Rabí Yehudá HaLevi Ashlag - Baal HaSulam
64. De Lo Lishmá se llega a Lishmá
Lo escuché en Vaiejí, el 14 de Tevet, 27 de diciembre de 1947, en la comida de Shajarit
De Lo Lishmá (no en nombre de la Torá) se llega a Lishmá (en nombre de la Torá). Se puede decir, si prestamos mucha atención, que el período de Lo Lishmá es el más importante, ya que es más fácil unificar el acto al Creador. Esto es porque en Lishmá él dice que realizó esta buena acción porque es un trabajador del Creador por completo, y todas sus acciones son en nombre del Cielo. Resulta que él es el dueño del acto.
No obstante, cuando trabaja en Lo Lishmá, no está realizando la buena acción en nombre del Creador. Resulta que no puede dirigirse a Él reclamando que merece una recompensa. Por ende, el Creador no le debe nada. Entonces, ¿para qué hizo esa buena acción? Solo porque el Creador le brindó una oportunidad para que este SaM lo obligue a realizarla.
Por ejemplo, si llegan invitados a su casa, y siente vergüenza de que lo encuentren ocioso, entonces toma un libro y estudia la Torá. Así que, ¿para quién está estudiando la Torá? No lo hace por la Mitzvá del Creador, es decir, para caer en gracia a los ojos del Creador, sino por las visitas que han entrado a su propiedad, para obtener la gracia ante los ojos del hombre. Por lo tanto, ¿cómo puede pedir una recompensa de Él por esta Torá, de la que se ha ocupado para estos invitados? De esto se desprende que, el Creador no ha contraído deuda alguna con él. En lugar de eso, puede tratar de cargarle la cuenta a los invitados, para que estos le paguen recompensa, es decir, que lo respeten por estudiar Torá. Pero no puede obligar al Creador de ningún modo.
Cuando hace una introspección y dice que finalmente se dedica a la Torá dejando de lado la causa, es decir, los invitados, y dice que ahora está trabajando solamente para el Creador, entonces debe decir de inmediato que todo está dirigido desde Arriba. Esto significa que el Creador deseaba recompensarlo y que se dedique a la Torá, y darle un motivo verdadero, y él no es digno de recibir la verdad. Por lo tanto, el Creador le dio un motivo falso, que a través de esta mentira se dedique a la Torá.
Resulta que el Creador es quién actúa y no el individuo. Por lo tanto, con más razón debe alabar al Creador, porque incluso en el estado de bajeza en el que se encuentra el Creador no lo abandona y le da fuerza, es decir, combustible, para que quiera dedicarse a los asuntos de la Torá.
Pueden ver que si él presta atención a esta acción, observa que el Creador es el operador en forma de “Solo Él hace y hará todos los actos”. Pero el hombre no agrega ninguna acción a la buena obra. Aunque el hombre realice esa Mitzvá, no la hace por la Mitzvá en sí, sino por otra causa (el hombre), y esta causa proviene de la separación.
Lo cierto es que el Creador es la causa, y Él es la razón que lo obliga. Pero, para él, el Creador está vestido en otra vestidura: no en una vestidura de Mitzvá, sino en otro temor o en otro amor. Entonces, vemos que durante Lo Lishmá es más fácil atribuir las buenas obras al Creador y decir que Él es el ejecutor de las buenas acciones y no el individuo. Esto es sencillo, porque el hombre no desea hacerlo por una Mitzvá, sino por otra causa.
Sin embargo, en Lishmá que sabe dentro de sí que está trabajando por la Mitzvá. Esto quiere decir que él mismo fue la causa, es decir, por causa de una Mitzvá, y no porque el Creador haya dado en su corazón la idea y el deseo de realizar la Mitzvá: sino que él mismo lo ha elegido.
La verdad es que todo fue llevado a cabo por el Creador, pero la persona no puede alcanzar la Providencia personal antes de alcanzar el discernimiento de recompensa y castigo.