultamiento, porque es sabido que el pequeño se anula frente al grande, y ciertamente aquí, cuando se sirve al Creador, la persona debe anularse ante el Creador como la vela frente a una antorcha. No obstante, ve que su cuerpo no se anula y que es difícil para él subyugarlo y asumir la fe por encima de la razón. En ese momento ve que el cuerpo le produce males al no querer asumir el yugo del reino de los cielos, y a raíz de ello se aleja de toda la espiritualidad.

Resulta que uno debe creer que el Creador ha creado el mundo con bondad y haciendo el bien, y que el mal en su cuerpo le aleja de todo el bien. Es decir, cuando viene a aprender Torá, la encuentra absolutamente insípida. Asimismo, cuando se dispone a realizar alguna Mitzvá (precepto) la encuentra absolutamente insípida porque la inclinación al mal en su cuerpo tiene la potestad de no permitirle creer en el Creador por encima de la razón en eso le quita todos los sabores. Siempre que intenta acercarse a algo espiritual siente que todo es árido, sin ninguna irrigación de vida.

Cuando uno comienza su trabajo, se le dice –y él cree lo que se le ha dicho– que la Torá es una Torá de vida, como está escrito «Pues ellos son su vida y la duración de sus días», como está escrito (Salmos 19): «Más deseable que el oro, el oro fino, y más dulce que la miel y el panal».

Pero cuando uno observa esto, ve que la inclinación al mal tiene la culpa de todo y siente con toda la fuerza el mal que ella le causa, entonces siente lo que está escrito (Salmos 34) «Muchos son los males del justo». Es decir, que este versículo habla de él.

En ese momento, ve lo que el versículo dice a continuación: «pero el Señor lo salva de todos ellos». Entonces comienza a clamar al Creador para que le ayude porque ya ha hecho todo lo que pensaba que podía hacer, pero fue en vano, y ya piensa que «Todo lo que esté en tu mano, hazlo» habla acerca de él. En ese momento llega el tiempo de la salvación –la salvación del Creador librándole de la inclinación al mal– hasta el punto que desde ese día en adelante la inclinación al mal se rendirá ante él y no podrá provocarle para que transgreda.

Está escrito en La introducción al Estudio de las Diez Sefirot (punto 54): «Cuando el Creador ve que uno ha completado su medida de esfuerzo y finalizado todo lo que podía hacer en su fortalecimiento de la fe en el Creador, entonces el Creador le ayuda. Luego, uno alcanza la Providencia revelada, es decir, la revelación del rostro. Entonces es recompensado con el arrepentimiento completo, es decir, se adhiere al Creador una vez más con todo su corazón, con toda su alma y todas sus fuerzas, atraído de forma natural por el alcance de la Providencia revelada».

Allí también está escrito (punto 56): «¿Cómo es el arrepentimiento? Cuando Aquel que conoce los misterios testifique que no volverá a la necedad». Las palabras «¿Cómo es el arrepentimiento?» significan «¿Cuándo uno puede estar seguro de que ha sido recompensado con el arrepentimiento completo?». Para esto se le da una señal clara: «Cuando Aquel que conoce los misterios testifique que no volverá a la necedad». Esto significa que ha sido recompensado con la revelación del rostro y entonces Su propia salvación testifica que no volverá a la necedad.

Esto contesta a la cuarta pregunta: que si el Creador lo salva de la inclinación al mal, que no le afligirá. El sagrado Zóhar dice que los males que padecen los justos son para no se asocie con ella. Resulta que si el Creador lo salva y ve que Él no le afligirá, entonces volverá a conectarse con la inclinación al mal ya que la única razón por la que la mala inclinación le aflige es para que no se asocie con ella. Pero dado que la causa ha sido cancelada, la situación vuelve a ser como antes.

No obstante, según lo que hemos explicado, la salvación del Creador es la revelación del rostro, hasta que el Creador testifica que no pecará. Los males que padecen los justos son para que puedan pedir al Creador, como se dijo anteriormente: «Si no hay Ajoraim (parte posterior), no hay revelación de los Panim (cara)». Y resulta que cuando hay revelación del rostro del Creador, todo es como debería ser.