Rabí Yehudá HaLevi Ashlag - Baal HaSulam
6. ¿Qué es apoyo en la Torá, en el trabajo?
Lo escuché en 1944
Cuando el hombre estudia Torá y desea llegar a que todos sus actos sean con el fin de otorgar, debe tratar de tener siempre apoyo en la Torá. El apoyo es considerado como el sustento, que es amor, temor, júbilo, frescura, etc. Y todo esto lo debe extraer de la Torá. En otras palabras, la Torá debe proporcionarle estos resultados.
Sin embargo, cuando el hombre estudia Torá y no obtiene estos resultados, esto no se lo considera bajo el marco de la Torá. La razón es que la Torá se refiere a la Luz vestida en la Torá, como dijeron nuestros sabios: “He creado la inclinación al mal, he creado la Torá como condimento”. Esto se refiere a la Luz que está en la Torá, pues la Luz en ella lo corrige.
Además debemos saber que la Torá se divide en dos aspectos:
1) el aspecto de Torá;
2) el aspecto de Mitzvá.
De hecho, es imposible comprender estos dos aspectos antes de que el hombre sea recompensado con caminar por la senda del Creador conforme a “El secreto del Señor para aquellos que le temen”. Esto se debe a que cuando el hombre se encuentra en estado de preparación para entrar al palacio del Creador, es imposible comprender las sendas de la verdad. No obstante, es posible dar un ejemplo, ya que incluso el hombre que se encuentra en el período de preparación puede entender en cierta medida, como dicen nuestros sabios (Talmud, Sotá 21): “Rabí Yosef dijo: ‘Una Mitzvá cuando es practicada protege y salva... La Torá protege y salva tanto cuando es practicada como cuando no es practicada’”.
El hecho es que “cuando es practicada” se refiere cuando tiene cierta Luz. Esta Luz que obtuvo solo puede usarse cuando se encuentra en uno, pues en ese momento uno se alegra por la Luz que le ilumina. Esto se denomina aspecto de Mitzvá, es decir, que aún no ha alcanzado el aspecto de Torá, sino que solamente de la Luz extrae vitalidad de Kedushá (Santidad). No ocurre lo mismo con la Torá: cuando uno alcanza algún camino para su trabajo, puede usar ese camino que ha logrado incluso cuando no la esté practicando. Es decir, aun cuando no tenga la Luz. Esto se debe a que solo la iluminación se ha retirado de él, pero puede utilizar ese camino que ha alcanzado en el trabajo aun cuando la iluminación lo haya abandonado.
Sin embargo, se debe saber que el aspecto de Mitzvá, cuando es practicada, es mayor que la Torá cuando no está siendo practicada. “Cuando es practicada” quiere decir que en ese momento uno está recibiendo la Luz; a esto se refiere con “es practicada”; cuando uno recibe la Luz en ella. Por lo tanto, cuando uno ya tiene la Luz, una Mitzvá es más importante que la Torá cuando uno no tiene Luz, esto es, cuando no hay vitalidad de la Torá.
Por un lado, la Torá es importante porque uno puede usar el medio que ha alcanzado a través de la Torá. Pero esto es por el hecho de que ella carece de vitalidad, llamada “Luz”, mientras que en la Mitzvá uno recibe la vitalidad que llamamos “Luz”, y en este sentido, la Mitzvá es más importante.
Así, cuando uno carece de vitalidad, es considerado “malvado”. Porque en ese momento uno es incapaz de decir que el Creador dirige el mundo como “Bueno y benevolente”. Esto implica que él recibe el nombre de “malvado”, pues condena a su Creador, pues ahora siente que no tiene ninguna vitalidad y que no tiene nada por lo qué alegrarse y poder decir que da gracias al Creador por otorgarle placer y deleite.
Uno no puede decir que cree que el Creador dirige Su Providencia hacia los demás de manera buena y benevolente, puesto que entendemos que la senda de la Torá es una sensación en los órganos. Si el hombre no siente placer y deleite, ¿de qué le sirve que otros experimenten beneficio y placer? Si uno realmente creyera que la Providencia se revela como buena y benevolente hacia su amigo, esta creencia debería proporcionar placer y deleite por creer que el Creador dirige al mundo con Providencia de placer y deleite. Si esto no le proporciona vitalidad y alegría, ¿cuál es el beneficio de decir que el Creador vela por su amigo de forma buena y benevolente?
Lo más importante es lo que el hombre siente en su propio cuerpo, ya sea bueno o malo. Uno disfruta del placer de su amigo solo si disfruta del beneficio de su amigo. En otras palabras, aprendemos que, con la sensación del cuerpo, las razones no importan. Lo único que importa es si uno se siente bien.
En ese estado el hombre dice que el Creador es “Bueno y benevolente”. Si uno se siente mal, no puede decir que el Creador se comporta con él de manera buena y benevolente. Así, precisamente si uno disfruta con la felicidad de su amigo, y si esto le proporciona una buen estado de ánimo, y siente alegría por el bienestar de su amigo, entonces puede decir que el Creador es un buen dirigente. Si uno no tiene alegría, se siente mal. Entonces, ¿cómo puede decir que el Creador es bueno y benevolente? Por eso, el estado en el que el hombre se encuentra, que no posee vitalidad ni regocijo es considerado un estado en el que no se siente amor por el Creador ni tiene la capacidad de justificarlo y ser feliz, como correspondería a quien tiene el privilegio de servir a un rey importante y grandioso.
En general, es preciso saber que la Luz Superior se encuentra en un estado de absoluto reposo. Y toda expansión de los nombres sagrados es llevada a cabo por los inferiores. En otras palabras, todos los nombres que posee la Luz Superior provienen del alcance de los inferiores. Esto significa que la Luz Superior es nombrada de acuerdo con la forma en que uno la alcanza, es decir, de acuerdo con su sensación.
Si uno no siente que el Creador le otorga algo, ¿qué nombre puede darle al Creador si no recibe nada de Él? En cambio, si uno cree en el Creador, cada uno de los estados que siente, dice que proviene del Creador. En ese estado, uno nombra al Creador de acuerdo con sus propias sensaciones. Si uno se siente feliz en el estado en que se encuentra, dice que el Creador es llamado “Bueno y benevolente”, ya que esto es lo que siente, que recibe el bien de Él. En ese estado uno recibe el nombre de Tzadik (hombre justo), puesto que él Matzdik (justifica) a su Creador. Si uno se siente mal en el estado en que se encuentra, no puede decir que el Creador le envía el bien. Por lo tanto, en ese estado, se denomina Rashá (malvado), porque él Marshía (condena) a su Creador. Sin embargo, no existe un estado intermedio en el que el hombre diga que se siente tanto bien como mal, o bien es feliz o bien es desgraciado.
Nuestros sabios escribieron (Talmud, Berajot 61): “El mundo fue creado..., o para aquellos totalmente malvados o para aquellos totalmente justos”. La razón de esto es que no hay una realidad tal en la que el hombre se sienta bien y mal a la vez. Cuando nuestros sabios dicen que hay intermedios, se refieren a que con respecto a los criaturas, que poseen el aspecto del tiempo, se puede concebir un punto intermedio, entre dos tiempos, uno tras el otro; y así lo estudiamos, que existe una cuestión de ascensos y descensos. Estos son dos momentos: en uno es malvado y en otro es justo. Pero no existe un estado en el que uno pueda sentirse bien y mal de manera simultánea, en un mismo momento.
Esto significa que, cuando afirmaron que la Torá es más importante que una Mitzvá, se refieren precisamente al momento en que esta no es puesta en práctica, es decir, cuando uno no tiene vitalidad. Entonces la Torá es más importante que una Mitzvá que no tiene vitalidad. La causa de esto es que uno no puede obtener nada de una Mitzvá que no tiene vitalidad. Pero con la Torá uno aún conserva un camino del trabajo, de lo que había recibido mientras practicaba la Torá. Aunque la vitalidad se haya ido, ese camino que recibió permanece en él, y la puede utilizar. Existe un tiempo en que una Mitzvá es más importante que la Torá, esto es, cuando hay vitalidad en la Mitzvá, y no tiene vitalidad en la Torá.
De esta forma, cuando no la práctica, o cuando uno no obtiene vitalidad ni regocijo en el trabajo, no hay otro consejo más que rezar. No obstante, durante la plegaria uno debe saber que es malvado por no percibir el deleite y el placer en el mundo, aunque haga cálculos para creer que el Creador solamente otorga el bien.
A pesar de ello, no todos los pensamientos que uno tiene son verdaderos en el camino del trabajo. En el trabajo, si el pensamiento lleva a la acción, es decir, a una sensación en los órganos, de forma tal que estos sientan que el Creador es bueno y benefactor, los órganos deberían recibir vitalidad y regocijo de esto. Si uno no posee vitalidad, ¿de qué sirven todos los cálculos si ahora los órganos no aman al Creador debido a que Él les imparte de toda Su abundancia?
Así, uno debe saber que si no obtiene vitalidad ni regocijo del trabajo es una señal de que es malvado, pues es infeliz. Todos los cálculos que realice serán falsos si no conducen a una acción, es decir, a la sensación en los órganos de que el hombre ama al Creador porque Él otorga deleite y placer a las criaturas.