Y los hijos corretearon dentro de ella
Artículo 9, 1985
«Y los hijos corretearon dentro de ella». Según la interpretación de Rashi: «Nuestros sabios lo explicaron como correr, cuando ella atravesó las puertas de la Torá de Shem y Ever, Yaakov corría y se revolvía para salir. Cuando ella atravesó las puertas de la idolatría, Esav se revolvía para salir».
Baal HaSulam dijo que este es el orden en el trabajo: «El comienzo del trabajo es llamado Ibur (concepción), cuando la persona empieza a trabajar en el camino de la verdad. Cuando atraviesa las puertas de la Torá, se despierta la cualidad Yaakov (Jacob) dentro del hombre y desea caminar por el camino de la Torá. Cuando atraviesa las puertas de la idolatría, la cualidad Esav (Esaú) dentro del hombre despierta para salir».
Debemos interpretar sus palabras. Siendo que el hombre, por naturaleza, está compuesto de vasijas de recepción, llamadas amor propio, que es la tendencia al mal, y también está compuesto de un punto en el corazón, que es su tendencia al bien. Cuando comienza a trabajar en otorgamiento se considera Ibur, de la palabra Avrá (atravesó). Por eso experimenta subidas y bajadas, y no tiene estabilidad. Es influido por el entorno y no tiene fuerza para sobreponerse.
Por esta razón, cuando pasa por un entorno donde la gente se dedica a un trabajo que nos es ajeno, es decir, al amor propio, se despierta en él el amor propio, el cual pasa del ocultamiento a la revelación, y obtiene control sobre el cuerpo. En ese momento no tiene la fuerza para hacer nada, salvo aquello que concierne a su receptor.
Cuando pasa por un entorno donde la gente se dedica a actos de otorgamiento, se despierta el Yaakov que hay en él, para salir del ocultamiento hacia la revelación. En ese momento los trabajos de otorgamiento gobiernan el cuerpo. Es decir, en ese momento, cuando mira atrás y ve cómo antes de llegar al estado en que se encuentra estaba tan sumergido en el amor propio, no logra comprender cómo se puede ser tan abyecto y obtener placer de cosas tan bajas. Que no es apropiado para un hombre adulto, construir su casa entre deseos y pensamientos que son abyectos y despreciables. Se siente ofendido por esos deseos y pensamientos donde estaba situada su casa.
Pero posteriormente, cuando atraviesa las puertas de la idolatría, es decir, cuando llega a un entorno que se dedica al amor propio, el Esav dentro de él se despierta nuevamente y se revuelve para poder salir. Esto sucede reiteradamente. Y este asunto continúa en aquel que trabaja día tras día. Y uno que trabaja con más ahínco puede atravesar estos estados fluctuantes a cada hora.
«Y ella dijo “Si esto es así, entonces ¿por qué yo?”. Y ella fue a interrogar al Señor». Rashi interpreta que «Y ella fue a interrogar al Señor» significa el seminario de Shem, para interrogar al Creador y que le dijera qué sería de ella. ¿Y cuál fue la respuesta? El versículo dice: «El Señor le dijo a ella: “Hay dos pueblos en tu vientre, y dos naciones de tus entrañas se separarán, y una nación será más fuerte que la otra, y el mayor servirá al más joven”». Rashi interpreta que «una nación será más fuerte que la otra» significa que no serán iguales en grandeza: cuando uno se eleva, el otro cae. También dice: «Ella queda asolada: Tzor solamente se llena con la destrucción de Jerusalén».
Para comprender lo que el Creador le responde a ella, como está escrito: «El Señor le dijo a ella», debemos explicar, lo que está escrito: que estas dos fuerzas deben existir. Es sabido que lo principal de la criatura es la vasija de recepción, llamada Esav. Pero después viene la segunda fuerza llamada Yaakov, que es el deseo de otorgar. Cada una quiere gobernar sola, y esa es la lucha que hay entre Esav y Yaakov.
Por eso Rashi interpretó «Cuando uno se eleva, el otro cae; Tzor solamente se llena con la destrucción de Jerusalén». Es decir, que a ella se le dijo que es preciso saber con claridad: o gobierna el deseo de recibir o gobierna el deseo de otorgar. Los dos no pueden existir juntos. Por lo tanto, debemos decidir de una vez por todas que no vale la pena vivir en abominables y abyectos pensamientos y deseos.
Por eso, cuando uno ve que no puede sobreponerse a su deseo de recibir, eso se denomina que ve que él es un cero, y que no vale nada, que es despreciable y, aunque se da cuenta de que el deseo de recibir es dañino, aun así no puede sobreponerse a él. Y solo entonces comprende que necesita la misericordia del cielo, que sin Su ayuda es imposible escapar del dominio del deseo de recibir.
Este es el significado de lo que dijeron nuestros sabios (Kidushín 30): «El instinto del hombre lo derrota todos los días. De no ser por la ayuda del Creador, no podría vencerlo». Esto le sucede precisamente si ha comenzado el trabajo y ha hecho todo lo que estaba en sus manos por hacer. En ese momento no necesita creer que únicamente el Creador le puede ayudar ya que ahora ve que no hay ninguna artimaña ni consejo que ha probado, que le haya podido ayudar. Solamente el Creador le ayudó.
Solo entonces puede entender que únicamente el Creador es quien ayuda. Entonces ¿cuál es la diferencia entre él y su amigo? Del mismo modo que Él le ayudó, también puede ayudar a otros. Por esa razón, no hay motivo para sentir arrogancia hacia los demás, ya que la fuerza no es suya. Pero aquellos que no han comenzado con el trabajo sagrado, que es solamente otorgar y no recibir, no pueden ver que solo el Creador les ayudó, sino que dicen: «Mi fuerza y el poder de mi mano me han conseguido este triunfo». Y de ese modo tienen algo de lo que jactarse frente a los demás que no trabajan como ellos.
Entonces resulta que la diferencia entre el bien y el mal no es tan grande, ya que también su bondad está construida sobre la base del amor propio. Y aunque él se dedica a la Torá y las Mitzvot (preceptos) la pugna entre Yaakov y Esav aún no es visible en él; y por supuesto, no necesita ayuda desde arriba para ser salvado del deseo de recibir, y que Se apiade de él y le dé el Kli (vasija) del deseo de otorgar al ver que por naturaleza no es capaz de trabajar con el fin de otorgar.
Esto sucede porque no piensan que sea necesario trabajar en Torá y Mitzvot para conseguir Dvekut (adhesión) con el Creador y el asunto del otorgamiento no les interesa en absoluto. Por lo tanto, no puede decirse que cuando uno se eleva, el otro cae. Pero cuando quieren recorrer el camino del otorgamiento, entonces comienza el asunto de la «pugna». Luego, uno debe hacer todo lo que pueda, y entonces llega a un estado en el que ve la verdad: que no puede ayudarse a sí mismo. A continuación ve que no le queda otra opción y necesita la misericordia del cielo. Y entonces, esas palabras de nuestros sabios -«aquel que viene a ser purificado es ayudado»- se hacen realidad.
Debemos entender lo que «Y el mayor servirá al más joven» viene a decirnos. Tenemos que interpretar que no es suficiente que haya sido recompensado con que gobierne en él la tendencia al bien y que la tendencia al mal no tenga fuerza para oponerse, lo cual se denomina que puede servir al Creador solamente con la tendencia al bien. Más bien uno tiene que alcanzar el grado de completitud, como dijeron nuestros sabios «“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”, con tus dos tendencias», cuando incluso la tendencia al mal es utilizada para servir al Creador. Y esto solo puede interpretarse siempre y cuando sepamos de antemano qué es la tendencia al mal.
Debemos saber que el principal mal en nosotros es el deseo de recibir, del cual nos llegan todas las cosas malas, es decir, los malos pensamientos y deseos. El deseo de otorgar nos trae todas las cosas buenas, que son nuestros buenos pensamientos y deseos. Por lo tanto, cuando la tendencia al bien controla al hombre, es decir, el deseo de otorgar, la abundancia superior se derrama sobre nosotros desde arriba, lo cual significa que con ello nos llega la abundancia de Jasadim desde arriba.
Sin embargo, debemos saber que esto solamente es la corrección de la creación. Es decir, que para tener equivalencia de forma necesitamos dirigir todo en nombre de los cielos para alcanzar la equivalencia de forma, llamada Dvekut (adhesión) con el Creador. Ahora bien, el propósito de la creación es hacer el bien a Sus criaturas, es decir, que los inferiores reciban el deleite y el placer del Creador, y no otorgarle contento a Él, como si el Creador necesitará que los inferiores Le den algo.
Por lo tanto, cuando las criaturas desean recibir algo del Creador, deben utilizar sus vasijas de recepción, que es la tendencia al mal. De otro modo, ¿quién recibirá el placer? El receptor del placer es solo el anhelo por esa cosa. El anhelo por placeres es llamado «deseo de recibir». De esto se desprende que en ese momento uno debe utilizar la tendencia al mal, pero colocando una corrección en ella llamada «con el fin de otorgar». Resulta entonces que la persona sirve al Creador también con la tendencia al mal.
La tendencia al mal es llamada «mayor» porque nació primero. Del mismo modo, cuando una persona nace primero viene la tendencia al mal, y la tendencia al bien llega trece años después. Por lo tanto, cuando la persona trabaja con el deseo de recibir en nombre de los cielos, se considera que ama al Creador con todo su corazón, es decir, con ambas tendencias. Este es el significado del versículo: «y el mayor servirá al más joven», lo cual significa que el deseo de recibir, llamado «mayor», servirá al más joven, es decir que servirá al deseo de otorgar al Creador.
Resulta que el deseo de otorgar será el gobernante. A veces el deseo de otorgar utiliza vasijas de otorgamiento, llamadas «vasijas de Yaakov», y entonces se considera que está sirviendo al Creador con la tendencia al bien. A veces utiliza las vasijas de recepción, y entonces se considera que está sirviendo al Creador también con la tendencia al mal. Todo esto se le dijo a ella en el seminario de Shem, como está escrito: «El Señor le dijo a ella».
Con esto entenderemos lo que dijo Ben Zomá (Avot de Rabí Natan, capítulo 23) «¿Quién es un héroe entre los héroes? Aquel que convierte a su enemigo en un amigo». En Maséjet Avot (capítulo 4) «Ben Zomá dice: “¿Quién es un héroe? Aquel que conquista su instinto”».
Debemos entender la diferencia entre referirnos a un «héroe» cuando dice «¿Quién es un héroe? Aquel que conquista su instinto» y la interpretación que da a «héroe entre los héroes» cuando dice «Aquel que convierte a su enemigo en un amigo».
Según lo anterior, debemos interpretar las palabras de Ben Zomá que un héroe significa «y una nación será más fuerte que la otra», como interpretó Rashi: «cuando uno se eleva, el otro cae». Esto es lo que se llama un «héroe» que ha derrotado al mal en su interior y solo lo gobierna la tendencia al bien, es decir, que sirve al Creador solamente con la tendencia al bien.
Un «héroe entre los héroes» se considera «y el mayor servirá al más joven». Esto significa que el mayor, es decir, el mal que hay dentro de él: «servirá al más joven», a saber, que servirá al deseo de otorgar. En ese momento estará sirviendo al Creador también con la tendencia al mal, y cumplirá el versículo «Con todo tu corazón», es decir, con tus dos tendencias.