Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)
¿Qué es el hijo de la amada y el hijo de la odiada, en el trabajo?
Artículo 46, 1991
El Midrash dice (presentado en Baal HaTurim) sobre lo que está escrito: «Si un hombre tiene dos mujeres, una amada y la otra odiada». Él dice: «“Si un hombre tiene” es el Creador. “Amada” son los adoradores de ídolos, a quienes Él les muestra Su rostro, y “odiada” son Israel, de quienes Él esconde Su rostro». Hasta aquí sus palabras.
Debemos entender esto, ya que contradice todos los lugares que escriben que el Creador ama a Su pueblo, Israel, como está escrito (Malaquías 1:2-3): «“Los amé”, dice el Señor. Pero ustedes dicen: “¿Cómo Nos amaste?” “¿No era el hermano de Esav, Yaakov?” declara el Señor. “Sin embargo, Yo amaba a Yaakov y Yo odiaba a Esav”». Además, decimos: «Quien elige a Israel, Su pueblo, con amor».
Debemos interpretar esto en el trabajo: se sabe que, en el trabajo, hablamos de todo en un solo cuerpo. Por esta razón, debemos interpretar que decir «dos mujeres» significa que están en el mismo cuerpo. Esto significa que hay dos fuerzas dentro del hombre:
1) El deseo de recibir para su propio beneficio,
2) El deseo de otorgar, es decir, de hacer todo en beneficio del Creador.
Esas dos se llaman «dos mujeres». En otras palabras, debemos determinar dentro del hombre la cualidad de las «setenta naciones del mundo» y la cualidad de «Israel». Atribuimos las «naciones del mundo» al deseo de recibir en beneficio propio, y atribuimos «Israel» al deseo de otorgar al Creador.
Deberíamos saber que esos dos deseos vienen de arriba, lo que significa que solo el Creador los da y que no está en manos del hombre tomarlos por sí mismo. Más bien, la primera fuerza, llamada «deseo de recibir para sí mismo», llega a la persona sin ningún esfuerzo. Tan pronto como uno nace, ya tiene esta fuerza. Pero, la segunda fuerza, el «deseo de otorgar», no viene de arriba sin esfuerzo. Esto significa que, primero uno debe buscar consejos de cómo obtenerlo, y solo entonces recibe de arriba el deseo de otorgar. Pero, no lo dan sin esfuerzo.
Debemos entender la razón por la cual el deseo de otorgar no se da sin esfuerzo, y el deseo de recibir sí se da sin esfuerzo. Esto es así, porque, para lograr el propósito de la creación, que es hacer el bien a Sus creaciones, Él tuvo que crear una creación que contenga el deseo de recibir placer, ya que, sin un deseo, es imposible disfrutar nada. Por lo tanto, el Creador colocó dentro de la creación el deseo de recibir placer.
Esto significa que si el hombre no lo tuviera cuando nace, sería imposible ser llamado «criatura», ya que esto nos muestra el asunto de la creación «existencia a partir de la ausencia», lo que significa que, se creó un deseo y una necesidad, donde él quiere satisfacer su carencia. Por esta razón, este deseo llega de inmediato, sin ningún esfuerzo. En otras palabras, si no fuera por el deseo de recibir, no habría ningún desarrollo, por lo que no habría nada en el mundo, ya que aprendemos todo solo por el poder del deseo de recibir, que nos empuja a seguir adelante. Por esta razón, este deseo nos llega sin ningún esfuerzo.
Pero, con respecto al deseo de otorgar, el Creador no nos lo da sin esfuerzo. Es decir, una vez que tenemos la creación y el Creador debe dar llenado a las criaturas, Él les da lo que exigen y dicen que les falta. En ese momento el Creador llena su carencia. Por lo tanto, se deduce que todo el esfuerzo que la persona hace en la Torá y Mitzvot es para obtener la carencia del deseo de otorgar. Es decir, así como el hombre entiende que, sin un deseo de recibir placer, una persona no puede vivir en el mundo, lo que significa que, si una persona ve que, si no tiene nada que dar a su deseo de recibir para que pueda disfrutar, la persona sabe que él no podrá existir en el mundo, ya que sin vitalidad está en conflicto con el propósito de la creación, que es hacer el bien a Sus creaciones.
Del mismo modo, una persona debe llegar a sentir que, a menos que tenga el deseo de otorgar, mediante el cual pueda lograr el estado de Dvekut (adhesión) con el Creador, tampoco tiene vida ni placer en este mundo. En otras palabras, ve que no tiene satisfacción en la vida. Por esta razón, quiere alcanzar la completitud, porque, ciertamente, debe haber deleite y placer en la creación. Sin embargo, sin el deseo de otorgar, la persona no puede alcanzar la completitud. Este estado se llama «carencia y necesidad», y cuando la persona tiene tal carencia, recibe de arriba, del Creador, el segundo deseo llamado «deseo de otorgar».
Por esta razón, uno debe hacer todo lo que pueda para adquirir la carencia por el deseo de otorgar. Sin embargo, uno debe saber que, aunque quiere hacer todo con el fin de otorgar, el cuerpo no le permite y no le deja salir de su gobierno, y esto provoca descensos y ascensos. Es decir, a veces el deseo de recibir prevalece sobre el deseo de otorgar, lo cual significa que el deseo de recibir le trae deseos y pensamientos de que tiene razón, lo que significa que, le da un mayor gusto por el amor propio.
Esto significa que, el deseo de recibir, que son las «naciones del mundo», recibe más sabor cada vez, por lo cual, cuando adquiere más fuerza, cancela la necesidad por el deseo de otorgar. Por lo tanto, todo el trabajo que uno ha dado para obtener la necesidad por el deseo de otorgar, todo se retira de él, y la persona está de acuerdo, durante el descenso, con el deseo de recibir para sí mismo. Sin embargo, luego, la persona se recupera y comienza una vez más a trabajar y esforzarse para obtener la necesidad por el deseo de otorgar, y luego el deseo de recibir prevalece una vez más. Se deduce que, esta es la causa de los ascensos y descensos.
Esta situación continúa hasta que la persona llega a la decisión que, sin Su ayuda, es imposible de alcanzar, no necesariamente el deseo de otorgar de hecho; sino incluso la necesidad por el deseo de otorgar, también asciende y desciende hasta el punto en que varias veces vino a un estado, donde vio que no podía invertir más fuerzas de las que ya dio. Por lo tanto, quiere escapar del trabajo.
Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿Por qué el Creador hizo esto así para que haya ascensos y descensos? Como se dijo, anteriormente, para que el hombre tenga la necesidad de avanzar y no conformarse con poco. Por esta razón, recibe un descenso desde arriba. En otras palabras, se le ayuda al hombre a avanzar, bajándolo de su grado. Esto hace que reflexione y vea lo que se requiere de él desde arriba, y por lo que fue bajado de su grado.
Esto hace que uno rece al Creador para que le ayude. La ayuda que uno recibe de lo alto es la preparación por la cual obtendrá un alma, como está escrito en El Zóhar, que es ayudado con «un alma santa». Se deduce que tanto los ascensos como los descensos provienen de arriba. Es decir, los descensos también ayudan a la persona, y gracias a ellos logra el objetivo que debe alcanzar.
Con esto debemos interpretar lo que dice El Zóhar (VaIshlajh, Punto 4): «Si un hombre viene a purificarse, la inclinación al mal se rinde ante él y la derecha gobierna a la izquierda. Y, tanto la inclinación al bien como la inclinación al mal, se conectan para cuidar al hombre en todos los caminos por los que va, como está escrito: “Porque Él ordenará a Sus ángeles, que te cuiden en todos tus caminos”».
Deberíamos entender cómo se puede decir que la inclinación al mal cuida a una persona para que camine por el camino recto. Después de todo, le aconseja a una persona que no camine en el camino de la Torá, le obstaculiza en todos sus caminos y lo detiene de trabajar por el bien del Creador, sino, solo por su propio beneficio. Por lo tanto, deberíamos saber cómo la inclinación al mal lo ayuda.
Los descensos que recibe una persona, cuando la inclinación al mal le da pensamientos ajenos al espíritu de la Torá, esto le provoca descensos. Según la opinión de la persona, debe ser que la inclinación al mal le trajo la sensación de que el amor a sí mismo es más importante que el amor al Creador, y que esta es la causa de los descensos.
Pero en verdad, uno debería creer que el Creador lo hace todo. En otras palabras, el Creador envía estos descensos a la persona para que le den impulso en el trabajo, es decir, para que no se conforme con poco. Cuando una persona siente que hace todo lo que puede en la Torá y las Mitzvot, y no puede discernir el asunto de la intención en beneficio del Creador, o que está trabajando para su propio beneficio, ya que cuando uno trabaja a la manera del público en general, una iluminación brilla para la persona como Luz circundante, dándole satisfacción para que no sienta ninguna carencia en su trabajo.
Solo cuando uno quiere trabajar a la manera de los individuos, lo que significa que también la intención sea en nombre de los cielos, y no necesariamente el acto (como se dice en el Artículo No. 45, 1991), entonces le anuncian desde arriba que no está bien, y con esto cae en un descenso. En ese momento, uno ve su verdadera situación y comienza a buscar la manera de salir del control del amor propio.
Por lo tanto, resulta que, si no fuera por la inclinación al mal, que le trae el estado de descensos, el hombre permanecería en un estado de ascenso y no necesitaría alcanzar el objetivo de Dvekut con el Creador. De ello se deduce que la inclinación al mal es un ángel de Dios, es decir, un enviado del Creador para cuidarlo para que no permanezca en un estado de «inanimado de Kedushá (Santidad)», sino que tenga la necesidad de avanzar. Es por eso por lo que él dice: «Porque Él ordenará a Sus ángeles, que te cuiden en todos tus caminos». Por lo tanto, la inclinación al mal, también es un enviado del Creador para cuidar a la persona.
De acuerdo con lo anterior, debemos interpretar lo que preguntamos sobre las palabras del Midrash que dice: «“Si un hombre tiene” es el Creador. “Amada” son los idólatras». ¿Cómo se puede decir que el Creador ama a los idólatras? Deberíamos interpretar eso cuando dice: «Si un hombre tiene dos mujeres», significa que el Creador le da al hombre dos mujeres, lo que significa, dos deseos, una «amada», lo que significa el deseo de recibir para su propio beneficio. Esto se llama «adoradores de ídolos», lo que significa no por el beneficio del Creador, sino en beneficio propio.
Ese deseo se llama «amada», lo que significa que las criaturas aman este deseo porque el Creador les muestra el rostro. En otras palabras, el Creador creó el mundo debido a Su deseo de hacer el bien a Sus creaciones. Esto se considera que el Creador les está mostrando el rostro, lo que significa el deseo de recibir, ya que es imposible recibir placer si no hay anhelo por el placer. Debido a esto, el Creador muestra el rostro al deseo de recibir placer. Es decir, todo lo que el hombre hace en beneficio propio, lo disfruta, y esto se considera que Él le muestra el rostro.
Sin embargo, ¿por qué esto se llama «adoradores de ídolos»? La respuesta es que, dado que hubo una corrección, para evitar la vergüenza, está prohibido recibir con el fin de recibir. Al que recibe con el fin de recibir se le llama, en el trabajo, «adorador de ídolos». En otras palabras, no trabaja en beneficio del Creador sino en beneficio propio. En el trabajo, esto se llama «trabajo ajeno», «adoración de ídolos». Aunque, en términos de las acciones, se le considera «Israel» y un «siervo del Creador», en términos del trabajo, que es otorgar, esto se llama «adoración de ídolos», lo que significa un trabajo que es ajeno para nosotros.
Dado que una persona nace con una naturaleza inherente para trabajar solo por su propio beneficio, lo que una persona llama «amada», ya que el Creador les muestra el rostro, siempre que uno trabaje por su propio beneficio, tiene el deseo de trabajar, ya que, por naturaleza, le encanta trabajar para el deseo de recibir. Pero, cuando uno quiere trabajar en nombre de los cielos, que es en beneficio del Creador y no en beneficio propio, este deseo pertenece a la cualidad de «Israel» en una persona, y ese deseo se llama «odiada», ya que el Creador esconde el rostro de ellos.
En otras palabras, para que uno sea recompensado con la cualidad de «Israel», el Creador oculta Su rostro de ellos, ya que cuando una persona quiere caminar de una manera donde todas sus acciones sean en beneficio del Creador, y para ser capaz de llegar a recibir con el fin de otorgar, tenía que haber una ocultación y Tzimtzum (restricción) en la Torá y las Mitzvot (preceptos), para que tengan lugar para decir que están observando la Torá y las Mitzvot sin ninguna recompensa, sino solo en beneficio del Creador. Como esto va en contra de la naturaleza, el cuerpo odia este trabajo. Y si una persona quiere trabajar específicamente en nombre de los cielos, no tiene otro consejo más que rezarle al Creador para que le dé la fuerza para sobreponerse al deseo de recibir y subyugarlo.
La persona recibe este poder desde arriba, como está escrito: «El que viene a purificarse es ayudado». Es decir, se le da un alma desde arriba. De ello se deduce que, específicamente, al odiar la cualidad de «Israel» en una persona, por eso, el hombre no tiene las fuerzas para sobreponerse, ya que el cuerpo odia el otorgamiento. En ese momento, hay lugar para que uno sea verdaderamente recompensado con el grado de «Israel» al pedir ayuda desde arriba.
Este es el significado de lo que se dijo, que de las dos fuerzas que hay en el hombre, la inclinación al mal y la inclinación al bien, el hombre puede lograr la completitud de la meta, ya que ambas evitan que se desvíe del camino correcto, ni hacia la derecha ni hacia la izquierda, sino para llegar a alcanzar la completitud de la meta, que es recibir el deleite y el placer que el Creador quiere impartir a las criaturas.
Por lo tanto, se deduce que la «esposa amada» son los adoradores de ídolos, y la «esposa odiada» es Israel. A esto deberíamos agregar que esas dos fuerzas, el deseo de recibir y el deseo de otorgar, también se llaman «hombre» y «bestia». Es decir, el deseo de recibir en el hombre es considerado como una «bestia», perteneciente a la cualidad de los animales, en la que solo existe el beneficio propio, y el «hablante» es la cualidad del «hombre», que es el deseo de otorgar que el hombre debe conseguir, y que puede conseguir, solo a través de muchos esfuerzos, por la razón antes mencionada, que por naturaleza una persona no puede entender cómo hacer algo en beneficio del Creador.
Es decir, una persona se preocupa por satisfacer las demandas de su «bestia», pero lo que el «hombre» en él exige, la persona no puede satisfacer. Por el contrario, hace falta pedirle al Creador que le dé la fuerza para sobreponerse a su «bestia», porque sin la ayuda del Creador, el gobierno se da a los pensamientos y deseos que odian la cualidad del «hombre» y la cualidad de «Israel», que es la cualidad del «hombre», como nuestros sabios dijeron: «Ustedes son llamados “hombre”, y los idólatras no son llamados “hombre”» (Yevamot 61). Por lo tanto, la «mujer odiada» es «Israel», de quien el Creador esconde su rostro.
De acuerdo con lo anterior, debemos interpretar lo que nuestros sabios dijeron (Avot 1:15): «Deberíamos dar una buena bienvenida a cada hombre». Deberíamos entender qué indicios nos da esto en el trabajo. Cuando una persona quiere hacer algo por su cualidad de «hombre», y dado que la cualidad del «hombre» es odiada, ya que todas las preocupaciones del hombre son solo satisfacer todas las demandas que exige su «bestia», y el cuerpo ama la cualidad de la bestia, pero en cuanto a la cualidad de «hombre», que es «Israel», el cuerpo lo odia; por lo tanto, nuestros sabios vinieron y advirtieron: «Deberíamos dar una buena bienvenida a cada hombre», donde «cada» significa incluso todo lo que se percibe como «hombre».
En otras palabras, deberíamos apreciar incluso una pequeña cosa, si se trata de la cualidad de «hombre». Nuestros sabios nos dijeron que deberíamos tratar de dar la bienvenida a la cualidad de «hombre», y no como parece ante nuestros ojos, como odiada, porque el Creador esconde Su rostro de ellos. Más bien, debemos ir por encima de la razón y dar la bienvenida a cada hombre por encima de lo que la mente de nuestro cuerpo nos dice. Es decir, deberíamos hacer cosas que sean adecuadas para la cualidad de «hombre».
Aunque la «bestia» dentro de nosotros grita y dice que los trabajos que queremos hacer por la cualidad del hombre son adecuados para personas insensatas, ya que, lo que nosotros, es decir, lo que la bestia exige, esto es aceptable para la razón, y la evidencia es que el cuerpo ama este trabajo. Pero lo que él piensa en trabajar por la cualidad de «hombre», se ve que el cuerpo odia esto. Claramente, lo que dice la mente tiene sentido, ya que dice que al trabajar por la cualidad de «bestia», esto es razonable y adecuado para una persona inteligente, mientras que el trabajo que tú deseas hacer por la cualidad de «hombre», esto es un acto de una «bestia», que significa sin razón.
Nuestros sabios nos dicen sobre esto que, no debemos escuchar lo que dice el cuerpo, que está realizando el argumento del «hombre», sino más bien dar una buena bienvenida a cada «cualidad de hombre», y decir: «Aunque de acuerdo con la mente y razón, la cualidad de hombre es odiada, sin embargo, yo creo en las palabras de los sabios y les doy la bienvenida».
Con esto debemos interpretar lo que nuestros sabios dijeron: «Hombre y bestia Tú salvas, oh Señor». Estas son personas que son tan astutas en su razón como las personas, y fingen ser como bestias. Es decir, aunque de acuerdo al intelecto, tienes razón, porque la persona debe caminar por el camino que ama, aun así, «finge ser una bestia», sin intelecto, y va con fe por encima de la razón.
Sin embargo, debemos creer que al observar la Torá y las Mitzvot en la práctica, en cada detalle y precisión, gracias a las acciones, somos recompensados con que el Creador no ayude desde arriba, así tendremos la fuerza para seguir adelante y ser recompensados con la obtención de la meta, que es que el hombre recibirá el deleite y el placer que hay en el propósito de la creación. Esto es así, porque cuando observamos la Torá y las Mitzvot incondicionalmente, sino solo por el mandamiento del Creador, esto se llama un despertar desde abajo. Con esto, la Luz y la abundancia se extienden desde arriba, y pueden salir del gobierno del mal.
Esto es como nuestros sabios dijeron (Rashi en nombre de Majilta) sobre lo que está escrito (Éxodo 13:12): «Cuando vi la sangre, pasaré por sobre ustedes, y ninguna plaga caerá sobre ti para destruirte». (Él pregunta): «“¿Cuándo vea la sangre?” ¡Pero si todo está revelado ante Él! Pero el Creador dijo: “Espero ver que se están dedicándose a Mis mandamientos, y pasaré por sobre ustedes”».
Vemos que nuestros sabios dijeron eso para que no les ocurriera ninguna plaga, lo que significa salir del control del mal, llamado «muerte», es como nuestros sabios dijeron: «Los malvados en sus vidas son llamados “muertos”». Por eso se nos ha dado el trabajo en la práctica. Gracias a las acciones que hacemos, el Creador vuelve y se nos revela, como dice: «Y será como una señal para ustedes». Qué aprendemos: «En recompensa por la Mitzvá que realizan, tendré piedad de ustedes». Así, gracias a la práctica de Mitzvot, el hombre se salva del gobierno del deseo de recibir, llamado «inclinación al mal», y se lo recompensa con la obtención del deseo de otorgar.
Sin embargo, uno que camina en una sola línea, que está satisfecho con la práctica, cuando trabaja en nombre de los cielos y no considera la intención, que la intención también sea en nombre de los cielos, no puede llegar a obtener el deseo de otorgar, llamado Dvekut (adhesión). Esto es así porque no tiene carencia. Por lo tanto, estas personas que ya han cambiado de una sola línea a la línea derecha, cuando ven su bajeza, que no hay un solo órgano en esa persona que quiera hacer algo en beneficio del Creador, y anhelan que el Creador lo salve de la muerte, es decir, del gobierno del amor propio. En ese momento, el consejo para que sea recompensado con que el Creador se le revele, es decir, ser recompensado con el deseo de otorgar, que es cuando uno se adhiere al Creador, el hombre puede tomar esto eso solo gracias a las acciones, y él quiere que la recompensa por observar la Torá y Mitzvot sea Dvekut con el Creador. Este es el significado de «En recompensa por la Mitzvá que realizan, tendré piedad de ustedes». Es decir, Él tiene piedad de nosotros y nos salva de la muerte, que es el gobierno del deseo de recibir.
Sin embargo, vemos que el hombre puede hacer cualquier cosa que no esté en el camino de la corrección. Vemos que esto se aplica tanto en adultos como en niños pequeños. Y especialmente, vemos esto en niños pequeños, ya que, con los adultos, todo ya involucra varias razones, por lo que no podemos ver la verdad. Pero con los niños, vemos esto más abiertamente, que los niños pueden esforzarse todo el día, pero si les pedimos que hagan algo, ellos dicen que no tienen fuerza para el trabajo. Deberíamos saber que esto se extiende desde el mundo de Nekudim, donde hubo la ruptura de las vasijas. Por esta razón, cualquier cosa que no pertenezca a la corrección, tenemos la fuerza para trabajar. Pero si está relacionado con la corrección, ya hay esfuerzo involucrado debido a la resistencia del cuerpo.
Por lo tanto, cuando una persona camina en una sola línea, puede observar la Torá y las Mitzvot en todas las formas. Pero cuando va en la línea derecha, cuando el trabajo está en el camino de la corrección, la persona debe hacer grandes esfuerzos para caminar en el camino de la «derecha». Es por eso que necesitamos sobreponernos.