Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)
¿Qué es «verás Mi espalda, pero no se verá Mi rostro» en el trabajo?
Artículo 43, 1991
Se sabe que el orden del trabajo para lograr el propósito de la creación, que es hacer el bien a Sus creaciones, es de dos maneras:
1. La manera de la «mente», que es la fe por encima de la razón, es una manera que se llama «contra la razón». Es decir, la razón de la persona determina si vale la pena hacer algo o no. De acuerdo con la regla de que uno no puede ir en contra de la razón, se deduce que la persona asume servir al Creador incluso si la mente no entiende que vale la pena. Y, sin embargo, la persona asume la fe en los sabios, en la forma que ellos nos determinaron cómo servir al Creador. Dijeron que debemos seguir las reglas de la Torá y no de acuerdo con el intelecto, y esto se llama «mente».
2. La manera del «corazón», que significa el deseo de recibir, y debe trabajar contra el deseo, es decir, trabajar y realizar acciones para obtener el deseo de otorgar. Esto se llama «corazón».
Dado que el hombre, por naturaleza, nace con el deseo de recibir para sí mismo, cuando quiere trabajar con el fin de otorgar, se le muestra para que sepa que el deseo de recibir es malo. Sin embargo, no debe ver de inmediato cuánto lo controla el deseo de recibir, es decir, saber qué tan malo es y que nos controla hasta el punto de que uno no puede salir de su control por sí mismo.
Si uno viera el poder del mal dentro de él, y cuán alejado está del Creador debido a este mal, diría: «El control del mal en mí es muy grande, mayor que en el resto de la gente, entonces, ¿cómo puedo vencerlo? Por lo tanto, estoy desperdiciando mi esfuerzo ya que todo mi esfuerzo será en vano, porque no veo ninguna forma de salir del control del deseo de recibir, y el deseo de recibir es todo el mal, lo que significa el único obstáculo para lograr Dvekut (adhesión) y equivalencia de forma. Por lo tanto, es mejor para mí escapar de esta campaña».
Dado que el mal no se le revela de inmediato, sino poco a poco, es decir, le dan un ascenso, entonces, él piensa que ya no tiene ningún mal, ya que durante el ascenso siente que está cerca del Creador y no necesita que el Creador lo ayude una vez más, porque piensa que permanecerá en este ascenso para siempre, por ahora ve que todo es vanidad de vanidades y lo más importante es acercarse al Creador, pero como una persona debe ver todo el mal dentro de él, para que pueda rezar con todo el corazón, porque solo entonces tiene un Kli (vasija) completo, lo que significa una verdadera carencia, por lo tanto, recibe un descenso desde arriba. En otras palabras, se le muestra un poco más del mal que se encuentra en el deseo de recibir, y en el que no pensó. Esto continúa repetidamente y cada vez, se le revela un poco más de mal. Si no escapa de la campaña, resulta que, cuando llega al fondo de su mal, el Creador le brinda la ayuda necesaria, que llega a él para salvarlo del control del mal dentro de él. En ese momento, el hombre es recompensado con el deseo de otorgar, llamado «segunda naturaleza», y luego recibe la «apertura de los ojos en la Torá».
De esto resulta que, no es como uno piensa acerca de cómo debería ser el orden del trabajo, según su punto de vista. Más bien, el Creador tiene un orden diferente. Debería decirse sobre esto: «Porque Mis pensamientos no son sus pensamientos, ni sus caminos son Mis caminos» (Isaías 55). En otras palabras, la persona entiende que el orden del mundo es que una persona aprende alguna ciencia o profesión, y cada día avanza y comprende más y más hasta que comprende su campo de estudio por completo. Por lo tanto, una vez que esté acostumbrado al trabajo, tal como lo recibió de su educación, significa que todo en lo que deberíamos trabajar es en la práctica. En otras palabras, a uno se le enseña a asumir la fe, creer en el Creador y creer en los sabios que nos prepararon el camino para observar la Torá y las Mitzvot (preceptos), y todo lo que uno necesita recordar al dedicarse a la Torá y las Mitzvot es que él está observando las Mitzvot del Creador, quien nos ordenó a través de Moshé y los sabios que lo siguieron, y por medio de esto, recibiremos recompensa en este mundo y en el mundo por venir. Esta es la manera del comienzo del trabajo del hombre en la Torá y las Mitzvot.
Esto se llama «trabajo en la práctica», lo que significa que uno debe recordar mientras observa la Torá y las Mitzvot, que está observando el mandamiento del Creador. Esto se llama «trabajo del público en general». Esto también se llama «inanimado de Kedushá (Santidad)».
Después, cuando ya está acostumbrado a trabajar en la práctica y lo observa con alegría, ya que fue recompensado con la observación del mandamiento del Creador, podemos hablar de la intención. Sin embargo, antes de observar la Torá y las Mitzvot como el público en general, es decir, en la práctica, no podemos hablar con esa persona sobre la intención. Esto es como dijo Maimónides, que la intención, que se llama Lishmá (en nombre de la Torá), no se revela a cualquier persona. Más bien, «hasta que adquieran conocimiento y adquieran mucha sabiduría, les revelan ese secreto poco a poco».
Esto significa que Israel en general, que se llama «inanimado de Kedushá», la fe los ilumina como «Luz circundante», y por la fuerza de esto, la persona puede observar la Torá y las Mitzvot en la práctica. Sin embargo, aquellos que todavía no están observando la Torá y las Mitzvot, incluso a la manera del público en general, ciertamente, no se debe hablar con ellos acerca de la intención.
Por el contrario, aquellos que están bien en términos del público en general, sin embargo, sienten un impulso interno de que también existe la cuestión de la intención, ya que escucharon que también existe la cuestión de tener que hacer todas las acciones que sean en nombre de los cielos, llamado Lishmá, entonces un deseo despierta en sus corazones para también ser parte de las personas que se dedican a la Torá y las Mitzvot en nombre de los cielos. Hay varias interpretaciones sobre «en nombre de los cielos»:
1) Se dedica a la Torá y las Mitzvot en nombre de los cielos, significa que, no está observando la Torá y las Mitzvot por honor o por dinero, sino solo porque el Creador nos ordenó a través de Moshé, que debemos observar Sus Mitzvot. Es por eso que observamos y no por honor o por dinero, etc. Se deduce que esto se llama «en nombre de los cielos», lo que significa que el Creador nos ordenó observar la Torá y las Mitzvot.
Sin embargo, a cambio de esto, la persona quiere que el Creador le pague una recompensa, como nuestros sabios dijeron: «Puedes confiar en tu dueño que te recompensará por tu trabajo» (Avot, Capítulo 2:21).
Hay un segundo significado para el asunto de «en nombre de los cielos». El beneficio propio no es la razón que lo obliga a observar la Torá y las Mitzvot, sino la importancia y la grandeza del Creador lo obliga a dedicarse a la Torá y las Mitzvot. En otras palabras, la razón por la que quiere participar en la Torá y las Mitzvot es servir al Rey y observar Sus mandamientos.
Resulta que, la recompensa no es la razón, como explicamos acerca de la primera manera de «en nombre de los cielos», donde la razón por la que observa la Torá y las Mitzvot es su deseo de que el Creador le pague una recompensa, ya que él no observa la Torá y las Mitzvot para las personas, sino que trabaja humildemente para que nadie sepa de su trabajo en la Torá y las Mitzvot sino el Creador, por lo que quiere que el Creador lo recompense. De ello se deduce que el beneficio propio es la razón.
Pero cuando quiere trabajar solo por la grandeza del Rey, esto se llama «en nombre de los cielos», lo que significa que la intención de la recompensa es que está sirviendo al Creador. Así es como está escrito en el Sulam (Comentario de la Escalera sobre El Zóhar) (“Introducción del Libro del Zóhar”, Punto 191): «Que debe temer al Creador (por eso observa la Torá y las Mitzvot) porque Él es grande y gobierna sobre todo».
De esto resulta que, precisamente cuando uno no trabaja para recibir una recompensa, sino que su intención es en nombre de los cielos, es decir, que la grandeza del Creador lo obliga a observar la Torá y las Mitzvot, esto se llama Lishmá. Es decir, no es la recompensa, sino la grandeza del Creador, es el motivo por el cual él observa la Torá y las Mitzvot. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿Qué significa que dijeron: «Puedes confiar en que el dueño te recompensará por tu trabajo» si la persona no está trabajando para obtener una recompensa?
Debemos interpretar que aquellos que trabajan no para recibir recompensa, significa que quieren trabajar con el fin de otorgar. Sin embargo, el cuerpo se opone a esto y no pueden sobreponerse al deseo de recibir para uno mismo. Sin embargo, desean esto y rezan al Creador para que les ayude a poder trabajar sin ninguna recompensa. En ese momento, el Creador escucha su plegaria y les da una segunda naturaleza, llamada «deseo de otorgar», y esta es su recompensa, que son recompensados con trabajar solo en beneficio del Creador.
Sin embargo, debemos saber que precisamente cuando uno comienza a trabajar con el fin de otorgar, es decir, cuando quiere alcanzar este grado, ya que está en contra de la naturaleza y uno no puede llegar a esto por sí mismo, sino que el Creador debe darle el deseo de otorgar, dado que existe una regla de que no hay llenado sin carencia, porque es imposible llenar algo donde no hay un receptáculo, llamado «carencia», y dado que la carencia por la incapacidad de realizar actos de otorgamiento tampoco está en manos del hombre poder sentir, sino que (acerca de) este sentimiento, de que una persona debe trabajar con el fin de otorgar, la persona pregunta: «¿Con qué necesidad quiero realizar actos de otorgamiento?». Entonces, primero se debe sentir que, sin el deseo de otorgar es carente, es decir, está separado del Creador debido a la disparidad de forma. Sin embargo, esto tampoco se puede sentir, sino más bien esto, lo que significa el sentimiento del mal que existe en el deseo de recibir para sí mismo, y por esto se separa del Creador, esto tampoco lo puede entender, ya que él pregunta: «¿Qué obtendrás de hacer todo con el fin de otorgar?» Con estas preguntas, pierde el deseo y la necesidad de hacer todo con el fin de otorgar.
Por lo tanto, precisamente a través de la Luz de la Torá, que ilumina a la persona incluso cuando aprende en Lo Lishmá (no en Su nombre), esta Luz le da a la persona la capacidad de sentir la carencia y la necesidad de obtener el deseo de otorgar. Sin embargo, no se le muestra al hombre todo el mal que está en el deseo de recibir, sino que se muestra un poco cada vez. Después de cada descenso, cuando ve que está separado y no tiene ganas de trabajar, recibe un ascenso. Y después de cada ascenso, obtiene otro descenso hasta que se le revela todo el mal. Luego, una vez que tiene una carencia completa, recibe de arriba el deseo de otorgar. Pero en medio del trabajo, cuando una persona sufre un descenso, quiere escapar de la campaña. Este estado se llama Ajoraim (partes posteriores), lo que significa que no lo ilumina la fe para continuar en el trabajo, y comprende que el Creador debe comportarse con él como el hombre entiende, sin embargo, el Creador hace lo que Él quiere, y no lo que la persona quiere: quién piensa que el orden en el trabajo debe ser similar a todas las profesiones que una persona aprende, y que cada día avanza. Aquí, sin embargo, una persona ve que cada día está retrocediendo, es decir, cada día, ve que está en un estado de Ajoraim. Pero, en verdad, el Creador se comporta con él como el Creador entiende, y no como la persona entiende.
En consecuencia, vemos que el orden del trabajo es opuesto a la opinión del hombre, porque el hombre comprende que al tener un ascenso en grado cada vez, logrará la realización de la meta, pero el Creador entiende lo contrario, ya que, si una persona permaneciera en un estado de ascenso, él se consideraría completo. Es decir, no vería ninguna deficiencia en su trabajo, y luego se quedaría en un estado de inanimado. No sentiría que el mal que hay en él debido al deseo de recibir es malo, ya que no vería que le obstaculiza participar en la Torá y las Mitzvot, y no sabría qué es Ajoraim, es decir, lo que significa que la Torá y las Mitzvot no iluminan. Más bien, él siempre estaría feliz de estar sirviendo al Creador y observando Sus mandamientos. Existe una regla que de arriba no se dan lujos, lo que significa que cuando uno no siente que le falta lo esencial, está prohibido dar lujos.
Hay una regla que dice que cuando una persona le faltan las necesidades de la vida, es decir, cuando le falta el aliento de vida, llamado «Dvekut con el Creador», llamado «fe completa», no se puede decir que se le debe dar lujos, a saber, cosas que una persona no siente que necesita y sin las cuales no puede vivir. En la espiritualidad, esto se llama «lujos». Es decir, precisamente cuando una persona le pide al Creador que le dé algo que necesita tanto, hasta el punto que, sin ello, su vida no vale nada, esto se llama «necesidad» y esto se llama «un deseo verdadero», lo que significa una carencia que merece recibir llenado. Pero si su deseo no es tan grande, se considera como «lujo».
Por lo tanto, cuando uno está satisfecho con la Torá y las Mitzvot en la práctica, no se puede decir que le darán un grado mayor, ya que no necesita tanta salvación. De ello se deduce que uno no puede ascender los peldaños de la santidad a menos que sienta que está en absoluta bajeza. Esto se llama «un estado de Ajoraim». Es decir, cuando se encuentra en un estado de Ajoraim, puede recibir un Kli (vasija), llamado «carencia de recibir ayuda de arriba». Y la ayuda que viene de arriba se llama «un alma», como está escrito en El Zóhar: «El que viene a purificarse es ayudado». Él pregunta: «¿Con qué?» y la respuesta es «con un alma santa».
Cada vez que pide ayuda, recibe un mayor grado hasta que es recompensado con alcanzar el NaRaNJaY en su alma.
Con esto debemos interpretar lo que preguntamos: ¿Qué es: «Y verás Mi espalda, pero Mi cara no será vista»? Deberíamos interpretar «Y verás». Significa que si una persona quiere ser recompensada con «ver», es decir, con abrir los ojos en la Torá, es decir, la Torá que son los nombres del Creador, una persona no puede ser recompensada con esto durante un ascenso, cuando ve que la Torá y las Mitzvot le iluminan y le dan satisfacción, y quiere tener un mayor grado cada vez, como se hace en asuntos corporales, donde cada vez la persona ve que está agregando para obtener lo que quiere, tanto cuando aprende alguna profesión o alguna sabiduría. Resulta que la persona siempre está en ascenso, llamado Panim (cara).
En espiritualidad es lo contrario. Específicamente en el estado de Ajoraim, desde estados que no iluminan, es decir, específicamente desde descensos, cuando cada vez aparece más mal en él, es decir, la medida del mal en el deseo de recibir, cómo obstaculiza al hombre en lograr el objetivo para el que fue creado. Esto es así porque una persona no puede recibir ayuda del Creador a menos que se encuentre en un estado en el que sienta la verdadera carencia. Resulta que, el hombre no puede decir que el Creador no lo está mirando cuando ve que está retrocediendo. Más bien, este Ajoraim que siente la persona viene de arriba. Es decir, el Creador le ha brindado ayuda al ver el mal que está en el deseo de recibir.
Resulta que la persona sí está avanzando, pero no de acuerdo con su punto de vista, sino de acuerdo con lo que el Creador entiende, tal como está escrito: «Porque Mis pensamientos no son sus pensamientos». Esto significa que el Creador lo ayuda primero haciéndole sentir cada vez más la medida del mal que está en el deseo de recibir, ya que, como se dijo anteriormente, es imposible revelarle todo el mal de una vez, sino cada vez, se revela en él una pequeña cantidad, ya que, si uno viera todo el mal a la vez, escaparía de la campaña. Por lo tanto, se le revela poco a poco hasta que ve su verdadera medida. En ese momento tiene una verdadera necesidad de Su ayuda, y luego es recompensado con extender el NaRaNJaY de su alma.
Este es el significado de lo que está escrito: «Y verás Mi espalda». Precisamente a través de los estados de Ajoraim se puede ser recompensado con la meta.
Con esto podemos interpretar lo que está escrito (Deuteronomio 7: 7): «El Señor no los deseó porque son más numerosos que todos los pueblos, sino porque son el menor de todos los pueblos».
Deberíamos preguntarnos: ¿Qué nos enseña esto? ¿Alguien piensa que el pueblo de Israel es más numeroso que todas las naciones, entonces el versículo viene a decirnos para que no nos equivoquemos de que el Creador nos eligió porque el pueblo de Israel es más numeroso que todas las naciones? Más bien, debemos interpretar que cuando hablamos del trabajo, ya sea que hablemos de Israel o que hablemos de las naciones del mundo, estamos hablando de una sola persona, como está escrito en El Zóhar: «Todo hombre es un pequeño mundo en sí mismo».
Por lo tanto, debemos interpretar que a veces, el hombre está en un estado donde la cualidad de Israel dentro de él es mayor que la cualidad de las naciones del mundo en él. En otras palabras, él está en un estado de ascenso. Esto es así cuando siente que está completo en la Torá y las Mitzvot. Por lo tanto, por esto el hombre puede ser recompensado con el amor del Creador, ya que la mente obliga que, cuando uno siente que está caminando en el camino recto, de acuerdo con la opinión de uno, cuando está trabajando a la manera del público en general, por eso el Creador debería amarlo.
Sobre esto viene la respuesta: «El Señor no los deseó porque son más numerosos que todos los pueblos».
La pregunta es: ¿por qué el Creador no favorece a una persona cuando siente que está sirviendo al Creador en plenitud? La respuesta es como se dijo anteriormente, que la persona no necesita la ayuda del Creador para ser recompensada con el amor del Creador, ya que siente que está completo en términos de la práctica, que es «inanimado de Kedushá».
Pero el versículo dice: Los deseó «porque son el menor de todos los pueblos». En otras palabras, específicamente del estado en el que sienten que son el menor de todos los pueblos, que todos los deseos de las naciones del mundo los gobiernan, y el Israel en ustedes no merece un nombre, y ven el mal dentro de ustedes en toda su extensión, entonces rezan para que Yo les dé ayuda. Y ahora tienen una verdadera carencia, ya que sienten lo lejos que están de hacer algo con el fin de otorgar, entonces llega el momento adecuado para darles ayuda, ya que entonces están pidiendo necesidades y no lujos.
En un estado de ascenso, la persona no necesita que el Creador lo ayude, excepto por los lujos, como está escrito: «El Señor no los deseó porque eran más numerosos de todos los pueblos», porque entonces no Me precisan para asuntos necesarios, ya que su estado es «más numeroso que cualquier otro pueblo» y sienten que están gobernando el mal en ustedes de la forma del público en general, que es la práctica. Entonces, ¿por qué el Creador los deseaba a ustedes? Es precisamente de los estados donde son «el menor de todos los pueblos», cuando las naciones del mundo gobiernan la cualidad de Israel en ustedes, y Me claman: «¡Ayuda!» con todo el corazón. Entonces los amo, y solo entonces puedo cumplir todo lo que prometí a los patriarcas sobre la herencia de la tierra, porque ahora ya tienen los Kelim (vasijas) para recibir Mi bendición, es decir, vasijas de otorgamiento, porque cuando el hombre tiene vasijas de otorgamiento, entonces él puede recibir la bendición de arriba.
De todo lo anterior se deduce que el hombre no necesita estar impresionado cuando, durante el descenso, el mal viene a discutir con él y le hace entender que: «Tú ves que no estás avanzando en el trabajo, por lo que te aconsejo que huyas de este camino, que es el trabajo de otorgar, y que trabajes de la manera que el público en general trabaja, es decir, solo con acciones». Ese es el momento de la elección, es decir, o sobreponerse y decir: «Ahora veo la verdad, cuán lejos estoy del Creador y solo Él puede ayudarle», y para creer lo que está escrito: «Porque Tú escuchas la plegaria de cada boca», lo que significa que, aunque no sea digno de ser ayudado El Creador aún lo ayuda. Por lo tanto, dice: «Ciertamente obtendré ayuda de lo alto, ya que siento que la ayuda que el Creador me dará ahora es realmente “revivir a los muertos”». Pero si el hombre no es recompensado, escapa de la campaña y dice que este trabajo pertenece a aquellos que tienen talento, pero que él no es apto para ello. Sin embargo, nuestros sabios dijeron sobre esto: «Los caminos del Señor son rectos; los justos caminarán en ellos, y los malvados fallarán en ellos». ¡Por lo tanto, no huir!