Rabí Yehudá HaLevi Ashlag - Baal HaSulam
34. La ventaja de la tierra está en todo
Lo escuché en Tevet, 1942
Es sabido que nada se revela bajo su forma verdadera, sino solo a través de una cosa y su opuesta, “como la ventaja de la Luz desde dentro de la oscuridad”. Esto implica que cada cosa indica a su par, y precisamente a través de una cosa y su opuesta, puede llegar a percibirse la existencia del concepto contrario.
Por lo tanto, es imposible alcanzar algo con plena claridad si tiene su elemento en paralelo. Por ejemplo: es imposible valorar y decir que algo es bueno si no tenemos su contrario señalando lo malo. Ocurre lo mismo con las nociones de amargo y dulce, odio y amor, hambre y saciedad, sed y saciedad, separación y adhesión. De acuerdo con esto, resulta que es imposible llegar a amar la adhesión sin haber adquirido antes el odio por la separación.
El consejo para ser recompensado con el grado del odio a la separación, uno primero debe saber lo que esta significa, es decir, de qué está separado. Entonces podrá decir que desea corregir esa separación. En otras palabras, el hombre debe analizar de qué y de quién se encuentra separado. Y después podrá tratar de enmendarlo y conectarse con aquel de quien está separado. Por ejemplo, si entiende que se beneficiará de la unión con Él, entonces podrá estimar y saber qué es lo que pierde si permanece separado.
El asunto de la ganancia y la pérdida se miden de acuerdo al placer y al sufrimiento. El hombre se aleja de aquello que le causa sufrimiento y lo detesta. La medida de la distancia depende de la medida de la sensación de sufrimientos, ya que escapar del sufrimiento es una condición de la naturaleza humana. De este modo, uno depende del otro; es decir, según la magnitud de los sufrimientos, en ese grado el hombre se esforzará y hará todo tipo de acciones para alejarse de ello. En otras palabras, los sufrimientos provocan odio por lo que produce el sufrimiento, y en ese mismo grado se aleja de ello.
Por ende, el hombre debe saber qué es la equivalencia de forma y así poder saber qué es lo que debe hacer para llegar a la adhesión, denominada “equivalencia de forma”. De ese modo llegará a saber qué significan la disparidad de forma y la separación.
Es sabido, de los libros y de los escritores, que el Creador es bueno y benevolente. Esto quiere decir que Su Providencia se manifiesta a los inferiores en forma buena y benevolente. Y esto es lo que debemos creer.
Por lo tanto, cuando el hombre observa los modos de conducción del mundo, comienza a examinarse a sí mismo y a los demás, y ve cómo sufren bajo la Providencia en lugar de deleitarse, como correspondería a Su nombre: Bueno y benevolente. Entonces, le resulta difícil decir que la Providencia Superior se conduce de forma buena y benevolente y que les imparte abundancia.
No obstante, debemos saber que en ese estado, cuando no pueden decir que el Creador otorga solo el bien, ellos son llamados malvados, porque al sentir sufrimientos los lleva a condenar a su Hacedor. Solamente cuando ven que el Creador les otorga placeres, justifican al Creador. Así lo afirmaron nuestros sabios al decir: “¿Quién es Tzadik (justo)? Aquel que justifica a su Hacedor”, esto es, aquel que dice que el Creador gobierna el mundo de forma justa.
De este modo resulta que, cuando el hombre siente sufrimientos, se aleja del Creador; porque naturalmente comienza a detestar a quien le otorga sufrimientos. En consecuencia, el hombre, en lugar de amar al Creador, ahora sucede lo contrario, pues ha llegado a odiar al Creador.
Entonces, ¿qué debe hacer el hombre para llegar a amar al Creador? Para esto nos fue concedida la virtud de ocuparnos de la Torá y las Mitzvot, pues “la Luz en ella, lo reforma”. Allí hay Luz que permite al hombre sentir la severidad del estado de separación y, poco a poco, a medida que se va dirigiendo a conseguir la Luz de la Torá, va naciendo dentro de él un odio por el estado de separación, comienza a sentir la causa que hace que él y su alma estén separados y alejados del Creador.
Es decir, el hombre debe creer que Su Providencia es buena y benevolente; pero dado que el hombre está inmerso en el amor propio, esto le provoca la disparidad de forma, porque existe una corrección conocida como “con el fin de otorgar”, llamada equivalencia de forma. Que solamente de este modo podemos recibir deleite y placer. La incapacidad de recibir este deleite y placer que el Creador desea otorgar, eso provoca odio por la situación de separación; y así uno logra discernir el gran beneficio que hay en la equivalencia de forma, comienza a anhelar la adhesión.
En consecuencia, cada forma apunta a la otra forma. Así, todos los descensos a través de los cuales uno siente la separación, es una oportunidad para discernir entre algo y su opuesto. En otras palabras, de los descensos el hombre debe comprender cuales son los beneficios de los ascensos. De lo contrario, no podría apreciar la importancia del hecho que desde Arriba lo quieran acercar y que le den ascensos. No podría obtener la noción de importancia que podría extraer de ello.
Como cuando le dan de comer a un hombre que nunca sintió hambre. Resulta que los descensos, que son momentos de separación, le provocan la importancia de la adhesión durante los ascensos; mientras que los ascensos le provocan odio a los descensos causados por los estados de separación. Dicho de otro modo, no puede determinar cuán malos son los descensos. Es decir, el hombre calumnia a la Providencia, y ni siquiera percibe a quien está calumniando y tiene que saber que deberá arrepentirse de tal pecado. Esto se denomina “calumniar al Creador”.
Así, podemos comprender que, precisamente cuando tiene ambas formas, puede discernir la distancia entre una y la otra “como la ventaja de la Luz desde dentro de la oscuridad”. Solamente entonces puede apreciar y considerar lo referente a la adhesión, a través de la cual se logran el deleite y el placer del Pensamiento de la Creación, que es “Su deseo de beneficiar a Sus creaciones”. Todo lo que aparece ante nuestros ojos no es sino aquello que el Creador desea que alcancemos en la forma como lo hacemos, ya que estos son los caminos por medio de los cuales podemos alcanzar la completitud de la meta. No obstante, no es tan sencillo ser recompensado con la adhesión al Creador. Se requiere un gran esfuerzo y trabajo para alcanzar y sentir el placer y el deleite. Antes de eso el hombre debe justificar a la Providencia, y creer por encima de la razón que el Creador se comporta de forma buena y benevolente con las criaturas, y decir “tienen ojos, pero no verán”.
Nuestros sabios han dicho: “Habacuc vino y los atribuyó a un solo punto”, como está escrito: “El justo vivirá por su fe”. Esto significa que uno no necesita ocuparse de los detalles, sino que debe concentrar todo su trabajo en un solo punto, una regla general, que es la fe en el Creador y sobre esto debe orar, es decir, que el Creador le ayude a ser capaz de avanzar en la forma de fe por encima de la razón. Hay una gran virtud en la fe, que, a través de la fe, el hombre llega a odiar la separación. Esto se considera que, de forma indirecta, la fe lo lleva a detestar la separación.
Podemos ver que existe una gran diferencia entre estos tres conceptos: fe, evidencia y conocimiento. Respecto de algo que puede ser visto y conocido, si la mente determina que eso es bueno y toma esa decisión una vez, dicha decisión basta. En otras palabras, la ejecuta de la forma en que él había decidido, ya que la mente lo acompaña en cada acción para no transgredir lo que la mente ha determinado; y le permite entender al cien por ciento lo que decidió en la medida en la que la razón lo llevó a tal decisión.
Sin embargo, la fe es una cuestión de un acuerdo potencial. En otras palabras, uno se sobrepone a la mente y dice que ciertamente vale la pena trabajar de la manera en que la fe lo obliga a trabajar: por encima de la razón. Por lo tanto, la fe por encima de la razón es útil solo durante la acción, cuando uno cree, ya que solamente entonces está dispuesto a esforzarse en el trabajo por encima de la razón. Sin embargo, cuando deja de lado la fe, aunque sea por un breve momento, cuando la fe se debilita en él por un instante, de inmediato cesa la Torá y el trabajo y no le ayuda el hecho de que recientemente haya asumido el yugo de la fe por encima de la razón.
No obstante, cuando percibe dentro de su mente que esto es perjudicial para él, y que pone en riesgo su vida, ya no necesita más argumentos ni razonamientos sobre por qué esto es algo peligroso. Por el contrario, puesto que una vez ya estaba concientizado en un cien por ciento de que debía practicar estas cosas que la mente le dice cual es buena y cual es mala ahora, se rige según esa decisión.
Podemos ver la diferencia que existe entre lo que la mente obliga y lo que solo la fe lo obliga, y cuál es la razón de que cuando algo está basado en la fe, se debe recordar cada vez la forma de la fe o, de lo contrario, caería de su grado, y recibe un estado que es acorde a un malvado. Estos estados pueden sucederse en un solo día. Uno puede caer de su propio grado varias veces en un mismo día, porque es imposible que la fe por encima de la razón no cese al menos por un momento durante el día.
Debemos saber que la razón del olvido de la fe se origina en el hecho de que la fe está por encima de la razón y de la mente, y se opone a todos los deseos del cuerpo. Esto se debe a que los deseos del cuerpo están, por naturaleza, impresos en nosotros y reciben el nombre de “deseo de recibir”, ya sea en la mente o en el corazón. Por ende, el cuerpo siempre lo lleva hacia su propia naturaleza. Solo cuando está adherido a la fe, tiene la fuerza para sobreponerse a los deseos corporales y elevarse por encima de la razón, es decir, contra el razonamiento del cuerpo.
Por lo tanto, antes de que el hombre sea recompensado con los Kelim (vasijas) de otorgamiento, llamados adhesión, la fe no puede hallarse en él de forma permanente. Cuando la fe no ilumina dentro de él, ve que se encuentra en el estado más bajo posible; y todo esto le viene por la disparidad de forma, que es el deseo de recibir para sí mismo. Esta separación le provoca todos los sufrimientos, y le destruye todas sus estructuras y todos los esfuerzos que había invertido en el trabajo.
El ve que, en el momento en que pierde la fe, se encuentra en un estado peor que cuando comenzó en la senda del trabajo de otorgamiento. Por medio de esto, uno llega a odiar la separación, porque inmediatamente empieza a sentir los sufrimientos en sí mismo de forma particular y también en el mundo entero. Se le vuelve difícil justificar Su Providencia con respecto a las criaturas y considerarla buena benevolente; y entonces siente que el mundo entero se ha oscurecido para él, y que no tiene nada de donde obtener alegría.
Por eso, cada vez que empieza a corregir el defecto de calumniar a la Providencia, obtiene odio por la separación. Y a través del odio que siente en la separación, llega al amor por la adhesión. Dicho de otro modo, en la misma medida que siente sufrimientos durante la separación, en ese grado se aproxima a la adhesión con el Creador. Y así también, en la misma medida en que percibe que la oscuridad es algo malo, llega a sentir que la adhesión es algo bueno. Entonces sabe cómo apreciar cuando recibe un poco de adhesión por unos momentos, porque ya sabe cómo darle importancia.
De esto podemos comprender que todos los sufrimientos que existen en el mundo son solo una preparación para los verdaderos sufrimientos. Estos son los sufrimientos que uno debe alcanzar, o no podrá obtener nada espiritual, ya que no puede haber Luz sin Kli. Estos sufrimientos, los verdaderos sufrimientos, señalan a que condena a la Providencia y la calumnia. Por esto reza, para no calumniar a la Providencia; y estos son los sufrimientos que el Creador acepta. Esto se llama que el Creador escucha la plegaria de cada boca.
La razón por la que el Creador escucha esos sufrimientos es que, en ese momento, el hombre no solicita ayuda para sus propios Kelim de recepción, pues podemos afirmar que, si el Creador le garantizara todo lo que él pida, esto podría provocarle mayor alejamiento de Él por la disparidad de forma que recibiría en consecuencia.
Sin embargo, sucede realmente lo contrario: él pide fe, pide que el Creador le dé fuerza para sobreponerse, para poder ser recompensado con la equivalencia de forma, porque ve que, si al no tener fe de forma permanente, es decir, cuando la fe no lo ilumina, cae en pensamientos acerca de la providencia, y llega a un estado llamado malvado, en los que calumnia a su Creador.
Resulta que todo el sufrimiento que padece es por calumniar la Providencia Superior. Lo que le duele es que allí donde debería haber alabado al Creador diciendo “Bendito sea Él nuestro Dios, que nos ha creado en Su Gloria”, es decir, que las criaturas respetan al Creador, y él ve que el comportamiento del mundo no es en Su honor, ya que todos se quejan y reclaman que primero debe manifestarse abiertamente la Providencia para mostrar que el Creador gobierna el mundo de forma buena y benevolente. Y como no se revela, dicen que esta Providencia no es en Su honor, y esto le duele.
Así, a través de los sufrimientos que siente, se ve obligado a calumniar. Por eso, al pedirle al Creador que le dé la fuerza de la fe y ser recompensado con con el estado de bueno y benevolente, no es porque quiera recibir placer para deleitarse él mismo, sino para no calumniar ya que esto le causa dolor.
Es decir, por su parte, quiere creer por encima de la razón que el Creador gobierna el mundo de forma buena y benevolente; y quiere que su fe sea suficiente, con una sensación absoluta, como si fuera dentro de la razón.
Por lo tanto, cuando practica la Torá y las Mitzvot, desea atraer la Luz del Creador, pero no la requiere para su propio placer, sino porque ya no puede soportar el no poder justificar Su Providencia, que es buena y benevolente. Esto le provoca sufrimientos, siendo que profana el nombre del Creador, cuyo nombre es “Bueno y benevolente”, mientras que su cuerpo sostiene otra cosa. Esto es todo su sufrimiento ya que, al encontrarse en un estado de separación, no puede justificar Su Providencia. Esto se considera que odia el estado de separación.
Y cuando tiene estos sufrimientos, el Creador oye su plegaria, y lo acerca a Él, y es recompensado con la adhesión. Esto se debe a que los sufrimientos que siente por la separación, hacen que sea recompensado con la adhesión; y entonces se dice: “como la ventaja de la Luz desde dentro de la oscuridad”.
Este es el sentido de “La ventaja de la Tierra está en todo”. “Tierra” es la creación; “está en todo” se refiere a que, a través de la ventaja, o sea, cuando vemos la diferencia entre el estado de separación y el de adhesión, se nos concede adhesión con el “todo”, puesto que el Creador se llama “la raíz de todo”.