Rabí Yehudá Leib HaLevi Ashlag (Baal HaSulam)
Introducción al libro el fruto del sabio sobre la Torá (Tres socios)
Los manuscritos de los libros que tenemos ante nosotros fueron anteriores al RABASH, él los revisó tal como había revisado los libros anteriores. Un día, cuando le llevé una parte de un manuscrito para que lo corrigiera, me dio el artículo, Tres socios, y me dijo que tenía la intención de escribir la introducción basándose en este artículo, ya que refleja el libro que tenemos ante nosotros.
Lamentablemente, no tuvimos el privilegio de que editara la introducción, en un día amargo y triste, la noche del viernes cinco del mes Tishrei, 5752 (13 de septiembre de 1991), subió tormentosamente al cielo. Que su alma esté conectada a la vida.
Y les traigo el artículo completo tal y como me lo entregó.
«Nuestros sabios dijeron: hay tres socios en el hombre, el Creador, su padre y su madre, su padre siembra la blancura. Su madre siembra el rojo etc. y el Creador le da el espíritu y el alma» etc. (Nida 31).
«Hombre» significa las almas dentro de él, como dijeron nuestros sabios (Yevamot 61): «Ustedes se llaman Hombre» Y esta es el alma israelí, porque en esto se distingue y se separa de las naciones del mundo.
El hombre se compone de dos cosas: materia y forma. Nos referimos a la creación como materia y al Creador como la forma. De ello resulta que necesariamente tenemos tres socios. El Creador, que da el alma y la luz que le da vida al Kli (vasija), denominada inspiración de la Shejiná (Divinidad), ya que Él instala Su Shejiná en el Kli y el Kli se extiende del padre y de la madre, su padre le da la blancura y su madre el rojo.
Así como el hombre se compone de dos cosas, también el Kli consta de dos cosas: 1) el deseo de recibir, 2) la fuerza que detiene. Porque la completitud del Kli no puede provenir de una sola sustancia, el deseo de recibir, sino que también debe comprender las correcciones del Kli, llamada la fuerza que detiene, que le impide que su deseo reciba.
Por lo tanto, recibe el deseo de recibir de la madre, el entorno, y del padre, su maestro, recibe las correcciones del Kli. Y la Luz, la forma que se viste dentro del Kli, se llama el Creador.
Padre se refiere al maestro, como dijeron nuestros sabios (Sanhedrín 19): «Todo el que le enseñe Torá al hijo de su amigo... es como si fuera su hijo». Madre se refiere a los amigos, porque adquiere de su amigo el rubor, es decir, Guevurot. Por mucho que el maestro se dedique a él y le dé blancura, de la blancura que lo blanquea y el enrojecimiento que había adquirido de sus amigos, en cuanto sale de la casa del maestro y entra al entorno, inmediatamente pierde todos los deseos, pasiones y tendencias que adquirió con el sudor de su frente, con ayuda de su maestro.
Sin embargo, la pérdida no es tan grande ya que al fin, asciende cada vez más alto hasta llegar a la cima, pues gracias a la honda que lo lanza una y otra vez de su maestro al entorno y del entorno a su maestro, se va formando el Kli y se torna apto para albergar a la Shejiná, donde el Creador es la línea media que decide y hace la paz entre ellos, como en: «Porque hablará con palabras de paz a su pueblo» (Salmos 85:9). Que por medio de estos tres, nace el hombre y si le falta uno de estos, no podrá nacer, porque el Creador no puede dar ese mal, que él adquiere de la sociedad.
Si encontramos que esto es difícil, y dado que el Creador es todopoderoso, entonces ¿por qué no puede impartir el grosor y el mal? Se sabe que todo lo que vemos, entendemos y sentimos no significa que la realidad sea como la vemos, pues todas las formas que atribuimos a la realidad no la conmueven como para dejarse impresionar por ellas.
Porque la regla es que el inferior no puede actuar sobre el superior, solo lo opuesto, el superior puede actuar sobre el inferior. Pero el Creador imprimió en nosotros ese poder, para que sintiéramos de alguna forma la realidad y dijéramos al respecto que solo esta es la realidad, que no hay por encima de ella un estado más elevado, sino que lo que sentimos, vemos y entendemos es la verdad.
Sin embargo, debemos saber que todo esto es ni más ni menos que la veracidad de un peldaño completo. Que el peldaño en el que nos encontramos ahora, nos obliga a sentir así, para que por medio de ello logremos el verdadero propósito. Se sabe que existen muchos peldaños para alcanzar la plenitud, por eso hay muchos sentimientos, y cada sentimiento es verdadero, porque de lo contrario, si no alcanzamos así y sentimos así, no llegaremos a lo que debemos alcanzar.
Pero finalmente, no podemos obligar a la realidad a que sea de la misma forma en que se nos revela, porque nos muestra según lo que nos obliga la meta, según nuestra pequeñez. Es como un padre que ve a su hijo subiendo una escalera destartalada y le muestra un rostro cruel para asustarlo, para que no suba, su intención es salvarlo de la muerte. ¿Acaso podemos afirmar que el padre es realmente cruel y decir que la verdadera realidad es que, efectivamente, el hijo tiene un padre cruel y de corazón malvado porque no le da a su hijo lo que pide? Más bien, cada vez que esto depende de las correcciones, las correcciones son las que dan las formas y no es la realidad la que determina las formas, ya que no podemos alcanzar la realidad.
Con respecto a lo que preguntamos anteriormente, si el Creador es todopoderoso, ¿por qué no otorga el grosor y el mal? La respuesta es que cuando una persona consigue solo grosor y maldad, no cree que el Creador sea el hacedor de todo eso. Porque antes de ser recompensados con la Providencia privada, la razón del hombre no puede comprender que Él hace y hará todas las acciones, incluso las malas acciones que se manifiestan en nuestro mundo.
Por esta razón, está obligado a adquirir mediante el entorno, la sociedad, pero para que no permanezca dentro del entorno, debe tener un maestro que siempre lo atraiga hacia él y no le dé tiempo para hundirse en el fango, a esto se le llama la blancura de él, y solo de esta manera se forma el Kli que sea digno para la morada de la Luz del Creador y Su Torá.
También podemos decir que no se puede atribuir el mal al Creador, ya que él es el bien absoluto, por lo tanto, mientras la persona sienta malas situaciones, está obligado a decir que vienen de otra parte, del entorno. Pero en verdad, cuando el hombre es recompensado con ver solo el bien y que no hay ningún mal en el mundo, y todo se vuelve bueno, entonces se le muestra la verdad, que el Creador hizo todo, porque Él es todopoderoso, y solo Él hizo, hace y hará todas las acciones.