Lección Reunión Local #36 - Continuación del Curso de decenas y del artículo "La Libertad"

Reunión Local #36 - Continuación del Curso de decenas y del artículo "La Libertad"

Esta semana, continuamos el estudio de textos cabalísticos auténticos en un grupo grande, particularmente la novena semana sobre "La Libertad" del Rabino Yehuda Leib Ha-Levi Ashlag (Baal HaSulam). Además de revisar y trabajar los temas discutidos en el "Curso de decenas".

Contenido de la lección
Materiales

En la primera parte de la reunión local, volveremos nuevamente a un punto clave del artículo: 

Seguir al colectivo mientras se mantiene la singularidad individual

Junto con nuevas incorporaciones de clips de video de las lecciones de Rav Dr. Michael Laitman.

En la segunda parte, continuaremos un tema central del "Curso de decenas" del miércoles:

Los Principios de la conexión en la decena

Reunión Local

"La Libertad"


Esta semana continuamos tanto con el "Curso de Decena" como con la lectura de las aclaraciones de Baal HaSulam sobre la libertad de elección en el artículo "La Libertad".

Como hemos mencionado antes, Baal HaSulam escribió extensamente para ayudar a los estudiantes a alcanzar el propósito de la creación: alcanzar la equivalencia de forma con las cualidades del Creador (amor y otorgamiento). Esta semana nos enfocamos en Seguir a la mayoria mientras mantiene la unicidad Individual.

En la reunión local, leeremos algunos extractos del artículo y luego trataremos de entender qué está pasando en el texto, seguido de otra lectura y discusiones sobre los temas juntos.

También tenemos clips adicionales de Rav Dr. Michael Laitman como aclaraciones importantes del artículo.

Además, realizaremos talleres sobre el tema del "Curso de Decena".


"La Libertad"

Rav Yehuda Ashlag, Baal HaSulam

Una sola ley para todos los mundos

Aunque la sabiduría de la Cabalá no menciona nada sobre nuestro mundo material, sin embargo, para todos los mundos hay una sola ley (como se indica en el artículo «La esencia de la Sabiduría de la Cabalá», sección La ley de raíces y ramas). Y, por lo tanto, todas las entidades materiales de nuestro mundo, es decir, todo lo que se encuentra dentro de este espacio, sea cual fuera, inerte, vegetal, animal, objeto espiritual u objeto material, si queremos discernir el aspecto propio y único de cada uno de ellos, por medio del cual se distingue de otros, incluso en la más pequeña de las partículas, no es más que «deseo de recibir». Esa es toda su forma particular, desde el punto de vista de la creación renovada, que la limita, tanto en cantidad como en calidad. Y, por eso, es que hay en ella una fuerza de atracción y una fuerza de repulsión.

Pero todo el resto que hay en ella, además de estas dos fuerzas, se considera como abundancia de Su esencia. Esta abundancia es equivalente para todas las criaturas y no hay ninguna novedad en ella, en relación a la creación, ya que procede como existencia a partir de la existencia. Y esto no puede atribuirse a ninguna unidad individual, sino solo a las cosas que son comunes a todas las partes de la creación, tanto pequeñas como grandes. Ya que cada uno recibe de esa abundancia según el límite de su deseo de recibir, y ese límite define a cada individuo y unidad.

De este modo he probado, desde una perspectiva puramente científica, el «yo» (ego) de cada individuo, por medio de un método científico a prueba de toda crítica, incluso, según el método de los fanáticos materialistas autómatas. De ahora en adelante, no necesitaremos aquellos métodos defectuosos, impregnados de metafísica. Y por supuesto, no hay diferencia si esta fuerza del deseo de recibir es fruto y resultado de la materia que le dio origen, a través de la química o si la materia es fruto y resultado de esa fuerza. Esto es porque sabemos que el asunto principal es que solo esta fuerza, impresa en cada criatura y átomo del «deseo de recibir», dentro de sus límites, la cual es la unidad por medio de la cual se separa y se distingue por sí mismo del resto de los miembros de su entorno. Y esto se cumple tanto en un átomo individual como en un grupo de átomos llamado cuerpo. Todas las demás propiedades que tienen un excedente de esta fuerza no se relacionan de ningún modo con esa partícula o grupo de partículas, en relación a su individualidad, sino, solamente de forma general, que es la abundancia que les llega del Creador, la cual es un asunto en común para todas las partes de creación, en su conjunto, sin distinción de cuerpos creados específicos.

Ahora, entenderemos el asunto de la libertad del individuo según la definición del primer factor, al cual denominamos «base», donde todas las generaciones anteriores, es decir, los antepasados de ese individuo, dejaron impresa su naturaleza. Y, como hemos esclarecido, el principal significado de lo que se entiende de la palabra «individuo» no es sino los límites del deseo de recibir impreso en ese grupo de partículas que él contiene.

Ahora puedes ver que todas las tendencias que él heredó de sus antepasados son, en realidad, nada más que los límites del deseo de recibir, ya sea, en relación con la fuerza de atracción que hay en él, o en relación con la fuerza de repulsión en él, que aparecen ante nosotros en forma de tendencias a la generosidad o a la tacañería, en forma de tendencia a la sociabilidad o a ser un ermitaño. Por eso, ellas realmente son su «yo» (el ego), que lucha constantemente por su derecho de existir. De este modo, si erradicásemos cualquier tendencia de ese individuo, seremos considerados como quien amputa un órgano viviente de su esencia. Y eso también se consideraría una verdadera pérdida para toda la creación, porque no hay ni habrá otra tendencia como esa en el mundo entero.

Después de haber aclarado en profundidad el legítimo derecho a la libertad del individuo conforme a las leyes naturales, volvamos y veamos, en la medida de lo posible, cómo ponerlo en práctica sin entrar en conflicto con la doctrina de la ética y la doctrina de la diplomacia. Y lo más importante: cómo es puesto en práctica este derecho de acuerdo con nuestra sagrada Torá.


Seguir a la mayoría

Nuestras escrituras dicen: «Seguir a la mayoría». Esto significa que, siempre que haya un desacuerdo entre el individuo y la mayoría, estamos obligados a resolverlo según el deseo de la mayoría. Así, queda claro que la mayoría tiene derecho a quitarle la libertad al individuo.

Sin embargo, aquí nos enfrentamos a otra pregunta todavía más seria, porque esta ley hace retroceder a la humanidad en vez de hacerla avanzar. Esto es así porque, dado que la mayoría de la humanidad está aún subdesarrollada y los desarrollados siempre son una pequeña minoría, si siempre se resuelve de acuerdo con la voluntad de la mayoría, que son subdesarrollados e imprudentes, resulta que la opinión y deseos de los sabios y desarrollados de la sociedad, que siempre son la minoría, nunca serán escuchados ni tenidos en cuenta. Y, de ese modo estás condenando a la humanidad a la involución, ya que no será capaz de avanzar ni un solo paso.

No obstante, como se explica en el ensayo «La paz», en el apartado «La obligación de tener precaución con las leyes de naturaleza», puesto que la Providencia nos ordenó llevar una vida social, estamos obligados a cumplir todas las leyes relativas a la subsistencia de la sociedad. Y si las descuidamos –incluso levemente– la naturaleza se tomará venganza de nosotros, como es su costumbre, sin importar si entendemos las razones de estas leyes o no.

Y vemos que no hay ningún otro mecanismo que nos permita vivir dentro de la sociedad salvo la ley de «seguir la mayoría», que resuelve cualquier conflicto y perjuicio en la sociedad. Así, esta ley es el único instrumento que le da a la sociedad el derecho a existir. Y por eso se considera uno de los preceptos naturales de la Providencia, y debemos aceptarlo y cumplirlo con toda la atención, independientemente de nuestro entendimiento. Esto es similar al resto de preceptos (Mitzvot) de la Torá: todos ellos son leyes de la naturaleza y de la Providencia del Creador, que nos son dados y llegan a nosotros desde arriba hacia abajo. Y ya he explicado (en «La esencia de la sabiduría de la Cabalá», apartado La ley de raíz y rama) cómo toda la realidad que vemos en las conductas de la naturaleza en este mundo, es solo porque se extienden y se forman a partir de leyes y conductas de mundos espirituales superiores.

Ahora, puedes entender que las Mitzvot de la Torá son solo leyes y conductas establecidas en los mundos superiores, que son las raíces de todas las conductas de la naturaleza en este mundo. Y, por lo tanto, las leyes de la Torá siempre se corresponden con las leyes de la naturaleza de este mundo, como dos gotas de agua. Así, hemos demostrado que la ley de «seguir a la mayoría», es la ley de la Providencia y de la naturaleza.


Discusión Abierta

Siguiendo la pregunta de Avihu y Michael, ¿cómo te relacionas con este principio de "seguir a la mayoria"? ¿En la corporalidad? ¿Espiritualidad?

Entonces, ¿cómo entendiste "seguir a la mayoria"?

¿Cuál es tu impresión de las "leyes de la naturaleza"?

A partir de las pistas de Avihu y Michael sobre lo que viene, ¿estás emocionado de aprender sobre seguir al Kabalista?


Clips


Los Principios de Conexión en el Diez


Preguntas del Taller

1) Comparte un ejemplo personal que te haya dejado una impresión.

2) ¿Qué podemos hacer para realzar la importancia de los amigos?

3) ¿Cuál de los principios de esta semana resuena contigo personalmente, y por qué?


Nos vemos la próxima semana