Rabí Yehudá Leib HaLevi Ashlag (Baal HaSulam)
La enseñanza de la Cabalá y su esencia
¿Qué es la Sabiduría de la Cabalá? En general, la sabiduría de la Cabalá se refiere a la revelación divina, ordenada en sus formas en todos sus aspectos, de lo que se revela en los mundos y de lo que está destinado a ser revelado, y de todas las formas que solo a veces pueden ser reveladas en los mundos, hasta el fin de todas las generaciones.
El propósito de la creación
Dado que no hay acto que no tenga algún propósito, por lo tanto, ciertamente el Creador tenía un propósito en la creación que tenemos ante nosotros. Debido a que, lo más importante en toda esta realidad tan diversa, es la sensación que tienen los seres vivos, que cada uno de ellos siente su propia existencia. Y la sensación más importante es la sensación mental, la cual solo el hombre posee, por la cual también siente todo lo que hay en su prójimo, sus dolores y sus consuelos. Por lo tanto, es seguro que, si el Creador tiene un propósito en esta creación, el sujeto de este propósito es el hombre. Sobre esto se dice: «Todas las obras del Señor son para él».
Pero aún debemos entender: ¿Qué necesidad tuvo el Creador de crear todo este bagaje? Fue para elevarlo a un nivel más honorable e importante, para que sienta a Su Creador, como el sentimiento humano, que ya posee. Y así como uno conoce y siente los deseos de su amigo, así aprenderá los caminos del Creador, como está escrito acerca de Moshé (Moisés) nuestro maestro: «Y el Señor habló con Moshé cara a cara, como un hombre habla con su amigo». Y cualquier persona puede ser como Moshé, el leal pastor. Sin duda alguna, cualquiera que vea el desarrollo de la creación que se presenta ante nosotros, verá y comprenderá el gran placer del Operador, cuya acción se va desarrollando hasta adquirir esa maravillosa sensación de poder conversar y tratar con Su Creador, como cuando un hombre habla con su amigo.
De arriba hacia abajo
Se sabe que el final del acto se encuentra en el pensamiento inicial, porque la persona antes de que comience a pensar en cómo construir una casa, comienza a pensar en la morada de la casa, que es el propósito. Posteriormente, revisa el plano de construcción, para que sea adecuado a este propósito. Así ocurre con nuestro tema, una vez que aclaramos el propósito, junto con esto nos queda claro todo el orden de la creación, en todos sus rincones, entradas y salidas, están completamente establecidas y organizadas de antemano, solo de acuerdo con este propósito: que la especie humana se desarrolle desde su interior, para mejorar sus virtudes, hasta que esté capacitada para sentir a la Divinidad como uno siente a su amigo.
Estas virtudes son como los peldaños de una escalera, establecidos y ordenados grado tras grado, hasta que se completa y logra su propósito. Y debes saber que la calidad y la cantidad de estos peldaños se ordenan en dos realidades: 1) la existencia de sustancias materiales, 2) la existencia de conceptos espirituales. A esto se lo denomina en el lenguaje de la Cabalá, «de arriba hacia abajo» y «de abajo hacia arriba». Es decir, que la realidad de las sustancias materiales son una secuencia de la revelación de Su Luz de arriba hacia abajo, desde la primera fuente, cuando una cualidad y una cantidad de Luz fue tallada de Su esencia y pasó por restricciones, restricción tras restricción hasta formar el mundo material a partir de ella, con criaturas materiales en su parte más baja.
De abajo hacia arriba
Luego comienza el orden de abajo hacia arriba. Que son todos los peldaños de la escalera sobre la cual la especie humana se desarrolla, escala y asciende hasta alcanzar el propósito de la creación, como se explicó anteriormente. Y estas dos realidades se explican en todas sus circunstancias y detalles en la Sabiduría de la Cabalá.
El asunto de la obligatoriedad de estudiar Cabalá
Quien duda podría decir, por lo tanto, toda esta sabiduría es para aquellos que ya han sido recompensados con algún aspecto de la revelación divina, pero ¿qué obligatoriedad y necesidad puede tener la mayoría del pueblo, de conocer esta sublime sabiduría?
Si bien, existe una opinión general aceptada por las masas, que el propósito principal de la religión y la Torá, es solo la cuestión de la purificación del acto, que todo lo que se desea depende de la observancia de las Mitzvot (preceptos) prácticas, sin ninguna adición que las acompañe, ni nada que resulte de ello. De haber sido así, tendrían razón los que dicen que basta con estudiar únicamente lo revelado, que son los asuntos que conciernen a la práctica.
Sin embargo, este no es el caso. Nuestros sabios ya dijeron: «¿Y qué le importa al Creador si se sacrifica al animal por el cuello o por la nuca? Si las Mitzvot fueron dadas solo para purificar con ellas a las criaturas». Por lo tanto, ante ti hay otro propósito detrás de la observancia práctica, ya que el acto es solo un preparativo para este propósito. Por lo tanto, se sobreentiende que, si las acciones no están ordenadas para lograr el objetivo deseado, es como si no hubiera observado nada. Y también está escrito en El Zóhar: «Una Mitzvá (precepto) sin intención es como un cuerpo sin alma». Por lo tanto, es necesario que además la intención acompañe al acto.
Y también queda claro, que la intención debe ser una intención verdadera, digna de la acción. Como dijeron nuestros sabios sobre el versículo: «Y os separaré de entre las naciones, para que seáis Míos, para que vuestra separación sea en Mi Nombre. Que nadie diga sobre la carne de cerdo que no se puede, sino que diga, se puede, pero ¿qué puedo hacer si mi Padre que está en los cielos me lo ha decretado?». Por lo tanto, si uno se abstiene de comer la carne de cerdo debido a que es abominable, o debido a algún perjuicio físico, esta intención no le sirve en absoluto para que se lo pueda considerar como el hacedor de una Mitzvá, salvo que lo haga con la intención deseada y especial, que la Torá lo prohibió. Lo mismo ocurre con cada Mitzvá, y solo entonces su cuerpo se va purificando, debido al cumplimento de las Mitzvot, que ese es el propósito deseado.
Por lo tanto, no nos alcanza con estudiar las conductas de las formas de la acción, ya que nosotros necesitamos estudiar aquellas cosas que conducen a la intención deseada, observar todo a partir de la fe en la Torá y en el Dador de la Torá, que hay una ley y hay un juez. Quién es tan tonto para no entender que la fe en la Torá y en la recompensa y el castigo, son un poder para esa gran cosa, requieren mucho estudio mediante los libros adecuados. De tal manera que incluso antes de la acción, se requiere un estudio que purifique el cuerpo, para que se adecúe a la fe en el Creador, en Su ley y en Su Providencia. Al respecto dijeron nuestros sabios: «Creé la inclinación al mal y creé la Torá como condimento». No dijeron, He creado para ello las Mitzvot como condimento ya que «Tu garante necesita un garante para él», pues la inclinación al mal que desea el libertinaje y quitarse el yugo, no le permitirá observar las Mitzvot.
La Torá como condimento
Solamente la Torá es el condimento especial que puede anular y someter la inclinación al mal, como dijeron nuestros sabios: «La Luz en ella los reformaba».
La mayoría de lo dicho en la Torá es para su estudio
Con esto entendemos por qué la Torá trata extensamente, de aquellas partes que no conciernen a la parte práctica, sino solo al estudio, es decir, la introducción del acto de la creación, que son: todo el libro de Bereshit (Génesis), Shemot (Éxodo) y la mayor parte de Devarim (Deuteronomio). Y no hace falta decir, leyendas y comentarios (Midrashim). Sin embargo, dado que la misma Luz se encuentra contenida en ellos, su cuerpo será purificado, la inclinación al mal será sometida y llegará a la fe en la Torá y en la recompensa y castigo, que es el primer grado en la observancia del trabajo, como se ha explicado.
La vela es una Mitzvá y la Torá es Luz
Está escrito: «La vela es una Mitzvá y la Torá es Luz», porque es como quien tiene velas, pero no tiene luz para encenderlas, resulta que se sienta en la oscuridad, así quien tiene en su mano Mitzvot pero no tiene Torá se encuentra sentado en la oscuridad, porque la Torá es la Luz, mediante la cual se enciende e ilumina la oscuridad del cuerpo como se mencionó.
No todas las porciones de la Torá son equivalentes en cantidad de Luz
Según la Segulá (poder, virtud, remedio) mencionada en la Torá, es decir, considerando la cantidad de Luz que hay en ella, de acuerdo con esto, ciertamente la Torá debe dividirse en diferentes grados, es decir, según la cantidad de Luz que la persona puede recibir al estudiarla. Y está claro, dado que la persona reflexiona y contempla las palabras de la Torá que hablan de la revelación del Creador a nuestros patriarcas, esto trae al lector mayor Luz que cuando examina asuntos prácticos. Aunque con respecto al acto son más importantes. Sin embargo, con respecto a la Luz, la revelación del Creador a nuestros patriarcas es ciertamente más importante. Esto lo admitirá todo aquel que tenga un corazón honesto, que haya tratado de pedir y recibir la Luz de la Torá.
La obligatoriedad y el modo de la difusión de la sabiduría
Dado que toda la Sabiduría de la Cabalá habla del secreto de la revelación del Creador, se sobreentiende que, no hay sabiduría más importante y exitosa para este propósito que ella. Y esto es lo que pretendían los cabalistas, organizarla para que sea digna de tratar. Y así estudiaron y se ocuparon de ella, hasta el momento de la ocultación (se acordó ocultarla por una razón bien conocida). Sin embargo, esto fue solo por un período de tiempo que era sabido, y no para siempre, como está escrito en El Zóhar: «Esta sabiduría está destinada a ser revelada al final de los días, e incluso a los niños».
De ello se desprende que el asunto de la sabiduría mencionada no se limita en absoluto al lenguaje de la Sabiduría de la Cabalá, ya que lo más importante es la Luz espiritual que emerge y se revela de Su esencia, como está escrito: «¿Puedes enviar relámpagos para que vayan y te digan, aquí estamos?», refiriéndose a las dos formas mencionadas anteriormente: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.
Y esos asuntos y grados, vienen y se expanden de acuerdo con un lenguaje adecuado para ellos, y estos son verdaderamente todos los seres creados y sus conductas de este mundo, que son sus ramas. Esto es así porque «No tienes una brizna de hierba abajo que no tenga un ángel arriba, que la golpee y le diga: “¡Crece!”». Así, los mundos emergen y se imprimen unos de otros, como sello y sellado, y todo lo que hay en uno está en el otro, hasta el mundo material, que es su última rama, pero que incluye el mundo superior a él, como el sellado por un sello.
Así, es fácil saber, que se puede hablar de los mundos superiores solo según sus ramas materiales, inferiores, las cuales se desprenden de ellos, o de sus conductas, que son el lenguaje de la Biblia, o por enseñanzas externas o según las personas, que es el lenguaje de los cabalistas. O según los nombres acordados. Esa era la costumbre de la Cabalá de los Gueonim (eruditos) desde la época de la ocultación del Zóhar.
Con esto queda claro, que la revelación del Creador no es una cuestión que se revela de una sola vez, sino un asunto que se va revelando durante un período de tiempo, suficiente como para revelar todos los grandes peldaños que se revelan de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Y sobre todos estos, al final, se revela sobre ellos el Creador. Es semejante a una persona que conoce todos los países y las personas del mundo, que no puede decir que el mundo se le reveló por completo, antes de que haya completado la observación de la última persona y el último país. Hasta que no lo haya logrado, se entiende que no ha alcanzado a descubrir el mundo entero. Así es alcanzar al Creador, lo cual se consigue de formas predeterminadas, donde el buscador debe alcanzar todas esas formas, en los superiores e inferiores juntos. Se entiende, que los mundos superiores son los importantes en este asunto, pero se logran juntos, porque no hay diferencia en sus formas, solo en su sustancia. La sustancia de un mundo superior es más pura, pero las formas se imprimen unas de otras, y lo que existe en el mundo superior necesariamente existe en todos los mundos inferiores a este, ya que el inferior está impreso a partir de él. Se debe saber, que estas realidades y sus conductas, los cuales alcanza el buscador del Creador, se denominan peldaños, ya que su consecución está dispuesta una encima de la otra, como los peldaños de una escalera.
Expresiones espirituales
Lo espiritual no tiene imagen, por lo tanto, no tiene letras para expresarlo. Incluso si decimos de forma general que es una luz simple, que desciende y se extiende hasta el solicitante, hasta que lo viste y lo alcanza en todo el grado suficiente para Su revelación, pero esto también es una expresión prestada: Esto es así porque todo lo que se denomina «Luz» en el mundo espiritual no se parece a la luz del sol o la luz de una vela, lo que nosotros llamamos Luz en el mundo espiritual, se toma prestado de la mente humana, cuya naturaleza es tal, que cuando una persona resuelve una duda, descubre una especie de abundancia de luz y placer en toda la extensión del cuerpo. Por eso a veces decimos la luz de la mente, aunque no sea verdad. Porque la luz que ilumina aquellas partes de la materia corporal que no son dignas de recibir escrutinios resueltos es ciertamente algo inferior a la mente. Por lo tanto, también esos órganos inferiores y menores, pueden recibirla y alcanzarla también.
Sin embargo, para que podamos llamar a la mente por algún nombre, la denominamos la luz de la mente. De manera similar, llamamos «Luces» a los elementos de la realidad de los Mundos Superiores, ya que les brindan a quienes los alcanzan abundancia de Luz y placer en toda la extensión del cuerpo, desde el Rosh (cabeza) hasta el Sof (final). Por esta razón, podemos llamar «vestidura» a quien lo alcanza, porque la Luz se ha vestido en él.
Podríamos preguntarnos, ¿no habría sido más correcto llamarlos por los nombres usados por la mente, como: estudio, alcance y cosas por el estilo o expresarnos con expresiones que enfatizan los fenómenos de la mente contemplativa? El asunto es que esto no se parece en nada a los modos utilizados por los fenómenos intelectuales, ya que la mente es una rama particular especial que se encuentra entre todos los elementos de la realidad. Por lo tanto, tiene sus propios modos especiales de manifestarse. Lo cual no es así con los asuntos de los peldaños (espirituales), ya que son un conjunto entero que incluye todos los elementos que existen en el mundo. Cada elemento tiene modos diferentes a los demás. En general, percibir los asuntos de los peldaños se asemeja a la percepción de los cuerpos de los animales. Es decir, cuando se alcanza una cierta esencia de algo, se la alcanza por completo, de la cabeza a los pies (o de principio a fin).
Si juzgamos de acuerdo con las leyes de la mente contemplativa, podemos decir que quien haya alcanzado todo lo que se ha de alcanzar en esa esencia, y aunque lo contemple durante otros mil años, no le agregará nada a esto. Sin embargo, al principio esto es muy parecido a... es decir, que lo ve todo pero no entiende nada de lo que ve. Sin embargo, con el paso del tiempo se verá obligado a alcanzar otros asuntos adicionales, parecidas a Ibur (concepción), Yeniká (succión / amamantamiento), Mojin (cerebro / inteligencia) e Ibur Bet (segundo Ibur), y entonces comienza a sentir y a utilizar sus logros en todo lo que desee. Y realmente no agregó nada a sus logros de lo que había logrado al principio, es como al final de la maduración, que antes no estaba maduro, por lo que no podía entenderlo, y ahora su maduración se ha completado.
Por lo tanto, puedes ver la gran diferencia que hay entre los modos que siguen los fenómenos de la mente, por lo cual no nos alcanzan las definiciones, con las que estamos acostumbrados a utilizar en los fenómenos de la mente, y nos vemos obligados a utilizar solo los modos que se aplican a los materiales corporales, ya que sus formas son completamente similares, aunque su materia es absolutamente diferente.
Se utilizan cuatro lenguas en la Sabiduría de la Verdad
En la Sabiduría de la Verdad se utilizan cuatro lenguas, estas son:
1. La lengua de la Biblia (hebrea), sus nombres y denominaciones.
2. La lengua de la Halajá (código de leyes). Esta lengua se acerca mucho al lenguaje de la Biblia.
3. La lengua de la leyenda, que se encuentra completamente alejada de la Biblia, ya que no tiene en cuenta la realidad en absoluto. A este lenguaje se le atribuyen denominaciones y nombres extraños, y tampoco se refiere a los conceptos en la forma de la raíz y su rama.
4. Es el lenguaje de las Sefirot y los Partzufim. En general, los sabios tenían una fuerte tendencia a ocultarlo de los groseros materialistas, ya que su opinión es que la sabiduría y la moral van de la mano. Por lo tanto, los primeros sabios ocultaron la sabiduría escrita, usando líneas y puntos, partes superiores e inferiores. Así es como surgió y se formó el alfabeto (hebreo), con las veintidós letras como lo conocemos.
El lenguaje de la Biblia (hebrea)
La lengua de la Biblia1: es la lengua principal y originaria, muy adecuada para su función, pues generalmente tiene una relación de raíz y rama y es el lenguaje más fácil de entender. Este lenguaje también es el más antiguo, es la Lengua Sagrada, atribuida a Adam HaRishón.
Este lenguaje tiene dos virtudes y un defecto. Su primera virtud es que es fácil de entender, e incluso los principiantes en los logros espirituales, comprenden inmediatamente todo lo que necesitan. La segunda virtud es que aclara las cuestiones de forma extensa y profunda, más que todas las demás lenguas. Su defecto: es que no es posible utilizarlo para temas particulares o para relaciones de causa y efecto, porque cada tema debe ser aclarado en su totalidad, ya que no es evidente a qué elemento se refiere, a menos que se presente el asunto en su totalidad. Por lo tanto, para resaltar el más mínimo detalle, hay que presentar la historia completa, por causa de ella, y por lo tanto es inadecuada para pequeños detalles o para relaciones de causa y efecto. Además, el lenguaje de las plegarias y de las bendiciones lo tomaron también del lenguaje de la Biblia.
El lenguaje de la Halajá (código de leyes)
La lengua de la Halajá: no es de la realidad, sino solo de la provisión del sustento de la realidad. Este lenguaje está tomado por completo del lenguaje de la Biblia (hebrea), de acuerdo a las raíces de las leyes allí presentadas. Tiene una ventaja sobre la Biblia que, al ser tan extensiva, elabora en gran medida cada asunto y asunto, por lo tanto, muestra las raíces superiores con mayor precisión.
Por el contrario, tiene una gran desventaja en comparación con el lenguaje de la Biblia, que es muy difícil de entender y es el más difícil de todos los lenguajes. Solo un sabio completo, llamado «entrar y salir sin daño», lo logrará. Por supuesto, también contiene la primera desventaja, ya que está tomada de la Biblia.
El lenguaje de la leyenda
La lengua de la leyenda: Es fácil de entender a través de las alegorías que se adecúan perfectamente al concepto deseado y si se entiende superficialmente, es incluso más fácil de entender que el lenguaje de la Biblia. Sin embargo, para comprenderlo en su totalidad, es un lenguaje muy difícil, ya que no se limita a hablar en secuencias de raíz y rama, sino solo con alegorías y utiliza un ingenio maravilloso. Sin embargo, es muy rico en resolver conceptos extraños y difíciles, en lo que concierne a la esencia del peldaño en su estado, por su propio valor, lo que no se puede explicar en los lenguajes de la Biblia y de las leyes.
El lenguaje de los cabalistas
La lengua de los cabalistas: es un lenguaje en el pleno sentido de la palabra, muy preciso, tanto en términos de raíz y rama como en cuanto a causa y efecto. Este lenguaje tiene la especial virtud de poder expresar detalles sutiles sin limitación. Además, le es posible abordar directamente el asunto deseado, sin necesidad de conectarlo con lo que le precede o lo que le sigue.
Sin embargo, a pesar de todas esas sublimes virtudes que encuentras en él, tiene una gran desventaja, que es difícil de alcanzar, y casi imposible de lograr excepto de la boca de un sabio cabalista y de un sabio que comprende de su propia mente. Es decir, incluso alguien que entiende con su propia mente, toda la extensión de los peldaños mencionados de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, con todo esto, no entenderá nada en este lenguaje, hasta que lo reciba de la boca de un sabio que ya haya recibido el lenguaje de su maestro cara a cara.
El lenguaje de la Cabalá está incluido en todos ellos
Debes saber que los nombres, las denominaciones y las guematrías, pertenecen por completo a la Sabiduría de la Cabalá, la razón por la que también se encuentran en el resto de los lenguajes es, que también todos los lenguajes están incluidos en la Sabiduría de la Cabalá. Porque todos son dictámenes particulares y especiales en los que los otros lenguajes deben apoyarse.
Es inconcebible que estos cuatro lenguajes, que sirven para explicar la sabiduría de la revelación Divina, se hayan desarrollado uno tras otro, en orden cronológico, sino que la verdad es que los cuatro fueron revelados juntos, por los sabios de la verdad. Y en verdad, cada uno está incluido en los demás, el lenguaje de la Cabalá también existe en la Biblia (hebrea), como la ubicación sobre el Tzur (roca) y los trece atributos de la misericordia en la Torá y en Miqueas. Hasta cierto punto, se siente en todos y cada uno de los versículos, también están las Merkavot (carruajes) en Isaías y en Ezequiel, y sobre todos ellos El Cantar de los Cantares, que está escrito en el lenguaje de la Cabalá por completo. De la misma manera en las leyes y en las leyendas, y más aún con el tema de los santos nombres imborrables, que tienen el mismo significado en todos los lenguajes.
El orden del desarrollo de los lenguajes
Todo tiene un desarrollo gradual. Y el lenguaje más fácil de usar es aquel cuyo desarrollo se completó antes que los demás. Por lo tanto, los primeros frutos los encontramos en el lenguaje bíblico, ya que es el lenguaje más fácil y su uso era muy común. Después vino el lenguaje de las leyes, ya que está completamente inmerso en el lenguaje bíblico, además porque era necesario utilizarlo para enseñarle al pueblo cómo llevar a la práctica las leyes. El tercero es el lenguaje de la leyenda, aunque también se encuentra en varios sitios de la Biblia, se utiliza solamente como un lenguaje auxiliar, porque su agudeza acelera la percepción del tema, sin embargo, no se puede utilizar como un lenguaje básico, ya que carece de la precisión de la raíz y su rama, por lo cual, su uso no era común, por eso no se desarrolló. Aunque la leyenda fue ampliamente utilizada en la época de los Tanaim y los Amoraim, fue solo por medio del apoyo del lenguaje de la Biblia, para entender las palabras de los sabios: Rabí abrió, etc., (y otros sufijos). En verdad, el uso extensivo de este lenguaje en la época de nuestros sabios, comenzó a partir del ocultamiento del lenguaje de la Cabalá, es decir, también durante la época de Rabí Yojanan Ben Zakai y un poco antes de su época, es decir, setenta años antes de la destrucción del Templo, por la razón mencionada, y esto es suficiente para el buen entendedor.
El último en desarrollarse es el lenguaje de la Cabalá, esto es así debido a las dificultades para comprenderlo. Además del logro espiritual, es necesario recibir el significado de sus palabras, incluso aquellos que lo entienden no podían utilizarlo, ya que, en su mayor parte, eran pocos individuos en su generación y no tenían con quién tratar sobre esto. Nuestros sabios denominaron a ese lenguaje Maasé Merkavá (el acto de la estructura / carruaje) por ser un lenguaje especial, mediante el cual uno puede discutir los detalles de las Harkavot (estructuras / composiciones) de los peldaños entre ellos, y con ningún otro en absoluto.
El lenguaje de la Cabalá es similar a cualquier lenguaje hablado, y su ventaja está ¡en el significado contenido en una sola palabra!
De forma superficial, el lenguaje de la Cabalá parece una mezcla de los tres lenguajes mencionados anteriormente. Sin embargo, quien entienda cómo utilizarlo encontrará que es un lenguaje especial en sí mismo de principio a fin. No en lo referente a las palabras, sino a sus instrucciones, en esto se encuentra toda la diferencia entre ellos. En los primeros tres lenguajes, casi no hay instrucción en una sola palabra, es decir, permitirle al lector comprender lo que implica la palabra, solo uniendo varias palabras, y en ocasiones también algunos pasajes, se puede entender su contenido e instrucción. La ventaja del lenguaje de la Cabalá es que, todas y cada una de las palabras en él, le revelan al lector su contenido e instrucción con absoluta precisión, no menos que con cualquier otra lengua humana, donde cada palabra tiene una definición precisa que no puede ser reemplazada por otra.
El olvido de la sabiduría
Desde la ocultación del Zóhar, lentamente se ha ido olvidando todo este importante lenguaje, ya que disminuyeron los que lo practicaban, y hubo un cese de una generación, en la que el sabio cabalista no la transmitió a un cabalista entendido. Desde entonces, ha habido una carencia inconmensurable.
Ciertamente verás que el Cabalista Rabí Moshe de León, que fue el último en sostenerlo y por medio de él fue revelado al mundo, evidentemente no entendió ni una palabra de este, ya que en esos libros donde cita pasajes del «Libro del Zóhar», se puede ver que no entendió el lenguaje en absoluto, ya que lo interpretó de acuerdo con el lenguaje de la Biblia y confundió por completo el entendimiento, aunque él mismo tenía un logro maravilloso, como lo prueban sus escritos. Y así fue durante generaciones, donde todos los que tenían alcance espiritual, dedicaron toda su vida a comprender el lenguaje del Zóhar, pero no pudieron entenderlo, ya que cargaron y forzaron el lenguaje de la Biblia en él, por lo tanto, este libro fue sellado ante ellos como lo fue para el mismo Rabí Moshe de León.
La Cabalá del Arí
Hasta la llegada del cabalista único, el Arí, cuyo logro (espiritual) no tuvo límite alguno, nos abrió el lenguaje del Zóhar y nos marcó las sendas en él. Si no hubiera fallecido tan joven, es difícil imaginar la cantidad de Luz que habría sido extraída del Zóhar. Lo poco que se nos ha concedido, ha allanado el camino y la introducción, y una leal esperanza que en generaciones posteriores nuestro entendimiento se abra para comprenderlo por completo.
Y con esto, comprenderás la razón por la cual todos los grandes sabios que llegaron después del Arí abandonaron todos los libros que han sido escritos en esta sabiduría y los comentarios sobre «El Zóhar», se prohibieron a sí mismos incluso verlos, y dedicaron sus vidas a las palabras del Arí.
Debes saber que, esto no se debió a que no creyeran en la santidad de los cabalistas que precedieron al Arí, Dios no permita que pensemos eso, porque todo el que tiene ojos en esta sabiduría, verá que el alcance de esos grandes sabios en la sabiduría de la verdad era inconmensurable. Solo un tonto ignorante podría dudar de ellos. Sin embargo, su lógica en la sabiduría fue de acuerdo a los primeros tres lenguajes. Dado que cada lenguaje es verdadero y se adapta a su lugar, pero no está completamente adecuado y también es bastante engañoso entender según ese orden, a la Sabiduría de la Cabalá atesorada en «El Zóhar», ya que este es un lenguaje completamente diferente, pues fue olvidado, razón por la cual, no utilizamos sus explicaciones, ni las explicaciones del mismo Rabí Moshe de León ni las de sus sucesores, ya que sus palabras al interpretar «El Zóhar» no son verdaderas, y hasta el día de hoy tenemos un solo comentarista, el Arí y nadie más.
A la luz de lo dicho anteriormente, nos queda claro que la interioridad de la Sabiduría de la Cabalá no es otra que la interioridad de la Biblia, el Talmud y la leyenda. La única diferencia entre ellos está en las formas de razonamiento. Esto es similar a una sabiduría que se ha traducido a cuatro lenguajes. Naturalmente, la esencia de la sabiduría no ha cambiado en absoluto por el cambio de lenguaje, todo lo que tenemos que pensar es qué traducción es la más conveniente y aceptable para transmitir la sabiduría al lector.
Esta es la cuestión que tenemos ante nosotros, en cuanto a la sabiduría de la verdad, es decir, la sabiduría de la revelación Divina, para llegar a los seres creados, es semejante a las sabidurías externas, en que debe transmitirse de generación en generación y cada generación agrega un eslabón a sus predecesores, y así la sabiduría se va desarrollando. Junto con esto, se vuelve apta para una propagación más amplia a las masas. Y por lo tanto, todo sabio debe transmitir a sus estudiantes y a las generaciones venideras toda la sabiduría que ha heredado de las generaciones anteriores, así como las adiciones que él mismo ha logrado. De por sí se entiende, que a pesar de que el logro espiritual, tal como lo logra el que lo alcanza, no lo puede transmitir a otro en absoluto, mucho menos escribirlo en un libro, ya que los objetos espirituales no se pueden transmitir en absoluto mediante letras imaginarias (aunque esté escrito: «Y de la mano de los profetas me asemejaré», no es literalmente así).
El orden de la transmisión de la sabiduría
Por lo tanto, ¿cómo puede la persona que alcanza, transmitir sus logros a las generaciones venideras y a los alumnos? Debes saber que solo hay una forma de hacerlo, y esta es mediante la rama y la raíz. Dado que del Creador han emergido todos los mundos y todo lo que los llena, en cada uno de los detalles, en un solo, único y especial pensamiento. Y ese solo pensamiento fue descendiendo en cascada e hizo todos los múltiples mundos, criaturas y sus conductas, como se explica en «El Árbol de la vida» y en «Tikunei Zóhar».
Por lo tanto, todos son iguales entre sí, como sello y sellado, donde el primer sello queda impreso en todos. Como resultado, llamamos raíces a los mundos más cercanos al pensamiento del propósito, y a los mundos más alejados del propósito, los denominamos ramas. Esto es así porque el fin del acto se encuentra en el pensamiento inicial.
Ahora podemos entender la alegoría habitual en las leyendas de los sabios: «Y lo observa desde el fin del mundo hasta su fin». ¿No deberían haber dicho: «desde el principio del mundo hasta su fin»? Sin embargo, hay dos finales, un fin es según la distancia del propósito, es decir, las últimas ramas de este mundo, y el segundo fin llamado el propósito de todo, ya que el propósito es revelado a su final.
Pero como hemos explicado, «El fin del acto se encuentra en el pensamiento inicial». Por lo tanto, encontramos el propósito encabezando a los mundos y lo llamamos el primer mundo o el primer sello, de donde emergen todos los demás mundos y son sellados por Él, y es por eso que todas las creaciones, inanimadas, vegetales, animales y hablantes en todos sus acontecimientos, se encuentran en todo su carácter, de inmediato en el primer mundo y lo que allí no existe, nunca podrá revelarse en el mundo, ya que no se da lo que no se tiene.
La raíz y la rama en los mundos
Con esto es fácil comprender la cuestión de la raíz y la rama en los mundos, porque todas la multiplicidades del inanimado, vegetal, animal y hablante de este mundo, tienen la contraparte de cada uno de sus elementos en el mundo superior a él, sin ninguna diferencia en su forma, sino solo en su materia, porque el animal o la piedra tienen una sustancia material, y el animal y la piedra que se encuentran en correspondencia en el mundo superior, tienen una sustancia espiritual, que no ocupa espacio ni tiempo, aunque su calidad es realmente la misma. Y aquí ciertamente debemos agregar la cuestión de la relación entre la materia y la forma, que naturalmente también está condicionada por la calidad de la forma. De manera similar, a la mayoría de los inanimados, vegetales, animales y hablantes del mundo superior, los encontrarás similares y semejantes en el mundo que está por encima del superior, hasta el primer mundo, donde se encuentran todos los elementos, en su punto final, como está escrito: «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí, que era muy bueno».
Es por eso que los cabalistas escribieron que el mundo está en el centro de todo, indicando lo anterior, que el acto final es el primer mundo, es decir, el propósito y la lejanía del propósito se denomina, el descenso de los mundos desde su Emanador, hasta este mundo material, el más alejado del propósito. Sin embargo, el fin de todo lo material, es desarrollarse gradualmente y llegar al propósito que el Creador había pensado para ellos, es decir, el primer mundo, que comparado con este mundo en el que estamos, es el último mundo, es decir, el final de todo. De todas maneras, parece que el mundo del propósito es el último mundo, y nosotros, los habitantes de este mundo, estamos en el medio entre ellos.
La esencia de la sabiduría de la verdad
Con esto se entiende que, así como la revelación de la especie animal en este mundo y su orden de existencia, es una sabiduría maravillosa, así también la revelación de la abundancia divina en el mundo, tanto la realidad de los peldaños como sus formas de actuar, hacen juntos una maravillosa sabiduría, increíble, mucho más que la sabiduría de la física. Porque la sabiduría de la física es simplemente el conocimiento de las disposiciones de una especie particular que existe en un mundo particular y es exclusivo solamente para ese asunto y no se incluye en ella ninguna otra sabiduría.
Esto no es así con la Sabiduría de la Verdad. Debido a que es el conocimiento general de lo inanimado, vegetal, animal y hablante existente en todos los mundos, en todos sus acontecimientos y organizaciones, tal como fueron incluidos en el pensamiento del Creador, es decir, en las cuestiones con propósito, por lo cual, todas las sabidurías del mundo, desde las menores hasta las mayores, están maravillosamente incluidos en ella, ya que iguala las diferentes sabidurías entre ellas, y las más lejanas unas de otras, como el este del oeste, equiparándolas en un orden igual para todas, es decir, hasta que el orden de cada sabiduría se vea obligado a comportarse de acuerdo con sus caminos. Por ejemplo, la sabiduría de la física está organizada realmente de acuerdo con el orden de los mundos y las Sefirot. De manera similar, la sabiduría de la astronomía está organizada en el mismo orden, y también la sabiduría de la música, etc., así, encontramos que todas las sabidurías están organizadas y surgen de acuerdo con una sola conexión y una sola relación, y todas son como la relación del niño con su progenitor, por lo cual, unos condicionan a los otros, es decir, la sabiduría de la verdad está condicionada por todas las sabidurías, y todas las sabidurías están condicionadas a ella y por esto es que no encontramos un solo cabalista genuino que no tenga un amplio conocimiento de todas las sabidurías del mundo, ya que lo adquieren de la sabiduría de la verdad misma, porque están incluidas en ella.
El significado de la unificación
La principal maravilla de esta sabiduría es su inclusión, es decir, que todos los elementos de la vasta realidad están incluidos en ella y se incorporan, combinan y unifican, hasta que se convierten en una sola cosa, el Todopoderoso, que los contiene juntos.
Al principio se encuentra que todas las sabidurías del mundo se reflejan en ella y se organizan dentro de ella según su propio orden realmente. Posteriormente, encontramos que todos los mundos y la organización de la sabiduría de la verdad misma, cuya multiplicidad es inconmensurable, se unifican solo bajo diez realidades, llamadas Diez Sefirot. Luego, estas diez Sefirot se ordenan en cuatro elementos, que son las cuatro letras del «Nombre de cuatro letras». Posteriormente, estos cuatro elementos se organizan e incluyen en la punta de la Yod, que aluden al Ein Sof (Sin fin). De esta manera, quien comienza con la sabiduría, debe empezar por la punta de la Yod, y de ahí a las diez Sefirot del primer mundo, llamado el mundo de Adam Kadmón y desde allí ve y encuentra cómo los numerosos detalles del mundo de Adam Kadmón se extienden y salen, obligatoriamente a modo de causa y efecto, por las mismas leyes que encontramos en la astronomía y la física, es decir, leyes fijas absolutamente ligadas entre sí e inquebrantables, que se desprenden unas de otras, desde la punta de la Yod hasta todos los múltiples elementos del mundo de Adam Kadmón y de allí, se sellan y se alejan unos de otros, de los cuatro mundos a modo de sello y sellado, hasta que llegamos a todos los múltiples elementos de este mundo y después, vuelven y se incluyen unos en otros, hasta que todos llegan al mundo de Adam Kadmón, luego a las diez Sefirot, luego al Nombre de cuatro letras, hasta la punta de la Yod.
Podríamos preguntarnos, si se desconoce la materia, ¿cómo podemos tratarlo racionalmente? De hecho, encontrarás en todas las sabidurías casos así, por ejemplo: cuando se estudia la anatomía, los diversos órganos y cómo interactúan entre sí, estos órganos no tienen ningún parecido con el tema general, que es la persona viva en su totalidad, pero más adelante, con el tiempo, cuando se conoce la sabiduría a fondo, se puede establecer una relación general entre todos los elementos, sobre los que está condicionado la totalidad del cuerpo. Así es este asunto: El tema general es la revelación de la Divinidad a Sus creaciones, lo cual es el propósito, como está escrito: «Porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor».
Sin embargo, el principiante ciertamente no tiene conocimiento de este tema general, que está condicionado por todos ellos. Por esta razón, él debe adquirir todo en su máximo detalle y el orden en que interactúan entre sí, como sus factores a modo de causa y efecto, hasta que complete toda la sabiduría. Y cuando sepa todo a fondo, si tiene un alma purificada, ciertamente que finalmente será recompensado con el tema general.
Incluso si no fue recompensado, a fin de cuentas, sigue siendo una gran recompensa adquirir alguna concepción de esta gran sabiduría, que su virtud ha superado al resto de las sabidurías como también a sus temas. Así como apreciamos la ventaja del Creador sobre Sus creaciones, esta sabiduría, cuyo tema es Él, es mucho más valiosa que la sabiduría cuyo tema son Sus creaciones.
No es porque sea inconcebible que el mundo se abstenga de estudiarla, después de todo, el astrónomo no tiene ninguna percepción de las estrellas ni de los planetas, sino solo de los movimientos que realizan, con una sabiduría maravillosa y que está ordenada y predeterminada por una guía maravillosa. De manera similar, el conocimiento de la sabiduría de la verdad no está más oculto que esto, ya que incluso los principiantes comprenden a fondo los procesos, más bien, todo el impedimento se debió a que los cabalistas la ocultaron del mundo con gran sabiduría.
Dar permiso
Me alegra haber nacido en una generación como esta, en la que ya está permitido publicar la Sabiduría de la Verdad. Y si me preguntan cómo sé que está permitido, les responderé que es, porque se me ha dado permiso para revelar, es decir, hasta el momento, no le ha sido revelado a ningún sabio las maneras en que sea posible dedicarse a ello públicamente, ante cada pueblo y etnia, y explicar por completo cada palabra, porque yo también juré a mi maestro no revelarlo, así como lo hicieron todos los alumnos que me antecedieron. Sin embargo, este juramento y esta prohibición se aplican solo a las formas transmitidas oralmente de generación en generación, hasta los profetas y hacia arriba adelante, porque estas formas si se hubieran revelado al público, habrían causado mucho daño, por razones ocultas a nosotros.
Pero la forma en la que lo trato en mis libros, es una forma permitida, incluso, mi maestro me ordenó que me explaye tanto como pueda, a esto lo llamamos la manera de vestir las cosas. Y observa en los escritos de Rabí Shimón Bar Yojai, que él llama a esta forma, dar permiso, y esto es lo que el Creador me ha dado de forma completa, como nosotros acostumbramos, esto no depende de la genialidad del sabio mismo, sino del estado de la generación, como dijeron nuestros sabios: «El pequeño Shmuel era digno, etc., pero su generación no era merecedora de ello», es por eso que dije que toda mi recompensa al revelar la sabiduría, se debe a mi generación.
Nombres abstractos
Es un gran error pensar que el lenguaje de la Cabalá utiliza nombres abstractos, sino que, por el contrario, solo toca la realidad, de hecho, hay cosas en el mundo que son reales aunque no tengamos percepción de ellas, como el imán y la electricidad. Sin embargo, ¿quién sería tan tonto como para decir que estos son nombres abstractos? Después de todo, conocemos a fondo cómo funcionan y no nos importa en absoluto que no conozcamos su esencia, finalmente nos referimos como sujetos ciertos, a las acciones relacionadas con ellos, y ese es un nombre real. Incluso un bebé que recién aprende a hablar puede nombrarlos, si tan solo comienza a sentir en algo su accionar, y esta es nuestra ley, todo lo que no alcanzamos, no lo definimos con un nombre.
La esencia no es percibida por los seres materiales
Además, incluso las cosas que nos parecen como conceptos concretos, como la piedra y el árbol, después de una fiel investigación, nos quedamos sin alcanzar su esencia, ya que solo logramos percibir sus acciones, que nos impresionan cuando entran en contacto con nuestros sentidos.
Alma
Por ejemplo, cuando la Cabalá afirma que hay tres fuerzas, 1) cuerpo, 2) alma animal (bestial), 3) alma de Kedushá (santidad), no se refiere a la esencia del alma, porque la esencia del alma es un fluido, y es lo que los psicólogos denominan el «yo» y el materialismo denomina «eléctrico». Es una pérdida de tiempo hablar de su esencia, ya que no está preparada para percibirla mediante el contacto con nuestros sentidos, como ocurre con todos los objetos materiales, sin embargo, al observar la esencia de este fluido vemos tres tipos de acciones en los mundos espirituales, distinguimos muy bien entre ellos con diferentes nombres, de acuerdo con su real función en los mundos superiores. Por lo tanto, aquí no hay nombres abstractos, sino más bien reales en el pleno sentido de la palabra.
La ventaja de mi interpretación sobre interpretaciones anteriores
Las sabidurías externas pueden ayudarnos a interpretar temas de la Sabiduría de la Cabalá, ya que la sabiduría de la Cabalá es la raíz de todo y todas están incluidas en ella. Algunos se han asistido con la anatomía, como está escrito: «Desde mi carne veré a Dios», algunos fueron asistidos por la filosofía, y los últimos hicieron un uso extensivo de la sabiduría de la psicología. Pero todos estos no se consideran interpretaciones verdaderas ya que no interpretan nada de la sabiduría de la Cabalá misma, sino que, solo nos muestran cómo el resto de las sabidurías están incluidas en ella. Es por eso que los lectores no pueden ayudarse de un lugar a otro… A pesar de que la sabiduría del trabajo del Creador es la sabiduría más cercana a la sabiduría de la Cabalá de todas las sabidurías externas. Y no hace falta decir que, no se puede recibir asistencia de interpretaciones de acuerdo con la sabiduría de la anatomía o de acuerdo con la filosofía. Por eso dije que soy el primer intérprete según la raíz y la rama, causa y efecto. Por lo tanto, si una persona entiende algún tema a través de mi comentario, puede estar seguro que dondequiera que encuentre este tema en «El Zóhar» y en los «Tikunim», puede ser asistido por él, como con los comentarios sobre la parte revelada (de la Torá), donde se puede recibir ayuda de un lugar para todos los demás lugares.
El estilo de interpretaciones basadas en las sabidurías externas es una pérdida de tiempo, porque es solo un testimonio de la autenticidad de uno sobre el otro, y la sabiduría externa no necesita de testimonio alguno, ya que la Providencia ha preparado cinco sentidos para su testimonio, y en la Cabalá: (sin embargo) se debe comprender el argumento del litigante antes de traer testigos al reclamo.
El estilo de interpretación según las sabidurías externas
Esta es la fuente del error del Rav Shem Tov, quien interpretó el Moré Nebojim («Guía de los Perplejos») de acuerdo con la sabiduría de la Cabalá, y no sabía, o pretendió no saber, que la sabiduría de la medicina, o cualquier otra sabiduría, podría interpretarse de acuerdo con la sabiduría de la Cabalá no menos que la sabiduría de la filosofía. Esto es así porque todas las sabidurías están incluidas en ella y fueron impresas por su sello. Por supuesto, Moré Nebojim no se refirió en absoluto a lo que interpretó el Rav Shem Tov, y no vio cómo... en Sefer Yetzirá (El Libro de la Creación), la Cabalá lo interpretó de acuerdo con la filosofía. Ya he demostrado que ese estilo de comentarios es una pérdida de tiempo, ya que las sabidurías externas no necesitan testimonio, y no tiene sentido traer testigos de la veracidad de la sabiduría de la Cabalá antes de que se interpreten sus palabras. Es como un fiscal que trae testigos para verificar sus palabras antes de haber explicado sus argumentos (a excepción de los libros que tratan del trabajo del Creador, ya que la sabiduría de servir al Creador realmente necesita testigos de su veracidad y éxito, y debe ser asistido por la sabiduría de la verdad). Aunque todos los ensayos de este estilo no son en vano, porque una vez que comprendamos a fondo la interpretación de la sabiduría según ella misma, podremos recibir mucha ayuda de las analogías, cómo se incluyen todas las sabidurías en ella, así como las maneras de buscarlas, etc.
El secreto para alcanzar la sabiduría
Hay tres órdenes en la sabiduría de la verdad y estos son:
1. La originalidad de la sabiduría, es que no requiere ayuda humana, ya que es un regalo del Creador por completo, y ningún extraño interferirá en ella.
2. La comprensión de que en estas fuentes que ha alcanzado desde lo alto, es como el hombre que tiene el mundo entero servido ante él, a pesar de lo cual debe esforzarse y estudiar mucho para comprender este mundo, aunque ve todo con sus propios ojos, hay tontos y hay sabios. Esta comprensión se llama la sabiduría de la verdad, y Adam HaRishón fue el primero en recibir la secuencia de conocimientos, suficientes para comprender y utilizar con éxito al máximo todo lo que vio y alcanzó con sus ojos. El orden de estos conocimientos se transmite de boca en boca (Pe el Pe). Y ellos también tienen un orden de desarrollo, donde cada uno puede agregar a su amigo o disminuir (mientras que en el primer discernimiento todos reciben por igual sin agregar y sin disminuir, como el hombre, en la comprensión de la realidad de este mundo, que ve que todos son iguales, pero esto no es así según su entendimiento, algunos evolucionan de generación en generación y otros retroceden). Y el orden de su transmisión a veces se denomina transmisión del nombre explícito, y se transmite bajo muchas condiciones, pero solo oralmente y no por escrito.
3. Es el orden de lo escrito y es un asunto completamente nuevo, ya que además de contener mucho espacio para el desarrollo de la sabiduría, a través de la cual cada uno lega todas las expansiones de sus alcances a las siguientes generaciones, hay en ella otro poder magnífico, por el cual todos los que se dedican a ella, aunque todavía no entienden lo que está escrito, son purificados por ella, y las luminarias superiores se acercan a él. Este tipo de orden contiene cuatro lenguajes, como hemos explicado anteriormente, y el lenguaje de la Cabalá los supera a todos.
Orden de la transmisión de la sabiduría
La manera más exitosa para quien anhela aprender la sabiduría, es buscar un sabio cabalista genuino y obedecerlo en todo lo que le ordene, hasta que sea recompensado en comprender la sabiduría por su propia mente, es decir, el primer discernimiento y luego será recompensado de que le sea transmitida oralmente, que es el segundo discernimiento, y después el entendimiento escrito, que es el tercer discernimiento. Entonces, heredará fácilmente de su maestro toda la sabiduría y sus instrumentos y le quedará mucho tiempo para expandirse y desarrollarse.
Sin embargo, en la realidad hay un segundo camino, cuando por su gran anhelo, se le abren las visiones del cielo y puede alcanzar todos los orígenes por sí mismo, que es el primer discernimiento, después, se verá obligado a trabajar y a esforzarse mucho, hasta que encuentre un rav (maestro) sabio ante quien pueda doblegarse y obedecer, y de quien recibir la sabiduría a través de la transmisión cara a cara, el cual es el segundo discernimiento. Luego viene el tercer discernimiento. Dado que al principio no recibe soporte de un sabio cabalista, los logros llegan con grandes esfuerzos que toman mucho tiempo, y le queda poco tiempo para poder desarrollarse en ella, a veces el entendimiento viene después de un tiempo, como está escrito: «Y morirán sin sabiduría», estos son el noventa y nueve por ciento, que los llamamos «entran, pero no salen», se parecen a los necios e ignorantes de este mundo, que ven el mundo expuesto ante ellos pero no entienden nada de él, excepto el pan que se llevan a la boca.
De hecho, también mediante la primera forma no todos tienen éxito, ya que la mayoría de ellos, después de ser recompensados con el logro, se vuelven engreídos y no pueden doblegarse y obedecer a su maestro en la medida necesaria, porque no son dignos de la transmisión de la sabiduría. En este caso, el sabio debe ocultarles la esencia de la sabiduría, y «morirán sin sabiduría»", «entran, pero no salen». Todo esto es así, porque existen grandes y estrictos requisitos para transmitir la sabiduría, que se derivan de razones necesarias, por lo tanto, muy pocos son los que logran caer en gracia ante su maestro, lo suficiente como para encontrarlos dignos de esto, y felices son los recompensados.
-
Biblia hebrea: TaNaJ - Torá, Nevi'im, Ketuvim - Pentateuco, Profetas, Escritos↩