Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)
¿Qué debe hacer el hombre si fue creado con malas cualidades?
Artículo 41, 1991
Está escrito en El Zóhar (Naso 41): «Las acciones del hombre reflejan el Partzuf que está sobre él, y por eso él dice que su semblante atestiguaba la forma que estaba en ellos, o de la Merkavá (carruaje) de los cuatro elementos del mundo, que son fuego, viento, agua y polvo (FVAP), en los que no hay ni la inclinación al bien ni la inclinación al mal. Más bien, son como las bestias del mundo». Hasta aquí sus palabras.
Esto significa que la fusión del cuerpo genera las cualidades en una persona y esto no atañe a la inclinación al mal. Por ejemplo, si uno tiene más del elemento «agua», es codicioso. Si tiene más del elemento «fuego», es irritable. Si tiene más del elemento «viento», es arrogante; y si tiene más del elemento «polvo», es perezoso. Pero esto no tiene nada que ver con la inclinación al mal. Esto significa que todas las cualidades que existen en una persona que se extienden desde las cuatro cualidades FVAP no tienen nada que ver con la inclinación al mal.
La cuestión es: ¿qué es la inclinación al mal? Deberíamos decir al respecto que la inclinación al mal es lo que tienta a la persona a hacer cosas en contra de la voluntad del Creador. Uno primero debe creer en el Creador y, luego, será posible decir que está haciendo cosas en contra de la voluntad del Creador. Después comienza a pecar debido a la inclinación al mal y a no querer obedecer al Creador, que entregó la Torá a Su pueblo, Israel.
La única razón por la que ellos (quienes no alcanzan la fe en el Creador) están perjudicando a otros es por la fusión de los cuatro elementos, como se dice en las palabras de El Zóhar, que dice: «De los cuatro elementos, en los que no hay ni inclinación al bien ni inclinación al mal. Más bien, son como las bestias del mundo», en las cuales no hay conexión con la fe en el Creador. Pero en el hombre, donde sí existe el asunto de la fe, la cuestión de la inclinación al mal comienza cuando no cree en el Creador, y la buena inclinación es cuando sí cree en el Creador. En otras palabras, aquel que cree en el Creador, es decir, cree en la recompensa y el castigo, en él comienza el trabajo de la inclinación al mal y la inclinación al bien. Pero aquellos que no tienen interés por la fe en el Creador son como bestias.
Sin embargo, debemos decir lo que dice El Zóhar, que ellos pertenecen a los cuatro elementos y no tienen conexión con la inclinación al mal o la inclinación al bien. Esto es con respecto a los asuntos del trabajo. Pero con respecto a lo revelado, es decir, a las reglas, ellos están sujetos a todo castigo y juicio que los tribunales les impongan, ya que uno no puede decir: «No tengo inclinación al mal y no merezco ser castigado», y decir que proviene de los cuatro elementos.
Debemos decir que El Zóhar habla de los asuntos del trabajo y no desde la perspectiva de la Torá revelada, que habla en términos de práctica concreta. Por el contrario, El Zóhar habla desde el orden del trabajo, donde se puede decir que una persona pertenece a los cuatro elementos pero aún no tiene conexión con la inclinación al mal, ya que, en el trabajo, comenzamos a hablar de la inclinación al mal desde el momento en que la persona comienza a creer en el Creador. En ese momento, hablamos de la inclinación al bien o la inclinación al mal.
Sin embargo, con respecto a la fe en la recompensa y el castigo, debemos hacer también dos discernimientos: 1) Recompensa y castigo interpretados como que, si uno camina por el camino recto, recibirá a cambio la recompensa de que será feliz en este mundo y también será feliz en el mundo venidero. Y si no camina por el camino recto, será desgraciado. 2) Recompensa y castigo interpretados como, si camina por el camino recto, como nos ordenaron los sabios, y se cree en sus palabras, entonces, la recompensa será que se acerquen al Creador. Por el contrario, si no creen en los sabios, que establecieron para nosotros cómo recorrer los caminos del Creador, serán castigados. El castigo es que estarán alejados del Creador y no se les dará ayuda para acercarse a Él. Es decir, su recompensa será que desde arriba se les dará un deseo de otorgar, lo cual es una segunda naturaleza, y su castigo será que permanezcan inmersos en el amor propio y sufrirán por no estar avanzando.
Esto se considera como estar «bajo el control de la inclinación al mal», que están separados del Creador y no pueden unirse con Él, y les duele estar bajo el control del mal. En otras palabras, no podemos decir que la persona es castigada, sino que no siente que es castigada, es decir, que no sufre por estar bajo el dominio del mal.
Más bien, «castigo» significa que sufre porque está bajo el control de la inclinación al mal, es decir, que siente que es malo por medio de sufrimientos. Esto es denominado que una persona «se coloca bajo el control de la inclinación al mal», es decir, que le duele. En cambio, aquellos que están bajo el control de la inclinación al mal pero no sufren, en lo que concierne al trabajo, esto se considera que todavía no tienen inclinación al mal, que todavía no sienten que están bajo el control del deseo de recibir, llamado «mal».
Sin embargo, debemos entender, si el hombre, de acuerdo con la fusión del cuerpo, es incapaz de hacer el bien y debe esforzarse más que otros para hacer el bien, ¿qué aporta que El Zóhar diga que el mal que hace es como el de una bestia? ¿Cuál es la recomendación para que él pueda hacer el bien? Es decir, ¿qué podría ayudarlo a conseguir más adelante la inclinación al bien y la inclinación al mal?
Nuestros sabios dijeron (Rosh Hashaná [comienzo del año nuevo judío] 17): «Los ojos del Señor tu Dios están sobre ella, a veces para bien, a veces para mal. A veces para bien, ¿cómo? Si Israel son completamente malvados al comienzo del año y se les conceden pocas lluvias, pero al final se arrepienten, es imposible añadir a ellos porque el decreto ya ha sido dictado. En cambio, el Creador las derrama a su tiempo sobre un suelo que los necesita, todo según el suelo». (Rashi interpreta «el suelo que las necesita»: los campos, viñedos y jardines). «A veces para mal, ¿cómo? Si Israel son completamente justos al comienzo del año, se les conceden muchas lluvias, pero al final, se desvían. Es imposible que disminuyan porque el decreto ya ha sido dictado, pero el Creador las derrama no a su tiempo sobre un suelo que no las necesita. (Rashi interpreta «no a su tiempo», antes de sembrar, y «sobre suelo que no las necesita»: en bosques y desiertos).
Debemos entender lo que este asunto viene a enseñarnos en el trabajo. Según lo que dice El Zóhar, hay personas que fueron creadas según la fusión de los cuatro elementos y no tienen conexión con la inclinación al bien o la inclinación al mal, sino que son como las bestias del mundo. Esto significa que la inclinación al bien y la inclinación al mal implican que hay un asunto de elección, donde uno puede vencer al mal. Pero en la cualidad de «bestias», quiere decir que las cualidades que tienen no se pueden cambiar. Entonces, ¿qué debe hacer uno si nació con malas cualidades y su naturaleza no se puede cambiar? ¿Cómo puede tener elección, lo cual es el trabajo de la inclinación al bien que se sobrepone a la inclinación al mal?
Según lo anterior, debemos interpretar que, aunque uno nazca con unas malas cualidades en las que haya poco bien, cuando camina por el sendero recto, es decir, pedir al Creador que lo ayude a vencer el mal, aunque el mal dentro de él sea mayor que en el resto de la gente y sea imposible cambiar la naturaleza, el Creador le dará la fuerza para usar esas cualidades en las que hay poco bien. Sin embargo, todo lo bueno que uno tenga, funcionará dentro de él, es decir, que el Creador lo ayudará desde arriba para que, cualesquiera que sean sus fuerzas, las use en el lugar correcto.
Por ejemplo, si tiene fuerza para estudiar solamente una hora, estudia específicamente en libros que le traen la luz de la Torá, es decir, que a través de ellos adquiere la importancia del trabajo del Creador y recibe un despertar de que merece la pena adherirse al Creador. Y cuando hay algo de pensamiento acerca del trabajo, él no piensa: «¿Qué conseguiré con este trabajo?», sino que más bien piensa: «¿Qué puedo darle al Rey para poder conectar con Él?». Cuando reza, ya que sabe de que tiene poco talento y que no puede tener pensamientos grandes y profundos, cuando reza, simplemente se imagina a Quién reza, es decir, con Quién habla y lo que Le pide que le dé. Dice: «Conozco mi bajeza, que soy peor que el resto de la gente, pues el resto de la gente pueda vencer su maldad y no necesita tanto Tu ayuda; pero yo no tengo ni fuerzas ni cerebro así que ten piedad de mí». Dado que reza desde lo más profundo del corazón, el Creador escucha su plegaria. Por lo tanto, todas las pequeñas fuerzas que tiene las usa en el lugar correcto y en el momento correcto.
No obstante, si el hombre es sentenciado a través de los cuatro elementos a tener buenas cualidades y virtudes, pero no es recompensado, es decir, que no camina por el camino recto –pedir al Creador que lo ayude a caminar por el camino correcto– entonces sus dones se emplean en un lugar donde no se necesitan. Es decir, todas las fuerzas y talentos van a un lugar que no producirá nada en la espiritualidad con respecto al trabajo, como está escrito: «no a su tiempo, antes de la siembra». En otras palabras, su trabajo, a pesar del gran esfuerzo y profundidad que pone en él, no crecerá nada. Este es el significado de «en una tierra que no las necesita, en bosques y desiertos». Esto significa que todas las fuerzas y talentos y todas las buenas cualidades se utilizan en un lugar que no producirá, es decir, que no lo llevará a la Dvekut (adhesión) con el Creador. En otras palabras, no se molestará en encontrar la guía correcta y no prestará atención a aprender específicamente de libros que lleven a acercarse al Creador.
Resulta que el hecho de que el hombre fuese creado a partir de cuatro elementos no tiene conexión con la inclinación al mal o la inclinación al bien. Sin embargo, después, cuando comienza el trabajo y quiere acercarse al Creador, comienza el asunto de la inclinación al mal, cuando la persona empieza a ver que en ella existe el mal y le duele. Luego, cuando ve que no tiene buenas cualidades, ora al Creador para que le ayude. En ese momento, el Creador hace acopio de todas sus fuerzas y del poco talento que tiene. El Creador lo reúne todo y concentra todas las fuerzas con las que cuenta con el fin de que todo sea para lograr Dvekut con el Creador.
Resulta que, aunque se dice que el carácter del hombre no cambia, por medio de la inclinación al mal, cuando uno comienza a trabajar y ve que está mal por estar alejado del Creador, a través de la plegaria, cuando ora al Creador y cree en lo que es escrito: «Porque Tú escuchas la plegaria de cada boca», es decir, que incluso la boca de una persona que no es talentosa, que no tiene fuerza para sobreponerse y además tiene malas cualidades y es peor que el resto de la gente, esto viene porque el hombre fue creado a partir de los cuatro elementos (fuego, viento, agua y polvo) y, según la fusión de los cuatro elementos en su cuerpo, tiene malas cualidades. Resulta que el hombre no tiene nada que agregar a esto.
Sin embargo, cuando uno comienza a trabajar en la Torá y las Mitzvot (preceptos), esto le hace saber que existe la cuestión de la inclinación al bien y la inclinación al mal, como escribe en el Sulam (Comentario de la «Escalera» sobre El Zóhar) (Bereshit Bet, punto 103): «Si uno se dedica a la Torá y Mitzvot incluso por su propio placer, aun así, a través de la Luz en ellas, sentirá la bajeza y la terrible corrupción de la naturaleza de recibir para sí mismo. En ese momento, decidirá salir de esa naturaleza de recepción y se dedicará por completo a trabajar solamente para otorgar contento a su Hacedor. Entonces, el Creador le abrirá los ojos para que vea ante él un mundo lleno de perfección absoluta sin ninguna deficiencia».
Según lo anterior, vemos que, aunque la persona nazca con los cuatro elementos y no tenga conexión ni con la inclinación al bien ni con la inclinación al mal y sea como las bestias del mundo y estas cualidades no se puedan cambiar, aun así, a través de su dedicación a la Torá y Mitzvot, llega a conocer y sentir que existe el asunto de la inclinación al bien y la inclinación al mal, y luego puede orar al Creador para que le ayude a salir del control de la inclinación al mal. En ese momento, uno concentra todas las fuerzas en el lugar correcto. Es decir, sean cuales sean las fuerzas que tenga, son suficientes para que las use en una medida que le permita tener capacidad de lograr Dvekut con el Creador.
Este es el significado de «A veces para bien, ¿cómo? Si Israel son completamente malvados al comienzo del año y se les asignan pocas lluvias». Debemos interpretar que cuando uno nace, tiene malas cualidades en lo relativo a la fusión del cuerpo. Esto se considera que se les «asignaron pocas lluvias». Las «lluvias» son la fuerza que produce frutos, llamados «combustible» en el trabajo. Está escrito: «Al final se arrepienten, es imposible agregarles porque el decreto ha sido dictado». Esto significa que ya nacieron con la fusión del cuerpo en los cuatro elementos, pero «el Creador las derrama a su tiempo sobre un suelo que las necesita». Es decir, las lluvias, que son el combustible, las fuerzas con las que trabajamos, se concentran con el fin de ser utilizadas solamente para lo que se requiere.
Tomemos, por ejemplo, el «fuego». Por un lado, el hombre disfruta del fuego. Cuando el hombre tiene fuego puede cocinar, puede usarlo para iluminar en la oscuridad y también puede calentarse en invierno. Así que, esencialmente, podemos decir que el fuego vino al mundo para corregirlo. Por otro lado, si la persona no tiene cuidado y lo usa mal, este fuego trae destrucción y ruina al mundo, ya que, a través de él, el hombre a veces se vuelve pobre e indigente, incluso cuando antes era muy rico. A veces, el fuego trae muerte al mundo.
Del mismo modo, en el trabajo, las fuerzas del hombre pueden traer corrección al mundo. Si uno usa las fuerzas según el orden de la corrección, las fuerzas traen placer al mundo. Como mencionamos anteriormente, si una persona recorre el camino de la corrección, las pequeñas fuerzas que tiene son suficientes para que pueda lograr su compleción. Vemos que, incluso algo que puede dañar al mundo, si usamos esta fuerza llamada «fuego», por ejemplo, a modo de corrección, el mundo entero disfruta de ello.
Lo mismo ocurre en el trabajo: cuando el Creador da la ayuda requerida, la fuerza del combustible llamado «lluvias» le resulta suficiente para que dé fruto, ya que hay una regla en Kedushá (Santidad) y es que una persona debe producir fruto en el trabajo, mientras que con respecto a la Sitra Ajra (arameo: otro lado), es llamada «Otro dios es estéril y no da fruto».
Según lo anterior, debemos interpretar lo que dijeron nuestros sabios (Nidá 16b): «Rabí Janina Bar Papa dice: “Ese ángel a cargo del embarazo se llama Laila (noche). Toma una gota y la coloca ante el Creador y le dice: ‘Señor del mundo, ¿qué será de esta gota? ¿Será poderoso o débil, sabio o tonto, rico o pobre?’”. Pero “malvado o justo” no lo dice. Es como dijo Rabí Janina: “Todo está en manos del cielo, excepto el temor al cielo”».
Baal HaSulam preguntó acerca de esto: si esta gota es sentenciada a ser un tonto, ¿cómo puede ser también una buena opción después? Después de todo, hay una regla: uno no peca a menos que un espíritu de insensatez entre en él. Por lo tanto, ¿cómo puede uno elegir el bien si ha nacido con un espíritu de insensato y entonces cómo puede evitar transgredir cuando el espíritu de insensatez está dentro de él?
De acuerdo a lo que explicamos sobre el hombre, que nace según la fusión de cuatro elementos en virtud de los cuales tiene malas cualidades, pero no está relacionado con la inclinación al mal o la inclinación al bien, sino que es como las bestias del mundo. Sin embargo, al dedicarse a la Torá y Mitzvot, aun cuando sea para su propio beneficio, por medio de la Luz sentirá la bajeza y la terrible corrupción que hay en la naturaleza de recibir en beneficio propio. En ese momento, decidirá entregarse por completo a trabajar solamente para dar contento a su Hacedor, y entonces el Creador le abrirá los ojos.
Además, debemos interpretar aquí que, aunque la gota sea sentenciada a ser un tonto, al dedicarse a la Torá Lo Lishmá (no en Su nombre), la Luz que hay en ella lo reformará. Es decir, la Luz en la Torá Lo Lishmá puede iluminarlo para que se sienta el mal que hay en él. Es decir, aunque existe una regla que dice que un tonto no siente, ya que cómo puede alguien que nació de una gota que fue sentenciada a ser un tonto sentir la diferencia entre el bien o el mal, esto es así desde la perspectiva del nacimiento mismo, desde la perspectiva de la gota misma, que fue sentenciada a ser un tonto. En ese momento, se le considera «un tonto que no siente». Pero, a través de la Luz de la Torá, recibe la sensación del bien o el mal hasta tal punto, que a través del reconocimiento del mal que recibió gracias a la Luz de la Torá, es recompensado con la apertura de sus ojos.
Sin embargo, deberíamos preguntarnos: ¿Por qué el Creador sentencia a una gota a que sea un tonto? Es como si el Creador deliberadamente le hiciera incapaz de sobreponerse a las cualidades con las que nació. Debemos interpretar, como dijo Baal HaSulam, que muchas veces, el Creador hace algo a una persona y parece que el Creador actúa en detrimento de esa persona. Pero debemos preguntar de acuerdo con la regla: «El Creador no se queja de Sus creaciones», entonces, ¿por qué el Creador hizo que parezca como que Él hizo que el hombre fuera incapaz de sobreponerse?
La respuesta es que el Creador quiere que las criaturas sepan que Él no está limitado en Sus acciones. Es decir, alcanzar la Dvekut con el Creador no es algo que dependa del hombre, sino que viene específicamente por medio de la ayuda desde arriba, cuando el Creador le da al hombre una segunda naturaleza, llamada «deseo de otorgar», y para el Creador, es lo mismo si tiene que ayudarlo mucho o poco. También, debemos interpretar aquí que, el hecho de que el Creador sentencie a la gota a ser un tonto, es con el fin de que el hombre sepa que, para el Creador, no hay diferencia entre tener fuerzas grandes o pequeñas, entre ser un gran sabio o un tonto. Solo cuando uno comprende que debe pedir ayuda al Creador, entonces el Creador le ayuda. Es decir, después de recibir la Luz de la Torá, por medio de la Torá a la que se ha dedicado para su propio placer, llamado «deseo de recibir en beneficio propio», si pide al Creador, conseguirá que el Creador le abra los ojos y le muestre un mundo lleno de perfección absoluta.
Según lo anterior, podemos interpretar lo que dijeron nuestros sabios (Taanit 7): «Todo aquel que se dedique a la Torá Lishmá (en nombre de la Torá), su Torá se convertirá para él en una poción de vida. Y todo aquel que se dedique a la Torá Lo Lishmá, se convertirá para él en una poción de muerte».
Esto es desconcertante: antes de que el hombre sea recompensado con que sus acciones sean en beneficio del Creador, no podrá aprender Lishmá. Entonces, ¿por qué dijeron (Pesajim 50): «Uno siempre debe dedicarse a la Torá y Mitzvot en Lo Lishmá, porque de Lo Lishmá se llega a Lishmá». ¿Cómo es posible decir que una persona primero debe aprender Lo Lishmá cuando eso es ingrerir una poción de muerte?
Debemos interpretar según lo anterior, que el hombre, el cual está compuesto a partir de los cuatro elementos, todavía no tiene conexión con la inclinación al mal ni con la inclinación al bien. Por el contrario, como se dice en el Sulam (Comentario de la «escalera» sobre El Zóhar), dice que al aprender la Torá con el fin de un placer personal, es llamado Lo Lishmá, es decir, en beneficio propio, pero aun así, gracias a la Luz en ella, como se dice en el Sulam: «Por medio de la Luz que hay en ella, sentirá la bajeza y la terrible corrupción en la naturaleza de recibir para uno mismo. En ese momento, decidirá salir de esa naturaleza de recepción y se dedicará por completo a trabajar solo para otorgar contento a su Hacedor. Entonces el Creador le abrirá sus ojos».
Por lo tanto, esto significa que solo mediante la Luz de la Torá, al aprender la Torá Lo Lishmá, la Luz en la Torá le hará comprender y sentir que, si aprende Lishmá, es decir, con la intención de otorgar, será recompensado con la Luz de la vida y verá un mundo lleno de abundancia. Y si no lo hace, sino que se queda en la recepción para sí mismo, su estado será «la poción de la muerte». Es decir, sentirá la corrupción que hay en la recepción para sí mismo y permanecerá separado de la Vida de las Vidas.
Resulta que precisamente cuando comienza a aprender Lo Lishmá, la Luz en la Torá le hace comprender qué es «la poción de la vida» y qué es «la poción de la muerte». Con esto, más adelante será recompensado con la apertura de sus ojos y verá un mundo lleno de abundancia.