Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)
El asunto de la importancia de los amigos
Artículo 17, Parte 1, 1984
Con respecto a la importancia de los amigos que se encuentran dentro de la sociedad, ¿de qué manera hay que valorarlos? Es decir, ¿con qué tipo de importancia cada uno debe observar a su amigo? La mente obliga que si uno observa, que su amigo se encuentra en un escalón inferior al suyo, entonces querrá enseñarle, cómo comportarse de una manera virtuosa, mejor de las que aquel posee. Así pues, no puede ser su amigo; él puede tenerlo como un alumno y no como un amigo.
Y si él ve que su amigo está en un escalón más alto que el suyo y ve que puede aprender de él buenas cualidades, entonces puede ser su Rav (maestro), pero no su amigo.
Significa que precisamente cuando uno ve que su amigo se encuentra en el mismo nivel que él, entonces lo puede aceptar como amigo, pudiendo conectarse con él. Esto es así porque «amigo» significa que ambos están en el mismo estado. Y esto es lógico. Es decir, que ambos tienen equivalencia de opiniones y, por consiguiente, han decidido que se unirían y buscarían esta meta, la cual ambos quieren obtener una ganancia.
Es como dos amigos que concuerdan en sus ideas y hacen juntos algún negocio, a fin de que este negocio les aporte alguna ganancia. En ese estado, ambos sienten que tienen los mismos poderes. Pero si uno de ellos siente que es más competente que el otro, entonces no querrá aceptarlo como a un socio igualitario. Entonces, se hacen socios de acuerdo a un cierto porcentaje, es decir, de acuerdo a los poderes y virtudes que tiene uno en comparación al otro. Y entonces el negocio es por un porcentaje de un treinta y tres o veinticinco por ciento, por lo que no se puede decir que ambos son socios igualitarios.
Pero en el amor a los amigos, cuando los amigos se conectan para que exista entre ellos unidad, significa explícitamente que entre ellos hay igualdad. Esto se llama «unión». Por ejemplo, si hacen algún negocio juntos y dicen que no dividirán las ganancias a partes iguales, ¿podría esto llamarse «unión»?
Indudablemente todo este asunto del amor a los amigos, debería ser realizado de tal manera, que todas las ganancias generadas por el amor a los amigos, serían controladas de forma equitativa por ellos. No deberían robarse ni ocultarse entre ellos, sino que todo habría de ser con amor, afecto, verdad y paz.
Pero en el ensayo, Un discurso para la conclusión del Zóhar está escrito: «Hay dos condiciones para obtener la medida de la excelsitud: 1) Siempre escuchar y aceptar la apreciación del entorno en la medida de su grandeza; 2) El entorno debe ser grande, tal como está escrito “En la multitud del pueblo se halla la gloria del Rey”».
Y a fin de aceptar la primera condición, cada estudiante debe sentirse como si fuera el más pequeño de todos los amigos. Y entonces podrá recibir de todos la apreciación de la grandeza, ya que el grande no puede recibir de alguien más pequeño y menos aún inspirarse de sus palabras. Y solo el más pequeño se impresiona de la apreciación del grande.
Y con respecto a la segunda condición, cada estudiante debe elevar las virtudes de cada amigo como si fuera el más grande de la generación. Y entonces, el entorno actuará sobre él, como debe hacerlo un gran entorno, pues la calidad es más importante que la cantidad.
Y lo dicho anteriormente implica que en el asunto del amor a los amigos «cada uno ayudará a su amigo», lo que significa que es suficiente que cada uno mantenga a su amigo como si estuviera con él en el mismo nivel. Pero como cada uno tiene que aprender de su amigo, entonces existe el asunto del Rav (maestro) y el estudiante. Por eso tiene que considerar a su amigo como más grande que él.
Pero, ¿Cómo uno puede considerar a su amigo mayor que sí mismo, cuando ve que uno tiene mayores virtudes que las de su amigo?, es decir que es más talentoso, tiene cualidades mejores en su naturaleza, y esto se puede comprender en dos modos:
1) Va con fe por encima de la razón, que desde el momento que lo eligió como amigo, ya lo mira por encima de la razón.
2) Es más natural, es decir, dentro de la razón, ya que si decidió aceptarlo como amigo y trabaja consigo mismo para amarlo, es la naturaleza del amor de que uno no vea más que cosas positivas y a pesar de que el amigo tiene cosas negativas, uno no las ve, como está escrito: «el amor cubrirá todas las transgresiones».
Podemos observar que un hombre puede ver faltas en los hijos del vecino, pero no las ve en sus propios hijos. Y cuando le dicen que sus hijos tienen algunas faltas, de inmediato empieza a discutir con su amigo y comienza a nombrar todas las virtudes que tienen sus hijos.
Y la pregunta es, ¿cuál es la verdad? Después de todo, en sus hijos hay virtudes y por eso se enfada cuando otros hablan de ellos. El asunto es así, tal como lo escuché de Baal HaSulam: Realmente, en cada persona hay virtudes y faltas. Y tanto el vecino como el padre están diciendo la verdad. Pero el vecino no se relaciona con los hijos del otro, como en una relación de un padre hacia su hijo, es decir, no siente el mismo amor hacia esos niños tal como lo siente su propio padre.
Por lo tanto, cuando mira a los hijos del otro, solo ve las faltas que hay en ellos, ya que esto le causa más placer. Es así porque puede demostrar que es más virtuoso que el otro, por el hecho de que sus propios hijos son mejores. Por eso solo mira las faltas de los demás. Lo que está viendo es verdad, pero solo ve las cosas de las que disfruta.
Pero el otro padre también ve solo la verdad, excepto que él mira únicamente las cosas buenas que tienen sus hijos. Sin embargo las cosas malas que tienen sus hijos no las ve, debido a que eso no le causa placer. Por lo tanto, él dice la verdad de lo que ve en sus hijos, porque solo mira las cosas que le aportan placer, es decir, ve solo las virtudes.
Por eso resulta, que si él tiene amor por los amigos y el discernimiento del amor, la norma es que queremos ver precisamente la virtud del amigo y no su defecto. De esto resulta que si uno ve algún defecto en el amigo, eso es señal que el defecto no está en su amigo sino en uno mismo. Es decir que uno mismo dañó el amor a los amigos y por ello ve los defectos de su amigo.
Por ello, ahora no debe procurar que su amigo se corrija a sí mismo, sino que uno mismo necesita corrección. De esto resulta que uno no debe procurar que su amigo reciba corrección de sus defectos, esos que uno ve en su amigo, sino que uno mismo necesita corrección por el daño que provocó en el amor a los amigos. Y cuando se corrija a sí mismo, entonces solo verá las virtudes de su amigo y no sus defectos.