Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash)
¿Qué es la «Torá» y qué es «El estatuto de la Torá» en el trabajo?
Artículo 37, 1991
Está escrito en el Zóhar (Jukat, Ítem 2): «Está escrito aquí: “Este es el estatuto de la Torá”. También está escrito: “Y esta es la Torá”, y no está escrito: “Estatuto. Y esta es la Torá’”, y esto es para mostrar que todo está en una unificación. Por esta razón, está escrito: “Y esta es la Torá”, indicando a ZA y Nukva en una unificación. Pero “esta” sin la Vav agregada es el estatuto de la Torá, Maljut, que se llama “Estatuto”, que proviene de ZA, que se llama “Torá”. Sin embargo, no la Torá misma, que es ZA, sino sólo el Din (juicio) de la Torá, el decreto de la Torá, que es Maljut».
Debemos entender la diferencia en el trabajo entre el «Estatuto de la Torá», y la misma Torá. El estatuto de la Torá se relaciona con Maljut, y la Torá se relaciona con ZA. Además, debemos entender lo que está escrito sobre una vaca roja «en la que nunca se ha colocado un yugo». Vemos lo que nuestros sabios dijeron (Avoda Zarah 5b): «Tana Debey Eliyahu: “Uno siempre debe asumir las palabras de la Torá como un buey al yugo y como un burro a la carga». Esto significa que alguien que asume un yugo, es algo bueno. Ciertamente, esto se refiere al yugo de la Torá, como dijeron nuestros sabios (Avot, Capítulo 3, 6): «Cualquiera que asume el yugo de la Torá, el yugo de Maljut (reino) es quitada de él». En lo referente a una vaca roja, de la que se dice: «En la que nunca se ha colocado un yugo», y que viene a purificar los impuros, ¿Por qué está escrito: «En la que nunca se ha colocado un yugo»?
Debemos entender qué es un yugo, de lo que dijeron: «Uno siempre debe establecerse como un buey al yugo y como un burro a la carga». Vemos que un «yugo» significa «coerción», porque es un trabajo por encima de la razón. Este buey, en el que el propietario coloca el yugo para que labre la tierra, no comprende por qué necesita trabajar en beneficio del propietario. Además, no podemos decir que el buey trabaja para él porque ama al dueño ya que lo deja comer y beber. Tampoco si esto se debe a que el dueño tiene un corazón bueno, y por eso le da al buey todas sus necesidades, pues el buey probablemente sabe que si el propietario pudiera trabajar con él sin tener que satisfacer sus necesidades, ciertamente lo haría. Pero el propietario sabe que si no le proporciona al buey todas sus necesidades, el buey no tendrá la fuerza para trabajar. Por lo tanto, le da todo al buey para que pueda trabajar para él; y no porque quiere deleitar al buey. En otras palabras, el propietario sabe que si no le da al buey todo lo que necesita para tener la fuerza para trabajar, él no podrá generar cosechas y frutos de la tierra. De ello se deduce que saca toda la riqueza de la fuerza del buey. Por lo tanto, cuando el dueño alimenta al buey, no es porque ama al buey, sino para que el buey tenga la fuerza para trabajar. Del mismo modo, la razón por la cual el buey trabaja para el propietario es obligatoria, y cuando el buey ve que el propietario no lo está mirando, inmediatamente deja de trabajar. Esto se llama coerción.
Ahora podemos entender cuál es el yugo del reino de los cielos y el yugo de la Torá que uno debe asumir, que es el discernimiento de la coerción. El cuerpo de una persona es como un buey y un burro, y debemos trabajar con el cuerpo como se trabaja con un buey y un burro. Al trabajar con su cuerpo, es decir, a través del trabajo del cuerpo, la persona será recompensada con riqueza y propiedades espirituales. Además, una persona debe ser considerada con el cuerpo como con un buey, ya que colocamos en el buey el yugo para trabajar en coerción, aunque el buey y el burro no quieran trabajar. Nadie toma en consideración la opinión del buey, lo quiera o no, se lo usa para trabajar.
Sin embargo, también debemos ser considerados con el cuerpo, es decir, darle lo que necesita, lo que el cuerpo exige. Pero cuando le damos al cuerpo lo que necesita, no debe ser porque se ama al cuerpo, es decir, su deseo de recibir. Más bien, es porque de lo contrario el cuerpo no tendrá fuerza para trabajar. De ello se deduce, que la única razón por la que una persona examina el cuerpo para satisfacer sus necesidades no es por amor al cuerpo; sino como un propietario que satisface las necesidades del buey, sólo por el beneficio del propietario y no por el amor al buey.
Además, una persona debe dirigir mientras satisface los deseos del cuerpo, a que no será porque lo ama; sino porque de esta manera podrá hacer que su cuerpo trabaje la tierra y dé frutos como está escrito: «Mucho se produce por la fuerza del buey». Esto significa que uno debe tener cuidado al trabajar con el cuerpo como al trabajar con el buey, es decir, la razón por la que satisface las necesidades del buey, ya que sin duda sería más feliz si pudiera trabajar con el buey, sin tener que satisfacer las necesidades del buey.
Del mismo modo, una persona debe llegar a comprender que sería más satisfecho si no tuviera que hacer algo por las necesidades del cuerpo, para satisfacer las necesidades del cuerpo, sino que más bien dedicaría todo su tiempo al trabajo sagrado, dedicaría todo su esfuerzo y su tiempo a aumentar la gloria del cielo, y así el cuerpo funcionaría sin molestias. Sin embargo, ¿qué puede hacer el hombre si el Creador quiere que el hombre procure y atienda las necesidades del cuerpo?
Según lo anterior, ya conocemos el significado del «yugo del reino de los cielos» y «el yugo de la Torá», que significa trabajar con el cuerpo de manera coercitiva, incluso si no está de acuerdo con el trabajo. Todos deberíamos seguir el ejemplo del buey y el yugo, y del burro y la carga. Sin embargo, es un gran trabajo para una persona tener la fuerza para vencer al cuerpo y trabajar con el cuerpo de manera coercitiva, como con un buey. ¿De qué fuente puede el hombre obtener esta fuerza? Nuestros sabios dijeron sobre esto: «El Creador dijo: “Creé la inclinación al mal, creé la Torá como condimento”». Es decir, es sólo a través de la Torá, cuando el hombre se dedica a ella, incluso en Lo Lishmá (no en Su nombre), y él dirige que quiere dedicarse a la Torá para así poder recibir la luz de la Torá, que le dará la fuerza para obligar al cuerpo cuando no esté de acuerdo con el trabajo.
La resistencia del cuerpo aparece principalmente, cuando quiere hacer todo en beneficio del Creador y no por su propio beneficio. Aquí, el cuerpo se resiste con todas sus fuerzas ya que argumenta: «¿Por qué quieres matarme a mí y a mi dominio? Vienes a mí con la intención de tener que trabajar sólo en beneficio del Creador y no por tu propio beneficio, lo cual es una verdadera anulación del deseo de recibir en todo. Tú me dices que nuestros sabios dijeron: «La Torá existe sólo en alguien que se mata por ella», es decir, llevar a la muerte todo el dominio del beneficio propio y preocuparse solo en beneficio del Creador, ya que antes de esto, el hombre no puede ser recompensado con la Torá. Sin embargo, el hombre ve que no existe la posibilidad de llegar a tener la fuerza para ir en contra de la naturaleza.
En ese momento, uno no tiene más remedio que recurrir al Creador y decir: «Ahora he llegado a un estado en el que veo que, a menos que me ayudes, estoy perdido. Nunca tendré la fuerza para sobreponerme al deseo de recibir, ya que esta es mi naturaleza. Más bien, sólo el Creador puede darme una segunda naturaleza».
Una persona dice que cree que este fue el éxodo de Egipto, cuando el Creador libró al pueblo de Israel del gobierno de Egipto, como dijeron nuestros sabios (en la Hagadá de Pésaj): «Y el Señor nos sacó de Egipto, no mediante un ángel, ni mediante un enviado; sino el mismo Creador, Yo soy el Señor, Yo y no otro».
Ahora, él también ve que solo el Creador puede liberarlo del gobierno del deseo de recibir y darle una segunda naturaleza. En otras palabras, así como el Creador dio la primera naturaleza, no hay nada que pueda dar la segunda naturaleza sino el Creador mismo. Por lo tanto, en ese momento una persona pide de todo corazón, es decir, desde el fondo del corazón, y este es el momento para la recepción de la plegaria.
Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿Por qué hay que trabajar coercitivamente, en contra del deseo de recibir? La respuesta, es porque se hizo una corrección para que no haya vergüenza al recibir el deleite y placer. Por lo tanto, se necesitan dos cosas aquí:
1) Por un lado, una persona que anhela recibir deleite y placer. De lo contrario, si no hay pasión por los placeres, la persona no puede disfrutar.
2) Debe recibir deleite y placer con la intención con el fin de otorgar.
Resulta que, necesitamos de ambos. Es decir, primero comenzamos a trabajar con el deseo de recibir, que se llama Lo Lishmá, y luego a la persona se le enseña a trabajar con el fin de otorgar. En otras palabras, al observar la Torá y las Mitzvot (preceptos), la persona quiere llegar a ser otorgante, esto significa, ser recompensado con una segunda naturaleza, que el Creador le dará este poder, tal como está escrito: «La luz en ella lo reforma», y luego, es recompensado con «Recibir con el fin de otorgar».
Así es como está escrito (Avot, Capítulo 6): « Rabí Meir dice: “Cualquiera que se dedique a la Torá en Lishmá (en nombre de la Torá) es recompensado con muchas cosas. Adicionalmente, todo el mundo vale la pena para él, y los secretos de la Torá se le revelan».
Resulta que posteriormente, la persona llega a un estado en el que recibe el deleite y el placer, y luego ya no hay necesidad de coerción, porque el período de coerción fue sólo para obtener las vasijas de otorgamiento, mediante las cuales hay recepción del placer sin ninguna molestia, ya que con esto, el problema de la vergüenza es corregido para que él pueda hacer todo en nombre de los cielos.
De acuerdo con lo anterior, debemos interpretar lo que preguntamos: ¿Por qué está escrito acerca de la vaca roja, «en la que nunca se ha colocado un yugo»? Preguntamos: ¿Qué implica que la vaca roja debería estar sin yugo? De acuerdo con lo anterior, debemos interpretar que el significado de la vaca roja es purificar a los impuros. ¿Y qué obtiene a través de la purificación? Se sabe que todo el asunto de la impureza implica el deseo de recibir. Debemos trabajar con el deseo de recibir, llamado «cuerpo», coercitivamente, «como un buey al yugo y como un burro a la carga». Este trabajo coercitivo es solo antes de que uno sea recompensado con la pureza. Después de que uno ha sido recompensado con la pureza, lo que está implícito en el asunto de la vaca roja, uno es recompensado con un trabajo «en el que nunca se ha colocado un yugo». En ese momento, su trabajo ya no es coercitivo y él ya sirve al Creador desde el amor.
En consecuencia, debemos discernir dos tiempos:
1) Antes de que uno sea recompensado con la purificación de los Kelim (vasijas), de manera que trabajen con el fin de otorgar. En ese momento, el trabajo se hace mediante la coerción, y es llamado «ley». Esto es, si el cuerpo viene y pregunta: ¿Qué es este trabajo para ustedes? Le decimos: «tú haces preguntas de acuerdo con el intelecto del deseo de recibir. Y yo no tengo respuestas para eso, tienes razón, y no quiero responder dentro de la razón», lo cual significa que el deseo de recibir también entenderá esto. Esto significa que uno está trabajando por el deseo de recibir, o de lo contrario el deseo de recibir nunca estaría de acuerdo con el trabajo.
Por lo tanto, en ese momento, la persona dice: «Tienes razón cuando preguntas: “¿Qué obtendré”, es decir, el deseo de recibir de este trabajo?». Entonces te digo que no quiero trabajar para ti. ¿Por qué? Es porque creo en los sabios cuando dicen que debemos trabajar en beneficio del Creador y por encima de la razón; aunque el cuerpo no entienda, y yo acepto este trabajo “Como un buey al yugo y como un burro a la carga”, es decir, por coerción».
2) La persona dice: «Pero una vez que se me recompense con pureza, mi trabajo será por amor y no por coerción. Sin embargo, no quiero decir que ahora estoy trabajando coercitivamente porque luego seré recompensado con trabajar por amor». Eso sería como si también fuera por el deseo de recibir, ya que después recibiré el deleite y placer. Más bien, cuando dice que después será recompensado con amor, es por una razón diferente: Solo será una señal hacia él para saber si realmente está trabajando en beneficio del Creador y no por su propio beneficio.
Esto es así porque el Creador quiere dar deleite y placer; pero todavía no tenemos esos Kelim para recibir; ya que no estamos trabajando con el fin de otorgar. Por lo tanto, esto es una señal de si está o no trabajando con el fin de otorgar. Es decir, si todavía no recibió deleite y placer, es una señal de que todavía está bajo el gobierno del deseo de recibir. Sin embargo, su intención no es recibir el deleite y placer; sino saber si realmente está trabajando con el fin de otorgar.
El predicador de Duvna dijo sobre el versículo: «No me invocaste a Mí Yaakov, porque te esforzaste en mí, Israel». Dijo que si te esfuerzas al observar la Torá y las Mitzvot, es una señal de que no estás trabajando para Mí, es decir, en nombre de los cielos; ya que quien trabaja en nombre de los cielos no siente como un esfuerzo la Torá y las Mitzvot. Por el contrario, siente placer cuando sabe que está sirviendo al Rey. Resulta que, quiere esforzarse por amor y no por coerción, no porque quiere complacer el deseo de recibir; sino para saber con certeza que está trabajando en nombre de los cielos.
Con esto debemos interpretar las palabras: «Sobre la que nunca se ha puesto un yugo». Significa que antes de que él la tomara, ella no tenía un yugo. Debemos interpretar que en el trabajo, esto nos implica por que tiene que ser una «sobre la que nunca se ha puesto un yugo», esto implica que a través de la vaca roja por la cual uno se purifica, al recibir la purificación de una vaca roja será recompensado con trabajar en estado de amor y no por coerción. En otras palabras, el cuerpo que se resistió a trabajar en nombre de los cielos, al ser purificado, el cuerpo también acepta trabajar en nombre de los cielos, porque en ese momento observará la Mitzvá: «Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón», con ambas inclinaciones. Esto significa que la inclinación al mal también acepta el trabajo del Creador, es decir, trabajar con el fin de otorgar.
De acuerdo con lo anterior, debemos interpretar por qué se dice que Maljut se llama «El estatuto de la Torá» y no «La Torá», y ZA se llama «La Torá». Porque asumir el reino de los cielos debe ser por encima de la razón, como una ley, es por eso que Maljut se llama «Estatuto». Pero luego, somos recompensados con la Torá, llamada ZA, y están unificados. Esto se llama «La unificación del Creador con Su Shejiná (divinidad)». En otras palabras, al asumir el reino de los cielos como una ley, completamente sin intelecto, por encima de la razón, como nuestros sabios dijeron: «Porque Satanás y las naciones del mundo se burlan de Israel, para decir: “¿Qué es esta Mitzvá (precepto) y cuál es su razón”?». Por lo tanto, sobre él está escrito: «Es un estatuto, un decreto ante Mí; no tienes permiso para dudarlo».
Por lo tanto, cuando una persona asume el yugo del reino de los cielos, es recompensada con la Torá. Este es el significado de decir: «“Esta es la ley”, es mostrar que todo está en una sola unificación». Esto significa que al final todo se unifica, y luego es evidente que el plan de la creación de hacer el bien a sus creaciones, se revela, ya que el deseo de recibir se ha unido al deseo de otorgar, y se alcanza la equivalencia de forma. Entonces, ya no hay dos deseos, sino uno: El deseo de otorgar del Creador a las criaturas. Y el deseo de recibir de los seres creados se anula y se incluye en el deseo de otorgar del Creador, y mediante esto se considera que hay sólo una autoridad en el mundo. Esto se llama la «autoridad singular», y luego el deleite y placer se vuelven evidentes en el mundo.
Sin embargo, el trabajo debe realizarse en dos líneas: Derecha e izquierda. «Derecha» significa «completitud»; e «izquierda» significa «incompleta», y allí se necesita una corrección. Cuando uno se dedica al asunto del «estatuto de la Torá», esto significa que quiere asumir el yugo del reino de los cielos; pero el cuerpo se opone y lucha contra él, y ese estado se llama la «línea izquierda», desde la cual la persona siente su carencia y cuán lejos está del amor del Creador. Esto ocurre cuando el cuerpo viene con las preguntas: «Quién» y «Qué». En ese momento, no tiene nada de lo cual recibir vitalidad, ya que la persona no puede vivir de una carencia.
Este trabajo se llama «Apártate del mal», esto significa, que una persona debe apartarse del mal que está dentro del hombre, llamado «deseo de recibir», ya sea en la mente o en el corazón. Aunque este trabajo es necesario, ya que este es el primer fundamento, uno debe asumir el yugo del reino de los cielos, pero al mismo tiempo, la escritura dice: Hay más por hacer, es decir, el trabajo de la derecha, llamado «completitud».
El trabajo de la derecha es llamado en el versículo: «y haz el bien». Debemos interpretar que una persona debe dedicarse al asunto del bien, y el bien se llama «completitud». En otras palabras, una persona debe calcular cuánto bien tiene, que se llama «y haz», es decir, trabajar y calcular cuánto bien tiene. En otras palabras, una persona debe considerar todo lo concerniente a la Kedushá (santidad) como una gran fortuna y que cualquier aferramiento que tenga en la Kedushá, aunque sea un pequeño aferramiento, debería creer que es porque el Creador le ha dado un deseo y un anhelo de tener que aferrarse a la Kedushá, e incluso si es en Lo Lishmá, sigue siendo un asunto muy importante. Debe agradecer al Creador por el poco de bien que tiene, y de esto, la persona puede obtener vitalidad y estar de buen humor. De esto, la persona puede recibir lo que está escrito: «Servir al Señor con alegría». De ello se deduce, que una persona debe mantener tanto la derecha como la izquierda, y este es el significado del versículo: «Apártate del mal y haz el bien».
Sin embargo, surge la pregunta en la persona. Por ejemplo, ha estado ocupado todo el día y no tuvo tiempo de recordar que existe una realidad del trabajo del Creador en el mundo. Luego, recuerda que pasó todo el día en asuntos que no tienen conexión con el trabajo. Entonces, ¿qué debe hacer ahora? ¿Debe lamentar el no haberse dedicado al trabajo todo el tiempo?, o debe hacer una introspección y decir: «¿Quién me recordó ahora que existe el asunto de una realidad espiritual en el mundo y que debo hacer algo por la Kedushá? Debe ser el Creador quien me dio este pensamiento ahora. Por lo tanto, debo agradecer al Creador y estar feliz porque el Creador me está llamando hacia Él». ¿Debe estar feliz por esto y agradecer y alabar al Creador; o lamentar que todo el día haya estado alejado del trabajo por completo? Es cierto que estuvo alejado del Creador todo el día, y también es cierto que, ahora el Creador lo ha despertado para que sepa en qué estado se encuentra. Entonces la pregunta es: «¿Qué hacer?».
De acuerdo con lo que dijo Baal HaSulam: «Donde una persona piensa, ahí está». Por lo tanto, si uno piensa en el momento en que fue alejado del Creador y lo lamenta, entonces está apegado al estado de lejanía del Creador, cuando pensó en asuntos triviales a los que estuvo dedicándose todo el día. De ello se deduce que la Dvekut de su pensamiento se refiere a asuntos que son irrelevantes. Por lo tanto, es mejor pensar en el bien que tiene ahora, es decir, en el hecho de que ahora puede pensar qué hacer por la Kedushá. No importa lo que haga, solo quiere participar en la Torá y las Mitzvot. Ahora ya tiene conexión con la Torá y las Mitzvot, de acuerdo con la regla anterior: «Donde una persona piensa, ahí está».
Ahora debemos interpretar el versículo de manera diferente: Ahora debería ser «apártate del mal», es decir, no pensar en su mal estado cuando estaba separado; sino más bien en «haz el bien», para que todo lo que quiera hacer ahora tenga que ver con el bien que debería hacer ahora.
De acuerdo con lo anterior, debemos preguntar: ¿Cómo se trabaja en la forma de la izquierda, ya que si está en el estado de «izquierda», piensa solo en las carencias y uno está apegado al mal?
La respuesta es que una persona debe trabajar en la línea izquierda solo si primero está en la línea derecha. Solo cuando se encuentre en un estado de completitud siente un buen gusto en el trabajo, lo que se llama «estado de ascenso», debe dedicar tiempo también a la izquierda, para ver si el estado de su mente y su corazón están bien. Después de esto, será recompensado con: «El Creador da el alma», llamada «el alma de la vida».