Rabí Yehudá HaLevi Ashlag - Baal HaSulam
241. Invóquenlo mientras está cerca
“Invóquenlo mientras está cerca” (Isaías 55:6). Debemos entender lo que significa “mientras está cerca”, ya que “la Tierra entera está llena de Su gloria”. De esta manera, vemos que Él siempre está cerca. Por lo tanto, ¿qué quiere decir “mientras [Él] está cerca”? Significa que hay un tiempo en el que Él no está cerca.
El hecho es que esos estados siempre se evalúan con respecto al hombre que alcanza y siente. Si el hombre no siente Su proximidad, entonces nada surgirá de eso, ya que todo se mide de acuerdo con la sensación del hombre. Uno puede sentir que el mundo está lleno de lo mejor, y otro, en cambio, puede no percibir la bondad del mundo, y por ende no podrá decir que existe un mundo bueno. En lugar de eso, sostendrá lo que siente: que el mundo está lleno de sufrimiento.
Y el profeta advierte sobre esto: “Invóquenlo mientras [Él] está cerca”. El mismo viene y dice: “Sepan que el hecho que estén invocando al Creador, significa que Él está cerca”. Quiere decir que ahora tienen la oportunidad, si prestan atención, sentirán que el Creador está cerca de ustedes, y esta es una señal que indica la proximidad del Creador.
Y la evidencia de esto es que debemos saber que el hombre, por su naturaleza, no se encuentra capacitado para la adhesión con el Creador, ya que esto va contra su propia naturaleza, puesto que, por parte de la creación, el hombre tiene el deseo de solo recibir, mientras que la adhesión es únicamente para otorgar. Pero a medida que el Creador invoca al hombre, esto va formando dentro del hombre una segunda naturaleza, que desea anular su propia naturaleza, para adherirse a Él.
Por lo tanto, el hombre debe saber que el hecho que pronuncia palabras de Torá y de plegaria, es algo que viene solo del Creador. Jamás debe pensar en decir que “es por mi fuerza y la potencia de mi mano”, porque en realidad es completamente opuesto a su fuerza. Esto se asemeja a alguien que está perdido en un denso bosque, sin ver una salida que lo lleve hacia algún lugar habitado, y como resultado de esto se desespera y piensa que nunca retornará a su casa. Pero cuando ve a alguna persona de lejos, o escucha alguna voz humana, el deseo y el anhelo de regresar a su lugar de origen se despiertan inmediatamente en él, y así comienza a gritar y a pedirle a alguien que vaya a salvarlo.
De forma similar, aquél que ha perdido el buen camino y que ha entrado en un sitio malo, y que ya se ha acostumbrado a vivir entre las bestias - por parte del deseo de recibir, jamás se le ocurrirá que debe regresar al asentamiento de la razón de Santidad. No obstante, cuando escucha la voz llamándolo, despierta en arrepentimiento.
Pero esta es la voz del Creador y no su propia voz. Pero si aún no ha completado sus acciones en el camino de la corrección, no podrá sentir ni creer que esta sea la voz del Creador, y así termina pensando que es por su propia fuerza y la potencia de su mano. Acerca de esto el profeta advierte, que el hombre debe sobreponerse a su propia razón y a su pensamiento, y creer con fe completa que es la voz del Creador.
Por eso, cuando el Creador desea sacarlo del denso bosque, le muestra una Luz desde lejos. Y así el hombre junta lo que le queda de fuerzas para andar por la senda que la Luz le señala, para alcanzarla. Pero si no adjudica la Luz al Creador, y no dice que el Creador lo está llamando, entonces pierde la Luz, y nuevamente se encuentra parado en el bosque. Resulta que ahora podría revelar todo su corazón al Creador para que venga y lo salve del lugar de maldad, es decir, del deseo de recibir, y lo lleve de regreso al lugar de asentamiento de la razón, llamado el lugar de los hijos de Adam (hombre), como en “Adamé la Elión” (“me asemejaré al Superior”), es decir, el deseo de otorgar, que se refiere a la adhesión. Pero no aprovecha la oportunidad y se queda como estaba antes.