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Rabash / ¿Qué es: "La Torá habla únicamente contra la inclinación al mal" en el Trabajo?

Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)

¿Qué es: «La Torá habla únicamente contra la inclinación al mal» en el trabajo?

Artículo 39, 1989

Está escrito: «Si sales a la guerra contra tus enemigos, y el Señor, tu Dios los entrega en tus manos, y ves entre los cautivos a una mujer hermosa, y la tomas como esposa». Rashi interpreta: «La Torá habla sólo en contra de la inclinación al mal, si el Creador no se lo permite a ella, él se casará con ella bajo prohibición». Hasta aquí sus palabras.

Deberíamos entender esto. ¿No sería mejor si el Creador no hubiera dado la fuerza a la inclinación al mal para que lo incite la transgresión? En ese caso, no sería necesario permitirla, porque entonces él no se casaría con ella bajo prohibición. También debemos entender qué significa la interpretación de Rashi en el trabajo, en relación con el versículo: «Si sales a la guerra», que habla de «guerra opcional». ¿Qué es la «guerra opcional» en el trabajo?

Además, debemos entender lo que nuestros sabios dijeron (Kidushin 30): «He creado la inclinación al mal, he creado la Torá como condimento». ¿Para qué Yo he creado la Torá? Parece que es para la inclinación al mal. Es decir, si no fuera por la inclinación al mal, no habría necesidad de la Torá. Aquí también, deberíamos preguntar, pero Él tenía otra manera, es decir, no crear la inclinación al mal, y entonces, de por sí, no habría necesidad de la Torá.

Se sabe que sólo gracias a la Torá, el mundo existe, como nuestros sabios dijeron: «Si no fuera por mi pacto día y noche, Yo no establecería las ordenanzas del cielo y la tierra». Pero aquí eso implica que Él creó la Torá debido a la inclinación al mal. Deberíamos entender esto en el trabajo.

Debemos saber quién es la inclinación al mal, para quién se tuvo que crear la Torá, como está escrito: «He creado la inclinación al mal, le he creado la Torá como condimento». También, debemos entender por qué la Torá se llama «condimento». Vemos que cuando cocinamos un plato para una comida, para que el plato sea sabroso, ponemos un condimento en el plato. Esto significa que lo principal es el plato, y el condimento es sólo una adición que le da sabor. Pero, según lo que se dice, la Torá es sólo un condimento. Se deduce que lo principal es la inclinación al mal, y la Torá sólo le da sabor a la inclinación al mal. ¿Cómo podemos entender esto, ya que la Torá es lo principal, como está escrito: «Porque son nuestras vidas y la duración de nuestros días»?

De acuerdo con lo que se explica en la «Introducción al Estudio de las Diez Sefirot», entendemos que la inclinación al mal es solo el asunto del deseo de recibir deleite y placer, que se llama «inclinación al mal». Esto es «lo principal de la creación». Es decir, podemos decir que se hizo algo nuevo en el mundo, que no existía antes de que Él lo creara, y esto se refiere sólo al deseo de recibir placer. Este deseo, el deseo de recibir deleite y placer, no existía antes de la creación del mundo, ya que, en el Creador, no hay carencias o deseos que Él necesite recibir.

Él dice allí: ¿Por qué Él creó este deseo? Es para el propósito de la creación, ya que el motivo para crear el mundo es porque Él desea hacer el bien, y vemos en nuestra naturaleza, que el Creador hizo que haya deleite y placer sólo de las cosas que el cuerpo anhela. Además, la medida de deleite y placer depende de la medida del anhelo. Por esta razón, Él creó en nosotros un deseo de recibir deleite y placer, y esto es lo principal de la creación. En otras palabras, si este deseo de recibir no existiera en el mundo, no habría nadie que reciba el deleite y el placer que Él desea dar a las criaturas.

Se deduce que lo principal de la creación es el deseo de recibir deleite y placer, y sin eso, no se puede hablar de creación. Sin embargo, debemos entender por qué el deseo de recibir se llama «inclinación al mal», y si es realmente malvado, ¿por qué lo creó?

El hecho es que, dado que el Creador quería que no sintieran desagrado cuando reciben el deleite y el placer, y esto también está en la naturaleza que creó el Creador, en la que cada rama quiere parecerse a su raíz, y en tanto nuestra raíz, es decir, el Creador, es el Dador, y los seres creados, que deben recibir de Él, son opuestos al Creador, entonces ellos sienten vergüenza por esto. Por esta razón, se hizo un Tzimtzum (restricción) y ocultamiento, en el cual el deleite y el placer no iluminan a los Kelim (vasijas) del deseo de recibir para uno mismo, sino sólo allí donde se quiere recibir el deleite y el placer únicamente porque el Creador quiere dar, ya que este era el propósito de la creación, ya que Su deseo es hacer el bien a sus creaciones, y la criatura quiere obedecer el mandamiento del Rey y por eso recibe.

Esta es una corrección llamada «recibir con el fin de otorgar». Por esta razón, se hicieron dos sistemas: sistemas de Kedushá (Santidad), y sistemas de Tumá (impureza) y Klipot (cáscaras). Es como está escrito en la «Introducción al Estudio de las Diez Sefirot» (Ítem 10): «Él imprimió el deseo de otorgar en el sistema de ABYA de Kedushá, eliminó el deseo de recibir de ellos, y lo colocó en el sistema de los mundos ABYA de Tumá. Debido a esto, se han separado del Creador y de todos los mundos de Kedushá».

Se deduce que este deseo de recibir se llama «inclinación al mal» porque causa todo el mal en el mundo. Por eso, las criaturas no pueden recibir deleite y placer, y por eso permanecen sin la vitalidad de la Kedushá, ya que la Luz y la abundancia no pueden iluminar en un lugar donde su uso estaba prohibido. Esto nos ocurre debido al descenso en cascada de los mundos, donde de este deseo de recibir surgieron las Klipot en el mundo, que gobiernan al hombre, y él es completamente incapaz de salir de su gobierno, a menos que sea mediante el poder de la Torá y las Mitzvot (preceptos), donde está la Luz de la Torá, y «la Luz en ella lo reforma», lo que significa que lo libera del gobierno del deseo de recibir para su propio beneficio.

Ahora podemos entender lo que preguntamos, por qué Rashi interpretó el versículo: «y la tomas como una esposa», asumiendo la explicación de nuestros sabios (Kidushin 21): «La Torá habla sólo en contra de la inclinación al mal. Dejemos que coma carne de cadáveres sacrificados, pero no carne de cadáveres que no fueron sacrificados. Algunos preguntan: ¿Por qué el Creador le dio fuerza a la inclinación al mal para que lo incite la transgresión? ¿No sería mejor si el Creador no hubiera dado fuerza al incitador y que así no hubiera necesidad de permitirle lo prohibido?» Nuestros sabios dijeron sobre esto: «La Torá habla sólo en contra de la inclinación al mal».

La respuesta es que, en el trabajo, la inclinación al mal se llama «el deseo de recibir para nuestro propio beneficio». Sin el deseo de recibir, no habría creación alguna. Dondequiera que el deseo de recibir ve algo de placer, quiere satisfacer su deseo, y al querer satisfacer su deseo, es posible disfrutar de lo que anhela. En tanto, el Creador creó esta naturaleza, la misma no sufre cambios. Sin embargo, hay lugar para las correcciones, y no es mediante cancelarlas, sino mediante agregarles algo mediante lo cual esto se corrige. Sin embargo, esto no cambia la naturaleza, ya que el Creador creó la naturaleza, y el deseo de recibir es algo que el Creador creó. Por lo tanto, el hombre no tiene fuerza para cancelarlo.

La corrección general es la intención con el fin de otorgar. Esto se llama «dulcificación de los juicios». Es decir, el juicio que se hizo, donde está prohibido usar el deseo de recibir y disfrutar en beneficio propio, es porque mediante él caemos en la disparidad de forma con el Creador. Sin embargo, cuando uno recibe porque el Creador quiere que reciba, y para sí mismo sería más cómodo no recibir, por medio de esto se dulcifica el juicio de la prohibición de la recepción.

Sin embargo, debemos saber que esta cualidad de recibir con el fin de otorgar es una corrección verdadera. Es decir, el propósito de la creación, que es hacer el bien a sus creaciones, no puede hacerse realidad a menos que, de esta manera, cuando se usa el deseo de recibir placer, uno aún permanezca en Dvekut (adhesión), lo cual es equivalencia de forma. Es decir, si uno recibe, pero no disfruta, esta recepción no se considera como «hacer el bien», ya que no hablamos de lo que uno recibe, sino de lo que uno disfruta. En otras palabras, el superior quiere que disfrute el inferior, y si la persona no disfruta, entonces no ha recibido nada del superior. Esto se llama «dulcificación de los juicios».

Esto es lo principal de la completitud. Sin embargo, hay cosas que se pueden clarificar desde la perspectiva de las raíces superiores, porque se pueden clarificar con el fin de otorgar, y hay cosas que están prohibidas de usar, incluso con el fin de otorgar. En otras palabras, una persona no puede decir que quiere hacer algo que está prohibido, pero que tiene la intención con el fin de otorgar. Si la cosa está prohibida, es porque con respecto a la rama y la raíz, hay cosas que la Torá prohíbe y hay cosas que la Torá permite.

En general, debemos hacer tres discernimientos en la Torá:

1) Mitzvá (precepto),

2) Algo permitido,

3) Algo prohibido.

Debemos tener cuidado con la Mitzvá y con la transgresión, incluso con un acto sin intención, porque hay un asunto de Mitzvá en la práctica, incluso cuando no haya intención. Del mismo modo, con la prohibición, hay una transgresión en la acción, incluso sin ninguna intención. Pero el trabajo principal sobre la intención es en lo que está permitido, cuando no hay Mitzvá al hacerlo, y tampoco hay transgresión si uno no lo hace. Luego, cuando uno hace lo que está permitido, es decir, cuando se dirige, cuando hace algo permitido, para que sea en nombre de los cielos, lo permitido ingresa a la Kedushá.

Entonces, esto se llama una Mitzvá. En otras palabras, sale de ser «permitido» y entra en el marco de la Mitzvá. Y precisamente aquí está la guerra principal contra la inclinación, ya que el cuerpo nos dice que no hay prohibición, y entonces, ¿por qué negarse a hacerlo? Pero cuando una persona debe responderle, puede decirle: Debo realizar una Mitzvá. Por lo tanto, cuando realizo una Mitzvá, he hecho algo. Cuando no cometo una transgresión, también tengo una Mitzvá, como dijeron nuestros sabios: «Si se sentó y no cometió una transgresión, es como si realizara una Mitzvá».

«Sin embargo, cuando me dices que haga algo que está permitido, incluso, si no puedo dirigirlo en nombre de los cielos, esto no es una Mitzvá. Por lo tanto, no he hecho nada. Y no quiero ser un trabajador ocioso, lo que significa hacer una acción en vano». Se deduce que, con relación a las Mitzvot y las transgresiones, el trabajo es obligatorio. Pero con lo que está permitido, allí donde no hay imperativos relacionados con este acto, específicamente entonces, la intención lo hace realidad, haciéndolo ingresar en la Kedushá.

De acuerdo con lo anterior, debemos interpretar lo que Rashi interpretó sobre el versículo: «Si sales a la guerra», cuando habla de «guerra opcional». En el trabajo, debemos interpretar que «permiso» como dirigir con el fin de otorgar. Este es el trabajo principal con la inclinación. Como no hay prohibición en el acto, la inclinación ve que la persona quiere arrancarlo del mundo. Es decir, con respecto a las Mitzvot y las transgresiones que una persona hace en acción, la inclinación no muestra mucha resistencia, ya que la persona no dice que quiere trabajar solo en beneficio del Creador. Pero cuando comienza a trabajar con la intención de otorgar y no en beneficio del cuerpo, comienza el verdadero trabajo con la inclinación al mal.

Dado que la Torá y las Mitzvot fueron dadas para purificar a Israel, como está escrito (en el ensayo, Matan Torá - La entrega de la Torá): «Estas son las palabras de nuestros sabios cuando preguntaron: ¿Por qué debería importarle al Creador si uno mata por la garganta o por la nuca? Después de todo, las Mitzvot solo se dieron para purificar a las criaturas, y esa purificación significa la purificación del cuerpo turbio, que es el propósito que surge de la observación, de la Torá como de todas las Mitzvot».

De esto se deduce que sólo cuando hablamos con el cuerpo acerca de la intención en nombre de los cielos, cuando queremos anular el beneficio propio, entonces es cuando surge la verdadera disputa con el cuerpo. Esto es evidente precisamente cuando hay una guerra contra la inclinación a los asuntos permitidos. En ese momento, la guerra no es por el acto, ya que no hay ninguna prohibición sobre la acción. La guerra puede ser solo contra la intención, cuando una persona quiere que sea solo en beneficio del Creador y no por el beneficio del cuerpo. Más bien, él quiere matar el cuerpo, como dijeron nuestros sabios: «La Torá existe solo en alguien que se mata por ella».

Ahora, podemos interpretar lo que preguntamos: ¿Por qué la Torá permitió la mujer hermosa, si la Torá habla sólo en contra de la inclinación al mal? Después de todo, el Creador tenía una manera más fácil, donde no se necesitará permitir una mujer hermosa, lo cual significa que no le daría a la inclinación al mal el poder de incitarlo y no necesitaría cambiar y permitir algo prohibido.

¿Cuál es la respuesta? «La Torá habla solo en contra de la inclinación al mal». Literalmente, es muy difícil entender el asunto de la prohibición de una mujer hermosa. Es justo como hay quienes preguntan: ¿Por qué la Torá no permitió otras prohibiciones cuando uno siente una gran pasión por lo prohibido? De hecho, deberíamos responder sobre esto que no tenemos idea sobre la Torá y las Mitzvot, y que esto es inconcebible para el intelecto humano. En cambio, este es un asunto espiritual que el Creador sentenció, como dijeron nuestros sabios (Safra, Rashi, Kedoshim): «Uno no debe decir: “La carne de cerdo no se puede”, sino más bien: “Se puede, pero ¿qué puedo hacer? si mi Padre en el cielo así lo decretara sobre mí?”» En otras palabras, toda la Torá y las Mitzvot, son decretos del Creador, y el intelecto del hombre no llega allí. Naturalmente, no podemos preguntar, ¿por qué la Torá permitió a una mujer hermosa? (Ver en Or Jaim, Ki Tetzé).

Deberíamos interpretar lo que preguntamos: ¿Cuál es el significado de «He creado la inclinación al mal, le he creado la Torá como condimento? Esto implica que la inclinación al mal es el asunto principal, y que la Torá no es el elemento principal, sino que es como una adición al plato. De acuerdo con lo que se explica en la «Introducción al Estudio de las Diez Sefirot», lo principal de la creación es el deseo de recibir deleite y placer. La razón por la cual el Creador creó el deseo de recibir es que desea hacer el bien a sus creaciones. Pero debido a la disparidad de forma entre el Dador y el receptor, nos fue dado corregirla con el fin de otorgar, mediante lo cual se corregirá la disparidad de forma en el deseo de recibir.

Por lo tanto, resulta de esto que, lo que recibe placer es principalmente el deseo de recibir. Sin embargo, si recibe para su propio beneficio, se llama «inclinación al mal» porque la disparidad de forma en él hace que se separe del Creador, y el deleite y el placer no alcanzan a los Kelim separados debido a la corrección del Tzimtzum. Por lo tanto, para que el deseo de recibir pueda recibir el deleite y el placer, la inclinación al mal debe recibir un condimento, por lo que habrá un sabor en el deseo de recibir, lo que significa que habrá deleite y placer en el deseo de recibir.

Si no se le da el condimento, que es el deseo de otorgar, no habrá sabor en el deseo de recibir porque no tendrá nada, ya que el deleite y el placer no llegan allí.

Sin embargo, hay cuatro discernimientos que hacer aquí:

1) El Kli, que recibe el placer.

2) El placer que recibe el Kli debe tener un sabor agradable. Es decir, no debe tener vergüenza, sino que se debe sentir un buen sabor.

3) El buen sabor es el deseo de otorgar. Esto se llama que el deseo de otorgar condimenta al plato para que sea sabroso.

4) Es posible recibir este sabor, llamado «deseo de otorgar», específicamente a través de la Torá, como está escrito: «He creado la inclinación al mal, he creado la Torá como condimento». Esto significa que la Torá, es decir, la Luz dentro de esta, da el deseo de otorgar, y el deseo de otorgar da un sabor que elimina la vergüenza del plato, porque la vergüenza echa a perder todo el sabor que se puede encontrar en el plato, y entonces el Dador no puede dar ninguno de los verdaderos placeres, ya que cuando éstos alcancen los Kelim de los inferiores, todo se echará a perder. Este es todo nuestro trabajo: obtener Kelim que sean adecuados para la abundancia.

Con esto podemos interpretar: «La Torá habla sólo contra la inclinación al mal». Todo lo que está prohibido o permitido es de acuerdo con lo que decretó el Creador. Es decir, hay cosas que pueden corregirse y admitirse en Kedushá incluso antes del final de la corrección, y es por eso que nos dieron 613 Mitzvot. Esta es la razón por la cual la Torá permitió a la mujer hermosa a través de las correcciones presentadas en la Torá. Esto está por encima de nuestro intelecto para alcanzar lo que el Creador permite y lo que el Creador prohíbe. Por lo tanto, no tenemos idea, como para poder preguntar, ¿por qué lo permitió la Torá?, ya que todo el asunto de la Torá y las Mitzvot es «purificar a Israel con ellas». Por lo tanto, eso que la Torá permita una mujer hermosa a través de las correcciones también tiene la intención de purificar a las criaturas.