Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)
El amor a los amigos - 2
Artículo 6, 1984
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Rabí Akiva dice: «Es una gran regla en la Torá». Significa que si se cumple con esta regla, todos los detalles ya están incluidos en ella. Es decir, se da por sentado que llegaremos a todas las leyes particulares sin ningún esfuerzo, y más que eso no hay para hacer.
Sin embargo, vemos que la Torá nos dice: «¿Qué es lo que el Señor pide de ti? Tener temor de Mi». Por lo tanto, el requisito principal que se le exige a una persona, es solamente el temor. Si la persona cumple con el precepto del temor, toda la Torá y las Mitzvot están incluidas en ello, incluso el precepto de «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Sin embargo, según las palabras de Rabí Akiva, es lo contrario. Es decir, el temor también está incluido en la regla de «Amarás a tu prójimo». Y según las palabras de nuestros sabios (Berajot, pág. 6), el significado no es como dice Rabí Akiva. Ellos se referían al versículo: «Al final de todo: teme a Dios y observa Sus preceptos, pues esto es todo el hombre». La Guemará pregunta: «¿Qué significa “porque esto es todo el hombre”? Rabí Elazar dijo: “El Señor dijo que el mundo entero fue creado solo para eso”». Pero, según las palabras de Rabí Akiva parece que todo está incluido en la regla «Amarás a tu prójimo».
Sin embargo, encontramos en las palabras de nuestros sabios (Makot 24) que dijeron que la fe es lo principal. Dijeron: «Jabakuk llegó y los irguió sobre uno solo, como se dijo: “el justo vivirá en su fe”». El MaHaRaShá interpreta: «Lo más general para cualquier persona de Israel, en todo momento, es la fe». En otras palabras, la regla fundamental es la fe. Por consiguiente, resulta que tanto el temor como «Amarás a tu prójimo» todas están incluidas en la regla de la fe. Si queremos comprender lo anterior, debemos considerar detenidamente lo siguiente:
1. ¿Qué es la fe?
2. ¿Qué es el temor?
3. ¿Qué es «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»?
Lo más importante es recordar siempre el propósito de la creación, y es sabido que es «beneficiar a Sus creaciones». Por lo tanto, si Él desea otorgarles deleite y placer, ¿por qué, entonces, se necesitan estas tres cosas, es decir, la fe, el temor y «amarás a tu prójimo»? Más bien, significa que solo se necesitan para capacitar las vasijas, para poder recibir el deleite y el placer que el Creador desea dar a sus criaturas.
Ahora debemos comprender en qué nos capacitan los tres puntos antes mencionados. La fe, incluyendo la seguridad, nos aporta que, primero debemos creer en la meta, que consiste en hacer el bien a Sus creaciones. También debemos creer con certeza, como para poder garantizarnos a nosotros mismos, que también podremos alcanzar esa meta. En otras palabras, el propósito de la creación no está destinado necesariamente a un grupo selecto, sino que el propósito de la creación, pertenece a todas las criaturas, sin excepción.
No es solamente para los talentosos y fuertes héroes, o sea aquellos que tienen la fuerza para sobreponerse, valientes de corazón etc., sino que pertenece a todas las criaturas. Examina la Introducción al Estudio de las Diez Sefirot, Artículo 21, donde cita a Midrash Rabá, porción «Esta es la Bendición»: «El Creador dijo a Israel: “Sus vidas, toda la sabiduría y toda la Torá es algo fácil. Todo aquél que Me teme y realiza las palabras de la Torá, toda la sabiduría y toda la Torá se encuentran en su corazón”». Hasta aquí sus palabras.
Por lo tanto, también se debe emplear la fe para que tenga la seguridad de que podrá alcanzar la meta, y no desesperar a mitad del trabajo abandonando la misión, sino creer, que el Creador puede incluso ayudar a un hombre tan bajo y vil como él. Significa que el Creador lo acercará a Él y así podrá ser recompensado con la adhesión al Creador.
Sin embargo, para adquirir la fe, se debe anteponer el temor, como se explica en la Introducción al Zóhar: «El temor es un precepto que contiene todos los preceptos de la Torá, puesto que es la puerta hacia la fe en Él. Dependiendo del despertar del temor en Su providencia, en esa medida yace sobre él, la fe en Su providencia». Termina ahí: «El temor es, que tiene miedo de si llegase a dar poca satisfacción a su Creador». Significa que el temor que uno debe sentir con respecto al Creador es tener miedo de que quizás no pueda otorgarle contento al Creador y no que el temor sea para beneficio propio. Se deduce de ello, que la puerta hacia la fe es el temor; de otro modo es imposible alcanzar la fe.
Para adquirir el temor, es decir, tener miedo de que quizás no pueda otorgar contento a Su Hacedor, primero uno debe desear y anhelar otorgar. Luego, uno puede decir que hay lugar para temer, de que no pueda cumplir con el temor. Sin embargo, normalmente la persona tiene miedo que tal vez no pueda cumplir de forma completa su amor propio, y no se preocupa que quizá no pueda otorgar al Creador.
¿De qué materia podría la persona adquirir un nuevo atributo, que es necesitar otorgar y que la recepción para sí mismo queda descartada? ¡Esto va en contra de la naturaleza! Aunque a veces uno recibe un cierto pensamiento y deseo de salir del amor propio, que le llegó porque lo oyó de escritores y de libros, se trata de una fuerza muy pequeña. Este pensamiento no siempre ilumina en él para considerarlo y utilizarlo permanentemente, como para afirmar que esta es la regla para todas las Mitzvot de la Torá.
Sin embargo, hay un consejo: si se reúnen varios individuos que tienen esta pequeña fuerza, que conviene salir del amor propio, pero no tienen toda la fuerza e importancia para el asunto del otorgamiento, y poder ser independientes sin ayuda externa. Y todos estos individuos se anulan cada uno con respecto al otro.
Todos tienen al menos potencialmente, amor por el Creador, aunque de hecho no pueden cumplirlo, entonces, cuando cada uno entra a la sociedad, y al anularse a sí mismo ante la sociedad, se convierten en un solo cuerpo. Por ejemplo, si este cuerpo está compuesto por diez personas, este cuerpo tiene diez veces más fuerza que si fuera un solo individuo.
Sin embargo, es bajo la condición de que cuando se reúnen, cada uno piense que ha llegado ahora con el propósito de anular el amor propio. Significa que no pensará como saciar su deseo de recibir en este momento, sino que pensará tanto como sea posible solamente en el amor al prójimo. Esta es la única forma de adquirir el deseo y la necesidad de obtener ese nuevo atributo llamado «deseo de otorgar». Y a partir del amor por los amigos él puede alcanzar el amor por el Creador, es decir, desear otorgar contento al Creador.
Resulta que solamente a partir de esto obtiene la necesidad y la comprensión de que otorgar es importante y necesario, y esto le llegó a través del amor a los amigos. Entonces sí podemos hablar de temor, o sea, que él teme de quizás no poder otorgar contento al Creador. Y a esto se le llama temor.
Por lo tanto, la base primordial sobre la cual se puede edificar la santidad es la regla de «Amarás a tu prójimo». Mediante esta, se puede adquirir la necesidad de otorgar contento al Creador. Después de esto, puede existir el temor, es decir, teme de tal vez no poder otorgar contento al Creador. Y luego, cuando ha alcanzado la puerta del temor, se puede llegar a la fe, pues la fe es la vasija dentro de la cual se puede alojar la Divinidad, como es sabido y ya ha sido explicado en varios sitios.
Por consiguiente, vemos que existen tres reglas ante nosotros: La primera regla es la de Rabí Akiva: «Amarás a tu prójimo». Antes de esto, no hay nada que le dé al hombre el combustible necesario para poder moverse del estado en el que se encuentra, pues esta es la única forma de salir del amor propio hacia el amor al prójimo y sentir que el amor propio es algo malo.
Luego llegamos a la segunda regla, que es el temor. Sin temor no hay lugar para la fe, como dice Baal HaSulam.
Finalmente, llegamos a la tercera regla, que es la fe. Una vez que han adquirido las tres reglas antes mencionadas, son recompensados con sentir el propósito de la creación, que consiste en beneficiar a Sus creaciones.