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Rabash / Uno siempre debe vender todo lo que tiene y casarse con la hija de un discípulo sabio

Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)

Uno siempre debe vender todo lo que tiene y casarse con la hija de un discípulo sabio

Artículo 14, 1984

«Uno siempre debe vender todo lo que tiene y casarse con la hija de un discípulo sabio» (Pesajim 49). Esto significa que debe vender todas las posesiones que ha adquirido a través de su trabajo. Es decir, debe dar todo y renunciar a todo, y a cambio tomar la hija de un discípulo sabio.

Esto significa que si no toma a la hija de un discípulo sabio, todo el esfuerzo dedicado a la Torá y las Mitzvot (preceptos) durante toda su vida está incompleto. Solo si se casa con la hija de un discípulo sabio será recompensado con su completitud. Por eso nuestros sabios dijeron que debe vender todo lo que tiene, lo que significa que vale la pena vender todo por la hija de un discípulo sabio. Por lo tanto, debemos entender qué significa «La hija de un discípulo sabio».

Baal HaSulam dijo que un discípulo sabio es aquel que es discípulo de un sabio, es decir, que aprende del sabio, y entonces se le considera un discípulo. Un sabio es el Creador, cuya cualidad es solo otorgar. Aquel que aprende de Él la cualidad del otorgamiento es llamado «Discípulo sabio», porque está aprendiendo de Él la cualidad del otorgamiento.

Con esto entenderemos lo que nuestros sabios dijeron: «Uno siempre debe vender todo lo que tiene y casarse con la hija de un discípulo sabio». Es decir, debe dar todo su esfuerzo en la Torá y el trabajo, y a cambio recibir una posesión de otorgamiento.

Esto significa que establecerá en su corazón una nueva naturaleza en lugar de la que naturalmente tiene, un deseo de amor propio. Ahora recibirá una segunda naturaleza: el deseo de otorgar. Es decir, todo pensamiento, palabra y acción serán solamente con el fin de otorgar al Creador, porque este es todo el hombre. Esto significa que uno debe alcanzar solo este grado, porque todo lo que necesitamos alcanzar son los Kelim (vasijas). Pero la abundancia, que es el llenado de los Kelim, proviene del Creador, ya que más de lo que el ternero quiere mamar, la vaca quiere amamantar. Por lo tanto, solo nos hace falta la fuerza de otorgamiento.

Con esto podemos interpretar lo que está escrito en El Zóhar (Pinjás, Punto 218, Artículo 218), «Si Israel son recompensados, descendía como un león de fuego para devorar las ofrendas. Si no fueran recompensados, descenderá como un perro de fuego». Se sabe que el león implica Jésed (bondad), que es la derecha de Merkavá (carroza). «Si son recompensados», donde ser recompensado significa puro, es decir, otorgamiento. Entonces, se nos muestra una cualidad en contraparte de la otra, que también desde arriba proviene el discernimiento de león, es decir, que la cualidad de Jésed se extendió a los inferiores, y entonces la abundancia fue copiosa para los inferiores.

«Si no son recompensados», significa que no se dedicaron al otorgamiento, sino solo al amor propio, entonces desde arriba se extiende el discernimiento del perro. Un perro implica como está escrito en El Zóhar sobre el verso: «La sanguijuela tiene dos hijas que aúllan como perros, danos la riqueza de este mundo y danos la riqueza del mundo venidero». En otras palabras, dos hijas que ladran como perros: «Danos la riqueza de este mundo y danos la riqueza del mundo venidero», esto trata solo sobre la recepción y no sobre el otorgamiento. Por lo tanto, también desde arriba, se nos muestra que no podemos otorgar abundancia hacia abajo, y esto es llamado «una cualidad en contraparte de la otra».

Resulta que nuestro principal trabajo es solo para ser recompensado con Kelim (vasijas) adecuados para la recepción de la abundancia, que son las vasijas de otorgamiento. Por lo tanto, la persona debe centrar todos sus esfuerzos en una sola cosa, llamada «Vasijas de otorgamiento». Esta debe ser la única recompensa que quiere obtener de la Torá y las Mitzvot. Con esto alcanzará Dvekut (adhesión) con el Creador, porque ese es el propósito del hombre, alcanzar Dvekut con el Creador.

También vemos las palabras en El Zóhar que se dijo acerca del versículo: «La beneficencia de las naciones es un pecado», se dijo: «Todo el bien que hacen, lo hacen para sí mismas». Esto significa que su intención con toda la beneficencia, es decir, los actos de otorgamiento que hacen, no es con el fin de otorgar. Más bien, su intención es para sus propias necesidades, esto es, recibir una retribución por ello. De lo contrario, no pueden realizar actos de otorgamiento.

Pero el pueblo de Israel es capaz de realizar actos de otorgamiento. Debemos entender por qué el pueblo de Israel puede realizar actos de otorgamiento y también debemos entender, según lo que escuchamos de las personas que se hicieron religiosas, que dicen que antes de convertirse en religiosos eran más capaces de realizar actos con el fin de otorgar; pero después, es decir, una vez que se han convertido en religiosos, se les ha hecho más difícil para ellos realizar actos de otorgamiento.

Para entender lo anterior, debemos recordar lo que ya es conocido, que el hombre es llamado «Ser creado» ya que que hay un deseo de recibir en él, por esto se llama creado como «existencia a partir de la ausencia». Por lo tanto, resulta que por naturaleza es incapaz de realizar cualquier acto de otorgamiento a menos que reciba alguna recompensa a cambio.

La recompensa no tiene que ser que reciba algo por el esfuerzo. Más bien, puede ser que reciba algo pacificador. Es decir, si en él se despertó algo de compasión hacia otro y su conciencia no lo deja tranquilo hasta el punto de que debe ayudar a otro, esto también se considera una recompensa. Pero simplemente haciendo algo por otro, para que el otro lo disfrute, y entonces se pregunta: «¿Qué obtendré de esto?».

Pero el pueblo de Israel, a través del poder de la Torá y las Mitzvot, ellos son capaces de obtener una segunda naturaleza. Es decir, en lugar de la naturaleza con la que nacieron, que es el deseo solo de recibir, recibirán una segunda naturaleza, donde ahora realiza acciones solo con el fin de otorgar. Lo obtiene a través de la Torá y las Mitzvot, que le infunden chispas de otorgamiento que le dan la sensación de querer parecerse a su raíz. Pero sin la Torá y las Mitzvot, una persona no puede salir de su propia naturaleza que es el deseo de recibir solo para sí mismo, y no puede realizar ningún acto de otorgamiento sin recompensa.

Con esto, entenderemos lo que preguntaron acerca de aquellos que se vuelven religiosos y dicen que antes de ser religiosos tenían más fuerza para realizar actos de otorgamiento. Pero más tarde, cuando se han vuelto religiosos, sienten que les resulta más difícil realizar actos de otorgamiento.

Debemos responder a eso, como se explica en «La Introducción al libro de El Zóhar» (Puntos 29-30), donde escribe que en el momento de su nacimiento su deseo de recibir es solo para la corporalidad. Por lo tanto, aunque ha obtenido el excesivo deseo de recibir antes de los trece años, todavía no es el final del crecimiento del deseo de recibir. El crecimiento principal del deseo de recibir se representa solo en la espiritualidad, ya que, por ejemplo, antes de los trece años su deseo de recibir quiere devorar toda la riqueza y el honor en este mundo corporal, que se revela a todos, el cual es para él un mundo transitorio que es accesible a todo el mundo, y es percibido por todo el mundo solo como una sombra fugaz.

Pero, cuando obtiene el excesivo deseo espiritual de recibir, quiere devorar para su propio placer todo el deleite y la riqueza del mundo venidero eterno, que es una posesión eterna para toda la eternidad. Por lo tanto, el deseo de recibir se completa solo con el deseo de recibir espiritualidad.

Resulta que antes de convertirse en religiosos tenían un deseo corpóreo de recibir, que aún no es tan grande. Es por eso que tenían más fuerza para realizar actos de otorgamiento. Pero, una vez que se han vuelto religiosos y su deseo de recibir ha crecido con el deseo de recibir espiritualidad, se ha vuelto más difícil, porque ahora el deseo de recibir tiene más fuerza que cuando solo tenían un deseo de recibir corporalidad. Por lo tanto, antes de que se volvieran religiosos, tenían cierta fuerza para realizar actos de otorgamiento. Pero una vez que se han vuelto religiosos, obteniendo el deseo espiritual de recibir, ahora es más difícil para ellos involucrarse en asuntos de otorgamiento.

Por esta razón, no se puede decir que ahora han empeorado, o decir que los religiosos son peores porque es más difícil para ellos realizar actos de otorgamiento. Más bien, el deseo de recibir ha crecido, por lo que es más difícil superarlo. Por ejemplo, antes de obtener el deseo de recibir espiritual, su maldad era del treinta por ciento. Luego, una vez que ha obtenido el deseo espiritual de recibir, su maldad adquirió otro setenta por ciento. Por lo tanto, ahora necesita mayores poderes para poder superarlo.

Sin embargo, no debemos decir que ahora su fuerza ha disminuido. Por el contrario, ahora debe hacer las Segulot (remedios) para vencer el poder maligno que ha obtenido. Y el remedio para esto es observar la Torá y las Mitzvot con la intención de que la luz en ella lo reforme.

Resulta que ha avanzado y ha obtenido más maldad para corregir. Pero cada comienzo es difícil, y por lo tanto ahora piensa que ha empeorado. Sin embargo, debe saber que cada vez que se le da más mal es para corregir hasta que se le recompense con la corrección de todo.

(Para la continuación de la aclaración del artículo, vea el próximo artículo)