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Rabash / ¿Qué significa que la creación del mundo fue con una donación?

Baruj Shalom Ha-Levi Ashlag (Rabash)

¿Qué significa que la creación del mundo fue con una donación?

Artículo 5, 1989

Los primeros maestros explicaron que la creación del mundo no se debió a alguna carencia, porque no se puede decir que el Creador tenga una carencia. Por el contrario, el mundo fue creado con una donación. Es decir, como dice (Midrash Rabá, Bereshit): «El Creador les dijo a los ángeles cuando quiso crear al Adam HaRishón, y ellos dijeron: “¿Quién es el humano para que Lo recuerdes?”».

El Creador les respondió: «¿A qué se parece esto? Pues es como un rey que tiene una torre llena de abundancia, pero no tiene invitados». Esto no es una carencia; es simplemente que Él quiere dar una donación para que los seres creados disfruten. Por el contrario, una carencia es lo que una persona necesita recibir, pero, si no tiene la capacidad de recibir, esto es considerado como una carencia. Otorgar no se considera una carencia. Por lo tanto, aprendemos que la creación del mundo se debió a Su deseo de hacer el bien a Sus creaciones, eso fue por una donación y no debido a una carencia.

Pero el que recibe algo debe tener una carencia, es decir, si el receptor quiere disfrutar de lo que está recibiendo, el receptor debe elegir solo las cosas que quiere; de lo contrario, no obtendrá ningún placer en esto, que él quiere disfrutar; y si no sería imposible. Esto es lo que vemos en nuestra naturaleza. Además, el placer que recibe depende del grado del anhelo. Por lo tanto, el anhelo por algo determina la medida del placer que se obtiene de ello, ya sea mucho o poco.

Para que Su deseo de hacer el bien, es decir, para que las criaturas disfruten del bien y el placer, creó en las criaturas el deseo y ganas de anhelar siempre placer. Si no pueden satisfacer la carencia de lo que anhelan, sufren, y la magnitud del sufrimiento por no poder satisfacer la carencia, depende del grado del anhelo por esa cosa.

Y, a veces, el sufrimiento se vuelve tal, hasta que la persona dice: «Prefiero morir antes que vivir», si no puedo satisfacer lo que deseo. Esto se debe al sufrimiento que padece por su carencia. Naturalmente, cuando recibe llenado a su carencia, de la que dijo: «Prefiero morir antes que vivir», qué placer siente cuando recibe el llenado. De hecho, cuando se habla del trabajo, la persona debe llegar a tener carencia por no estar en Dvekut (adhesión) con el Creador, a tal punto que dice: «Si no puedo lograr la Dvekut con el Creador, esta carencia me causa tormentos tan grandes, al punto que digo: “Prefiero morir antes que vivir”».

A esto se lo llama «Deseo verdadero», y esta carencia es digna de ser llenada. Y el orden del trabajo es que cada vez que se despierta en la persona el anhelo por la Dvekut con el Creador, y la persona va por el camino que lo lleva a la Dvekut con el Creador, siempre verifica si se le ha concedido acercarse al Creador. Es decir, cuando dice: «Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón», ¿Ama realmente al Creador o también se ama a sí mismo?

Así es como dijeron nuestros sabios (Sucá 45): «Todo aquel que asocie el nombre de los cielos con otra cosa, es desarraigado del mundo». Esto significa que pide al Creador para que lo ayude a hacer todo en nombre de los cielos, es decir, que toda su intención sea solo otorgar. Sin embargo, también asocia un poco de su propia necesidad; que es otra cosa diferente que «en nombre de los cielos». Porque «en nombre de los cielos» es otorgar, mientras él, durante la plegaria para que el Creador lo ayude, también desea las necesidades del receptor para sí mismo; que es realmente todo lo contrario al deseo de otorgar.

Es por eso que él «es desarraigado del mundo». Es decir, el Creador creó el mundo para hacer el bien a Sus creaciones, y de este mundo es desarraigado debido a la falta de equivalencia de forma. Por lo tanto, se critica a sí mismo en todo momento para ver si va por el camino correcto. Si ve que no está bien, esto le causa sufrimientos. Pero los sufrimientos deben ser en gran medida, esto significa que los sufrimientos son el resultado de la necesidad, es decir, que la intención no es que pase por sufrimientos; sino que tiene que tener necesidad y la necesidad causa sufrimientos, ya que los sufrimientos por los que pasa, atestiguan la medida de su necesidad.

De esto resulta que, era necesario que los seres creados fueran creados con el deseo de recibir, ya que, sin un deseo y anhelo de recibir placer, no comprenderíamos el concepto del placer. Por lo tanto, ¿Por qué no sentimos deleite cuando tenemos un deseo y anhelo por el placer?, sino que debemos esforzarnos de lo contrario no nos darán placeres, tanto material como espiritualmente.

La respuesta está en lo que se refiere a la intención antes mencionada de hacer el bien a Sus creaciones, como está escrito en el libro Árbol de la Vida, en sus comienzos: «El Tzimtzum (restricción) fue para sacar a la luz la perfección de sus acciones». Explica allí (El Estudio de las Diez Sefirot, Parte 1), que significa: «Dado que existe la cuestión de que cada rama quiere parecerse a la raíz, por lo tanto, cuando los seres creados reciben el bien y el placer del Creador, se avergüenzan de ello. Por esto, se hizo una corrección a favor de las criaturas, que, si reciben con el fin de otorgar, no sentirán vergüenza durante la recepción de los placeres».

En consecuencia, debemos entender, si decimos que el Creador desea hacer el bien a Sus creaciones, es una donación, tal como lo mencionamos, entonces ¿De dónde vienen los malvados? Esto implica que el que no quiere recibir el bien y placer se llama «malvado», pero, ¿por qué se lo llama malvado si no quiere recibir el bien; y aquel que sí recibe el bien y el placer se lo llama justo?

La cuestión de observar la Torá y las Mitzvot (preceptos) es lo que nuestros sabios dijeron: «He creado la inclinación al mal; he creado la Torá como condimento», porque a través de la Torá y las Mitzvot el mal será corregido. Pero, ¿Cuál es el mal? Es que no podemos recibir el bien y el placer debido a la disparidad que nos causa vergüenza. Debido a la vergüenza no se nos puede dar; ya que la vergüenza impide la plenitud del bien y el placer. Esta es la razón por la cual no nos dan el bien y el placer. Por lo tanto, se les dice que no solo no les dan el bien y el placer, sino que también les agregan un nombre, son llamados malvados. Deberíamos entender por qué se los llama malvados si no pueden recibir deleite y placer.

Dado que el Creador creó el mundo con una donación, es como un hombre rico que tiene de todo y no le falta nada y desea dar caridad a los pobres, y dado que quiere que el hombre pobre reciba la donación, se sienta a sí mismo con un espíritu elevado y no sienta ninguna incomodidad cuando recibe la donación, por ello, el rico dijo: Daré la donación, grande o pequeña, pero con una sola condición. Es decir, la donación, grande o pequeña, no depende del dador; sino del receptor. Esto es así porque desde la perspectiva del dador, Él puede dar mucho más de lo que el receptor puede alcanzar. Es decir, que el receptor no puede saber cuánto bien y placer le puede dar el dador; ya que el receptor no sabe cuál es el patrimonio del dador. En cambio, en la medida en que el receptor intenta exigir el bien y el placer de acuerdo con lo que evalúa, conoce y entiende que el dador puede darle. Y, de hecho, lo que el dador puede darle también está por encima del intelecto del hombre, y no puede apreciar nada por encima de su intelecto.

Por lo tanto, debe creer que hay cosas que son más preciosas e importantes de lo que el receptor puede imaginar, ya que todos los logros del inferior se basan en el intelecto físico y externo; mientras que la espiritualidad se basa en el intelecto interno. Está escrito al respecto en los prólogos: «Todo el mundo inferior, con respecto al mundo superior, es como un grano de mostaza en comparación con el mundo entero». Por esta razón, todas las daciones del Superior, de lo cual dicen, dación grande o pequeña no depende del Superior; sino de la capacidad del inferior para cumplir con las condiciones del dador. Solo en la medida en que el inferior trata de cumplir con las condiciones, en esa medida el inferior recibe. Es decir, si el inferior puede dar la intención por grandes daciones, recibe grandes daciones.

¿Y cuáles son las condiciones que el dador pone específicamente y que el inferior debe cumplir, si el Creador creó el mundo con una donación?, es decir, que Él no tiene carencia alguna, entonces, ¿Por qué necesita que el inferior cumpla Su voluntad? Esto pareciera como si el dador no quisiera darle; a menos que reciba del receptor alguna retribución.

La respuesta es que, el Creador puso condiciones al dar, para que el receptor no reciba la donación por su propio anhelo de recibir, aun cuando el anhelo de dar que tiene el dador es muy grande. Aun así, el dador quiere que, por esta razón, él deba renunciar a la recepción y recibir la donación solo por el placer que esto le causa al dador, que él es quien otorga al receptor. Nuestros sabios dijeron de esto: «Todas tus acciones sean en nombre de los cielos y no en beneficio propio».

Sin embargo, debemos saber que esta condición del Creador de querer que todos trabajen sólo para Él; y no para el beneficio propio; no es para beneficiar al Creador como si lo necesitara. Más bien, el hecho de que las criaturas trabajen para el beneficio del Creador es en beneficio de las criaturas. Es decir, es para que las criaturas no se sientan incómodas cuando reciben la donación del dador. Esta es la razón por la cual el dador estableció la condición de que deben hacer todo en nombre de los cielos; y no en beneficio propio.

Ahora podemos entender lo que preguntamos, ¿Por qué a los que no quieren observar la Torá y las Mitzvot, se les llama malvados? Después de todo, la Torá y las Mitzvot fueron dadas para purificar a Israel con ellas, como dice el Rabí Janania Ben Akashia. Resulta de lo dicho, que aquel que no observe la Torá y las Mitzvot no recibirá ni el bien ni el placer, y, ¿por qué se les llama malvados?

Es como un gran médico que acude a un hospital donde atienden a pacientes con cáncer, que es una enfermedad mortal, Dios nos libre, de la que no pueden curarse, y él dice que tiene un remedio, y que si toman el remedio todos sobrevivirán. Además, todos dirán después: «ahora nosotros disfrutamos de la vida». Es decir, dirán que ahora ven que valió la pena nacer para recibir esos placeres. Y después, ciertamente, cada uno dirá de todo corazón: «Bendito sea el que dijo, que exista el mundo», ya que estarán en un mundo que es completamente bueno.

Sin embargo, hay un grupo de personas que no permiten que el médico ingrese al hospital. E incluso cuando el médico finalmente entra después de insistir varias veces, y les da su remedio a los pacientes; ese grupo interfiere e insiste en que no deben recibir, bajo ninguna circunstancia, el remedio del médico. La pregunta que surge es: ¿Qué nombre se le debe dar a este grupo, que no permiten curar a estos enfermos, ya que los pacientes están bajo su control? Esto es así porque mientras estén enfermos, este grupo obtiene un sustento; pero si se curan de su enfermedad, ese grupo se quedaría sin el sustento. Ciertamente, estos son llamados con el nombre de malvados.

Cada uno comprende que, si el médico puede castigarlos por no permitir que los pacientes se curen, el médico ciertamente debe hacerlo. Por supuesto que no se le ocurriría a nadie decir que el médico está enojado con estos malvados porque no le obedecen; sino que el médico los está castigando por el bien de los enfermos. Es decir, aunque el médico desea curar a los pacientes con una donación, y no necesita ninguna recompensa, ya que no le falta nada al médico, no necesita que los pacientes le den nada, él solo cura a los pacientes para que estos se sientan bien y sean capaces de disfrutar la vida, desde luego, quien ve lo que hace el médico no dirá sobre él, que está haciendo algo para su propio beneficio.

Por esta razón, cuando el médico dice de este grupo que no permite darles el remedio a los pacientes, son malvados y merecen castigos, para que, a través de los castigos, de esos sufrimientos, los malvados dejen de molestar a los pacientes para que puedan tomar el remedio, todos entienden que esto es por el bien de los pacientes y no por el bien del médico.

Con esto debemos interpretar que, el Creador creó el mundo con una donación, y que el Creador no tiene carencia alguna, como para que las criaturas le puedan dar algo para completarlo, ya que el Creador está completo y no tiene una carencia. Y, a pesar de todo, como Él quiere darles a las criaturas para que disfruten de la vida, Él establece la condición de que los seres creados recibirán todo porque el Creador quiere que ellos reciban el bien y el placer, pues de esta manera el bien y el placer serán recibidos sin ninguna vergüenza. Esto se llama «La perfección de Sus acciones».

Este es el remedio que el médico quiere dar a los pacientes que están cercanos a la muerte, llamados «Los malvados en sus vidas se llaman muertos». A través del medicamento, llamado deseo de otorgar, llegarán a la Dvekut, y se adherirán a la Vida de vidas. Por lo tanto, aquellas personas que no quieren que los pacientes reciban, es decir, que no les permiten dedicarse a la Torá y a las Mitzvot, que por medio de esto podrán ser recompensados con el remedio, llamado deseo de otorgar. En estos Kelim (vasijas), el Creador puede dar el bien y el placer, ya que cuando reciben el bien y el placer en esos Kelim, no perderán la Dvekut llamada «equivalencia de forma». La Dvekut significa que salen del estado de malvados que se llaman muertos; y son recompensados con la vida.

Entonces, ¿Qué significa que ese grupo no quiere e interfiere para que no reciban el remedio? ¿Cómo interfieren? Al no permitirles observar la Torá y las Mitzvot, porque por medio de esto reciben el remedio que es, con el fin de otorgar. Naturalmente, está claro por qué se los considera malvados por interferir con la recepción del remedio. Es decir, el remedio, a través del cual se les recompensará con la vida, es llamado deseo de otorgar. Las fuerzas que interfieren y no les permiten tomar el remedio llamado Torá y Mitzvot, como dijeron nuestros sabios: «He creado la inclinación al mal; he creado la Torá como condimento».

Por esta razón, aquellos que interfieren son considerados malvados que merecen castigos. A través de los tormentos que recibirán, dejarán de interferir con la recepción del remedio. De acuerdo con esto, resulta que, todo lo que hace el Creador, es decir, los castigos; son todos por el bien de los seres creados